Felipe de J. Pérez Cruz - La pupila insomne.- En la tarde del día 11 me comunicaron mis amigos desde el exterior, estaban sinceramente preocupados por la situación cubana, no pocos me preguntaron por mi seguridad y la de mi familia…


Mis amigos son en su inmensa mayoría gente de izquierda, muy comprometidos, y los que no lo son brillan como los primeros por su honestidad y respeto, por su solidaridad. Pero en todos, el denominador común era la creencia ya establecida, de que en Cuba –a lo largo y ancho del archipiélago- la situación de seguridad y paz social se había deteriorado… que las calles y plazas eran inseguras, que las personas estaban llenas de resabios y odios a la derecha o a la izquierda, que la violencia se había adueñado del país…

Esa misma tarde del domingo 11 recorrí las calles de mi barrio habanero, el Canal del Cerro, y les envié la evidencia fotográfica de un lugar en calma, donde los vecinos descansaban en paz… Para mis amigos resumí el recorrido que realicé por mi barrio el día 13. Varios lo compartieron con más amigos. Y me han sugerido que lo publique… Aquí en cuatro viñetas les cuento y reflexiono sobre mi cotidianidad:

I

Con el salario recién cobrado en el bolsillo salí el martes a comprar alimentos, y encontré pepino, aguacate, zanahoria, plátano “burro”, yuca, malanga… brindados por comerciantes irregulares a precios altísimos: Ya el lunes a un carretillero frente a mi casa le había comprado malanga y plátano: Diez malangas y cinco plátanos por 220 CUP… Me decidí ahora por un pepino, un mazo de zanahorias y dos yucas que me costaron 72 CUP… No encontré carne de puerco… que “si aparece” está sobre 100 CUP la libra… Es el binomio injusto de la especulación que cabalga sobre la prolongada escasez, y nos golpea a todos, todos los días.

Si ahí estaba la bodega con la cuota mensual de alimentos dirigida para cada persona, de arroz, frijoles, azúcar… la lechería y la panadería de la empresa estatal socialista, abiertas, con los lácteos y el pan regulados, alimentos subvencionados por el Estado en garantía de reparto igualitario, asequible a todos por igual: A los que tienen más y a los que tiene menos. Había además dulces “por la libre” a solo 2.00 CUP por unidad, sin colas. Dos pesos bien lo sabemos, es un precio bien-bien barato… y ahí no demoré en comerme una panetelita.

La Ferretería de la Calzada del Cerro, abierta… El transporte privado y estatal funciona, los trabajadores por cuenta propia tienen sus negocios abiertos… El cerrajero me hizo una copia de llave… Pasé justo frente al Gobierno municipal en funciones, en atención a la población…

La escuela secundaria básica, y el consultorio de médico de la familia, se alistaban para reiniciar la puesta de la tercera dosis de la vacuna… y en tal tarea está el personal de salud constituido en su inmensa mayoría por jóvenes, con activistas del propio barrio, con los profesores y profesoras de la Secundaria Básica también muy jóvenes… Llega entonces a la escuela un carro patrullero, bajan dos policías jovencitos, saludan, intercambian afables sobre los preparativos para la vacunación… pronto me percato que la visita tiene un interés adicional, uno de los jóvenes policías cumple a la novia maestra-activista de salud… Es la Cuba de la juventud culta y solidaria. La Cuba del humanismo sin límites en que vivo. Es el amor que nace, salta y ennoblece la tarea revolucionaria.

Hay más personas, niños y jóvenes en la calle de lo que debería en tiempo de pandemia… Llevan su nasobuco… aunque algunos no lo portan como debe ser. No hay odios a flor de piel, ni “tensión”, ni alteraciones, ni violencias…

Escucho en mi recorrido, desde una vivienda, la radio miamense vomitando infundios… Nadie prohíbe, nadie le hace caso… La salsa y el reguetón se encargan de silenciar al gusanillo que intenta promover el informativo de la contrarrevolución. Predomina en este barrio humilde la casa abierta para el bien.

¡Este país a pesar de sus enemigos funciona! Nuestro pueblo respira, se mueve, trabaja, se enamora, se prepara para vacunarse, resiste. Es la Cuba de gobernabilidad, paz y seguridad ciudadana en que vivo.

II

Reflexiones sobre lo que nos falta

Los cubanos y cubanas incorporamos la tensión y la crueldad de una existencia maltratada por el imperio que nos bloquea. Hemos aprendido a vivir bajo esa violenta realidad. No perdimos la alegría, ni la capacidad de encontrar realización y felicidad personal y colectiva. Pero sin dudas la profundización perversa de la agresión económica, psicológica y político cultural, las incapacidades para resolver problemas que tienen solución, la burocracia y el dogma que persisten metamorfoseados, en medio de la prolongada pandemia, han golpeado a los ciudadanos, más a los que tienen menores ingresos, más a los que tienen urgencias y entuertos no atendidos, más a los que viven en círculos de pobreza y marginalidad…

Hay en mi barrio de El Canal individuos de mirada torva, y jóvenes envenenados de abulia, grosería, consumismo y propensión al delito… Es la Cuba donde aún pervive y se reproduce la marginalidad. Es la Cuba donde se quiere cultivar el ilícito, el matonismo, el rencor y el odio…

Hay personas ganadas por las angustias y las insatisfacciones… Unos sufren la escasez y la especulación mucho más que otros… La desigualdad siempre humilla. A mover las insatisfacciones de estos ciudadanos apunta hoy la propaganda y la concertación enemiga…

Y por esos cubanos y cubanas tendremos que hacer más y mejor, para prevenir y transformar. Para hacer que triunfe el amor.

Lo primero, siempre será sostenerle la mirada a quien intente intimidarnos, porque no hemos llegado hasta aquí para dejarnos impresionar. Si estaremos siempre para ser amables, amigos, para promover el respeto, para convidar a la cooperación, al existir en justicia y dignidad. Para convivir con quien no piense como revolucionario, con quien no participe de la obra común; para la paz, seguridad y bienestar de los ciudadanos que no votan por el socialismo, para sus familias, hijos e hijas también trabajamos.

Borremos los lenguajes panfletarios y las afirmaciones triunfalistas. Hay mucho que hacer, recuperar y crear. El socialismo como el amor se construye y defiende todos los días.

En el barrio se nos ha deteriorado la organización e influencia de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), debemos repensar y rehacer estos protagonismos revolucionarios. Recuperar el trabajo social en la dimensión particular con la que Fidel lo reactivo para la Batalla de Ideas. Regresar al “médico del alma” como llamaría el Comandante a los trabajadores sociales. Y aunque es imposible encontrar una esfera de la vida cubana donde el bloqueo no afecte, coincidiremos en que lo fundamental a hacer solo depende de nosotros mismos.

A nuestro favor está la mirada atenta, y el gesto afable que no se han perdido entre padres y madres de familia, en los niños y jóvenes de la comunidad que estudian y trabajan. Son nuestros aliados los líderes y lideresas de la religión de los orichas, los que recomiendan el bien sobre el mal. Nos puede acompañar el sacerdote de la vecina iglesia católica. Y con los esfuerzos a favor de la comunidad siempre van a estar las otras fraternidades que tejen la socialidad del barrio. Estarán los a ex reclusos, reivindicados por sí mismos y por la sociedad, que decidieron romper el círculo del mal hacer. Hay que involucrar a los veteranos de las campañas internacionalistas en África que no son pocos. Concitemos los valores maravillosos que persisten: La africanía y la hispanidad hechas ser y color cubano. La resistencia y la rebeldía, la alegría, la valentía personal, la fidelidad a la familia y los amigos…

Prevalece el apoyo al Partido y al Gobierno. El Presidente y los ministros se han ganado la simpatía y la confianza. A la vez hay mucha crítica al Gobierno local, a lo que se percibe como inercia y desatención con el barrio por los cuadros del territorio… Y tampoco hay que esperar al fin del bloqueo para resolver este estado de opinión, con hechos, con recursos políticos y materiales, con presencia y diálogo directo.

No podemos para mañana resolver necesidades reales –las que en su mayoría se han acumulado y nos afectan a todos-, pero hay demandas y asuntos en que podemos aconsejar, acompañar e interactuar. Hay injusticias que resolver, errores que precisan rectificación… Hay que escuchar, explicar, persuadir, convencer… Sin poses de sabios, sin “teques” y consignas fuera de lugar.

Llevar confianza y razones es sobre todo conocerse y comprometerse… Y si esta es una tarea martiana y fidelista de los compañeros que dirigen y trabajan en el Partido y el Gobierno, en los liderazgos de las organizaciones juveniles y de masas; no olvidar que quienes mejor podemos cumplir tal misión, somos los comunistas y revolucionarios que vivimos en el propio barrio… Conversar y argumentar con la “jaba” medio vacía, con un pepino, un mazo de zanahorias y solo dos yucas… sabiendo tus interlocutores quien eres, donde vives y cómo vives…

III

Invitar a pensar con sentido histórico

Hay que invitar a pensar con sentido histórico. Hay que renovar el culto a la historia del barrio: ¿Cómo se malvivía en El Canal del Cerro en la república neocolonial? ¿Y cómo se vive hoy en la república socialista a pasar de bloqueos y agresiones? ¿Cuánto negro y mulato discriminado y hambreado vivía aquí? ¿Cuánto hijo y nieto de español de alpargatas, inmigrante pobre en competencia, se mezcló e hizo familia para compartir resistencias y luchas? ¿Cuántas veces mi suegra en este mismo barrio tuvo que salir de un cuarto en un solar para la calle, con sus hijos a cuestas porque no había pagado al dueño? ¿Cuántos desayunos de agua con azúcar? ¿Cuántos no-almuerzos? ¿Cuánto cobraba el policía del barrio para mantenerse al margen del ilícito?

¿Cuántos vecinos de entonces tenían trabajo regular? ¿Había alguna escuela, algún consultorio médico? ¿Cuántas escuelas y consultorios hay hoy en el barrio? ¿Algún vecino compraba en El Encanto, en Flogar…Alguien se hacía un traje en el Corte Inglés? ¿Iban los canaleros a disfrutaban de Tropicana, del Habana Hilton, de los Clubes de recreo en playas de Miramar? ¿Viajaban a hacer turismo o comercio dentro y fuera del país?

¿Cuándo un mambí hizo de vándalo, cuando agredió y robó alimentos y artículos de los comercios? ¿Cuándo un rebelde de la Sierra se “llevó” una gallina sin pagársela al campesino, y si no tenía el dinero, darle un recibo a cobrar? ¿Y a qué edad se moría peleando la emancipación de negros y blancos en las guerras de independencia, en la última Guerra de Liberación? ¿A qué edad se resistían apaleamientos y torturas en las mazmorras de la dictadura pro-yanqui?… ¿Qué defendía la Policía asesina de Batista? ¿Cuántos de nuestros vecinos regresaron al África de sus ancestros como voluntarios internacionalistas, y hoy veteranos nos acompañan?

Justo solicitarles a quienes no participan, a los hipercríticos y descontentos de siempre, que valoren lo “normal” con que nacieron y vivimos, que realmente son privilegios en el mundo de las inequidades del capital en el que vive la mayoría de los ciudadanos del mundo…

Hoy la especulación cabalga sobre la escasez… Pero si se pierde la Revolución la explotación cabalgará sobre el hambre, la injusticia, el odio y el racismo…

La escuela secundaria básica, y el consultorio alistados para vacunar, constituyen esencialmente un hecho extraordinario. Y hay que conversar sobre esta calidad de vida, sobre su precio en resistencia, dignidad y valentía personal…

Tenemos mucha memoria que validar, mucha patria que honrar, para cambiarla por la promesa mentirosa de un plato de lentejas.

Mi recorrido lo repetiré otra mañana, esta y la semana próxima… y el mes próximo… y continuaré mi diálogo, con la jaba llena o vacía. Siempre con la frente alta. Siempre dispuesto a comprender, compartir, persuadir y aprender.

Y es que no camino por mi barrio solo por necesidad y convivencia. Disfruto verlo, sentirlo… Hay mucha sensibilidad y sabiduría entre los orichas de carne y hueso de mi barrio. Y aspiro a que un día no muy lejano este con sus calles sin baches y huecos, y las casas pintaditas y más hermosas… con un surtido de alimentos normal, a precios asequibles para todas las familias… con una vida cotidiana que no tenga que sacudirse todos los días el peso cruel del bloqueo, con el amor hecho recursos, con la marginalidad derrotada… Con El Alacrán en comparsa, con su cascada de cubanísima conga… Para acercar ese momento trabajo y defiendo nuestra Revolución, mis vecinos lo saben y siento que la mayoría me acompaña.

IV

Reflexiones sobre la democracia y la vergüenza

Las “tropas de choque” del imperio contra los procesos revolucionarios, son ahora en Nuestra América las marras que arrasaron los barrios de Managua; los guarimberos de Caracas, que asesinaron y quemaron a simpatizantes de la Revolución Bolivariana; los grupos de tarea fascista que azuzaron el Golpe de Estado en Bolivia, que extorsionaron, arrasaron residencias, secuestraron y apalearon a indígenas, mujeres y dirigentes del Movimiento al Socialismo (MAS). Del mismo pedigrí son los “protestantes” del día 11-12 en Cuba.

Los “protestantes” de la Güinera o Centro Habana, de Cárdenas, Camagüey, Palma Soriano o Santiago: ¿Se expresaron “pacíficamente”? ¿Solicitaron dialogar con las autoridades? Los propios videos publicados por los “protestantes” no dejan lugar a dudas sobre sus actuaciones.

Me indigna la vileza y la maldad del imperio, tanto como la desvergüenza de liberales, asépticos e izquierdistas de rosa, que nos hacen reclamos sobre el “derecho” a manifestarse y discrepar del pueblo de Cuba. Los agentes pagados de una potencia extranjera, el lumpen, el delincuente llamado a entorpecer, amedrentar, agredir, violentar y robar… ¿Ese es el pueblo de Cuba? ¿Qué derecho se reclama para el desorden, para el violentar y delinquir?

Bien hizo el Presidente Miguel Días-Canel en establecer diferencias entre mercenarios, delincuentes y personas descontentas. Con quienes se manifiesten inconformes siempre habrá apertura al diálogo. Muy bien lo ha hecho en acontecimientos recientes la dirección del Ministerio de Cultura. Desafortunadamente esta voluntad de la dirección de la Revolución aún no es asumida de manera eficiente. La burocracia y los viejos estilos perviven en instituciones y directivos, hay reclamos que no se atienden bien. Hay ciudadanos maltratados, incluso revolucionarios desatendidos, hostilizados bajo el sambenito de “problemáticos”. Estos males se conocen, y sin dudas urge extirparlos del cuerpo sano y rejuvenecido de la Revolución.

El peso atroz del bloqueo no nos impide estar inconformes y trabajar por resolver nuestras insuficiencias. El socialismo tiene como esencia la solución todos los días de las cuotas de injusticia existentes, las que heredamos, las que nacen de las dificultades que nos crean los genocidas que nos bloquean, y las que hemos reproducido con nuestros no saberes y errores. Pero los días 11-12 no se dirimía un entuerto de expansión y desarrollo de la justicia social y la democracia, menos de “solución” de problemática alguna.

Que se le sumaran a los mercenarios y delincuentes, confundidos y descontentos. Que con justeza y tino nuestro Presidente estableciera diferencias. Que se sea autocrítico sobre lo que se debe perfeccionar, sobre lo que no ha sido bien hecho, sobre lo que debemos incorporar… Nada cambia la esencia nauseabunda de la operación orquestada el día 11-12. Nada cambia que se trató de un “golpe blando”, descrito en los manuales de Guerra de IV y V Generación del Ejército imperial, operación organizada y dirigida desde los Estados Unidos.

Confundirse para hacer peligrar la Patria resulta un hecho vergonzoso. Y lo es tanto para el que acudió el domingo de marras a hacer “grupo”, como para el nacido en Cuba que no quiere ver lo que realmente ocurrió, y se suma al coro de “represiones”, “dudas” y “recomendaciones” sobre la democracia. Cuando el Presidente Días-Canel hace la diferencia no los justifica: Les abre con honorabilidad martiana y fidelista la oportunidad histórica de rectificar.

Claro que hay injusticias que demoler y democracia que conquistar en nuestro socialismo, y precisamente los días 11-12 frente a la agresión, ratificamos la base decisiva para esa construcción colectiva: Reafirmamos en la paz de nuestros barrios y en las calles y plazas que nos intentaron tomar, que la mayoría está por la Revolución. Que pueblo, Gobierno y Partido son unidad y garantía de continuidad. Y defender este derecho y conquistarlo con nuestro protagonismo es la más grande y hermosa expresión de Nuestra Democracia. ¡Es su fruto Madre

 

 

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