Por Arthur González*/Martianos-Hermes-Cubainformación.- Estados Unidos, desde 1959, se empeña en culpar a Cuba de ser responsable de estar sancionada con un cruel Bloqueo económico y financiero que dura 63 años, pero la verdad histórica es que desde el siglo XIX los yanquis ambicionan apoderarse de la Isla y la Revolución popular encabezada por Fidel Castro, les cortó sus añejos deseos; de ahí la razón del por qué pretenden ahogarla económicamente para que caiga nuevamente en sus brazos y colocar un nuevo gobierno plegado a sus intereses políticos y económicos.


En 1805 el presidente Thomas Jefferson, le expresó al embajador de Gran Bretaña que, “en caso de una guerra con España, Estados Unidos se apoderará de Cuba por razones estratégicas vinculadas a la defensa de nuestro territorio”.

 

En 1822 John Quincy Adams, secretario de Estado, se opuso a la independencia de Cuba y Puerto Rico, algo que reafirmó en carta dirigida a Thomas Randall, agente introducido en La Habana, dándole instrucciones para obtener informaciones respecto a la situación política en la Isla, los sentimientos de sus habitantes y los sucesos relacionados con el gobierno español, con el objetivo de evitar que Gran Bretaña o Francia pudieran adueñarse de Cuba, en caso de que España perdiera la posesión de la misma.

Sus aspiraciones por apodarse de Cuba se iniciaron cuando ni siquiera se podía pensar en una Revolución socialista, por tanto, esa justificación se viene abajo ante la verdad histórica.

Thomas Jefferson, expresó en 1823:

“Confieso, con toda sinceridad, que siempre consideré a Cuba como la adición más interesante que pudiera hacerse a nuestro sistema de estados. El control que la Florida nos daría de esa Isla sobre el golfo de México y los países centroamericanos, así como las tierras cuyas aguas desembocan en el golfo, asegurarán completamente nuestra seguridad continental”.

A su vez el secretario de Estado, J.Q. Adams apuntaba:

“Por su ubicación geográfica, Cuba y Puerto Rico constituyen apéndices naturales de Estados Unidos…Fuerzas de gravedad política provocarán que Cuba caiga finalmente en nuestras manos”, lo que se conoce como la teoría de la Fruta Madura.

¿Es el comunismo la causa del Bloqueo económico, comercial y financiero impuesto después de 1959, o fue la frustración de perder la codiciada Isla hasta ese momento su paraíso del juego, las drogas, la prostitución y la tenencia de las mejores tierras, minas, industrias, bancos y los servicios que llenaban los bolsillos del imperialismo yanqui? 

¿Se olvidaron en Washington de estos antecedentes?

James Buchanan, en 1848 escribió: “La adquisición de Cuba fortalecerá profundamente nuestros vínculos de la Unión y asegurará la perpetuidad de esta”.

Por su parte, el secretario de Estado, Williams Marcy, añadía: “La posesión de Cuba es una cuestión de mayor importancia, como medida preventiva de seguridad y esencial para el bienestar de los Estados Unidos”.

 

La historia no deja mentir respecto a la obsesión de los yanquis por apoderarse de la Perla de las Antillas, algo ratificado por Roger Mills, senador por Texas, quien expuso: “Tenemos el derecho a controlar el destino de Cuba y en el ejercicio de esos derechos establecer el destino del pueblo cubano”.

Otro senador, John Critienden, por Kentucky, insistía en 1859: “Cuba debe venir a nosotros, debe ser nuestra antes de mucho tiempo”.

Ese mismo año Miles Taylor, representante por Louisiana, expresó: “Cuba reposa contigua a nuestro territorio y su posición geográfica es tal, que parece marcada por la naturaleza para convertirse en parte de la Unión”.

A lo largo de tres siglos son muchos los criterios expresados por políticos yanquis sobre la posesión de Cuba, pero en eso llegó Fidel y se acabó la diversión.

La Revolución cubana, que devino en socialista empujada por las represiones de Estados Unidos, especialmente ante la prohibición de la venta y refinación del petróleo, el corte de la compra del azúcar, los actos terroristas y la invasión mercenaria organizada y financiada por la CIA, frustraron el dominio que tenían los yanquis sobre Cuba, después de su pretextada intervención en la guerra hispano-cubana en 1898, para evitar que fuese independiente y soberana.

La imposición a Cuba del apéndice constitucional en 1901, conocido como Enmienda Platt, prueba los verdaderos planes de Estados Unidos, al robarle el derecho de ser libre, apoderarse de parte de su territorio y la potestad de intervenir militarmente cada vez que lo desearan.

Basta recordar algunos de sus párrafos, donde se revelan los verdaderos planes que tenían los yanquis:

El Gobierno de Cuba, consiente que los Estados Unidos pueden ejercitar el derecho de intervenir para conservar la independencia cubana, el mantenimiento de un Gobierno adecuado para la protección de las vidas, propiedades y libertad individual y cumplir las obligaciones que, respecto a Cuba, han sido impuestas a los Estados Unidos por el Tratado de Paris y deben ser ahora asumidas y cumplidas por el Gobierno de Cuba”.

 

“Todos los actos realizados por los Estados Unidos en Cuba durante su ocupación militar, serán tenidos válidos, ratificados y que todos los derechos legalmente adquiridos a virtud de ellos, sean mantenidos y protegidos”.

“La Isla de Pinos será omitida de los límites de Cuba, propuestos por la Constitución, dejándose para un futuro arreglo por Tratado de la propiedad de la misma”.

“Para poner en condiciones a los Estados Unidos de mantener la independencia de Cuba y proteger al pueblo, así como para su propia defensa, el Gobierno de Cuba venderá o arrendará a los Estados Unidos, las tierras necesarias para carboneras o estaciones navales en ciertos puntos determinados, que se convendrán con el Presidente de los Estados Unidos”.

No en vano el primer plan de Acciones Encubiertas de la CIA, aprobado el 17 de marzo de 1960 por el presidente D. Eisenhower, expone como objetivo principal:

“El propósito del programa aquí expuesto, es provocar la sustitución del régimen de Castro por uno que responda mejor a los verdaderos intereses del pueblo cubano y sea más aceptable para Estados Unidos”.

El Gobierno socialista de Cuba no es ni será nunca aceptable para los yanquis, pues no se arrodillará jamás, como hicieron los gobernantes desde 1902 hasta 1958 y por eso los cubanos deben pagar por tal desafío; pero como afirmó José Martí:

“Una vez gozada la libertad no se puede ya vivir sin ella”

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