Por Arthur González/Martianos-Hermes-Cubainformación.- Octubre de 1962 es recordado por haber estado el mundo al borde de la primera guerra nuclear, algo que hoy en día sucede porque Estados Unidos y sus aliados de la OTAN tienen misiles en toda Europa apuntando contra Rusia y China.


El descubrimiento en Cuba de misiles soviéticos de mediano y largo alcance, a solo 90 millas del territorio yanqui, desató la furia imperial y de inmediato sus altos mandos militares propusieron al presidente J.F. Kennedy bombardear e invadir a la Isla, resentidos por la derrota aplastante de la brigada mercenaria en las arenas de Bahía de Cochinos en abril de 1961.

La sistemática violación del espacio aéreo cubano por los vuelos espías de sus aviones U-2, era para Estados Unidos un derecho que se atribuyen por su prepotencia, a pesar del irrespeto a la soberanía de Cuba y la trasgresión a las normas internacionales. Sin embargo, para ellos era inaceptable que la Revolución cubana tuviera en su territorio misiles para su defensa, de aquellos que no saben respetar nada en este mundo.

Hoy es conocido que el 30 de noviembre de 1961, después de la derrota de Bahía de Cochinos el presidente JFK, mediante una directiva, creó un Grupo Especial Ampliado dentro del Consejo de Seguridad Nacional para trabajar en el derrocamiento de la Revolución cubana, el cual contemplaba una invasión con la participación del ejército de Estados Unidos.

Dicho grupo estaba bajo la dirección del Fiscal General Robert Kennedy, e integrado por el General de Brigada Edward G. Lansdale como Jefe de Operaciones; Robert F. Woodward, Secretario Asistente para Asuntos Interamericanos del Departamento de Estado; Richard Goodwin, consejero del Asistente Especial del presidente; Robert A. Hurwitch, funcionario de Asuntos cubanos del Buró de Asuntos Iberoamericanos del Departamento de Estado; Richard M. Helms, Jefe de Operaciones de la Dirección de Planes de la CIA; el General de Brigada William H. Craig, por el Departamento de Defensa; y un representante de la Agencia de Información de Estados Unidos de apellido Wilson.

Ese grupo muy secreto y con extrema compartimentación, presentó el Proyecto Cuba, bajo el código de Mangosta, cuyo objetivo era provocar una rebelión del pueblo cubano para justificar la participación de los Estados Unidos, en concierto con otras naciones del hemisferio occidental, y brindar apoyo abierto a la sublevación que incluía la fuerza militar.      

Un memorando para el registro confeccionado por el Almirante Arieigh A. Burke, Jefe de Operaciones navales, sobre el acta de una reunión del Consejo de Seguridad Nacional yanqui, celebrada el 5 de mayo de 1961, expone las discusiones sobre Cuba y la intervención de Paul H. Nitze, Secretario Asistente de Defensa para Asuntos de Seguridad Internacional, quien expuso un informe sobre Cuba y preguntó si creían que Estados Unidos debería intervenir militarmente en Cuba en ese momento, a lo que el Almirante Burke respondió:

“Quizás ahora no, pero hay que tener en cuenta que mientras más nos tardemos en intervenir más se fortalecerá Fidel Castro …”

Robert McNamara, Secretario de Defensa, planteó:

“La fuerza aérea cree que deberían desembarcar rápido por aire, en unas 36 horas y otros jefes militares opinan que además del desembarco aéreo de tropas, deben participar tropas aéreo-transportadas y anfibias”.

Estos planteamientos prueban que Estados Unidos organizaba, desde mayo 1961, la invasión militar a Cuba, por tanto, la Revolución tenía el derecho y la obligación de defender la soberanía nacional y por eso aceptó la presencia de los misiles soviéticos.

La Operación Mangosta, aprobada oficialmente en febrero de 1962, tiene 32 tareas, de ellas 14 de guerra económica para provocar la sublevación popular en Cuba; 4 de inteligencia ejecutadas por la CIA y otras agencias; 6 políticas con la partición conjunta de la CIA y el Departamento de Estado; 4 de guerra psicología a cargo de la Agencia de Información de Estados Unidos (USAID) y 4 militares a ejecutar por el Departamento de Defensa.

Paralelamente, el General Lyman L. Lemnitzer, presidente de la Junta de Jefes del Estado Mayor Conjunto, propuso al Secretario de Defensa, Robert McNamara, un conjunto de acciones ultras secretas conocidas como Operación Northwood, para adjuntarlas a la Operación Mangosta, a fin de justificar la invasión a Cuba por las fuerzas armadas yanquis, las que reflejan hasta dónde son capaces de llegar los yanquis con tal de apoderarse de otra nación.

Entre esas acciones estaban:

-Organizar incidentes contra la Base Naval en Guantánamo, que aparentaran haber sido realizados por fuerzas cubanas.

-Explotar un barco norteamericano en la Bahía de Guantánamo, Santiago de Cuba, o en La Habana y acusar a Cuba de la acción, como hicimos con el Maine.

-Desarrollar una campaña terrorista en Miami, otras ciudades de la Florida y hasta en Washington, como si fuera desarrollada por el gobierno de Cuba.

-Utilizar aviones del tipo MIG pilotados por personal norteamericano, en actividades de acoso a otras aeronaves, ataque a naves de superficie o el derribo de aviones de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos.

-Intentos de secuestro de naves aéreas y de superficie de Estados Unidos y divulgarlas como acciones apoyadas por el gobierno de Cuba.

-Organizar una acción para crear un incidente, mediante el cual pudiéramos demostrar convincentemente que aviones “cubanos” derribaron un aparato civil en un vuelo chárter, procedente de los Estados Unidos con destino a un país del Caribe. Los pasajeros serían un grupo de estudiantes universitarios de vacaciones o cualquier otro tipo de grupo que pueda tener un interés similar.

Nada de esto se divulga por Estados Unidos.

Para ellos el asunto de los misiles fue una provocación soviética con el apoyo de Cuba, pero callan sus planes macabros para sacarse la espina que representa la Revolución cubana a solo 90 millas, algo que se mantiene. Por eso recrudecen su guerra económica, aún en medio de la pandemia de la Covid-19 y los desastres del huracán Ian, multiplicada con campañas mediáticas en las redes sociales que estimulan las protestas callejeras.

Ante esto, nadie debe perder de vista los antecedentes históricos por el peligro que representa el pretexto para una invasión militar, con “el supuesto fin humanitario de ayudar al sufrido pueblo cubano”.        

Realista José Martí cuando afirmó:

“El único modo de vencer al imperialismo…es ser todos soldados”

 

 

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