Paco Azanza Telletxiki - Cubainformación - Baraguá.- Cierto que en la actualidad Rusia hace de contrapeso en la balanza mundial; gracias a ella (y por supuesto que a China y otros países que enarbolan la bandera de la dignidad) el imperialismo yanqui tiene más dificultades para llevar a cabo sus perversos y saqueadores propósitos a lo largo y ancho del globo terráqueo y del espacio.
Pero eso no significa que los gobernantes rusos sean, precisamente, gente digna de admiración. Al fin y al cabo no son más que la nefasta consecuencia de la destrucción del primer Estado socialista del mundo y todo lo negativo que ello conlleva. Además, si del mencionado contrapeso se trata, no cabe duda de que la URSS lo hacía infinitamente mejor, de manera mucho más eficaz para los intereses generales de la especie humana.
No sorprende, pues, que el presidente Vladimir Putin y otra gente de su partido reaccionario Rusia Unida hayan ensalzado recientemente, al cumplir los 90 años, a individuos tan siniestros como Boris Yeltsin y Mikhail Gorbachov, cabezas visibles de la destrucción de la URSS.
Putin dijo de Gorbachov el día de su cumpleaños: “Usted pertenece legítimamente a una galaxia de personas brillantes y extraordinarias, estadistas destacados de nuestro tiempo, que han tenido un impacto significativo en el curso de la historia nacional y mundial”.
Decía que la actual Rusia está apoyada sobre los cimientos de la ilegalidad. Y es verdad, pues en su tiempo se desoyó el clamor popular, que abogó por continuar el proyecto de la URSS como único Estado y con el socialismo como sistema sociopolítico. Esto se expresó en las urnas, mediante un referéndum; hagamos un breve repaso:
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Fue el 24 de diciembre de 1990 cuando el IV Congreso de los Diputados del Pueblo de la URSS aprobó una ley sobre el voto popular: un referéndum de la URSS. Luego decidieron celebrar este referéndum, que estaba programado para el 17 de marzo de 1991. Y se celebró.
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El resultado fue el siguiente: de los 187 millones de ciudadanos de la URSS participaron 149 millones (79,5%) con derecho a voto; 113,5 millones de ellos (76,43%) respondieron “SÍ” y se pronunciaron a favor de la preservación de la URSS.
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Cuatro días después del referéndum (el 21 de marzo de 1991) y guiado por los resultados, el Soviet Supremo de la URSS decidió que la decisión era definitiva y vinculante para todo el territorio de la URSS.
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Conviene recordar que el art. 29 de la Ley de la URSS del 27 de diciembre de 1990 “Sobre el voto popular (referéndum de la URSS)”, decía: “una decisión tomada mediante referéndum de la URSS es definitiva, es vinculante para todo el territorio de la URSS y se puede cancelar o cambiar solo a través de un nuevo referéndum URSS”. Esto significa que, dado que no hubo otro referéndum acerca de la existencia de la URSS, los resultados del 17 de marzo de 1991 conservan la vigencia de su fuerza legal.
La destrucción de la URSS resultó ser una tragedia no sólo para sus habitantes, que actualmente pagan muy cara las consecuencias, sino también para el resto del mundo, que ya no contamos con el contrapeso que suponía su brillante existencia.