Paco Azanza Telletxiki - Cubainformación - Baraguá.-  Es algo que sucede muy a menudo y a mucha gente. Y es que la palabra socialismo todavía se le atraganta a demasiadas personas que, les guste o no, pertenecen a la clase obrera; ni que decir tiene la palabra comunismo. Pero lo cierto es que autoproclamarse feminista y, a la vez, no cuestionar ni combatir el capitalismo es un contrasentido.

Sencillamente, el ninguneo y el mal trato que padece la mujer, en toda su dimensión y en todos los sentidos, es consecuencia directa del mencionado sistema. El capitalismo no fue diseñado para buscar la igualdad entre las personas; tampoco para propiciarla entre hombres y mujeres. Como dijera Karl Marx, el capitalismo nació chorreando sangre y lodo por todos los poros. Y llegó para que unos pocos parásitos y canallas vivan muy bien a costa del trabajo y el sufrimiento de muchísimas personas.

En cambio el socialismo, con todas sus contradicciones, ya que no es un sistema acabado, sino transitorio hacia el comunismo (donde definitivamente dejan de existir las clases sociales), las desigualdades entre el género femenino y masculino van desapareciendo de manera notable a medida que se va avanzando. La razón es muy sencilla: a medida que se avanza, en el socialismo se van reduciendo las desigualdades entre las personas y, por ende, entre las mujeres y los hombres.

No hace falta ser muy inteligente para darse cuenta, pues, de que quienes defienden de manera consciente el capitalismo y, en días señalados como el de hoy (8 de Marzo), nos sermonean acerca de la igualdad de género, son unos farsantes.

Luchemos, consigamos la igualdad entre las personas y habremos conseguido la igualdad entre las mujeres y los hombres.

¡Que no nos vengan con cuentos! Quienes de manera interesada se niegan a eliminar de manera efectiva las clases sociales, también se niegan a que, como debe de ser, las mujeres y los hombres vivamos en idénticas condiciones.