Marinella Correggia - Correo del Alba.- Al comienzo de la silenciosa primavera de 2020, una misión médica desde Cuba voló por primera vez en un país occidental, un miembro bien armado de la Organización del Tratado del Atlántico Norte(OTAN), pero indefenso contra un virus. Es solo el último acto de un internacionalismo cubano en salud ejercido durante 60 años en América Latina, África y Asia, que actualmente cuenta con más de 30 mil operadores (médicos, enfermeras, técnicos) en 67 países. Las últimas misiones, en Italia así como en otros países, los médicos de la isla participan en la campaña mundial contra la pandemia de Covid-19, porque “Patria es humanidad”.


Video de teleSUR

Desde 1960, el internacionalismo médico cubano ha sido una estrategia nacional de Revolución: la solidaridad Sur-Sur también en este campo, considerada como la “continuación del sistema nacional de salud”, comienza en 1960, con el terremoto que devasta a Valdivia en Chile. Cuba no tiene muchos doctores en ese momento (la mitad emigra con el triunfo de la Revolución), pero aún así envía un contingente de médicos y ocho toneladas de ayuda. Esta misión de la Revolución cubana continúa en 1963, en Argelia: 50 doctores fueron a apoyar a los pocos médicos que permanecieron en el país africano después de la partida de los franceses.

La asistencia médica gratuita a los países más pobres de África y América Latina, involucrados en la transición poscolonial, ha continuado por décadas, tanto a los  sistemas de salud como en respuesta a muchas tragedias y emergencias, en el objetivo declarado de “saldar la deuda con la humanidad”.

Cuba ha enviado su “ejército de batas blancas” (expresión de Fidel Castro) al mundo y, paralelamente, ha ejercido una diplomacia de paz a nivel de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), siempre del lado, y a veces en valiente soledad, contra las guerras de agresión de Occidente y sus aliados. En junio de 1991, Bagdad, en los desolados hospitales iraquíes que sobrevivieron a la llamada “tormenta del Golfo” (la guerra contra Irak en la cual, en el Consejo de Seguridad, solo Cuba y Yemen, entonces miembros no permanentes, se opusieron, votando en contra), una delegación pacifista italiana se topó con el Dr. Anuar, un cubano naturalizado palestino, graduado en La Habana.

Con el colapso de la Unión Soviética y la desaparición del campo socialista, afectado también el nivel socioeconómico de Cuba, llega el desafío del período especial. En respuesta a la grave crisis, agravada por el endurecimiento del bloqueo de los Estados Unidos, Cuba agrega un nuevo modo de cooperación: la asistencia técnica. La remuneración del servicio, en los países que tienen la posibilidad, ayuda a mantener el resto de la colaboración médica. Solo pagan  los países que pueden. Por ejemplo, miles de niños de Chernobyl continúan recibiendo tratamiento gratuito en el hospital de Tarará, sobre la base de un programa lanzado poco después del desastre nuclear de 1986.

En 1998, se enviaron 100 médicos y enfermeras para ayudar en Haití, Guatemala y Honduras, países golpeados por los huracanes Mitch y George. Allí descubren que muchos pacientes nunca antes habían visto a un médico. Así, en el mismo año se lanzó el Programa integral de Salud, una estrategia a largo plazo para la cooperación Sur-Sur que busca fortalecer los sistemas de salud.

La Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM) nació en La Habana a fines de los 90, para capacitar a jóvenes; hasta ahora decenas de miles, de los tres continentes (incluidos algunos estadounidenses), con la condición de que regresen a sus países de origen a ejercer la medicina. Es otro aspecto del internacionalismo solidario, conjuntamente con tratamientos gratuitos para ciudadanos de países no alineados.

Llegamos al nuevo milenio. Cuba es cada vez más rica en personal sanitario (las cifras actuales hablan de 76 mil médicos, 15 mil dentistas, 89 mil enfermeras). Dentro de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), creada en 2004 por Fidel Castro y su homólogo venezolano Hugo Chávez, surge un trueque internacional sin precedentes: “médicos  por petróleo”. Los cubanos se instalan en barrios venezolanos despojados de asistencia sanitaria, brindándole a la población asistencia médica gratuita y de alta calidad. Este programa incluye asistencia médica general, odontología, oftalmológica, pediatría, y programas de rehabilitación, entre otros. El programa de “Barrio adentro” llega hasta  Brasil, Bolivia y Ecuador (acuerdos eliminados el año pasado por la voluntad de los nuevos gobiernos). Las misiones médicas ofrecen servicios básicos de salud en áreas y categorías vulnerables, incluidas las regiones indígenas, en una perspectiva proactiva verdaderamente humanista y solidaria.

Con la “Misión Milagro”, manos cubanas y dinero venezolano, se ofreció atención ocular, en numerosos países, a cuatro millones de personas desde 2004, en algunos de los cuales se crearon centros especiales. Cuba es un modelo a seguir en la gestión de desastres, y no deja de intervenir en situaciones de emergencia.

La Brigada Especializada Henry Reeve fue creada para las emergencias, en septiembre de 2005. El personal enviado a Crema, Italia, forma parte de la misma . El “contingente internacional de médicos especializados en desastres y epidemias graves Henry Reeve” toma su nombre de un estadounidense de 26 años que murió en Cuba en 1876 mientras luchaba contra los españoles durante la primera guerra de independencia. Meses antes, el gobierno de La Habana había ofrecido ayuda a las víctimas del huracán Katrina en los Estados Unidos: George W. Bush había declinado a recibirla. En octubre de 2005, 700 miembros de la Brigada de Guatemala tratan a las víctimas de la tormenta de nieve Stan, peor que Mitch.

Terremoto en Cachemira pakistaní, 100 mil muertos: más de dos mil 500 médicos y enfermeras del trópico cubano escalan las montañas y en la nieve erigen 30 hospitales de campaña, para ayudar a casi dos millones de personas. Se quedan allí por ocho meses.

En 2006, la brigada Henry Reeve instaló 20 hospitales de campaña en una gran área de Bolivia, destruida por las inundaciones.

En Indonesia, a finales de mayo de 2006, un terremoto catastrófico golpeó la isla de Java; seis días después, la brigada ya estaba brindando apoyo en el lugar del desastre. En pocos meses se visitan 100 comunidades, casi 100 mil personas y dos mil operaciones  quirúrgicas se llevan a cabo en hospitales de campaña. También es una oportunidad para experimentar con innovaciones técnicas.

En 2010, Haití fue aniquilado por un terremoto, 200 mil muertos y luego cólera. A los médicos cubanos ya presentes se unen otros de la Brigada Reeve. Trabajan en condiciones extremas, para contener el cólera (y tienen éxito), ignorados por el mundo en ese momento, permanecen incluso después de que todos los demás se han ido. Después de 20 años, 600 cubanos todavía operan en la isla; en su haber, casi 600 mil operaciones, 180 mil partes, 72 mil operaciones oculares.

Brote de ébola, 2014, África occidental. Después de una capacitación específica en La Habana, 256 profesionales de la salud van a trabajar a Sierra Leona, Liberia y Guinea, a pedido de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Fidel Castro le escribe a Granma que Estados Unidos y Cuba (los dos Estados más presentes en ese contexto) podrían cooperar en el terreno. Los titulares del Times señalan: “Porqué Cuba es tan buena para combatir el ébola”.

“El mejor modo de decir, es hacer”, sugirió José Martí. Quizás había leído la exhortación  de Gerrard Winstanley: “Actuar es todo”.

Marinella Correggia Periodista, escritora y ecopacifista

 

Cuba: A Brief History of 60 Years of Internationalism in Health

Posted by Internationalist 360°

Marinella Correggia

At the beginning of the silent spring of 2020, a medical mission from Cuba flew for the first time into a Western country, a well-armed member of the North Atlantic Treaty Organization (NATO), yet defenseless against a virus. It is only the latest act of a Cuban internationalism in health exercised for 60 years in Latin America, Africa and Asia, which currently has more than 30,000 personnel (doctors, nurses, technicians) in 67 countries. In the latest missions, in Italy as well as in other countries, the island’s doctors are participating in the global campaign against the Covid-19 pandemic, because “Homeland is Humanity”.

Since 1960, Cuban medical internationalism has been a national strategy of the Revolution: also in this field, South-South solidarity, considered as the “continuation of the national health system”, began in 1960, when the earthquake devastated Valdivia in Chile. Cuba did not have many doctors at that time (half of them emigrated with the triumph of the Revolution), but they still sent a contingent of doctors and eight tons of aid. This mission of the Cuban Revolution continued in 1963, in Algeria: 50 doctors went to support the few doctors who remained in the African country after the departure of the French.

Free medical assistance to the poorest countries of Africa and Latin America involved in the post-colonial transition has continued for decades, both for health systems and in response to many tragedies and emergencies, with the stated goal of “paying off the debt to humanity”.

Cuba has sent its “army of white coats” (Fidel Castro’s expression) to the world and, in parallel, has exercised peace diplomacy at the level of the United Nations (UN), consistently standing, sometimes in brave solitude, against wars of aggression waged by the West and its allies. In Baghdad, June 1991, in the desolate Iraqi hospitals that survived the so-called “Gulf Storm” (the war against Iraq in which, in the Security Council, only Cuba and Yemen, then non-permanent members, were opposed, voting against), an Italian peace delegation met with Dr. Anuar, a Cuban naturalized Palestinian, a Havana graduate.

With the collapse of the Soviet Union and the disappearance of the socialist camp, which also affected the socio-economic level of Cuba, came the challenge of the special period. In response to the serious crisis, aggravated by the tightening of the United States blockade, Cuba introduced a new mode of cooperation: technical assistance. The remuneration of the service, in those countries that have that possibility, helps to maintain the rest of the medical collaboration. Only those countries that can pay do so. For example, thousands of children from Chernobyl continued to receive free treatment at the Tarará hospital, under a programme launched shortly after the 1986 nuclear disaster.

In 1998, 100 doctors and nurses were sent to help in Haiti, Guatemala and Honduras, countries hit by Hurricanes Mitch and George. There they discovered that many patients had never seen a doctor before. Thus, in the same year the Comprehensive Health Program was launched, a long-term strategy for South-South cooperation that seeks to strengthen health systems.

The Latin American School of Medicine (ELAM) was founded in Havana in the late 1990s to train young people, numbering to date in the tens of thousands, from three continents (including a number from the United States), on the condition that they return to their countries of origin to practice medicine. This is another aspect of international solidarity, along with free treatment for citizens of non-aligned countries.

We have reached the new millennium. Cuba is increasingly rich in health care personnel (current figures speak of 76 thousand doctors, 15 thousand dentists, 89 thousand nurses). Within the Bolivarian Alliance for the Peoples of Our America (ALBA), created in 2004 by Fidel Castro and his Venezuelan counterpart Hugo Chavez, an unprecedented international barter is emerging: “doctors for oil”. Cubans are settling in Venezuelan neighbourhoods deprived of health care, providing the population with free, high-quality medical assistance. This program includes general medical assistance, dentistry, ophthalmology, pediatrics, and rehabilitation programs, among others. The “Barrio adentro” program reaches Brazil, Bolivia and Ecuador (agreements eliminated last year by the new governments). The medical missions offer basic health services in vulnerable areas and sectors, including indigenous regions, in a proactive perspective that is truly humanistic and based on solidarity.

With “Mission Milagro”, Cuban hands and Venezuelan money, eye care has been offered in many countries to four million people since 2004, some of which have set up special centres. Cuba was a model for disaster management, and did not fail to intervene in emergency situations.

The Henry Reeve Specialized Brigade was created for emergencies in September 2005. Staff deployed to Crema, Italy, are part of it. The “Henry Reeve International Contingent of Doctors Specializing in Major Disasters and Epidemics” is named after a 26-year-old American who died in Cuba in 1876 while fighting the Spanish during the first war of independence. Months earlier, the Havana government had offered assistance to the victims of Hurricane Katrina in the United States: George W. Bush had declined to receive it. In October 2005, 700 members of the Guatemalan Brigade treated the victims of snowstorm Stan, worse than Mitch.

Earthquake in Pakistani Kashmir, 100,000 dead: more than 2,500 doctors and nurses from the Cuban tropics climbed the mountains and built 30 field hospitals in the snow, to help almost two million people. They remained there for eight months.

In 2006, the Henry Reeve Brigade set up 20 field hospitals in a large area of Bolivia, destroyed by floods.

In Indonesia, in late May 2006, a catastrophic earthquake hit the island of Java; six days later, the brigade was providing support at the disaster site. In a few months, 100 communities were visited, almost 100,000 people were treated and 2,000 surgeries were performed in field hospitals. It was also an opportunity to experiment with technical innovations.

In 2010, Haiti was devastated by an earthquake, with 200,000 dead and then cholera. The Cuban doctors that are already present were joined by others from the Reeve Brigade. They worked in extreme conditions, to contain cholera (and succeeded), ignored by the world at the time, they remained even after everyone else had left. After 20 years, 600 Cubans still operate on the island; they have done close to 600,000 operations, approximately 180,000 procedures, and 72,000 eye surgeries.

Ebola outbreak, 2014, West Africa. After specific training in Havana, 256 health professionals leave to work in Sierra Leone, Liberia and Guinea, at the request of the World Health Organization (WHO). Fidel Castro writes in Granma that the United States and Cuba (the two states most present in that context) could cooperate in the field. The Times headlines said: “Why Cuba is so good at fighting Ebola.”

“The best way to say is to do,” advised José Martí. Perhaps he had read Gerrard Winstanley’s exhortation: “Action is everything”.

Marinella Correggia:  Journalist, writer and ecopacifist

Translation by Internationalist 360º

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