Raúl García Sánchez* - Vocesenlucha.- 12 horas de buseta y carretera. Desde Valera, la mal llamada ciudad de las 7 colinas, “que no son 7 sino más”, dicen las lenguas trujillanas, hasta Barquisimeto. Primer destino. Breve. Apenas una pequeña conversa con Ángel, me encuentro con Deninson, recupero nuestras armas de creación masiva y continuamos el camino. 7 horas en un congelador con ruedas por el terrible aire acondicionado, que lo único que acondiciona es nuestra frustrada aspiración a esquimales.
Raúl García Sánchez* - Vocesenlucha.- Mecanismos de opresión de distinto signo se ciernen sobre nuestras conciencias como espadas de Damocles 4.0. Todo un reto esquivar el ataque de semejante despliegue. Difícil salir indemne. En ocasiones aciertan de lleno, en otras dejan heridas profundas o rasguños de confusión y desconcierto. El resultado buscado, sembrar un caos neurológico permanente. La fragmentación de las conciencias. Lo que se traduce en fragmentación del tejido social. Lo que a su vez se traduce en pasividad, desesperanza, depresión.
Raúl García Sánchez* - Vocesenlucha
Raúl García Sánchez* - Vocesenlucha.- Se sigue haciendo extraño. El allí y el acá. Apenas 9 horas de vuelo. 6,990 km. y hemos cambiado de realidad como cambia el chaquetero de chaqueta.
Raúl García Sánchez* - Vocesenlucha.- «Denunciamos a nivel internacional la utilización de los testigos sin rostro para la persecución política de comuneros mapuche, y en particular contra el werken (vocero) Héctor Llaitul, dado que no permiten desarrollar su defensa».
Raúl García Sánchez* - Vocesenlucha.- No es complicado desafiar los esquemas de lo políticamente correcto en esta Europa en decadencia. Pero Chávez los hacía añicos.
Raúl García Sánchez* - Vocesenlucha.- Una de las tareas que desde Vocesenlucha nos reclaman al regreso a tierras castellanas es la continuación y ampliación de un Catálogo de vestigios de la guerra civil y la dictadura en la provincia de Albacete. Por ello escribo parte de estas líneas desde Ayna, un hermoso pueblo literalmente sumergido en los montes de la Sierra del Segura al que llaman la Suiza manchega. Aquí se rodó la loca y genial Amanece que no es poco, que retrata con humor surrealista la vida en un pueblo donde “es verdadera devoción lo que hay por Faulkner”, como dice el cabo de la guardia civil ante el maestro, a quien no se le ocurre otra cosa que ¡plagiar a Faulkner!; donde crecen hombres en el bancal con “cuerpo de Góngora”, se recetan versos de Quevedo para tratar los males y la guardia civil acompaña a los borrachos a la taberna tras decir cosas como “lo de dar guantazos es un esquema muy sintético que conviene utilizar poco, y utilizarlo bien, casi en plan poético diría yo, guas guas, como algo prodigioso”. En plena época del tricornio, en una escena la guardia civil acude a contemplar el amanecer y se topa con el personaje que interpreta Luis Ciges, quien le dice a su hijo sentado en el sidecar: “hijo, yo creo que debemos acompañarlos, porque una cosa tan sutil y que llame tanto la atención de la guardia civil, con lo fieros que son, es que tiene que ser algo muy llamativo”. Sumados todos a contemplar el espectáculo del amanecer, resulta que amanece al revés. Ante esas, el cabo, furioso, se lía a tiros con el sol. “Yo no aguanto este sin dios”, grita ante semejante subversión del orden.