Paco Azanza Telletxiki - Cubainformación - Baraguá.- La mejor manera de ganar una guerra es evitándola, y eso se consigue siendo sumiso al enemigo o demostrando a éste, como medida disuasoria, que se está bien preparado para responder con eficacia a su posible agresión. Obviamente, bajo el principio expresado por Fidel de “no concebir la rendición ni la derrota en ninguna circunstancia”, Cuba eligió la segunda alternativa. Por eso, desde el mismo triunfo de la Revolución, la población cubana nunca ha escatimado esfuerzos para conseguir y consolidar la invulnerabilidad militar, perfeccionando y adaptando la defensa a las circunstancias y necesidades de cada momento.
 


Aludiendo al ingente trabajo que este hecho supone, el compañero Raúl Castro dijo acertadamente que “más vale que derramemos ríos de sudor que ríos de sangre”. Y el Comandante en Jefe aseguró que “mientras exista el imperialismo, el Partido, el Estado y el pueblo le prestarán a los servicios de la defensa la máxima atención. La guardia revolucionaria no se descuidará jamás. La historia enseña con demasiada elocuencia que quienes olvidan este principio no sobreviven al error”.

El imperialismo yanqui siempre ha sido cruel con la población cubana, pero con la llegada a la Casa Blanca de Ronald Reagan, en enero de 1980, las agresiones de todo tipo contra la Revolución se incrementaron considerablemente. Fue entonces cuando Cuba introdujo, en los planes defensivos, la concepción estratégica de la Guerra de Todo el Pueblo, resumiendo en ésta la experiencia histórica del pueblo de Cuba a través de más de 100 años de lucha, como son las luchas mambisas, la lucha clandestina, la de la Sierra Maestra en la Guerra de Liberación, Playa Girón, las luchas contra los bandidos y, por supuesto, la de las misiones internacionalistas; otras experiencias, como la vietnamita, por ejemplo, también fueron estudiadas.

Como elementos de la nueva concepción, en 1980 se crearon las Milicias de Tropas Territoriales —MTT— integradas por hombres y mujeres debidamente entrenadas para combatir en todo el territorio nacional. Inicialmente fueron 521.305 los milicianos y milicianas preparadas, pero sólo cuatro años después, cuando el armamento requerido para la ocasión ya era realidad, la milicia aumentó a 1.069.083 efectivos —la creación y el desarrollo de las MTT permitieron reducir los efectivos regulares de las FAR, así como importantes gastos destinados a la defensa—. Para cohesionar a todos los factores y movilizar a las masas con el propósito de hacer inexpugnable cualquier territorio de la Isla, se crearon las Zonas de Defensa —más de 1.400 en todo el país.

También, para la población no integrada en las FAR ni en el Ministerio del Interior —MININT—, se organizaron las Brigadas de Producción y Defensa —BPD—. La misión de estas brigadas tan importantes —constituyen la fuerza más numerosa del país—, es la de, subdivididas en grupos, participar en la defensa armada, la producción y la prestación de servicios; tienen también encomendadas la misión de cumplir tareas de defensa civil y orden interior. Ya en sus inicios se crearon más de 50.000 BPD, nutridas todas ellas por más de tres millones de habitantes.

Igualmente notable fue la preparación de los Organismos de la Administración Central del Estado —OACE—, de los órganos del Poder Popular y de los estados mayores provinciales y municipales; tarea de vital importancia, ya que sobre estos últimos recae la responsabilidad de organizar y dirigir la defensa de cada territorio. Se cuenta, además, con la participación de las Tropas Especiales que, con un nivel de preparación exhaustivo, fueron creadas con capacidad para actuar de manera independiente en la retaguardia del enemigo.

El Teatro de Operaciones militares tampoco ha sido descuidado durante todos estos años. Miles de obras ingenieras han sido construidas para la realización del combate, la protección de las tropas, el armamento, la población civil, la economía y las reservas de medios naturales.

Estructurado en 14 Consejos de Defensa provinciales, 169 Consejos de Defensa Municipales y más de 1400 Consejos de Defensa de Zona, Cuba ha logrado alcanzar un Sistema Defensivo Territorial verdaderamente poderoso. Y es que diseñada la defensa para una guerra popular organizada en todo el país, sin frentes ni retaguardias, la alta tecnología militar del imperio valdría bien poco; los reiterados ejemplos que nos ofrece la historia contemporánea se encarga de demostrar la imbatibilidad del sistema elegido y desarrollado por los cubanos.

El Día Nacional de la Defensa se celebra todos los años, y en él, desde horas bien tempranas de la mañana, participa la práctica totalidad de la población revolucionaria, hecho que supone su implicación consciente y real en la defensa del modelo sociopolítico que construye, en la defensa de su patria. En caso de agresión armada por parte del ejército imperialista, cada cubano y cubana sabe como debe actuar; sabe, en definitiva, que tiene un lugar asignado, un medio y una forma de participar en la defensa.

En cuanto a los ejercicios estratégicos Bastión —forma superior de la preparación del país para la defensa—, decir que en ellos participan las estructuras de dirección y de mando de todo el país, desde el nivel estratégico hasta el táctico, con el objetivo de fortalecer la preparación para enfrentar con éxito una posible agresión del enemigo. Estos ejercicios estratégicos se realizan con tal minuciosidad que más complejo que ellos ya sólo es la propia guerra. Finalizado el Bastión de 2004 y tras los buenos resultados ya por aquel entonces alcanzados, Fidel llegó a lamentar que, por razones obvias de seguridad, muchos de los avances conseguidos no podían darse a conocer a todo el pueblo. ”Hay muchas cosas hechas que no se conocen ¡y las que pueden hacerse!”, expresó.

La población revolucionaria, siempre pacífica, tiene muy presente las palabras del Titán de Bronce: “Quien intente apropiarse de Cuba recogerá el polvo de su suelo anegado en sangre, si no perece en la lucha”. Y es que en la Isla nadie tiembla de miedo ante las constantes amenazas imperialistas, porque, como el compañero Raúl hubo recordado, “este pueblo cuando sólo tenía un millón y medio de habitantes, incluidos mujeres, ancianos y niños, se enfrentó al ejército más poderoso que el colonialismo español tuvo jamás en este continente con cerca de 300.000 soldados”.

Si cientos de miles de combatientes internacionalistas cubanos realizaron la proeza, no sólo de combatir de manera totalmente altruista en una guerra a miles de kilómetros de su pueblo y que en principio no era la suya, sino además de derrotar de impecable manera al adversario —al poderoso ejército del Apartheid, apoyado por Estados Unidos—, ¡qué no harían, junto a Todo el Pueblo, si llegara el momento de defender su propia Revolución, su propia patria!

Decía Ricardo Alarcón que “el potencial agresor debe saber que jamás podrá ocupar nuestro territorio, aquí encontraría un Vietnam elevado a la enésima potencia. Lo que más deseamos es que lo comprendan a tiempo”. Y de momento lo comprenden; por eso, después de su derrota en Girón, no se han atrevido a invadir la Isla; y no precisamente por falta de ganas, sino porque saben que, debido al ingente esfuerzo realizado por su población, a día de hoy Cuba es un país militarmente invulnerable.

No obstante nunca se descuidará la defensa. El Gobierno Revolucionario es muy consciente de que la necedad de algunos gobernantes yanquis y su insaciable codicia podrían afectar seria y negativamente a sus cerebros; y, cuando esto sucede —la historia esta plagada de ejemplos—, ya sabemos de qué manera tan destructiva reaccionan los dirigentes imperialistas.

El pueblo de Cuba continúa demostrando al mundo —especialmente al imperio amenazante— que una agresión a la Isla nunca podrá ser un paseo triunfal para los agresores, sino un gravísimo error reflejado en retirada y derrota.

 

 

 

 

 

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