Nano Martínez* - Cubainformación - Foto: Postdata.- Les voy a contar una anécdota de cuando el huracán Katrina asoló el Caribe. En esos días, estabamos en Bauta, ciudad cubana próxima a La Habana, a requerimiento de nuestro amigo, cirujano cardiovascular, Julio Carreras, con la intención de echar una mano en la recomposición del laboratorio clínico de un centro médico que había sufrido grandes daños.


Conocimos a su directora y estuvimos viendo las posibilidades. Al otro día, tuvimos noticias de que en Houston estaban refugiadas cerca de diez mil personas, sin medicación ni atención médica, muchos de ellas enfermas crónicas, personas diabéticas que estaban muriendo por falta de insulina.

Vimos entonces aparecer en televisión a Fidel Castro, en el Palacio de Convenciones de La Habana. Se dirigía a más de trescientos médicos y médicas, de blanco. Les explicaba que en EEUU necesitaban de su ayuda aquellas personas damnificadas por el huracán, que estaban a menos de media hora de vuelo. Cada cooperante llevaba una mochila con medicación de urgencia.

Recuerdo las palabras de Fidel: "Compañeros, enfrente hay una parte de la humanidad sufriendo y carecen de lo necesario para sobrevivir, aislados por las aguas. Hemos ofrecido nuestra ayuda inmediata a las autoridades norteamericanas para paliar ese sufrimiento. Quedan todos ustedes movilizados a la espera de la respuesta al ofrecimiento". Allí, entre aquellas personas, estaba la directora del Centro Médico de Bauta.

La respuesta nunca llegó, ni el mundo se enteró. Cuba se privaba de lo que necesitaba porque nunca le ha sobrado otra cosa que solidaridad y humanidad, para ayudar a un pueblo que, en buena parte, la consideraba su enemigo. George Bush no contestó y permitió que compatriotas muriesen de coma diabético antes que recibir generosidad de un país que sufre el bloqueo más criminal del que uno tiene noticia.    

Dicho esto, hay que aclarar que Cuba ha desarrollado su propia vacuna contra el coronavirus y funciona admirablemente. No sólo la va a producir para su propio pueblo, sino cinco veces más para países subdesarrollados y pobres.

¿Cuál es el problema? Que el bloqueo a que está sometida la Isla no le permite la obtención de suficientes jeringuillas para inyectarla y necesitan ayuda de todos y todas para comprarlas en el mercado. Varias organizaciones de todo tipo hemos iniciado una campaña de recogida de fondos para lograrlo, coordinadas por Sodepaz. Cuba nos necesita y no podemos tolerar que los pueblos con menos posibilidades no accedan a la inmunización cuando ese virus lo debemos frenar en todos los sitios.

A veces me da vergüenza el mundo. Nadie recuerda ya cuando, al inicio de la pandemia, cuando el miedo y el riesgo eran brutales, tantos países se cerraron a todos y a todo, mientras la cooperación médica cubana fue allá donde era necesaria.

¿Pero es que nadie recuerda cuando, en una Italia aterrada y asolada de muertes, con sus profesionales de la medicina falleciendo en las UCI, aquel gran puñado de cooperantes de la salud de Cuba llegaron al norte de aquel país en su ayuda, en ayuda de Europa? Parece que no, porque el bloqueo criminal persiste.

Por favor, echad una mano y meted en esa cuanta vuestra aportación porque el país más solidario del mundo necesita de vuestra solidaridad.

* Nano Martínez es miembro de la Asociación de amistad Rioja-Cuba

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