Por Arthur González*/Martianos-Hermes-Cubainformación.- Estados Unidos experto en guerra psicología y desinformación, afirma que contra Cuba socialista aplican un “embargo económico”, cuando la verdad, reflejada en sus propios documentos secretos, es una guerra económica, comercial y financiera para matar por hambre a todo un pueblo y no a sus gobernantes, como pretenden hacerle creer a la opinión pública de su propio país y al mundo.


La realidad es bien diferente a lo que el gobierno yanqui pretende vender, se trata de una guerra económica total que no comenzó el 6 de febrero de 1962, cuando el presidente John F. Kennedy firmó la Resolución Federal No. IO85, denominada “Embargo sobre el comercio con Cuba”, donde escribió:

“Proclamo el embargo sobre el comercio entre los Estados Unidos y Cuba, por tanto:

Prohíbo, para hacerse efectivo a las 12:01 a.m. hora estándar del Este, de febrero 7 de 1962, la importación a los Estados Unidos de todos los productos de origen cubano, además de todos los productos importados desde o a través de Cuba.

Yo, por este medio, ordeno al Secretario de Comercio, bajo las medidas del Acta de Control de Exportaciones de 1949, como fuera enmendado (50 Código de los Estados Unidos In. 2021-2032) (secciones 2021-2032 del apéndice al Título 50, Defensa Nacional y Guerra) que continúe llevando a cabo la prohibición de todas las exportaciones de los Estados Unidos a Cuba, y, por lo tanto, autorizo al Secretario de Comercio, bajo dicha Acta, que continúe, modifique o revoque las excepciones de tales prohibiciones”.

Estos planes de guerra económica se iniciaron mucho antes, cuando el senador George Smathers, demócrata por Florida, propuso el 5 de junio de 1959 una enmienda para reducir la cuota azucarera que Estados Unidos compraba a la Isla.

El 6 de abril de 1960, el Subsecretario de Estado para Asuntos Iberoamericanos de los Estados Unidos, Lester D. Mallory, redactó un memorando donde afirmaba:

El único medio previsible que tenemos hoy para enajenar el apoyo interno a la Revolución, es a través del desencanto y el desaliento basado en la insatisfacción y las dificultades económicas. Debe utilizarse prontamente cualquier medio concebible para debilitar la vida económica de Cuba. Negarle dinero y suministros para disminuir los salarios reales y monetarios, a fin de causar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno”

El 29 de enero de 1960 el presidente D. Eisenhower empezó a buscar apoyo político para que le autorizaran a suprimir totalmente la cuota azucarera, principal producto exportable de la economía cubana.

El 27 de junio de 1960 el Congreso yanqui comienza a promover una nueva enmienda a la Ley de Azúcar, para incluir una cláusula que autorizara al presidente de los Estados Unidos a eliminar la cuota cubana. El 6 de julio Eisenhower la cancela totalmente y declara:

“Esta acción inicia las sanciones económicas contra Cuba. Ahora debemos emprender otras medidas económicas, diplomáticas y estratégicas. Esto significa que Estados Unidos no comprará las 700 mil toneladas que restan de la cuota de este año 1960”.

La criminal y despiadada guerra económica, comercial y financiera contra Cuba estaba en marcha.

El 19 de octubre de ese mismo año 1960, Eisenhower declara un embargo parcial sobre el comercio con Cuba, prohíbe todas las exportaciones, excepto los alimentos, medicinas y algunos productos, a los que impone licencias especiales para su exportación.

Al siguiente día, el candidato presidencial J.F. Kennedy, solicita ayuda para los “luchadores por la libertad de Cuba”; la congelación de todos los activos cubanos en Estados Unidos y una acción colectiva contra el comunismo con la participación de la OEA y sus aliados europeos, presionando a Canadá para que las exportaciones yanquis no lleguen a Cuba a través de ese país.

Eisenhower rompe relaciones con Cuba el 3 de enero de 1961 y le deja a Kennedy el desarrollo del plan de invasión por Bahía de Cochinos.

El 1ro de noviembre de 1961 Richard Goodwin, especialista para asuntos cubanos de la Casa Blanca, aconseja a Robert Kennedy, fiscal general, que lo más efectivo contra La Habana era crear un nuevo plan de derrocamiento a Fidel Castro, el cual se estructura bajo una directiva presidencial, como Operación Mangosta.

La directiva del Presidente J. F. Kennedy, fue implementada el 30 de noviembre de 1961, con un grupo operativo compuesto por el General de Brigada Edward Lansdale, como Jefe de Operaciones, representantes de los secretarios y directores de agencias, más el Departamento de Estado, la CIA, Departamento de Defensa y la Agencia de Información de Estados Unidos.

El 18 de enero de 1962, Kennedy aprobó oficialmente dicha Operación y expresó:

“El objetivo de Estados Unidos es ayudar a los cubanos a derrocar al régimen comunista en Cuba… La Operación está dirigida a provocar una rebelión del pueblo cubano. Esta sublevación derrocará al régimen comunista… La acción política será apoyada por una guerra económica que induzca al régimen comunista a fracasar en su esfuerzo por satisfacer las necesidades del país, las operaciones psicológicas acrecentarán el resentimiento de la población contra el régimen, y las de tipo militar darán al movimiento popular un arma de acción para el sabotaje y la resistencia armada en apoyo a los objetivos políticos”.

No hay dudas del fin que persigue esta política genocida, con los principios más criminales y violatorios de los derechos humanos contra todo un pueblo como castigo, por solo desear ser independiente y soberano.

Con el fin de cambiar la opinión pública internacional sobre Cuba, Arthur Schlesinger Jr., asistente especial del Presidente Kennedy, propuso al subcomité de acción política de la Fuerza de Tarea Cubana, un plan que fue aprobado por el Presidente el 5 de mayo de 1962, parar iniciar una ofensiva política publicitaria en todo el mundo, encaminada además a mejorar la imagen de Estados Unidos, después del fracaso de la invasión por Bahía de Cochinos y justificarla.

Ese nuevo plan expone:

“Nuestra misión es redefinir el conflicto en Cuba, de modo que haga cambiar la opinión pública. Nuestro trabajo consiste en buscar modos y medios para demostrar que el conflicto en Cuba es entre los comunistas, y por eso necesitamos revelar el verdadero carácter del gobierno de Castro y su “revolución traicionada”.

Para lograrlo, tenemos que publicar estos criterios en la prensa extranjera, a través de los corresponsales acreditados en Washington y emplear a nuestras embajadas para contactar con periodistas de renombre en Londres, París y otras ciudades, para demostrar el compromiso de Castro con el comunismo, antes de nuestras represalias económicas. Igualmente, enviar a Europa figuras anticastristas de intachable conducta, para que expliquen la traición de Castro a la Revolución.

Hacer llegar a los periódicos, historias del terrorismo de Castro y su violación de los derechos humanos”.

63 años después nada ha cambiado, su arcaica política se mantiene a pesar del repudio mundial y del pueblo cubano, ese que resiste con estoicismo la cruel y despiadada guerra económica, llamada Bloqueo, sumada a las campañas comunicacionales para tergiversar la realidad de Cuba.

Por eso dijo José Martí:

“La virtud de los revolucionarios se iguala a la posibilidad práctica de la Revolución”.

La Columna
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