Por Hedelberto López Blanch*/Foto Virgilio Ponce .- El visionario líder cubano Fidel Castro, quien luchó siempre por el bienestar de la Humanidad, comenzó desde la década de 1960 a llamar la atención mundial sobre el cambio climático y la amenaza que representaba para la preservación del planeta y de la especie humana.
Durante la Cumbre de la Tierra efectuada en Río de Janeiro en 1992 su discurso estremeció el auditorio al afirmar:
“Una importante especie biológica está en riesgo de desaparecer por la rápida y progresiva liquidación de sus condiciones naturales de vida: el hombre. Ahora tomamos conciencia de este problema cuando casi es tarde para impedirlo. Es necesario señalar que las sociedades desarrolladas son las responsables fundamentales de la atroz destrucción del medio ambiente”.
Al cabo de 29 años, en la reciente Cumbre sobre el Clima convocada por Estados Unidos, el secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, denunció la precaria situación en que se encuentra la salud climática de la Tierra y emplazó a los líderes mundiales a actuar.
“Necesitamos un planeta verde, declaró, pero el mundo está en alerta roja. Estamos al borde del abismo. De forma irresponsable saqueamos los recursos del planeta, mermamos sus especies silvestres y tratamos el aire, la tierra y los mares como vertederos. Esa es una actitud suicida”.
Para la Organización Meteorológica Mundial (OMM) la situación está empeorando y describió la década pasada como la de un “calor excepcional a nivel mundial por lo que es más urgente que nunca proceder con acciones de mitigación”.
El informe de la OMM señala que “los océanos se están calentando y sus niveles suben con más rapidez, poniendo a más ciudades en riesgo de inundaciones o algo peor. Los glaciares se derriten a un ritmo que muchos investigadores no esperaban ver en varias décadas. La cantidad de hielo marino del Ártico se ha reducido con tanta rapidez que la región podría tener veranos sin hielo para la década de 2030”.
Científicos del Instituto Potsdam para la Investigación sobre el Impacto del Cambio Climático en Alemania, alertaron que la aceleración de la pérdida de hielo y otros efectos del cambio climático han “acercado peligrosamente” al planeta a transformaciones abruptas e irreversibles, conocidas como puntos de inflexión. Entre ellos, afirman, se encuentra el colapso de al menos una parte de la capa de hielo de la Antártida occidental (la cual podría terminar por elevar el nivel del océano un metro o más) o la pérdida de la selva amazónica.
Está confirmado que a medida que el dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero se acumulan en la atmósfera, estos retienen más calor irradiado por la superficie del planeta tras absorber la luz del sol.
Los expertos comprobaron que la pasada década fue la más calurosa de la historia; que los gases de efecto invernadero han alcanzado niveles no vistos en tres millones de años y que la temperatura global ya ha aumentado en 1,2 grados centígrados, una combinación que nos acerca al umbral de la catástrofe.
Recordemos que el Acuerdo de París de 2015 hizo un llamado a los países a realizar esfuerzos para evitar que el aumento de la temperatura media global supere los 2 grados Celsius por encima de los niveles preindustriales, con un objetivo más estricto de 1,5 grados Celsius.
En este círculo de fatalismo acerca de la Madre Tierra, otro informe de la ONU indicó que aun si las naciones logran cumplir sus compromisos de reducir emisiones (muchos de los países desarrollados están lejos de hacerlo), el aumento de la temperatura sería más del doble del objetivo de los 1,5 grados Celsius.
Asimismo, se ha comprobado que en la actualidad el aumento global del nivel del mar es de unos 4,5 milímetros al año y para finales de siglo alcanzaría 65 centímetros, lo cual augura que pequeñas islas podrán desaparecer, además de grandes extensiones de tierra cercanas al mar.
América Latina es una de las regiones que más sufre los fenómenos climáticos pese a ser una de las que menos lanza a la atmósfera gases contaminantes.
La ONU reveló que desde el año 2000, 152 millones de latinoamericanos y caribeños han sido afectados por 1 205 desastres naturales en los que se cuentan un promedio de 23 huracanes anuales, varios de categoría cinco, además de inundaciones, terremotos, sequías, alud, incendios, temperaturas extremas, emisiones volcánicos y tormentas cada vez más poderosas.
Eventos desastrosos han ocurrido por toda la región: México, Puerto Rico, República Dominicana, Honduras, Guatemala, Nicaragua, las pequeñas islas del Caribe y Cuba han sido afectados por 110 tormentas con decenas de muertos y daños valorados en 49 000 millones de dólares por destrucciones de viviendas, cultivos, redes eléctricas.
Chile, Perú, Ecuador y Haití han tenido 75 terremotos con 246 000 muertos y 389 000 heridos con la afectación a 18 millones de personas y pérdidas económicas por 74 000 millones de dólares. Inundaciones y deslizamientos en los últimos 20 años han ocasionado gran cantidad de fallecidos, damnificados y perdidas por más de 15 000 millones de dólares a Brasil, Colombia, Costa Rica, Perú, Panamá, Venezuela, Paraguay, Bolivia y Argentina, entre otros.
Sequías estacionarias y los enormes incendios en la Amazonía, principalmente por la desidia del presidente brasileño Jair Bolsonaro, han resultado en una perniciosa situación medio ambiental no solo para la región sino también para el incremento del cambio climático en el planeta.
Por eso, resulta imprescindible retomar las palabras de Fidel cuando en enero de 2004, en ocasión del 45 aniversario del Triunfo de la Revolución, alertó: “Han pasado ya más de diez años desde la Cumbre de Río de Janeiro, y pese a la habitual proliferación de discursos, compromisos y promesas, muy poco se ha hecho. Sin embargo, la conciencia del mortal peligro crece. Debe crecer y crecerá la lucha. No hay alternativa”. Sabias palabras.
*Hedelberto López Blanch, periodista, escritor e investigador cubano, especialista en política internacional.