Paco Azanza Telletxiki - Cubainformación - Baraguá.- De sobra es conocido que los diferentes gobiernos españoles (aunque en realidad de 1978 a esta parte no han sido tan distintos) siempre han tenido palabras (y hechos) contra la Revolución Cubana. Que si esta vulnera los derechos humanos, que es una dictadura… y demás idioteces. Y estas burdas y mentirosas acusaciones fueron y son vertidas por unos gobiernos que nunca le llegaron, ni le llegan, a la altura del tobillo a Cuba revolucionaria en cuestiones de DDHH ni de democracia, dos materias que, por otra parte, van cogidas de la mano.


A pesar de que la vulneran de manera sistemática, los y las defensoras de la “democracia plena” española y la “Marca España” siempre esgrimen su Constitución como algo intocable o invulnerable. Pero resulta que, además, esa Carta Magna fue elaborada a espaldas del pueblo y obvió la demanda del este tras la muerte de Franco: la ruptura democrática con el franquismo que, con la imposición de esa Constitución, nunca llegó a producirse.

Eso que llaman democracia española nació vacía de contenido democrático, y así hoy continúa gracias a las y los políticos institucionales (asalariados del sistema) y a la inoperancia de la desunida izquierda revolucionaria ajena a las moquetas y al confort de las instituciones burguesas.

La realidad cubana es justo la contraria. Aquí el pueblo, como en otras muchas cosas importantes, fue partícipe de todo el proceso en cuanto a la Constitución se refiere. Comparemos ambos casos de manera más o menos breve. Hoy, cuando en ese engendro-cárcel de naciones que llamamos España los defensores del régimen celebran los 43 años de su Constitución, es un buen momento para hacerlo.

La Constitución cubana

La primera Constitución, tras el triunfo revolucionario, se aprobó en 1976. En la discusión del proyecto participaron alrededor de 6.200.000 personas pertenecientes al Partido, los sindicatos, los CDR, la FMC, la ANAP, la FEU, la FEEM, las unidades militares y las misiones cubanas en el extranjero.

Si exceptuamos a los y las niñas y tenemos en cuenta que en 1976 la población de Cuba era bastante menor que la de ahora, llegaremos a la conclusión de que de forma directa y personal prácticamente todos los habitantes participaron en el examen del documento.

5.500.000 se pronunciaron a favor de mantener el texto sin modificaciones, y 16.000 propusieron algunos cambios, que fueron respaldados por algo más de 600.000 participantes.

Enriquecido su contenido por la discusión popular a través de infinidad de asambleas en todo el territorio nacional, la Constitución Socialista fue probada por el Congreso, y, finalmente, mediante referéndum, también por el 97,7% de la población electoral.

Como se sabe, en la actualidad Cuba tiene otra Constitución, aprobada el 24 de febrero de 2019.

El borrador de esta Carta Magna fue elaborado con la participación de representantes de todas las organizaciones de masas y, después, este se sometió a discusión de la población a través de más de 130.000 asambleas en toda la Isla; ejercicio que cambió parte sustancial del texto inicial, lo que demuestra que la participación de la población no es testimonial sino efectiva. Esta democrática actividad culminó, como he señalado, con un referéndum el 24 de febrero de 2019.

Es cierto que esta Constitución contó con algo menos de apoyo que la anterior pero, después de tantos años de asedio por parte del imperialismo yanqui y europeo (con el sufrimiento que esto ha supuesto para la población), el respaldo a la Carta Magna siguió siendo muy elevado. La consulta arrojó el siguiente resultado: Participación electoral: 84.4% de los votantes elegibles. Votaron por el Sí: 86,85%; por el No: 9.0%; votos en blanco o anulados: 4,5%. Y se debe subrayar que el voto en la tierra de Martí y de Fidel es voluntario y secreto.

La Constitución española

Todos los partidos políticos que han pasado por el gobierno español tras la muerte de Franco (UCD, PSOE, PP y PSOE con UP) han acallado las voces discrepantes, utilizando como arma disuasoria —y represora— a la Constitución de 1978. Y lo han hecho esgrimiéndola como si de una obra maestra se tratara, de la que, por “perfecta”, ni una sola coma se debe cambiar.

En tantos años sólo han modificado lo que les ha interesado. En 2011, con el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, se cambió a espaldas del pueblo y de manera exprés el artículo 135. El cambio lo llevaron a cabo para establecer en el texto el concepto de estabilidad presupuestaria y que el pago de la deuda pública fuese lo primero a pagar frente a cualquier otro gasto del Estado en los presupuestos generales. Ya lo ven: el pueblo ninguneado y perjudicado por enésima vez.

La Constitución que tanto defienden los principales grupos políticos del Estado español es fruto de una “ruptura pactada” con el franquismo, y no de una “ruptura democrática” con éste, que es lo que se demandaba masivamente en la calle.

La población fue totalmente ninguneada, ya que la redacción del texto fue realizada a sus espaldas. Elaborado de forma casi clandestina, el primer conocimiento que tuvo la ciudadanía acerca del mismo fue a través de una filtración a la revista “Cuadernos para el diálogo”, que publicó el borrador.

La autoría de la Carta Magna se le atribuye a Gabriel Cisneros, José Pedro Pérez Llorca y Miguel Herrero por la UCD —franquista—; Gregorio Peces Barba por un PSOE de ideología decadente, que renunció al marxismo —el 8 de abril de 1978— y se dedicó —y se dedica— a ocupar la mejor “posición” posible a base de lo que haga falta para conseguirlo; Manuel Fraga Iribarne por AP —ministro de Información y Turismo con Franco entre 1962 y 1969, y ministro de la Gobernación en 1976; responsable de numerosos asesinatos durante la ostentación de este último cargo—; Miguel Roca por CIU —de derechas—; y Jordi Solé Tura por un PCE que para poder acceder a la legalidad —el 9 de abril de 1977— hubo de claudicar y pasar a enarbolar en sus mítines la bandera de Franco y de los Borbones, reconocer oficialmente la unidad de España, firmar la Ley de la Reforma Política —18 de noviembre de 1976— y los Pactos de la Moncloa —25 de octubre de 1977—, que supuso un notable retroceso en las conquistas obreras conseguidas con mucho esfuerzo y dolor durante tantos años de lucha. Y todas esas inaceptables concesiones fueron realizadas, según Santiago Carrillo, “por el peligro que se cierne sobre la democracia”.

Estos siete individuos fueron, pues, los que oficialmente frustraron la demandada ruptura democrática con el franquismo, y de aquella negación nació la Constitución que tan orgullosamente exhiben hoy los paladines de la “democracia española”.

A modo de conclusión

Nada que ver. En España la Constitución la redactaron siete personas que representaban prácticamente a lo mismo; de la manera que ha quedado expresada, en Cuba la redactó todo el pueblo.

Esta certeza, sin embargo, no impedirá que el actual y los próximos gobiernos españoles (empeñados en cumplir las órdenes de sus jefes supremos: el gran capital) continúen acusando a Cuba de falta de democracia y de vulneración de DDHH.

Nada que sorprenda. El cinismo y la hipocresía siempre han sido sus banderas, además de la rojigualda, claro, que suprimió a la tricolor imponiéndose tras el golpe de Estado.

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