Biden, ahora que sabemos que tu hijo y tu sois los dueños de los laboratorios en los que se fabricaba la Covid y se enviaba a China con aves migratorias a las que hacíais morir sobre un territorio específico con mecanismos que les instalabais, Biden, hablanos, danos una lección de Derechos Humanos.  

Se infiltra en Cuba como turista, y debido a la generosidad y la hospitalidad de sus autoridades y pueblo pasa por tal cosa. Pero lo cierto, tan cierto que él mismo lo declaró, es que había ido a llevar financiación e instrumental al contrarrevolucionario Payá, que andaba libre por Cuba. Y tuvo que ser él quien lo matase el 22 de julio de 2012. ¿Sabe quién es el referente y responsable de esa muerte? Recordará su nombre: Francisco Carromero Barrios, conocido con el alias de el “fontanero” porque se ha dedicado a espiar a los responsables máximos del partido o lo que sea, el PP, que una sentencia lo declaró Asociación Criminal para Delinquir. El tal Carromero, el “fontanero”, se ha dado de baja en la susodicha Asociación porque los actuales capos del PP tienen sus conflictos con aquellos para quien espiaba nuestro personaje.

Ramón Pedregal Casanova.

En la nota anterior les invité a leer “Los intelectuales y la guerra: de la retirada a la rendición”, de James Petras, y les dije que lo releería, resumiría. Les dejo mis apuntes.

1ª Parte. Introducción.

En la 1ª Parte explica el desarrollo de la decadencia izquierdista de occidente comenzando por Afganistán, aunque advierte que se venía dando desde los años 60 del siglo XX, pues ante la guerra de Vietnam se observó como había intelectuales que apoyaban al aparato militar estadounidense, aunque, eso sí, hasta que se vio que podían perder la guerra, entonces se dieron la vuelta. En la década siguiente se observó que la relación de algunos sectores de la intelectualidad dejaban su comunicación con las organizaciones sociales que estaban en la calle contra la guerra y el racismo y se establecían entorno al Partido Demócrata y su dirección liberal, G. MacGovern.

Después “descubrieron” las “virtudes” del imperialismo con Carter. Fue cuando el antiimperialismo derrotó las dictaduras proestadounidenses de Etiopía, Nicaragua e Irán, más Afganistán, Angola, Mozambique y Guinea Bissau. Entonces el régimen estadounidense se lazó a la guerra de desgaste contra los gobiernos antiimperialistas, ¿el argumento?: eran “guerras humanitarias”, y por eso armaban a la reacción: Savimbi en Angola, “contras” en Nicaragua, Renimo en Mozambique, y los señores de la guerra en Afganistán.

Ramón Pedregal Casanova.

“ … están los judíos, a los que hemos prometido introducir en Palestina, y que dan por descontado que la población local será expulsada en beneficio de ellos”.

25 de octubre de 1919, declaración de Winston S. Churchill.

Para afrontar la situación actual, cuando veo que lo que se da en llamar “el mundo de los intelectuales” se suma al coro que ha montado la sede de gobierno instalada en la embajada estadounidense, cerrando toda posibilidad de conocimiento y manifestación contra la OTAN y su guerra, me he preguntado por la calidad humana de ese grupo que se dice de “pensadores”. Entiendo que se han posicionado tras la censura a todo lo ruso. Los “intelectuales”, también contra el mundo cultural ruso. Si me parece nefasta la censura contra toda persona que tenga que ver con Rusia, ¡esa es la expresión más inmunda de racismo, de nazismo!, ¿qué pensar de la expulsión de artistas, del cierre de actos culturales, exposiciones, conciertos, hasta pruebas deportivas? ¿Qué quiere decir semejante plan de odio? ¿Quieren desde la máxima altura del mundo capitalista que sus huestes odien a sus semejantes? ¿Quieren que odiemos a Chejov, a Puskin, a Gogol, a todos y cada uno de los rusos que haya en la historia de la literatura? ¿Quieren que odiemos a Stanislavski y su creación teatral? ¿Quieren que odiemos el ballet ruso y todas sus obras? ¿Quieren que odiemos a los grandes directores de cine que han revolucionado esa disciplina artística, como Eisenstein, Protazanov, Vértov, …? ¿No avergüenza a nadie decir eso? ¿Estamos locos? ¿Podríamos arrancar de la historia “El acorazado Potenkin”? ¿Podríamos arrancar “Ven y mira”? ¿Quién nos quiere locos? ¿Quién se interesa en deshacer el mundo de la cultura, del conocimiento, de la creación humanística? ¿A qué tiempos volvemos? ¿Tenemos que decir ¡viva la censura! para ser admitidos en sociedad? ¿En qué sociedad nos quieren? ¿Debemos gritar ¡viva la ignorancia!, ¡viva la incomunicación entre los pueblos!? ¿Debemos decir ¡viva el miedo al diferente!? ¿Viva el qué? ¿El pensamiento único, Hollywood, los programas basura, la sociedad basura?

En el reino de los fines todo tiene o bien un precio o bien una dignidad. Aquello que tiene un precio puede ser sustituido por algo equivalente; en cambio, lo que se encuentra por encima de todo precio y, por tanto, no admite nada equivalente, eso tiene una dignidad. … aquello que constituye la condición para que algo sea fin en si mismo, eso no tiene meramente valor relativo o preciso, sino un valor interno, esto es, dignidad. La moralidad es la condición bajo la cual un ser racional puede ser fin en si mismo: porque sólo por ella es posible ser miembro legislador en el reino de los fines. Así pues, la moralidad y la humanidad, en cuanto que esta es capaz de moralidad, es lo único que posee dignidad.

Autor el filósofo Immanuel Kant.

El 17 de abril en todas las casas de Palestina se sentirá más que ningún día al prisionero y a la prisionera. Se leerán sus cartas, y se hablará de ellos y ellas con las palabras más hermosas. En todas las casas de Palestina se les verá y se les abrazará.

Aquí nuestras palabras, para las gentes solidarias y los pueblos, dedicadas a hermanos tan queridos:

Desde la Coalición Europea de Apoyo a los Prisioneros de Guerra Palestinos (POWs) en las cárceles israelíes, en medio de la brutal campaña de las autoridades de ocupación contra todo el pueblo palestino, en particular contra los luchadores por la libertad en las prisiones, queremos resaltar que son más de 4.400 prisioneros de guerra, incluidas 33 mujeres y niñas, más de 160 niños menores de 18 años y más de 500 detenidos “administrativos”, incluidos 8 parlamentarios electos. Hay más de 600 prisioneros de guerra que padecen enfermedades terminales o graves, como cáncer y parálisis parcial y total. El trato israelí a los prisioneros de guerra y detenidos palestinos puede constituir crímenes de guerra y crímenes en contra de la humanidad si la Corte Penal Internacional (CPI) los investiga adecuadamente.