Por Arthur González*/Martianos-Hermes-Cubainformación.- No hay mejor prueba que una imagen y lo visto el 4 de abril 2021 en el corazón de La Habana Vieja, permitió comprobar quienes son realmente los “artistas” del fabricado Movimiento San Isidro.


Quienes en el mundo vieron el video subido a las redes sociales por Luis Manuel Otero Alcántara, se quedaron asombrados por su pésima actitud alejada de ideales políticos, pero lo que se puso de manifiesto fue su baja catadura moral, talante de delincuentes comunes y ausencia de educación, algo que dice a las claras lo que son.

Los yanquis jamás hubiesen admitido un desafío a las leyes como el que financiaron en San Isidro, solo con la intención de provocar una represión al estilo de su policía, pero se quedaron con las ganas de tener material para acusar a las autoridades cubanas, de “violar” los derechos humanos.

El espectáculo estaba preparado de antemano y el dinero para costearlo también, situación denunciada previamente por la televisión cubana, cuando se escuchó a la ciudadana mexicana impartir órdenes a sus asalariados en La Habana.

La “inédita” protesta, como la califican medios de prensa yanqui, no se concretó, solo eran Otero y el conocido Maykel Castillo, Osorbo, quien, sin camisa ni mascarilla, provocó a su antojo sin que apareciera un solo policía, que, si bien la ciudadanía cubana no aprobó su ausencia, debido a la impunidad de los delincuentes, la razón de las autoridades primó sobre la pasión.

62 años de actos similares acumulan suficiente experiencia en los dirigentes cubanos, que, con sapiencia y éxitos, saben sortear cada acción contrarrevolucionaria, sin caer en excesos que permitan alimentar las campañas de mentiras contra la Revolución. 

En Cuba se conoce que las acciones desesperadas de los que se oponen a una distensión entre Estados Unidos y Cuba, pretenden obtener elementos para que Joe Biden no dé un paso hacia el mejoramiento de las relaciones políticas y el desmontaje de algunas de las 242 sanciones impuestas por Donald Trump; por eso no se cometerán errores, aunque tampoco quedarán impunes las violaciones de las leyes vigentes.

Especialistas en subversión política que trabajan en las agencias de inteligencia yanqui, ya no saben qué más inventar para provocar, no solo en Cuba, sino en Rusia, Irán, Venezuela, China y en todos los países que sus gobernantes no son del agrado de Washington.

Los meses venideros serán cruciales en la proyección de la política de Biden hacia La Habana y eso lo saben quiénes en Estados Unidos viven de la hostilidad contra la Revolución. Por tanto, intentan crear incidentes para darle elementos a los que trabajan contra la distensión y entorpecer cualquier paso en esa dirección.   

Lo visto el domingo 4 de abril en San Isidro, es una prueba contundente de que los yanquis son incapaces en conformar una disidencia contra el gobierno revolucionario, pues nadie con una inteligencia media, ética y educación, puede apoyar a elementos de tan baja catadura, ni siquiera los históricos emigrados en Miami, que jamás se sentaría en una mesa para almorzar con quienes no saben ni manejar los cubiertos. De ahí que insisten en trabajar en el sector artístico, donde tampoco obtienen victorias. 

La diferencia es abismal entre esos “opositores” y el actual presidente cubano, ingeniero de profesión formado después de 1959, y los ministros y ministras que llevan el peso del país.

No hay comparación entre los dirigentes cubanos con alta preparación académica y educación formal, y los maleantes de San Isidro, carentes de todo, con un lenguaje primitivo del bajo mundo, incapaz de atraer a los jóvenes y a la población cubana en general.

La dirección histórica de la Revolución cubana ha sorteado, con mucha inteligencia, las sanciones y leyes yanquis impuestas para ahogar la economía cubana y que el pueblo responsabilice al socialismo de sus penurias, como afirman los letrados del Council on Foreign Relation al exponer:

“La oposición de Estados Unidos a la Revolución cubana y el apoyo a la democracia y al desarrollo en este hemisferio, lograron frustrar las ambiciones cubanas de expandir su modelo económico e influencia política”.

Similar criterio tiene la CIA, cuando en uno de sus informes secretos expone:

“El programa de Acciones Encubiertas de la CIA, ha sido diseñado para apoyar otras medidas gubernamentales, con el fin de incrementar e intensificar las presiones contra Castro y estimular a los elementos disidentes” […] y estas medidas han sido en buena parte responsables de las actuales dificultades económicas, pero pudieran adoptarse nuevas y eficaces medidas de Guerra Económica”.

Esos “disidentes” no representan a la sociedad civil cubana, y da vergüenza que personas inteligentes se dejen arrastrar por los yanquis para que los apoyen.

Las campañas de guerra psicológica pagadas por agencias yanquis especializadas contra Cuba, divulgaron noticias falsas para desvirtuar el fracaso de la provocación. Entre los titulares construidos se lee:

“Cientos de cubanos salieron este domingo a las calles de San Isidro, un barrio pobre de La Habana, para protestar contra el gobierno y apoyar a activistas”. “Cuanto más el gobierno cubano perpetúa su campaña de represión y hostigamiento contra los artistas de San Isidro, más aumentan las protestas públicas”. “Los hechos de San Isidro demuestran el crecimiento y el protagonismo de la sociedad civil”. “La campaña del gobierno cubano contra los artistas sólo desalienta a los funcionarios de Joe Biden, a priorizar políticas de acercamiento hacia Cuba”. “Se han ganado el respeto y la solidaridad del mundo entero”.

Pero los videos en las redes son la prueba de esas mentiras. No había cientos ni decenas de participantes, los que estaban en las calles observaban con curiosidad el show, sin que ninguno de sus vecinos se le sumaran.

Las noticias recuerdan lo que afirmó la CIA en 1962, cuando bajo sus presiones la OEA expulsó a Cuba:

“La reunión de la OEA será apoyada por demostraciones públicas en América Latina, generadas por la CIA y las campañas psicológicas asistidas por USIA”.

La vida se encarga de desmontar esas patrañas que en medio siglo no han podido lograr sus objetivos, aunque sí miles de millones de dólares malgastados.

Preciso fue José Martí al decir:

“Ancha tumba se construye con sus propias manos las maldades”.

 

 

 

La Columna
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