Por Lorenzo Gonzalo*/Foto Virgilio Ponce -Martianos-Hermes-Cubainformación-Radio Miami.- Cuba, o mejor dicho el estado cubano y su gobierno, jamás ha atentado contra Estados Unidos.
Estados Unidos se retira de Afganistán. No es el primer país en hacerlo. Quizás no sea el último. Demoraron veinte años en tomar la decisión. Comenzaron la operación hace veinte años y luego de tres presidencias que pensaron hacer lo mismo, entre ellas la de Barak Obama y Donald Trump quien llegó a sentarse con el Talibán en Daho y llegar a “acuerdos”, finalmente Joe Biden decidió dar un paso al frente.
Los rusos estuvieron diez años en ese territorio, desde fines de la década del setenta hasta febrero de 1989. En esa fecha se retiraron con el rabo entre las patas, del mismo modo que los estadounidenses están haciéndolo en estos instantes. Proceso doloroso, bochornoso y cuánto epíteto podamos hallar para reflejar la debacle, pero justificado porque según el presidente no hay razones para permanecer.
No obstante, hay una diferencia en relación a los rusos y es que de acuerdo a las palabras del presidente Joe Biden, la retirada se realiza porque hace tiempo cumplieron con el cometido que llevó a Estados Unidos a enviar tropas, y a causar la muerte de mucha de su inocente juventud, cuyas inhóspitas tierras posiblemente no conocían ni siquiera de nombre cuando una fría noche fueron montados en un avión militar y una árida mañana llegaron al desconocido paisaje.
El presidente en su alocución al pueblo estadounidense lo dijo claro: “el propósito no era llevar la democracia (quería decir el sistema político estadounidense, autoproclamado democracia única) a Afganistán sino desarticular las redes terroristas de Alqaeda”, lo cual culminó con el asesinato de Bin Laden. Y digo asesinato porque fue una operación a contrapelo del gobierno del país donde se realizó la operación, sin previo juicio, y contraria a las “normas democráticas y de justicia” que Estados Unidos anuncia en cada discurso donde se critica a cuanto estado catalogan de “antidemocrático, autoritario” u otros epítetos.
El último mandatario soviético, Michael Gorbachev manifestó el viernes 13 de agosto, que el anuncio de la retirada era tardío y debió realizarse mucho antes. Lo dijo quizás, como justificación por aquella decisión suya de abandonar la ocupación soviética en 1989, cuando llevaban diez años de infructuoso batallar por una tierra que no les pertenecía, salvo por el beneficio discutible, de controlar el envío de petróleo a través de un extenso oleoducto. La orden estuvo más bien determinada porque las arcas del país estaban tocando fondo y había llegado la hora de los grandes recortes fiscales.
Es bueno que Estados Unidos, por boca de su presidente diga que ellos no tienen nada que ver con la democracia en Afganistán y que lo que allí suceda es asunto de quienes habitan esa región.
Salvando las distancias, debíamos recordarle al presidente Biden que, si esa es la política del país, la cual coincide en ese aspecto, con los 199 países restantes que componen el globo terráqueo, debía hacer un alto, dentro del laberinto que enfrenta a diario, para entender que otro tanto debe aplicar a la política de Estados Unidos respecto a Cuba.
En el territorio afgano, con complacencia de las autoridades y con una impunidad que hiere los sentimientos más profundos de la mayoría de los seres humanos que, dentro de nuestra evolución, hemos inventado una serie de normas diferentes a la de aquellos pueblos, se han producido ataques fratricidas contra la vida de ciudadanos estadounidenses. Ataques diversos dentro del territorio y a enclaves de Estados Unidos alrededor del mundo. Civiles en funciones alejadas de toda actividad militar han sido asesinados a mansalva, mientras que Cuba, o mejor dicho el estado cubano y su gobierno, jamás ha atentado contra Estados Unidos.
Mientras en Afganistán se discrimina a los afganos por razones religiosas, sexo, preferencias y otras creencias, donde una niña mayor de diez años no puede asistir a la escuela, una mujer sin la compañía de un hombre es condenada y otras costumbres dogmáticas semejantes se aplican a una amplia gama de conductas, en Cuba no se toman represalias por motivos semejantes contra ningún ciudadano cubano.
Sería saludable que el presidente Joe Biden analice su discurso, en el cual acaba de explicar al pueblo estadounidense, hace unos pocos días, que se retiran de Afganistán porque no les interesa imponer allí los valores, principios, sistema político y prácticas económicas al uso en Estados Unidos, sino simplemente, para evitar que desde ese territorio o cualquier otro surjan atentados en contra de los ciudadanos estadounidenses.
Si está en sus cabales, una pequeña revisión lo convencerá que las razones expuestas hasta hoy, para privar al gobierno cubano de los mismos derechos que le reconocen al resto de los 199 países del orbe, son puras fantasías, irreales postulados e ideas que ni siquiera pueden ser expresadas en palabras. No existen razones, ni objetivas ni subjetivas, para privar al gobierno cubano de los mismos derechos que Estados Unidos concede al resto de los países de la Tierra. Con el agravante que esas sanciones, limitaciones y prohibiciones afectan en grado superlativo a la población cubana, a aquellos que favorecen al gobierno, a quienes desaprueban del mismo, a los indiferentes de siempre y aun a la minúscula parte que lidera movimientos fantasmas quienes, la mayoría de las veces, se benefician del presupuesto administrado por USAID (ramificación del Departamento de Estado) para desarticular al gobierno de la Isla.
Revise su discurso, señor presidente y verá que lo dicho por ud. puede aplicarlo perfectamente al caso cubano, con la diferencia que contribuirá a la felicidad de la mayoría ciudadana de ese país y no habrá necesidad de evacuar a ciudadanos estadounidenses, quienes siempre son bienvenidos en Cuba y disfrutan de un alto grado de consideración.
*Lorenzo Gonzalo, periodista cubano residente en EE.UU., Subdirector de Radio Miami.