«Estamos aquí para defender no solo un legado, es un tema de patria y de soberanía»


Vocesenlucha

Una multitud inundó las calles y avenidas de Caracas en la tarde de ayer 25 de julio, en el cierre de campaña electoral del Presidente Nicolas Maduro, quien abría el evento recordando aquel otro cierre de campaña de Hugo Chávez del 4 de octubre 2012, cuando nos dejó para los anales aquellas épicas imágenes bajo la lluvia, en la conocida popularmente como “Marcha de las 7 avenidas”.

“Lo hemos vuelto a conseguir”, decía emocionado el Presidente frente a un pueblo que se desplegó, de nuevo, por las 7 principales avenidas del centro de Caracas. Ese pueblo estuvo una vez más a la altura de los tiempos, sabiendo que lo que se disputa en esta elección presidencial no es una simple campaña electoral, sino la condición de posibilidad para la continuidad y profundización del proyecto histórico bolivariano, ese que devolvió la dignidad a las grandes mayorías oprimidas.

Sus opresores históricos son los mismos que ayer también cerraron su campaña en el Este acaudalado de la ciudad, hijos de los hijos de los hijos de los grandes apellidos coloniales que se repartieron el país tras la primera independencia, linajes familiares que analizamos en un reciente texto, que vivieron su particular fiesta de la plutocracia regada de oro negro. Sus destinos cambiaron con la llegada del Comandante Chávez. Cambió sin embargo mucho más la suerte de los y las oprimidas. Por primera vez contaron, no solo con la dignidad del acceso a derechos y servicios siempre negados, sino con la dignidad de contar con un proyecto histórico del que apropiarse, hacerlo suyo y transformarlo.

Ese pueblo heroico llega hasta este minuto desgastado por un asedio y una guerra multidimensional de más de dos décadas, intensificada de manera canalla en los últimos años por los jefes de ese selecto grupo de familias que encarnan la opresión nacional: el imperialismo euro-estadounidense. Porque tiene memoria, ese pueblo agredido se resiste a ocupar la posición de víctima y se vuelve a reivindicar como sujeto político inundando hoy las calles de Caracas, como ha inundado durante la campaña calles, plazas y caminos del país. ¿Es acaso imaginable que ante tal crisis inducida, un pueblo tenga la claridad de seguir luchando en la defensa una idea insurgente, contrahegemónica?

Hace unos meses, en una salida internacional, preguntaron al Presidente cómo habían sido capaces de resistir una hiperinflación semejante. Respondía que el milagro se debía al sacrificio del pueblo venezolano, el pueblo de Bolívar y Chávez. Junto a ese pueblo ha compartido en los últimos meses Nicolás Maduro, en un recorrido por 280 pueblos y ciudades de norte a sur del país. “Estuve en la Venezuela profunda, fui a la búsqueda de la verdad, para saber más de cómo este pueblo ha hecho para derrotar la agresión más criminal de la historia. Para descubrir en el maestro, en la maestra, en la enfermera, en el médico, en el obrero, en el joven estudiante, qué tienen en su corazón, por qué han luchado y se han quedado en Venezuela. Por qué tanta resistencia. Y me encontré una sola respuesta, una sola voz. `Estamos aquí, hemos resistido porque amamos nuestra patria, porque tenemos fe en lo nuestro´. Una agresión multiforme para acabar con una sociedad. Trataron de rendir al pueblo, y este pueblo les gritó, desde su palma centenaria, ¡Aquí no se rinde nadie!”.

Entre ese pueblo luchador y heroico bajado de los combativos cerros de Caracas nos adentramos para sentir su calor, su sentido de la responsabilidad, su alegría desbordada y su palabra. Desde la zona donde nos ubicamos los veedores internacionales, una parte del equipo salimos en busca de sus testimonios. A unos 300 metros del escenario, con el discurso del Presidente alumbrando el ambiente, tratamos de rescatar un pequeño aliento de esa palabra de pueblo digno.

“¿Por qué quieren que gane el presidente Nicolás Maduro?”, preguntamos. “Para mantener la paz, queremos que gane por el futuro de nuestros hijos, de nuestras hijas, es el único que garantiza paz, seguridad social, un país más justo, más solidario. Además, este pueblo valiente junto a él ha resistido el bloqueo, agresión, golpes de Estado, intentos de asesinato. Nos merecemos seguir viviendo en paz, por eso estamos aquí, resteados y resteadas con el presidente Nicolás Maduro y con nuestro pueblo”, cuenta con determinación una mujer de unos 60 años. “Gracias a Chávez y a Maduro, Venezuela está mejorada. No queremos a ninguna oposición ni que nos roben la patria, ni que nos roben el petróleo”, sentencia firme otra voz de mujer. “Estamos aquí para defender no solo un legado, es un tema de patria y de soberanía. Ya el pueblo venezolano se cansó, se quitó la venda, con la formación, con la ideología, con nuevas concepciones, nueva visión de la vida, de la patria. No vamos a volver a un pasado fascista donde el capital está por encima del ser humano. Nosotros ya pasamos esa frontera y no queremos volver. Volver a elegir a Nicolás Maduro en este momento es garantizar la patria, la seguridad, no solo en Venezuela, sino a nivel latinoamericano y en el mundo. Porque no es solo el socialismo por decir socialismo, es la unificación del ser humano por encima del capital”, relata un joven caraqueño de la parroquia Sucre.

Seguimos preguntando, ahora por el creador de tan fértil quilombo: “Aquí se respira una energía muy especial, de ese corazón de Hugo Chávez, ¿qué significa para ustedes Hugo Chávez?”. “Chávez fue un hombre que abrió los ojos, formó a la gente, le dio la oportunidad de crecer como ser humano. Le abrió las puertas de la educación, donde en Venezuela solo un pequeño grupo podía tener la oportunidad de capacitarse. Chávez, al hombre de a pie le puso la mano y le dijo: tú vales, tú eres valor para el ser humano, para la patria. Chávez reconoció al pueblo porque era parte de él”, cuenta con ojos brillosos este joven. Y de nuevo la palabra de las mujeres, alma de este proceso: “Chávez es amor, es alegría, es humildad. Seguimos el legado de Chávez y al hijo de Chávez que es Nicolás Maduro, porque él lo dejó allí para que no vinieran los fascistas a invadir nuestro país. Nosotros somos dueños de nuestro país, y no queremos que ningún gringo venga a jodernos, y me disculpan la palabra”.

“Usted, que es mujer, este pueblo ha sufrido un bloqueo muy importante que desabasteció durante mucho tiempo el país. ¿Qué hicieron las mujeres, que son las que cuidan, dan de comer, se encargan de la casa?”. “Mira, fue muy duro, pero como mujeres somos creativas. Nosotras empezamos a hacer nuestra mantequilla, nuestra mayonesa… nos las ingeniamos. Nuestros hijos nunca pasaron hambre. Inventamos. Creación de la mujer venezolana, inteligente, intelectual y muy amorosa”.

Emocionados seguimos inmortalizando en imágenes el pulso popular en esta fecha histórica para el proceso. Otro compañero de Vocesenlucha permanece pegado al escenario, con la cámara enfocada en las palabras del Presidente. En un momento del discurso, hace un recuento de sus raíces. “Yo nací en esta ciudad, frente a esa montaña que se conoció siempre como El Ávila, pero su nombre original es el Waraira Repano. Nací ahí al frente de la iglesia San Pedro, y en mi hogar tuve una formación cristiana con mi madre, quien puso la primera biblia y me enseñó el valor de Jesús de Nazaret, el que caminaba descalzo con los campesinos y los pescadores, el que vino a denunciar los abusos del Imperio Romano, el que vino a multiplicar panes y peces frente al mar, que tocaba las heridas de los leprosos, que abrazaba a los que tenían una enfermedad… eso lo escuché de mi madre. Vengo de un hogar cristiano. En su momento fui monaguillo. Mi padre formó en mí una visión nacionalista, patriótica, un hombre de izquierdas y me formó como un niño y un hombre de izquierdas. La primera vez que escuché la palabra socialismo la escuché de la voz de mi padre, que me dio la primera explicación, porque la izquierda busca la igualdad, el respeto, la unión, la solidaridad, el amor, la reivindicación de los oprimidos, la superación de la pobreza, la superación de la opresión. Mi padre me hizo un joven de izquierda, socialista, con conciencia antiimperialista. Luego en el camino, un 4 de febrero de 1992, lo vi, lo vimos, era él, había llegado el líder que necesitábamos para salir de dos siglos de opresión y de traición, Hugo Chávez Frías, que se transformó en un padre y un maestro para todo un pueblo. Y digo más, fue un padre y un maestro para America Latina, el Caribe y el mundo. Él despertó. La época de primavera de América Latina no hubiera existido si no hubiera existido un Comandante, padre y maestro como Hugo Chávez Frías. Fue mi padre y me formó como un maestro, me enseñó a amar a Simón Bolívar, a Antonio José de Sucre, a Rafael Urdaneta, me enseñó a amar al gran general del pueblo soberano Ezequiel Zamora y me hice bolivariano, zamorano. Me he formado en las calles y en los barrios. Yo no vengo de Harvard ni pienso en inglés. Mi escuela y mi universidad han sido los barrios de Caracas, las fábricas de Caracas, mi trabajo como metrobusero”.

Puesto el sello al cierre de campaña con música y alegría, nos retiramos caminando bajo la noche caraqueña entre una marea colorida que avanza por el asfalto de la Avenida Bolívar, confiados en que estos días sellarán otro triunfo genuino del chavismo. De eso depende la pervivencia y la necesaria profundización del proyecto histórico que inició el Comandante junto a las grandes mayorías oprimidas de Venezuela.

Hasta la victoria pronto, ¡Venceremos!

 

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