Visitar Cuba con otros ojos

¿Es verdad lo que nos dicen de Cuba?

Nota: estos textos pertenecen al libro "Cuba: Verdades y Mentiras", editado por Cubainformación y publicado en 2018.

Índice de preguntas:

1. ¿Cuba está en transición al capitalismo?

2. ¿Se violan los derechos humanos?

3. ¿Es una dictadura, no hay elecciones?

4. ¿Existen “presas y presos políticos” y represión a la “disidencia”?

5. ¿No hay libertad de prensa?

6. ¿Se impide la libertad de expresión y artística?

7. ¿Cuba censura Internet?

8. ¿Hay una emigración masiva?

9. ¿Deportistas o artistas de la danza “huyen” del país?

10. ¿Existe homofobia institucional?

11. ¿No hay libertad de culto religioso?

12. ¿El rock o el jazz han estado prohibidos?

13. ¿Se aplica la pena de muerte?

14. ¿Encierran a pacientes con VIH/SIDA?

15. ¿Está prohibida la huelga?

16. ¿No existe sociedad civil independiente?

17. ¿Hay un fuerte racismo?

18. ¿El bloqueo es una “excusa”?

19. ¿El socialismo cubano es un fracaso económico?

20. ¿Cuba tiene el salario más bajo del mundo?

21. ¿Venezuela regala el petróleo a Cuba?

22. ¿La cooperación médica cubana es un “negocio”?

23. ¿La dirigencia cubana es una “casta”?

24. ¿Hay un machismo institucionalizado?

25. ¿Turismo sexual, prostitución masiva?

 

1. ¿Cuba está en transición al capitalismo?

Mercado, socialismo y capitalismo

Cuba es un país de economía socialista, y su actual proceso de cambios no está dirigido a retornar al capitalismo. En abril de 2011, en el VI Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC), se aprobaron, tras un proceso popular de discusión en 163.000 asambleas, los llamados “Lineamientos de la Política Económica y Social” del país, es decir, las transformaciones a desarrollar en el modelo económico, que tratan de actualizar el socialismo e introducen factores de mercado en un marco de planificación centralizada. Pero aclaremos: mercado no es sinónimo de capitalismo; “mercado libre” sí. El mercado o los mercados han existido desde hace miles de años, mucho antes de que existiera el capitalismo, por lo que no deben confundirse ambos términos.

Algunos de estos cambios son:

  • Se amplió el llamado “cuentapropismo”, legalizándose muchas más licencias para pequeños trabajos y negocios privados y familiares.
  • Se aprobó una nueva Ley de Cooperativas, que legalizó esta forma de propiedad colectiva no estatal en sectores diferentes al agrícola, anteriormente el único en el que se permitían.

Hay dos razones para no considerar esto una “transición al capitalismo”:

  • La primera, porque el capitalismo es un sistema económico donde la propiedad privada capitalista (no confundir con propiedad individual) es hegemónica, es decir, tiene el peso fundamental y es mayoritaria. Las reformas que se están implementando en Cuba caminan hacia un modelo donde se diversifican las distintas formas de propiedad (individual, cooperativa, privada, estatal, mixta, etc.), pero los sectores estratégicos y fundamentales de la economía siguen y seguirán siendo de propiedad estatal socialista.
  • La segunda, porque en el capitalismo el mercado tiende a ejercer un papel clave en la asignación de recursos y funcionamiento del sistema. Por ello se habla de economía “de mercado” o de “libre mercado”. En cualquier caso, en Cuba se llegó a la conclusión de que el Estado no debe negar el mercado, sino utilizarlo como un instrumento para ganar en eficiencia económica, pero siempre en un contexto de adecuada regulación del mismo.

En el posterior VII Congreso del PCC (abril de 2016) esta política se reafirmó: se rechazó cualquier “terapia de choque”, la privatización de servicios públicos y la “acumulación de propiedad y riqueza”, con énfasis en que el ritmo de los cambios no puede ser más rápido debido a la necesaria protección de los sectores sociales menos beneficiados con ellos.

El rumbo claramente socialista de esta política se recoge en el “Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social hasta 2030”, en el “Proyecto de Conceptualización del Modelo Económico y Social Cubano de Desarrollo Socialista” y en la “Resolución sobre Resultados de la Implementación de los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución, aprobados en el VI Congreso y su actualización para el Periodo 2016-2021”, tres documentos del citado VII Congreso del PCC.

¿Hay un proceso de privatización?

En Cuba no existe un proceso de “privatización” en el sentido capitalista al uso, en el que el Estado vende sus propiedades o entrega servicios y compañías públicas a empresas capitalistas, nacionales o extranjeras. Sí es cierto que en varios subsectores (restaurantes, cafeterías, talleres de reparación, peluquerías, etc.) el Estado ahora arrienda los locales -que siguen siendo de propiedad pública- a las cooperativas formadas por la plantilla que allí trabajaba. Por lo general, estas personas han aumentado sus ingresos por trabajo, el servicio ha mejorado y el propio Estado recibe una mayor aportación económica por arrendamiento e impuestos.

La empresa estatal socialista sigue siendo la esencial y mayoritaria en el país, con cambios, eso sí: con mayor autonomía empresarial, con mayor presencia del mercado en su funcionamiento, y con la posibilidad de aumentar los salarios en función de los resultados. Se pretende mejorar así el sentido de propiedad colectiva de la plantilla, una de las asignaturas pendientes en todas las experiencias socialistas del mundo, también en Cuba. En cualquier caso, en la Isla se sigue apostando por una eficiencia no basada en la explotación sino en este sentimiento de pertenencia.

¿Y la inversión capitalista extranjera?

La inversión extranjera directa no es mala o negativa per se. En un país periférico como Cuba es necesaria, incluso vital. El problema es la forma en que ésta se realiza y opera, así como su relación con la economía nacional.

En Cuba hay una estrategia decidida de captar capitales a partir de la Ley de Inversión Extranjera de 2014 y de la construcción del Puerto de Mariel, obra con financiación del Gobierno de Brasil durante la administración de Dilma Rousseff. La Ley permite mayores facilidades para la inversión, y existe una cartera concreta de proyectos priorizados, aunque la inversión, caso a caso, puede ser aceptada en casi todos los sectores, salvo los de educación y salud públicas, y el de las fuerzas armadas. Cuba busca así el capital, el mercado y la tecnología de los que carece, siempre de acuerdo a las leyes y prioridades del país y al control del Estado. Por ello, todas las inversiones deben ser aprobadas por el Consejo de Estado.

Las inversiones son mayoritariamente mitad y mitad con el Estado cubano, aunque en casos puntuales de interés para el país pueden ser 100% extranjeras. En todo caso, son acuerdos con una fecha concreta de revisión, en la que Cuba decide si continúa con ellos, en función del interés social.

Los terrenos para la inversión nunca son propiedad del agente inversor extranjero, que únicamente puede poseerlos de forma usufructuaria.

2. ¿Se violan los derechos humanos?

Derechos humanos: un balance comparativo

Como afirmó Raúl Castro durante la visita a La Habana de Barack Obama en 2016 -cuando ambos eran presidentes y se apuntaba a un proceso hacia la normalización de relaciones entre Cuba y Estados Unidos (EE.UU.)- y tal como se desprende de los informes de diferentes organizaciones, como Amnistía Internacional (AI), los derechos humanos (DD.HH.) no se respetan de manera integral en ningún país del mundo. Sin embargo, existe un doble rasero y una clara utilización política de los DD.HH. que enjuicia de manera no objetiva a países como Cuba. Sin negar falencias o limitaciones, muchas de ellas relacionadas con los mecanismos de defensa del país frente a la política de agresión de EE.UU., una comparación objetiva entre Cuba y otras naciones de la región nos muestra que las violaciones a los DD.HH. alcanzan, en la mayoría de estos países, un nivel de gravedad, masividad y sistematicidad no existente en la Isla.

En los grandes medios de comunicación se lee que “en Cuba no se respetan los DD.HH.”, contradiciendo los informes e indicadores al respecto de diversas organizaciones internacionales y de las propias agencias de Naciones Unidas.

Los DD.HH. se suelen agrupar en tres categorías:

  • Primera Generación. Su origen es la Revolución Francesa. Base: la Libertad. Son los derechos civiles y políticos: la libertad de expresión, de prensa, religiosa, el voto, etc.
  • Segunda Generación. Su origen es la Revolución Rusa y el Movimiento Obrero. Base: la Igualdad. Son los derechos económicos, sociales y culturales: derecho a salud, educación, alimentación, trabajo, sindicación, seguridad social, cultura, etc.
  • Tercera Generación. Su origen es la Descolonización tras la Segunda Guerra Mundial. Base: la Solidaridad Internacional. Son los derechos de solidaridad o derechos de los pueblos: derecho a la autodeterminación, paz, cooperación internacional, medio ambiente, identidad nacional, etc.

Derechos civiles y políticos

Nos insisten desde ciertos medios en que en Cuba no se respetan los DD.HH. civiles y políticos, o de Primera Generación. Hablemos, por ejemplo, de democracia y participación en las decisiones políticas. En las supuestas “democracias”, es común que en las campañas electorales se camuflen y silencien, por ejemplo, los drásticos programas de recortes sociales que después serán aplicados. Es habitual que una ciudadanía engañada por el marketing electoral entregue su voto a partidos que, unos meses después, aplicarán con todo rigor leyes y programas que aquella habría rechazado de haberlos conocido. Las “democracias liberales occidentales” no son, en absoluto, un modelo perfecto ni universalizable, y en él, además, se observa una gran distancia entre la opinión pública escrutada y las decisiones de los gobiernos.

En Cuba existen mecanismos de participación democrática directa inéditos en el mundo. Algunos ejemplos recientes:

  • Entre 2010 y 2011, el programa integral de cambios económicos (los llamados “Lineamientos de la política económica y social”) fue discutido en 163 mil asambleas, ubicadas en centros de trabajo, de estudio y en las comunidades. Tomó parte la inmensa mayoría de la población, que modificó el 68% de la propuesta inicial. Nadie impuso un “paquetazo” económico en Cuba sin previo aviso, y las reformas llegaron con un amplísimo nivel de consenso popular.
  • En 2016, este mismo proceso participativo discutió el Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social hasta 2030.
  • En 2018, la Reforma Constitucional fue debatida también, durante tres meses, en más de 130 mil asambleas.

Esta discusión pública en Cuba se ha desarrollado, paradójicamente, en el peor de los escenarios para el desarrollo de la democracia: el cerco político y el bloqueo a su economía por parte de una superpotencia. Es el desafío de “hacer un parlamento dentro de una trinchera”, como dijera el poeta cubano Cintio Vitier.

Por otro lado, ¿la clase política de EE.UU. puede dar lecciones de democracia a Cuba, cuando allí el poder está en mano de dos partidos que desarrollan en esencia las mismas políticas, cuya base común es la ideología liberal capitalista y la defensa de los intereses imperiales estadounidenses, y a los que apenas les diferencian matices de método? A día de hoy, dos militantes del PCC pueden tener mayor disparidad de criterio y de pensamiento que la existente entre alguien del Partido Republicano y del Demócrata de EE.UU.

Aunque los medios internacionales lo silenciaron, en el proceso de diálogo entre Cuba y EE.UU., abierto por Barack Obama y Raúl Castro entre los años 2015 y 2016, Cuba sí abordó el tema de los DD.HH., pero -algo verdaderamente inédito- exigió hablar de la situación en ambos países. Allí denunció “la brutalidad y el abuso policial” con patrón racista, “las limitaciones al ejercicio de los derechos labores y libertades sindicales”, “la tortura, las ejecuciones extrajudiciales con uso de drones”, “el espionaje y vigilancia extraterritorial”, y tantas otras violaciones flagrantes de DD.HH. en EE.UU. Pero ¿qué se leyó en los medios? Solo que “EE.UU. exigió a Cuba el respeto a los DD.HH.”.

Las pretendidas lecciones de EE.UU. a Cuba son un auténtico ejercicio de cinismo. Agunos ejemplos son:

  • EE.UU. ha invadido o atacado 149 países en su historia (hasta 2018).
  • Su policía da muerte, de media, a dos personas cada día, la mayoría negras.
  • 125 personas fallecen -también cada día- por no existir un sistema gratuito de salud pública.
  • Los Servicios de Inteligencia practicaron de manera legal la tortura, con métodos como la “alimentación rectal” o el ahogamiento simulado, desde 2001 (ataque a las Torres Gemelas) hasta 2015, año en que el Senado la prohibió. La revista “The New England Journal of Medicine” publicó que profesionales de la medicina, psicología y abogacía a sueldo de la CIA elegían a los presos “aptos” para ser torturados. Algunos ejemplos: un prisionero pasó 266 horas seguidas en una celda del tamaño de un ataúd; a otro se le privó de sueño durante 66 horas seguidas; decenas sufrieron series continuas, durante días, de ahogamientos simulados; muchos otros violencia sexual, o el llamado “walling”, es decir, el lanzamiento de su cuerpo contra un muro. Durante años ha habido un solo lugar en Cuba donde se ha practicado la tortura de manera sistemática: el territorio ilegalmente ocupado por EE.UU. de la Base Naval de Guantánamo.
  • Según World Prison Brief, organización no gubernamental (ONG) dependiente de la Universidad de Londres, EE.UU. es el país del mundo con más personas en prisión, en torno a 2.200.000 (655 por cada 100.000 habitantes). De ellas, casi 50.000 están condenadas a cadena perpetua.
  • En 44 de sus 50 estados se aplica el régimen de aislamiento hasta 23 horas al día. 80.000 personas se encuentran hoy en esa situación. El militante de las Panteras Negras, Albert Woodfox, estuvo 43 años en aislamiento, hasta su puesta en libertad en 2016.

Derechos sociales, económicos y culturales

En relación a la Segunda Generación de DD.HH., es decir, los derechos económicos, sociales y culturales, existe un cierto consenso extendido de que Cuba sí destaca en positivo. Agunos ejemplos son:

  • El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), en varios de sus informes -entre ellos "Progreso para la Infancia" y “Estado Mundial de la Infancia 2014”- indica que Cuba es el único país sin desnutrición infantil severa de América Latina. En contraste, en Guatemala la mitad de menores de cinco años padece desnutrición crónica. En Colombia, según el propio Instituto Nacional de Salud, cada 33 horas, se produce una muerte por desnutrición (dato de 2017).
  • En Cuba no existen “niñas y niños de la calle” o cifras significativas de “trabajo infantil”. Solo en México, rico país petrolero, hay 3,6 millones de menores que trabajan, casi la mitad sin recibir ingresos.
  • La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), en informes como “El Estado de la Inseguridad Alimentaria en el Mundo 2014”, asigna a Cuba el menor grado de subnutrición posible en su estadística, el de “menos del 5%” de la población. En contraste, el 51,8% de la población de Haití padece de subnutrición, el 14,7% de la República Dominicana, el 14,3% de Guatemala o el 12,1% de Honduras.
  • Según la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), Cuba es el único país de América Latina y el Caribe que cumplió el 100% de los objetivos de la Educación para Todos 2015.
  • Hasta el Banco Mundial reconoce que Cuba es el país del mundo que más invierte, hoy en día, en educación: el 12,9% de su Producto Interno Bruto (PIB). Timor Leste y Dinamarca fueron los que más se aproximaron con un 11,3 y un 8,7 por ciento del PIB, respectivamente.
  • Atendiendo al Índice de Desarrollo Humano de 2016 del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) -que mide ingresos, esperanza de vida y nivel de educación-, Cuba figura en el puesto 68 del mundo, dentro del bloque de Países de Desarrollo Humano Alto.
  • En el informe de Save the Children ‘El Estado Mundial de las Madres 2015: la desventaja urbana”, Cuba fue el segundo de América Latina -tras Argentina- más favorable para la maternidad.
  • Cuba tiene la menor cifra de mortalidad infantil de América (4,0 por cada mil bebés nacidos en 2017), inferior a la de Canadá y EE.UU. La mortalidad infantil es cinco veces inferior al promedio de Latinoamérica que, con los resultados de Cuba, salvaría anualmente a casi 300.000 niños y niñas.
  • Cuba fue la primera nación del mundo en eliminar la trasmisión materno-infantil del VIH-SIDA, hecho presentado en acto público por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 2015.
  • Cuba tiene el mayor porcentaje mundial de médicas y médicos por cada mil habitantes: 7,52 (dato de 2014). Sería de 5,4 -también un indicador record- si se restasen 25.000 que se encuentran como cooperantes en el exterior (la mitad de todo el personal sanitario cooperante cubano, compuesto también por otras especialidades).
  • Según el Informe Global de Homicidios 2013 de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), Cuba es el segundo país de su región, tras Chile, con menor tasa de homicidios per cápita, 4,2 por cada 100.000 habitantes.
  • En Cuba la educación es totalmente gratuita, incluida la universitaria. También son gratuitos los libros y las residencias.
  • El derecho a la educación se garantiza también en las zonas rurales y de montaña, donde existen 200 escuelas con sólo un alumno o alumna.
  • En la Isla existe una avanzada industria médico-farmacéutica de carácter público que ofrece a su población y al mundo medicamentos únicos, como varias vacunas contra diferentes tipos de cáncer.

Derechos humanos de Tercera Generación

Abordemos los DD.HH.. de Tercera Generación. Al hablar, por ejemplo, de la Cooperación internacional, Cuba encabeza la llamada Cooperación Sur-Sur a nivel mundial.

  • Cuba destina, según la investigación “Ayuda oficial al desarrollo de Cuba en el mundo”, del economista guatemalteco Henry Morales, el 6,6% de su PIB para programas de cooperación solidaria internacional, mientras que el promedio de los países europeos es del 0,39%, y el de EE.UU. el 0,17%.
  • Según esta fuente, de toda la ayuda oficial al desarrollo neta en salud, a nivel mundial, Cuba es el mejor donante, con el 31,2% del total.
  • No existe país en el mundo que ubique casi 50.000 profesionales de diferentes especialidades sanitarias en 66 naciones del llamado Tercer Mundo. En 40 de esos países, los más pobres, Cuba asume todos los gastos de los programas de ayuda. Solo en los otros 26 -en naciones con más recursos, como Venezuela, Brasil o Sudáfrica- existe una contraprestación económica que sirve para autofinanciar el sistema de salud de Cuba.
  • Solo en Venezuela, la cooperación médica cubana salvó 1,5 millones de vidas en 12 años (2003-2015).
  • El programa “Yo sí puedo” y la asesoría pedagógica de Cuba han conseguido alfabetizar a 10 millones de personas (hasta 2016) en 130 estados del mundo. También en países “desarrollados” (ciudad de Sevilla, Australia y Nueva Zelanda).
  • El Contingente Internacional de Médicos Especializados en el Enfrentamiento de Desastres y Graves Epidemias “Henry Revé”, que recibió en 2017 el premio Dr. Lee Jong-Wook de Salud Pública de la OMS, ha atendido a más de 3,5 millones de personas en 21 países, desde su creación en septiembre de 2005, y ha salvado al menos 80.000 vidas. Esta brigada cubana fue creada para ofrecer ayuda a personas damnificadas en EE.UU. por el huracán Katrina, pero fue rechazada por el entonces presidente George W. Bush.
  • En 2014, para frenar la epidemia de ébola en África Occidental, el entonces Secretario General de Naciones Unidas, Ban Ki Moon, telefoneó a cinco mandatarios mundiales, cuatro de grandes potencias con responsabilidad histórica en la colonización de África -EE.UU., Francia, Reino Unido y el Consejo Europeo-, y -algo sorprendente- al presidente de un pequeño país del Sur, Cuba. Fue la primera nación en enviar cooperantes, un total de 256, y su participación fue clave en el control de la epidemia.
  • Más de 4 millones de personas sin recursos de 31 países -que hoy estarían ciegas por ser pobres- fueron operadas gratuitamente de enfermedades de la visión entre 2005 y 2015, gracias a la llamada Operación Milagro, un programa de solidaridad de Cuba y Venezuela que abarca una red de 49 centros oftalmológicos.

En relación a los derechos medioambientales, también en esta tercera familia de DD.HH., Cuba es uno de los pocos países del mundo que pueden ser considerados “sostenibles” ecológica y socialmente. En 2006, la organización internacional conservacionista World Wildlife Fund (WWF), conocida como ADENA en territorio español), colocaba a Cuba como el único país del mundo "con desarrollo sostenible". Sostenible ecológicamente, porque su “huella ecológica” (la energía y los recursos que se consumen por persona en cada país) es de 1,8 hectáreas por habitante, exactamente el límite de la biocapacidad del planeta (el terreno para satisfacer todas las necesidades por habitante/año), mientras la media mundial sobrepasa el límite de 2,7 hectáreas por habitante, la huella ecológica de EE.UU. es 9,4 y la de España 5,7. Y sostenible socialmente, porque Cuba tiene un alto nivel de desarrollo, medido por el nivel de alfabetización total y la esperanza de vida. Ya el Footprint Network, otra organización internacional centrada en medir la huella ecológica, había destacado años antes el ejemplo de Cuba.

3. ¿Es una dictadura, no hay elecciones?

¿Es democrático un solo modelo de democracia?

El consenso mediático dominante asocia “democracia” y “elecciones” a los modelos europeos o norteamericanos, únicos a los que otorga legitimidad. Por eso se repite que en Cuba “no hay democracia”, incluso que “no hay elecciones”.

En Cuba sí hay elecciones, que son de dos tipos: cada dos años y medio se eligen delegadas y delegados a las Asambleas Municipales, y cada cinco se realizan tanto elecciones provinciales como generales, es decir, de diputados y diputadas de la Asamblea Nacional (parlamento).

El voto en Cuba es universal, secreto y, a diferencia de numerosos países de América Latina, es voluntario, no obligatorio. La edad mínima de voto es de 16 años. Todas las personas electoras tienen el derecho a ser elegidas como delegadas si han cumplido los 16 años, y como diputadas si han cumplido 18.

En Cuba las candidaturas no son propuestas por estructuras de partido sino por asambleas en el vecindario. Es cierto que en Cuba existe un Partido único, el Partido Comunista de Cuba, por decisión del pueblo cubano en referéndum constitucional. Pero el PCC no interviene en el proceso electoral ni propone candidaturas. De hecho, existen personas electas que son militantes y otras que no.

Cualquier persona puede proponerse a sí misma o a otra en las asambleas de nominación de candidaturas. Mientras en las elecciones que dicen ser “democráticas” las listas electorales son producto de acuerdos en las direcciones de partido e integran a personas desconocidas por la mayoría del electorado, en Cuba las candidaturas salen de decenas de miles de asambleas públicas en todos los barrios del país.

En Cuba, para garantizar la más estricta igualdad de oportunidades, está prohibida cualquier propaganda electoral. Las comisiones electorales colocan una fotografía y la biografía de cada candidatura en lugares de afluencia de la población, siendo la única información pública dirigida al electorado.

El voto es absolutamente secreto. Los lugares de votación no están vigilados por ninguna fuerza de orden público, y las urnas son custodiadas por escolares de enseñanza primaria. El recuento se realiza de forma pública, y puede ser observado por cualquier persona, cubana o extranjera.

Ninguna persona electa, de cualquier nivel, recibe salario o dieta por su condición de representante público. Como norma, no son profesionales de la política, aunque quienes deban dedicarse a tiempo completo a la actividad pública pueden obtener la liberación de su trabajo, mientras siguen recibiendo su salario habitual.

Estas personas deben rendir cuentas a su electorado dos veces al año, en asambleas de la comunidad, donde se plantean todo tipo de aportaciones y críticas. Y son revocables por la ciudadanía en cualquier momento. La experiencia de las delegadas y delegados de circunscripción, prácticamente única en el mundo, es uno de los pilares del sistema de democracia socialista de Cuba.

¿Puede participar la “disidencia” en las elecciones?

A las elecciones también pueden presentarse representantes de la llamada “disidencia”. El requisito, según la Ley Electoral, es contar con el apoyo de su vecindario y -por supuesto- ganar en la votación. Por ejemplo, en las elecciones municipales de 2015 consiguieron ser postulados dos “disidentes” en La Habana, Hildebrando Chaviano y Yuniel López, que luego perdieron las elecciones de manera contundente. En los comicios de noviembre de 2017, organizaciones de la “disidencia” presentaron hasta 170 candidaturas en diferentes municipios, en una operación asesorada por el Instituto Republicano Internacional y el Instituto Nacional Demócrata de EE.UU. Pero las asambleas barriales no eligieron a una sola de ellas.

La “disidencia” y la ultraderecha cubanoamericana de Miami apuestan por el llamado “voto de protesta” en Cuba, en forma de abstención, voto en blanco o voto nulo. En las elecciones generales de marzo de 2018, la participación fue del 85,65%, con 4,32% (3,70% del total) de voto blanco y 1,26% (1,07% del censo) nulo. Aceptando que estas tres formas sean realmente un “voto de protesta”, este nunca ha superado el 19% del censo.

Se afirma en los medios hegemónicos que en las elecciones cubanas no se puede poner en juego “el sistema socialista” del país. Cabría preguntarse si, en los comicios estándar de EE.UU. o Europa, la ciudadanía tiene posibilidad real de elegir otro orden legal, social y económico diferente al sistema capitalista, donde un poderosísimo aparato político, legal, económico, militar y, sobre todo, mediático, lo impide. Un ejemplo extremo se encuentra en EE.UU., donde la elección es entre dos partidos con la misma ideología liberal-capitalista y de orientación imperialista, diferenciados solo en aspectos muy concretos de las libertades civiles.

Paridad, juventud y procesos de participación

Uno de los datos que contrastan con la realidad de las “democracias estándar” es que el Parlamento cubano ha conseguido la paridad entre hombres y mujeres, sin necesidad de cuotas por ley, con un 53,22% de puestos ocupados por mujeres, colocándose como el segundo legislativo a nivel mundial en número de mujeres diputadas.

Otro, que el promedio de edad en la Asamblea Nacional de Cuba es de 49 años, y jóvenes entre 18 y 35 años son el 13,2% de los cargos, algo que destruye el mito mediático de la supuesta “gerontocracia” cubana. La población negra o mestiza ocupa el 40,66% de los escaños; y el parlamento -lejos del elitismo de otros países- acoge un completo arco iris social conformado por artistas, campesinas, estudiantes, obreros, científicas o deportistas.

Además, para entender el modelo electoral de Cuba y no aplicar comparaciones mecánicas con el de otras sociedades, es necesario tomar en cuenta dos elementos clave: la composición socio-clasista del país, radicalmente distinta a la de las polarizadas sociedades capitalistas de su entorno; y la guerra y el bloqueo económico impuesto al país por la mayor potencia del mundo, elemento condicionante número uno para una hipotética ampliación de los espacios políticos y sociales en la Isla.

Finalmente, debemos recordar que en Cuba hay formas de participación política inexistentes en países supuestamente “democráticos”. Como se ha mencionado anteriormente, la Reforma Constitucional (2018), el Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social hasta 2030 (2016) o los Lineamientos de la Política Económica y Social (2010-2011) fueron discutidos, mediante asambleas abiertas, por millones de personas en todo el país. En otros lugares del mundo, en contraste, la población es apartada de las decisiones que afectan realmente a su vida, y que son tomadas por cúpulas empresariales, profesionales de la política y gigantes de la información.

4. ¿Hay “presas y presos políticos” y represión a la “disidencia”?

¿Prisioneros y prisioneras “de conciencia”?

Según Amnistía Internacional (AI), organización que los grandes medios presentan como supuesto “juez independiente” sobre DD.HH.:

  • “Presas y presos de conciencia” son aquellas personas encarceladas por motivos políticos que no han usado la violencia. En los últimos años, AI apenas ha denunciado la existencia de prisioneros y prisioneras “de conciencia” en Cuba. Según el criterio -muy discutible- de AI, el “marcador” de “presas y presos de conciencia” en Cuba habría variado -según el momento- entre cero y dos personas en esta situación.
  • “Presos y presas políticas” o “de motivación política” son aquellas personas encarceladas “cuya causa contiene un elemento político significativo”, hayan o no usado la violencia. Utilizando esta definición, tanto en EE.UU. como en el Estado español (datos de 2017) habría más de 500 presas y presos políticos, de orígenes ideológicos disímiles, incluso contrarios. En contraste, en Cuba serían no más de 60. Pero los grandes medios aplican su habitual doble rasero: dichas personas son calificadas como “terroristas” si están en EE.UU. o España, pero son “presas políticas” si están encarceladas en Cuba.

En muchas ocasiones, la prensa dominante global actúa, sin ambages, como apoyo propagandístico de las tesis del Gobierno de EE.UU. Un ejemplo fue la rueda de prensa entre Barack Obama y Raúl Castro, en marzo de 2016, en La Habana. Un periodista de la CNN -en una pregunta que había pactado con la Casa Blanca- preguntó a Raúl por los “prisioneros políticos” en Cuba. La noticia, ya prefabricada, recorrió el mundo: “Raúl Castro niega con descaro la existencia de presos políticos”, titularon. La prueba de que el entonces presidente cubano “mentía” estaba también preparada y fue convertida, asimismo, en noticia al día siguiente: la “disidencia” cubana, a través de la llamada “Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional” (CCDHRN), dirigida por Elizardo Sánchez Santa Cruz, presentó una lista de 93 presos y presas políticas. Pero, ¿se molestaron los medios en analizar qué personas aparecían en aquella lista? Un análisis pormenorizado muestra que:

  • De las 93, once ni siquiera estaban presas. Habían salido de la cárcel en el año 2010, mediante un acuerdo entre Cuba, España y la Iglesia Católica, y se les aplicó entonces una “licencia extrapenal”. Vivían tranquilamente en sus casas, y diez de las once habían viajado ya fuera del país para participar en actos contra el Gobierno cubano, y regresado a Cuba sin problema alguno.
  • Otras siete fueron condenadas exclusivamente por delitos de tipo “común”, como hurto, venta ilegal o por negarse a pagar multas.
  • Cinco más fueron condenadas por espionaje y revelación de secretos de estado.
  • Otras 61 estaban en prisión por el uso de la violencia en diferentes grados. Secuestro de embarcaciones o de aviones, rebelión e infiltración armada desde EE.UU., sabotaje, motín militar, atentado, amenazas, posesión ilegal de armas, desórdenes públicos y daños, son algunos de los delitos.
  • De toda la lista de 93, solo quedaban 9 personas con delito de “desacato”, la mayoría aún sin sentencia en aquel momento, de las que no se aportaba información fiable para extraer conclusión alguna.

Ejemplos de estos 93 “presos políticos” en Cuba son algunos terroristas con gravísimos delitos de sangre: Raúl Ernesto Cruz León y Otto René Rodríguez Llerena, mercenarios salvadoreños que asesinaron en un hotel de La Habana, mediante la explosión de una bomba, al turista italiano Fabio Di Celmo en 1997; Elías Pérez Bocourt, que en 1992, para robar un yate y emigrar a EE.UU., asesinó a tiros a cuatro vigilantes; Miguel Díaz Bouza, Humberto Eladio Real Suárez y Armando Sosa Fortuna, integrantes de un comando procedente de Miami que, en 1994, asesinó a un joven pescador en el Cayo Santa María; o, Karel de Miranda Rubio, Alain Forbes Lamoru, Rider Lescay Veloz, Leandro Cerezo Sirut y Yoan Torres, exmilitares que, en 2007, asesinaron a tiros a dos rehenes en el intento de secuestrar un avión. En la lista, además de éstos, aparecen varias decenas de integrantes de comandos de ultraderecha que cometieron numerosos atentados en la Isla.

Hace años, el Centro Olof Palme de Estocolmo rechazó los informes de Elizardo Sánchez Santa Cruz y la CCDHRN, por sus numerosas trampas y mentiras. Por ejemplo, en la lista de presas y presos del 2011, incluyó una serie de nombres inventados, como los de varias integrantes del equipo de voleibol de Perú, el de un futbolista boliviano, e incluso el de un pintor español del siglo XVIII.

La CCDHRN es financiada por Washington, tal como se lee en un cable de 2008 revelado por Wikileaks. Estos fondos le llegan por diferentes vías. Una es el llamado Observatorio Cubano de Derechos Humanos, con sede en Madrid que, a su vez, recibe los fondos de la National Endowment for Democracy (NED), fundación paraestatal con asignación oficial del Gobierno de EE.UU.

Por otro lado, ¿por qué en la citada rueda de prensa ningún periodista preguntó a Obama por las más de 500 personas encarceladas por motivos políticos en EE.UU., algunas de ellas claramente “presas de “conciencia”? ¿Por qué no preguntaron por la persecución a Julian Assange, fundador de Wikileaks, cuyo crimen fue informar al mundo sobre tantos crímenes de estado de EE.UU.?

¿Disidentes o grupos mercenarios?

Un acuerdo, en 2010, entre Cuba, España -con el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero- y la Iglesia Católica cubana, excarceló a más de cien personas vinculadas a la llamada “disidencia”, que fueron centro de una gran operación de propaganda contra La Habana por parte de los grandes medios y partidos políticos españoles.

Con aquel acuerdo, el Gobierno de Madrid les ofreció vivienda y subsidios para residir en territorio español durante 18 meses. Después, quedaron en total desamparo: algunas llegaron a vivir en las calles, otras solicitaron su regreso a Cuba. Pero, ¿por qué estuvieron presas en la Isla?; ¿por qué se encarceló a 75 personas en el año 2003?

Ninguna estaba en prisión por expresar opiniones, sino por lo que sanciona cualquier estado del mundo: recibir fondos de una potencia enemiga. Se les aplicó la Ley 88 (ley de “Protección de la Independencia Nacional y de la Economía de Cuba”), adoptada en 1999 en respuesta a la multiplicación de fondos de EE.UU. para la “disidencia”, y que sanciona con penas de cuatro a diez años de cárcel dicho financiamiento ilegal. Un ejemplo es el del periodista y escritor Raúl Rivero, que hoy trabaja para la prensa corporativa española: Rivero recibía sus fondos, a través de tarjetas Transcard, de Cubanet, un proyecto informativo creado y financiado por el Gobierno de EE.UU. Presentado como un “periodista independiente”, realmente ejerció durante años como redactor dependiente de la Casa Blanca.

En EE.UU., el párrafo 953 de su Código Penal, conocido como la Ley Logan, estipula que a quien “mantenga (…) correspondencia o relación con un gobierno extranjero (…), con la intención de influir en las medidas o la conducta de un gobierno extranjero (…), respecto a un conflicto o una controversia con EE.UU.” se le puede condenar a tres años de cárcel. Con una ley así, en Cuba habría cientos de personas en prisión: es el caso de las dirigentes de las “Damas de Blanco”, que realizan un intenso ejercicio de lobby en EE.UU. para endurecer el bloqueo a su país. El párrafo 954 prevé diez años de cárcel para quien emita “falsas declaraciones” con el objetivo de atentar contra los intereses de EE.UU. en sus relaciones con otra nación. El párrafo 2385 prevé una pena de veinte años para quien preconice el derrocamiento del gobierno o del orden establecido.

El Código Penal español de 1995, en su artículo 592, impone de cuatro a ocho años a quienes, “con el fin de perjudicar la autoridad del Estado o comprometer la dignidad o los intereses vitales de España, mantuvieran relaciones de inteligencia o relación de cualquier género con gobiernos extranjeros, con sus agentes o con grupos, organismos o asociaciones internacionales o extranjeras”. El Artículo 589, de uno a tres años de prisión para quien “publicare o ejecutare en España cualquier orden, disposición o documento de un gobierno extranjero que atente contra la independencia o seguridad del Estado, se oponga a la observancia de sus Leyes o provoque su incumplimiento”. Las dirigentes de las “Damas de Blanco”, en el Estado español, estarían, todas, en la cárcel.

Amnistía Internacional, ¿juez independiente?

Aunque AI no reconoce -salvo en periodos puntuales de muy corta duración- la existencia de presos o presas de conciencia en Cuba, es necesario señalar que sus informes sobre la Isla adolecen de una parcialidad que, en los últimos años, ha minado completamente su credibilidad. Hay que tener presente que los “grupos disidentes” cubanos son apadrinados y financiados por el Gobierno de EEUU. Y algunos de ellos, como las “Damas de Blanco”, Cubalex o la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional, son los que aportan la información con la que, después, AI elabora sus informes sobre la Isla.

Esta vinculación directa de sus fuentes con la potencia que impone el bloqueo total a Cuba, no supone para AI, al parecer, ningún conflicto de intereses: “las defensoras y defensores de DD.HH. que reciben financiación extranjera, especialmente estadounidense, son estigmatizados” en Cuba, donde “las limitaciones a la financiación extranjera son contrarias al derecho de asociación”, escribía AI, en tono de justificación, en su informe de 2017.

En los últimos años, el Congreso de EE.UU. ha aprobado entre 20 y 30 millones de dólares anuales para la “disidencia” cubana, lo que convierte a estos grupos minoritarios en una oposición artificial que, además, carece de la más mínima implantación social y provoca el rechazo más absoluto en la población.

¿Represión?

Pelotazos de goma, palizas, chorros de agua, porrazos en la cara…: ¿dónde y cuándo se han visto en Cuba métodos tan habituales en la actuación policial en los países llamados “democráticos”? Leer titulares de prensa sobre “brutalidad policial” o “represión” en Cuba, acompañados de imágenes de la policía cubana retirando de la vía pública, sin violencia alguna, a las llamadas “Damas de Blanco”, parece una broma de mal gusto.

En Colombia se siguen asesinando, cada año, más de cien líderes sociales y defensores y defensoras de DD.HH.; 322 desde 2016 hasta julio de 2018, según datos de la propia Defensoría del Pueblo de Colombia. En Honduras, 123 activistas medioambientales fueron asesinados entre 2010 y 2017, según la organización Global Witness. Escenarios similares se han vivido en México y otros países de la región.

Mientras, en Cuba, nadie de la mediática “disidencia”, financiada desde el Gobierno de EE.UU., ve peligrar su vida o su integridad física. Cuán distinta, sin duda, la militancia de quienes se juegan la vida en Colombia con la de las llamadas “Damas de Blanco” de Cuba. Recordemos el modus operandi de estas últimas durante los últimos años. Algunos domingos, marchan por la calle Quinta Avenida del Municipio habanero de Playa, para lo que cuentan con permiso gubernamental. Tras esta “acción de protesta”, cada participante recibe un estipendio de entre 15 y 30 dólares, procedente de las organizaciones de Miami que canalizan los más de 20 millones que aprueba cada año el Congreso de EE.UU. “para programas de democracia en Cuba”. Cuando se acerca un acontecimiento importante -por ejemplo, la visita de una delegación internacional-, las “Damas” convocan a los medios extranjeros acreditados y provocan un arresto: por ejemplo, realizando una sentada en la vía pública y cortando el tráfico. Ante decenas de cámaras y periodistas, generalmente más que manifestantes, y rodeadas de vecinas y vecinos que las increpan y tildan de “mercenarias”, son retiradas por la policía, sin ser golpeadas, que les toma declaración y las pone en libertad al de unas horas. No pocos de esos medios corporativos inventan después una represión y una violencia que no existen.

Las “Damas de Blanco” apoyan el bloqueo económico, financiero y comercial a su país. Están alineadas con las corrientes más extremistas de la ultraderecha cubanoamericana de Miami, que las financia y apadrina. Se opusieron a la política de acercamiento a Cuba de Barack Obama y realizan un permanente trabajo de lobby para endurecer las sanciones a su país. Han apoyado de manera abierta la violencia opositora en Venezuela, y el golpe de estado en Honduras de 2009, por ejemplo. Además, su dirigencia está acusada, por antiguas integrantes del grupo, de robo de recursos y enriquecimiento personal ilícito.

Por último, mencionar otro de los tópicos mediáticos sobre Cuba: el supuesto “control policial” que existe en la Isla que, sin duda, debería ser comparado con el efectivo “marcaje” a la ciudadanía por parte de cuerpos privados y públicos de seguridad, en tantos países del mundo. Hay medios que llegan al ridículo al señalar, como forma de control social, la existencia de “cámaras de vigilancia” en las calles de la capital, las mismas que -multiplicadas por mil- existen en tantas ciudades del “mundo libre”.

5. ¿No hay libertad de prensa?

Los filtros de la “libertad de prensa”

La pregunta parte de un falso presupuesto, según el cual en los países con “democracias de mercado” sí existe auténtica libertad de prensa, mientras en Cuba no. Pero, ¿hay libertad de prensa en los citados países, donde los medios son propiedad de grandes empresas que realizan una selección estricta de aquellas informaciones y opiniones que no atenten contra sus intereses?; ¿existe libertad de prensa en países como México, donde han asesinado a 342 periodistas en los últimos 10 años?

La libertad de prensa y la propiedad de los medios por parte del Capital son incompatibles. Noam Chomsky y Edward S. Herman hablaron en su ensayo “Los guardianes de la libertad” (“Manufacturing Consent: The Political Economy of the Mass Media, 1988) de los filtros de la prensa corporativa, verdadero instrumento de propaganda, creación de consensos y, también, de censura, al servicio del sistema. Los tres filtros principales son:

  • La propiedad: los medios en un país capitalista son, en su inmensa mayoría, privados. Su accionariado pertenece a grandes capitales (fondos de inversión, bancos, constructoras, eléctricas,...) y reproducen, en esta medida, la ideología que responde a sus intereses, es decir, la liberal-capitalista. Los medios defienden, por tanto, los intereses de una élite económica. Información y opiniones contrarias al sistema son apartadas, censuradas o reservadas a un espacio marginal. Este espacio marginal es presentado, de manera cínica, como prueba de la existencia de espacios para la “pluralidad” y la “libertad de expresión”.
  • Las fuentes de información: la información internacional procede de un pequeño grupo de agencias de noticias -la mayoría de capital privado, otras con control gubernamental-, ubicadas todas en grandes potencias, con una visión del mundo acorde a los intereses de dichas potencias. Estas agencias censuran en origen otras visiones alternativas. Porque solo existe una versión: la que respalda los intereses geoestratégicos de las potencias occidentales y de la OTAN.
  • La publicidad: los medios viven de la publicidad, principalmente de grandes empresas que rechazan contratar espacios en una prensa que publique informaciones molestas o perjudiciales para sus proyectos, imagen e intereses.

Hablemos del peligro de ejercer el periodismo en el mundo. Repasemos los datos de asesinatos de periodistas en los países supuestamente “democráticos” y con “libertad de prensa” de la región. Con indicadores similares a los que aporta Reporteros sin Fronteras -una ONG sostenida por grandes medios corporativos, compañías transnacionales, que ha sido financiada por el Gobierno de EE.UU., por la Unión Europea (U.E.), incluso por empresas de armamento-, los informes de la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP) -una organización verdaderamente independiente- constatan que en 2017 hubo 47 asesinatos de periodistas en América Latina, 26 de ellos en México, líder del ranking. En los últimos 10 años, en América Latina hubo 401 asesinatos. En Cuba el último periodista asesinado fue el ecuatoriano Carlos Bastidas Argüello, en 1958, durante la dictadura de Fulgencio Batista.

Por otro lado, dentro de los medios de comunicación privados, supuestos garantes y adalides de la libertad, existe un grado bajísimo de sindicalización, a pesar de que las condiciones laborales del sector -en muchos casos- son sumamente precarias. Pero, ¿cómo es que nunca se leen noticias y reportajes sobre conflictos o reivindicaciones laborales en este sector, ni siquiera en medios competidores o -supuestamente- antagónicos? Los grandes medios corporativos se cubren mutuamente sus vergüenzas internas, actuando como una verdadera mafia empresarial.

¿Condenas por ejercer el periodismo o por otros motivos?

En Cuba no hay periodistas que hayan recibido condena por el ejercicio de su profesión. En 2003, los medios corporativos denunciaron el encarcelamiento de “periodistas independientes” en La Habana. Lo que no explicaron es que las 75 personas detenidas y condenadas no lo fueron por sus opiniones, por su actividad política o por la publicación de sus textos, sino por la recepción de fondos de una potencia enemiga, en aplicación de leyes que existen en casi todos los países del mundo (leer apartado “¿Disidentes o grupos mercenarios?”).

Un ejemplo es el de la famosa “ciberperiodista” Yoani Sánchez. Realiza trabajos para importantes medios internacionales, como El País o El Nuevo Herald, y estuvo varios años en la nómina de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), patronal de los medios privados en América Latina. Es respaldada y financiada por organizaciones políticas, empresas, medios y gobiernos de todo el mundo, que han tratado, con poco éxito, de construir un perfil de influencer dirigido a la juventud de la Isla. Sánchez vive tranquilamente en La Habana y viaja al exterior con absoluta normalidad. En contraste, periodistas que generan incomodidad a los gobiernos o las grandes empresas se juegan la vida o la libertad en países del entorno que son avalados como “democráticos” en la prensa corporativa. Dos ejemplos entre muchos: en Honduras, en 2016, el periodista David Romero fue condenado por injurias a 8 años de cárcel, tras denunciar un caso de corrupción de 350 millones de dólares en el seguro social de su país. En el mismo año, otro periodista hondureño, Ricardo Ellner, fue amenazado de muerte -con “cortarle la lengua”- por sus crónicas de denuncia sobre la élite militar y gubernamental. Pero para la SIP y los grandes medios internacionales es en Cuba donde la libertad de prensa está más “amenazada”.

El “tema Cuba” en los medios: termómetro de la libertad de prensa

Y en el Estado español... ¿no hay censura de prensa? El “tema Cuba” es un buen termómetro. A las entrevistas o tertulias sobre Cuba, ¿cuántas personas que opinan a favor de la Revolución son invitadas, a pesar de que existe un Movimiento de Solidaridad con Cuba bien organizado que agrupa a miles de personas? Una entre decenas. ¿Y los artículos de opinión sobre Cuba? Todos, casi sin excepción, condenan el sistema de la Isla y aplican su retahíla de términos despectivos: “régimen”, dictadura, etc. ¿Qué le ocurrió al actor Willy Toledo por opinar, en 2010, en favor de la Revolución cubana? Fue objeto de una campaña brutal contra su persona en todos los grandes medios, y desde entonces sufre un veto laboral en los principales canales de televisión: fue lapidado mediática, moral y profesionalmente.

En los géneros de información (noticias, reportajes, etc.) ocurre otro tanto de lo mismo. La mayoría de materiales incluye condenas explícitas al Gobierno de Cuba y reproducen las posiciones de EE.UU. y la U.E. sobre la Isla. En los grandes medios españoles se realiza un seguimiento informativo al detalle de los problemas económicos y sociales de Cuba que, aun cuando puedan ser reales, no admiten comparación con los verdaderos dramas humanos (hambre, represión, analfabetismo, violencia organizada...) existentes en otros países de la región que, sin embargo, apenas generan noticias.

Para dar un apoyo supuestamente “objetivo” a los mensajes contra Cuba, los medios emplean a menudo la figura de “analista experta” en información internacional. La inmensa mayoría de estas personas pertenece a think tanks, centros de estudios, universidades o redacciones de otros medios, con una línea política claramente posicionada en contra de la Revolución cubana. Al margen de matices, reproducen el mismo discurso único. Si los medios dicen ser “plurales”, ¿por qué casi nunca invitan como “analistas expertas” a personas, formadas y conocedoras de la realidad cubana, que forman parte de alguna de las casi cien asociaciones de solidaridad con Cuba del Estado español? Quizás porque en el sistema mediático corporativo la pluralidad y la neutralidad son conceptos puramente cosméticos.

Cambios en la prensa cubana

Es cierto que los medios cubanos deben cambiar. Periodistas de la Isla lo exigen y luchan por ello, desde una crítica propositiva: un ejemplo son los últimos Congresos de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), en 2013 y 2018.

La agresión exterior creó una mentalidad de “plaza sitiada” y configuró una prensa que apartó las sombras de la realidad cubana y ha sido, sin duda, más triunfalista que crítica e investigativa. Una de las quejas del gremio es que las fuentes (empresas, ministerios,...) se cierran a la prensa, informan poco o niegan permisos, lo que ha sido denunciado por el propio Gobierno. Hoy, este panorama está cambiando. Hay más espacios en la televisión para la denuncia de la ciudadanía (por ejemplo el apartado “Cuba dice”, en el Noticiero Nacional de TV); hay secciones de quejas en los diarios nacionales (“Cartas a la Dirección” en Granma, o “Acuse de Recibo” en Juventud Rebelde); y también muchos más artículos de prensa críticos y más reportajes de investigación. Se está ganando en agilidad en el trabajo informativo, ya que -como ha sido señalado por periodistas de prestigio en la Isla- las noticias de alcance han estado llegando al mundo -con su sesgo de manipulación- desde la prensa extranjera. Los medios cubanos, poco a poco, están cambiando. Pero, por supuesto, aún queda mucho por hacer.

Por último, sobre el control que ejercen las autoridades cubanas sobre la prensa extranjera, y al margen de casos puntuales, es necesario denunciar, como algo inaceptable desde la profesión periodística, la actitud de prepotencia neocolonial de no pocas corresponsalías y la manipulación sistemática de la información sobre Cuba. Hay periodistas que han publicado, durante años, numerosos materiales críticos contra el Gobierno cubano, pero con rigor. Y lo siguen haciendo. Pero hay a quienes se ha revocado su credencial tras la publicación sistemática y flagrante de mentiras, todos los días del año, durante años. Cuba está en el derecho de defenderse.

6. ¿Se impide la libertad de expresión y artística?

Arte crítico en Cuba

En la mayoría de países, el arte, el cine, el teatro, son mayoritariamente comerciales y escapistas, acríticos de los problemas de fondo de la sociedad (capitalista). Cine y teatro dependen de capitales privados, bancos, empresas y subvenciones de gobiernos que practican la “censura de mercado” sobre las producciones.

En contraste, el cine y el teatro realizados de Cuba tienen una marcada orientación social y son, en su mayoría, críticos con su realidad. Por citar un ejemplo, en 2014, la única película producida por el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), perteneciente al Ministerio de Cultura, fue “Conducta”; un film que dibuja con crudeza los problemas que atacan a una de las grandes conquistas sociales de la Isla, el sistema educativo; y, lejos de la complacencia, refleja elementos conflictuales (violencia, corrupción y pérdida de valores) en la Cuba de hoy.

Pero el tono realista y crítico de “Conducta” no es ninguna excepción. Por mencionar títulos de producción cubana de las últimas décadas, “Barrio Cuba”, “Páginas del diario de Mauricio”, “Fresa y Chocolate”, “Lista de espera”, "Vestido de novia" o "Fátima o el Parque de la Fraternidad" abordan de manera reflexiva y crítica diferentes aspectos de la realidad social del país.

El espacio para la libertad de creación en Cuba es amplio, pero ineludiblemente se enmarca en la situación de agresión al país durante décadas. La expresión “Dentro de la Revolución todo, contra la Revolución nada” (Fidel Castro, Palabras a Intelectuales, 1961) resume una política cultural que no rechaza la obra de quien critica la realidad, ni de quien prefiere un arte escapista -aclarar que la frase es “contra”, no “fuera de” la Revolución-, sino solo de quien se ubica de manera radical en el espacio de la Contrarrevolución que colabora con la estrategia de EE.UU.

Por otro lado, Cuba es un espacio de oportunidad internacional para la libertad creativa y de expresión. El Estado cubano impulsa espacios para las producciones de cine y teatro reflexivas y transformadoras que, en sus sociedades capitalistas de origen, carecen de oportunidades de exhibición por la mencionada “censura de mercado”: el Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, el Festival de Cine de Gibara, el Festival de Teatro de La Habana, la Escuela de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, etc.

Cuba es un curioso “régimen que vulnera la libertad artística”; invierte más que ningún otro país de la región en educación y en cultura, para llevarla a una población que desde 1961 está completamente alfabetizada. Los precios del cine o de espectáculos públicos (teatro, ballet, música, ópera,...) están sumamente subvencionados y al alcance de cualquier persona. Un ejemplo muy gráfico lo tenemos en la elevada cultura cinéfila de la población;: posiblemente no haya país de América Latina donde mejor se conozca y valore el cine universal, sea éste de orígenes tan dispares como EE.UU., Francia o Irán. “Ser culto para ser libre”, dijo José Martí. Algo bien alejado del culto al escapismo, la frivolidad y el consumismo que se inculca desde los centros de poder cultural en los países capitalistas.

Censura en países que se dicen “libres”

En cuanto a los casos concretos y puntuales de “censura” en Cuba, ¿por qué son de inmediato noticia internacional y escándalo, pero no cuando algo similar ocurre en otros países? En todos los países del mundo existen casos de censura directa de artistas: grupos musicales que son vetados por ciertas instituciones o empresas patrocinadoras, exposiciones que se retiran, etc. Y una censura estructural mucho más implacable: la que ejercen empresas e instituciones encargadas de la programación y contratación, que no admiten obras verdaderamente críticas con el pod er económico (que denuncien a los propios bancos y transnacionales que financian los festivales y las salas de exposición) o con el régimen político (la monarquía, por ejemplo). Los medios -propiedad de grandes capitales- colaboran con esta censura artística. Un ejemplo es el caso mencionado del actor español Willy Toledo que, sometido a un constante linchamiento mediático, lleva años sin rodar películas ni series de televisión.

España es el caso paradigmático de un estado donde -según se asegura en los medios- existe una completa “libertad” artística, de expresión y de acción política. Algunos ejemplos de los años 2017 y 2018 que apuntan más bien a lo contrario son:

  • Los tribunales españoles enviaron a prisión a nueve cargos electos del Gobierno catalán y a dos líderes civiles, por supuestos delitos de “rebelión” y “sedición”.
  • Un informe de la organización Freemuse, de Dinamarca, que fue censurado por los medios corporativos españoles, indica que España fue, en 2017, el estado del mundo en el que más artistas fueron a la cárcel, un total de 13, y el tercero en número de juicios a creadores, solo por detrás de Egipto y Etiopía.
  • El grupo La Insurgencia (sus doce miembros), así como Pablo Hasel y Valtonyc, todos músicos de rap, fueron condenados por sus letras a penas de entre dos y tres años y medio de cárcel.
  • El tuitero vasco Alfred Remírez cumplió un año de prisión por varios mensajes en Twitter.
  • Una jueza prohibió la impresión y comercialización de “Fariña”, un libro sobre el narcotráfico en Galicia.
  • La Feria de Arte Contemporáneo de Madrid retiró una exposición denominada “Presos políticos en la España contemporánea”.
  • Un juez procesó al actor Willy Toledo por un supuesto delito de “escarnio de los dogmas, creencias, ritos o ceremonias" religiosas católicas, tras ciertos comentarios en Facebook.

7. ¿Cuba censura Internet?

Bloqueo de EE.UU. y desarrollo de Internet

Que Cuba es un país aún con baja penetración de Internet es un hecho. Los medios corporativos culpan al Gobierno cubano porque, dicen, no desarrolla la red de redes en función de controlar la información y minimizar la capacidad de movilización en su contra que podrían tener las redes sociales.

Lo que no explican es que el factor número uno de esta baja conectividad es el bloqueo de EE.UU., que durante años ha ralentizado su desarrollo en Cuba. Las consecuencias: la baja conectividad, la carestía del servicio y el retraso tecnológico. Durante años, el Gobierno de EE.UU. impidió a sus empresas -que gestionan la mayoría de los cables de fibra óptica en el Caribe- dar servicio a Cuba, que tuvo que acceder a Internet vía satélite, con un acceso lento y caro.

El cable submarino "ALBA-1", tendido desde Venezuela en 2013, en el que el Estado cubano gastó 70 millones de dólares, mejoró sin duda la conexión; se instalaron entonces las primeras 118 salas públicas de navegación y, al siguiente año, se desarrolló el correo Nauta en teléfonos celulares. Pero el cable “ALBA-1” no resolvió la necesidad de fuertes inversiones en infraestructura interna, en todo el país, para dar el gran salto en la conectividad.

El bloqueo norteamericano afecta al sector de las telecomunicaciones, principalmente en el acceso a la tecnología y a las posibilidades de financiamiento. Los daños económicos en este campo son de unos 68 millones de dólares al año (cifra de 2017). Barack Obama otorgó licencias a las compañías estadounidenses del sector para negociar acuerdos con la estatal Empresa de Telecomunicaciones de Cuba S.A. (ETECSA), lo que supuso una cierta expansión de Internet en la Isla, algo que demuestra la incidencia del bloqueo.

Pero el bloqueo de EE.UU. no solo afecta a la conectividad. También impide el acceso a numerosos servicios de compañías como Google. “Lo sentimos, pero este servicio no está disponible para su país”, es la frase que aparece cuando se intentan descargar, desde Cuba, algunas aplicaciones como Google Earth o Google Desktop Search. El fallecido escritor uruguayo Eduardo Galeano, en una visita a La Habana, lo narraba: “Intentando heroicamente conectarme a Internet en el hotel (de La Habana) en que estoy, me he topado con ese cartelito que dice ‘You want to enter from a forbidden country’, ‘Usted quiere entrar desde un país prohibido’. Y yo pensé: qué orgulloso estoy de ser casi compatriota de los habitantes de ese país prohibido”.

Avances en los últimos años

Cuba ha avanzado algo más en los últimos años, pero siempre con la estrategia de comenzar primero por el acceso colectivo a la red, para después desarrollar el uso individual. A mediados de 2018 había 1.600 sitios públicos de acceso a Internet, mil de los cuales eran zonas WiFi.

El uso de Internet aún es muy caro en relación al poder adquisitivo medio de la población, aunque las tarifas han ido reduciéndose; si en 2013 ETECSA cobraba 4,5 CUC (equivalente al dólar) por hora de conexión, en 2018 el precio era de 1 CUC. La citada compañía enfatiza que la mejora de las capacidades técnicas irá abaratando paulatinamente las tarifas.

En 2015, el porcentaje de personas que usaba Internet en Cuba era del 28%, y esta cifra no ha parado de incrementarse desde entonces. En 2016 comenzaron las pueblas piloto de Nauta Hogar, el servicio de Internet en las viviendas, que en 2018 alcanzó las 50 mil personas abonadas, un número aún modesto, pero que es el punto de partida hacia la extensión de la red a los hogares.

Todos estos esfuerzos del Estado cubano prueban su apuesta por Internet, y desmienten los mensajes mediáticos. Tampoco parece que tenga sentido que beque a casi cinco mil estudiantes en la Universidad de Ciencias Informáticas, si lo que pretende es obstaculizar el desarrollo de la red de redes.

8. ¿Hay una emigración masiva?

Emigración económica convertida en “exilio” político

La emigración cubana actual, en su inmensa mayoría, no es de carácter político, sino económico; Cuba es un país pobre en recursos que, como la mayor parte de los de su entorno y de las naciones del Sur, es emisor tradicional de emigración, principalmente hacia la mayor potencia económica mundial, EE.UU., ubicada a escasas 90 millas. Además, Cuba sufre el bloqueo económico, financiero y comercial de dicha potencia, que impacta de manera directa en su desarrollo.

Pero los medios corporativos, tradicionalmente, han politizado la emigración cubana. “Espaldas mojadas” de México, o “balseros” de la República Dominicana y Haití son, para esta prensa, migrantes por causas económicas en busca del “sueño americano”, mientras a las personas migrantes de Cuba se las considera “exiliadas” (migración política).

Para ello existe un lenguaje estándar, con términos recurrentes: “huir”, “escapar”, “búsqueda de la libertad”, “régimen castrista”. Jamás se lee que los y las migrantes -también por causas económicas- de Guatemala u Honduras “huyen” o “escapan” del régimen capitalista de su país, a pesar de los elevados índices de pobreza, el hambre, la criminalidad y la exclusión social que existe en dichos países, y a pesar de no sufrir el bloqueo de EE.UU. Al contrario, sus economías cuentan con millonarias inversiones de empresas norteamericanas.

Si en los reportes sobre migración guatemalteca u hondureña rara vez se menciona el nombre del presidente de dichos países, ni el “sistema” o “régimen” político o económico vigente en ellos, en el caso de Cuba se hace de manera sistemática, con el claro objetivo de vincular la emigración con un eventual “fracaso” del sistema socialista cubano.

Ley de Ajuste Cubano (vigente) y Política de pies secos-pies mojados (derogada en enero de 2017)

La emigración cubana ha sido -y sigue siendo, parcialmente- privilegiada en EE.UU. Desde 1966, la Ley de Ajuste Cubano otorga un privilegio -exclusivo en el mundo- para las personas de Cuba a las que se puede acoger como “refugiadas políticas” y que reciben numerosas ventajas legales, laborales y sociales.

Lo curioso es que estas personas emigradas no son sancionadas en su país de origen, y miles regresan cada año de vacaciones a Cuba, el país donde -se supone- son “perseguidas”. Son las únicas personas “exiliadas” que pasan las vacaciones en el país donde las “persiguen”.

Esta Ley fue “actualizada” en 1995 con la política de “pies secos, pies mojados”, que daba aplicación automática al “asilo” si un cubano o una cubana “pisaba” territorio de EE.UU. (pies secos), pero se procedía a su devolución a Cuba si no llegaba a la costa (pies mojados).

Esta política cruel, durante años, estimuló la emigración ilegal, con fines de desestabilización social en Cuba y, fundamentalmente, como elemento de propaganda: “la gente huye de Cuba a cualquier precio” ha sido el mensaje para la opinión pública internacional durante años. El resultado son miles de vidas perdidas en el Estrecho de la Florida.

La política de “pies secos, pies mojados” y de “asilo automático” fue derogada en los últimos días de la administración Obama, en enero de 2017. Sin embargo, la Ley de Ajuste Cubano sigue vigente y otorga la facultad a las autoridades para facilitar el “asilo” a la población cubana, por lo que es un resorte legal que la Casa Blanca puede volver a utilizar como arma política. Lo cierto es que, al no existir ya una política de acogimiento automático, la emigración cubana ha perdido su privilegio tradicional. Como prueba de la relación directa entre la política de “pies secos, pies mojados” y la emigración irregular, señalar que, en el primer año tras su derogación (2017), el número de “balseros” disminuyó el 90%.

En contraste con la acogida a cubanas y cubanos durante años, las distintas administraciones de EE.UU. han deportado a millones de personas de otros países, entre quinientas y mil cada día.

¿Se imaginan que existiera una ley y una política en EE.UU. que, en vez de expulsar a estas personas, las acogiera de manera automática y al de un año aprobara su residencia permanente, como durante años se hizo con la emigración cubana? ¿No serían millones de emigrantes quienes viajarían por todo el mundo para alcanzar el llamado “sueño americano”?

Cifras de emigración

El privilegio migratorio que ha tenido, durante décadas, la población cubana ¿ha elevado mucho las cifras de emigración a EE.UU.? No en términos relativos. El Salvador, tras décadas de neoliberalismo, y a pesar de las fuertes inversiones norteamericanas en su economía, hoy tiene -en relación a su censo- más del doble de población en EE.UU. que Cuba. Jamaica tiene el 25% de su población en EE.UU., frente al 11% de Cuba.

La manipulación del tema migratorio cubano resulta particularmente patética en el caso de la prensa de países como Colombia donde, según la Oficina del Alto comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), tenía en 2017 413.000 personas solicitantes de asilo por persecución política y era el segundo del mundo en desplazamientos internos con 7,7 millones de personas.

Aumento coyuntural de cifras y crisis migratoria en 2015-2016

Ya desde el inicio del diálogo Cuba-EE.UU. (diciembre de 2014), con Raúl Castro y Barack Obama en la presidencia de sus respectivos países, comenzaron a correr rumores sobre un posible fin de los privilegios migratorios a la ciudadanía cubana en EE.UU., algo que posteriormente, con la derogación de la política de “pies secos, pies mojados” en enero de 2017, se confirmó plenamente.

Por ello, durante 2015 y 2016 se produjo un flujo inusual de migrantes de Cuba camino a EE.UU. De manera resumida, este fenómeno migratorio se desarrolló de la siguiente manera. Estas personas compraban un billete de avión a Ecuador, que en aquel momento no exigía visa a la ciudadanía cubana. Desde Quito, recorrían -ya de manera ilegal, la mayoría pagando a las mafias (“coyotes”)- hasta ocho países, hasta la frontera México-EE.UU. Y en EE.UU. se acogían a la Ley de Ajuste Cubano, obteniendo el asilo. Pero en noviembre de 2015, el Gobierno de Nicaragua, como protesta por el doble rasero migratorio de EE.UU. y el maltrato allí a la emigración nicaragüense, cerró la frontera (con Costa Rica) a estas personas. En unas semanas, siete mil cubanas y cubanos quedaron “varados”, sin poder avanzar. Finalmente, un acuerdo entre varios países (incluido Cuba) y la ONU (con la colaboración no escrita de EE.UU., evidentemente) les ofreció un dispositivo de viaje, cómodo y seguro, para llegar a territorio estadounidense. Así se resolvió la crisis puntual, que fue foco informativo durante varios meses. Después, Ecuador comenzó a exigir visa a la población cubana, e incluso Costa Rica, cuyo gobierno protestó en un principio por la decisión de Nicaragua, también les cerró la frontera.

Debido a esta crisis migratoria cubana, que les afectó directamente, en agosto de 2016, nueve gobiernos de la región (Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, México, Nicaragua, Panamá y Perú), algunos con gobiernos de derecha, pidieron, en una carta, al entonces presidente Barack Obama, reexaminar la política que "promueve la emigración ilegal de cubanas y cubanos". Este fue el detonante de la derogación por parte de la Casa Blanca de la política de “pies secos, pies mojados”.

Roeland de Wilde, Jefe de Misión de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) de Naciones Unidas, que coordinó la solución al caso, dijo con claridad que estas personas no eran “exiliadas” ni perseguidas: “El Gobierno de Cuba ha repetido varias veces que estos cubanos salieron de manera regular, que pueden seguir saliendo del país y que van a seguir saliendo del país para lograr sus objetivos: son migrantes económicos”, aseguró.

Denegación de visa

Pero hay una pregunta esencial que no hizo ningún medio internacional, para poder entender la crisis migratoria cubana en Centroamérica del año 2016, ¿por qué los cubanos y las cubanas no volaron directamente a EE.UU. desde su país, dado que tenían dinero para hacerlo? La respuesta es sencilla: porque, a la gran mayoría, EE.UU. les había denegado la visa de entrada. De 300 solicitudes diarias, su Embajada en La Habana concedía en aquel periodo -muchísimas menos con la siguiente administración Trump- apenas 50 visas; una de cada seis peticiones. Pero si estas personas recorrían 5.500 kilómetros, pagaban miles de dólares a los “coyotes” y arriesgaban su vida para entrar ilegalmente a EE.UU., entonces sí. Se les otorgaba refugio político y concedía la residencia. Algo alucinante, maquiavélico y kafkiano, con un propósito verdaderamente siniestro: mantener la propaganda contra el Gobierno cubano.

La administración de Bill Clinton se comprometió, en 1994, tras la llamada Crisis de los Balseros, a conceder un mínimo anual de 20.000 visas a cubanas y cubanos. El siguiente Gobierno de George W. Bush- incumplió el compromiso, que retomó -y cumplió- la administración Obama. Pero el posterior Gobierno de Donald Trump ha vuelto a incumplir la cuota de visas anuales.

Derecho a viajar

La Ley Migratoria de Cuba (2013) suprimió el llamado “permiso de salida” (o tarjeta blanca), es decir, el trámite previo interno para salir de Cuba. Durante años se dijo en la prensa global que Cuba “no permitía salir” del país a su ciudadanía. Sin embargo, el 99,4% de las solicitudes de salida fueron aprobadas en los años previos a la entrada en vigor de la Ley Migratoria.

Pero la población, hoy, sigue teniendo los mismos problemas que entonces, al margen de los económicos, para viajar al exterior; los estados receptores -como España, segundo destino de la emigración cubana- les deniegan la visa de manera mayoritaria. Aunque el Gobierno español no tiene una política de transparencia y rara vez publica cifras sobre este asunto, la mayoría de las solicitudes de visado (de turismo, por trabajo o por visita familiar), son desestimadas. Eso sí, los trámites de solicitud aportan -como a EE.UU.- importantes ingresos al Estado español.

Sin embargo, integrantes de la llamada “disidencia” tienen visa automática en las embajadas europeas, incluida la española.

Con la Ley Migratoria cubana también se suprimió la llamada “salida definitiva”, por lo que muchos cubanos y cubanas que emigraron en su día están regresando a la Isla; es el llamado proceso de “repatriación”. Más de 40.000 personas lo llevaron a cabo hasta mediados de 2018. Sin embargo, si han residido en EE.UU. y ahora desean hacerlo en Cuba, o vivir por temporadas en ambos países, son sancionadas por las leyes norteamericanas del bloqueo que, por ejemplo, impiden el pago de sus jubilaciones.

Viajes “People to people”

Donde se cercena el derecho de movimiento a la ciudadanía es en EE.UU. Las personas de origen no cubano de ese país continúan teniendo prohibido viajar como turistas a Cuba, algo que viola la propia Constitución norteamericana. Solo lo pueden hacer con una licencia especial y en viajes tipo “people to people” (“pueblo a pueblo”), que en la administración Obama se ampliaron a 12 categorías (viajes culturales, educativos, deportivos, periodísticos, de cooperación y otros). Pero el turismo a Cuba, para la ciudadanía estadounidense, sigue estando prohibido.

Estos programas de viajes autorizados, en cualquier caso, tienen el objetivo fundacional declarado de “contaminar de democracia” liberal al pueblo cubano. Lo cierto es que mayoritariamente provocan el efecto contrario; generan sentimientos de simpatía hacia Cuba y de antipatía hacia el bloqueo.

9. ¿Deportistas o artistas de la danza “huyen” del país?

Deportistas emigrantes

El Gobierno cubano permite desde hace años que sus deportistas puedan fichar por clubs profesionales en ligas extranjeras. Esta decisión fue tomada con dos objetivos: frenar los abandonos o “deserciones” de deportistas, que han afectado de manera clara a la calidad general del deporte cubano de élite; y obtener ingresos para sostener el deporte base en el país.

Decenas de jugadoras y jugadores de Cuba compiten ya en clubs de otros países, en al menos 11 especialidades (datos de 2018). Aunque varían los porcentajes en dependencia del contrato, pueden llegar a percibir hasta el 90% de la ficha contratada, siendo el resto ingresado por el Instituto de Deportes de Cuba (INDER), con el fin de sostener el deporte base en la Isla.

Cuba lleva años tratando de extender esta fórmula a las Grandes Ligas de Béisbol (MLB) de EE.UU. Pero el bloqueo, no Cuba, lo prohíbe. El bloqueo impide que el Estado cubano, a través del INDER, pueda recibir un solo dólar por contratos o por impuestos; los y las jugadoras deben obligatoriamente residir fuera de la Isla; y, además, deben romper toda vinculación con las instituciones deportivas cubanas. Solo así el Departamento del Tesoro les otorga el calificativo de “nacionales desbloqueados” y pueden comenzar a negociar con un club norteamericano.

Para solventarlo, el mecanismo que desarrolla el pelotero (jugador de béisbol) es salir de Cuba hacia otro país, que no debe ser ni EE.UU. ni Canadá, ya que allí debería integrarse en el sistema de “draft” (modalidad de contratación normal, con normas salariales establecidas, y que reduce sus expectativas económicas). Residiendo en Haití, República Dominicana o México, y en calidad de “agente libre”, un representante negocia en su nombre con el cazatalentos o “scout” del equipo interesado en su contratación. En no pocas ocasiones, en este proceso, los peloteros cubanos han caído en manos de las mafias migratorias -como el Cártel de los Zetas, de México- con las que contraen abultadas deudas.

Ocurre lo mismo si desean jugar en las ligas del Caribe (México, Panamá, Puerto Rico y República Dominicana) que, al pertenecer a la llamada AAA de la MLB, deben también cumplir con las prohibiciones del bloqueo. Por ello, hoy solo hay beisboleros cubanos contratados a través de la vía regular del INDER, en ligas “independientes” de la MLB, como las de Canadá y Japón.

Hay que decir que la MLB de EE.UU. ha solicitado en reiteradas ocasiones a la Casa Blanca una licencia especial que permita sortear el bloqueo y contratar jugadores cubanos, en un acuerdo consensuado con el Gobierno de La Habana. Pero no ha tenido una respuesta satisfactoria.

Los medios hegemónicos, sin embargo, siguen empleando un leguaje manipulador: deportistas que “escapan”, “se fugan”, “se escabullen” o “huyen” de Cuba. Y en la teórica “no política” prensa deportiva mundial se sigue empleando con frecuencia el término “deserción” al referirse a deportistas de Cuba que abandonan su país.

Artistas de la danza

Los privilegios de la Ley de Ajuste Cubano, tradicionalmente, han incitado a la emigración de diferentes profesionales a EE.UU. Es el muy “mediático” caso de las bailarinas y bailarines del Ballet Nacional de Cuba que, según la prensa corporativa, “huyen” o “escapan” para fichar por compañías privadas, como el “Cuban Classical Ballet of Miami”. Estas compañías se nutren de la cantera cubana que ha formado gratuitamente, con un gran esfuerzo, el sistema público de enseñanza artística de Cuba.

Estas personas son, claramente, migrantes por motivación económica, pero durante años, muchas se acogieron en EE.UU. a la Ley de Ajuste Cubano y se declararon “asiladas políticas”.

10. ¿Existe homofobia institucional?

Importantes avances contra la discriminación

Una encuesta de 2015 del sitio web holandés Planet Romeo a hombres homosexuales de todo el mundo, concluyó que Cuba es el tercer país de América Latina y el Caribe en cuanto al nivel de plenitud personal de la población gay, solo por detrás de Uruguay y Argentina. Cuba ocupó el puesto 29 entre 127 estados, por encima de países como Italia o Portugal.

La Isla, en los últimos años, ha experimentado notables cambios positivos, tanto en las leyes y políticas públicas como en la conciencia social, en favor del respeto a la libre orientación sexual y de género y en contra de la homofobia y la transfobia. El Centro Nacional de Educación Sexual de Cuba (CENESEX), con su incansable trabajo científico, comunitario, académico, formativo, mediático y sensibilizador, y su directora, la diputada Mariela Castro Espín, han sido piezas clave de esta transformación.

La Jornada anual contra la Homofobia y la Transfobia, de gran participación popular y con notorio apoyo informativo de la prensa nacional; campañas en los medios cubanos (spots) y en otros espacios de difusión; o la creación y apoyo de redes de activistas por la diversidad, son algunas de las iniciativas del CENESEX. Esta institución impulsa, además, foros gubernamentales y de la sociedad civil para la normalización de la diversidad sexual; colabora en el guión y la producción de series de televisión que abordan la temática desde una perspectiva crítica; asesora a agentes gubernamentales, con resultados en forma de leyes y programas públicos; y trabaja, por ejemplo, en la capacitación y sensibilización de agentes de la policía, profesorado, representantes institucionales, etc.

A diferencia de lo que ocurre en otros países, el CENESEX cubano tiene la ventaja de contar con el respaldo de las principales instituciones y medios de comunicación públicos del país, lo que aporta a sus avances solidez, integralidad e irreversibilidad.

En Cuba, por ejemplo, la sanidad pública cubre gratuitamente todo el proceso de reasignación sexual para personas trans, incluidas las cirugías. Por mencionar un contrapunto, en el Estado español, solo en 5 de las 17 comunidades autónomas se ha conseguido este logro (2017).

En Cuba no existe ley alguna que penalice la homosexualidad. En 10 estados de la región -la mayoría del Caribe- la homosexualidad está prohibida, bajo pena de prisión. En dos países de América Latina, Panamá y Nicaragua, se despenalizó en 2008. Hoy, casi un tercio de los estados del mundo penaliza legalmente la homosexualidad, 7 de ellos incluso con la pena de muerte.

En Cuba no se conocen crímenes de odio. Una realidad muy distinta viven otros países de América Latina. En 2017, por ejemplo, 445 personas LGBTI fueron asesinadas en Brasil, y 103 en Argentina.

Recordando las UMAP, una y otra vez

A pesar de ello, la prensa corporativa internacional sigue hablando de “homofobia institucional” en Cuba. Y la que reconoce los avances del país, no deja de “repasar la historia”, recordando las llamadas Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP). Las UMAP fueron campamentos -no campos de concentración, como dicen en ciertos medios-, donde realizaban tareas agrícolas los varones que se negaban a incorporarse al servicio militar -los testigos de Jehová, por ejemplo-, así como jóvenes considerados en aquella época “no aptos” -entre otros, muchos homosexuales-.

Creadas en 1965, desaparecieron en dos años y medio (1968). Fueron “una gran injusticia”, reconocía el propio Fidel Castro, hace años, en una entrevista que le realizara Ignacio Ramonet, director de “Le Monde Diplomatique en español”, y asumía su responsabilidad. Explicaba el contexto histórico de agresión militar que sufría el país en aquellos años, que centró toda la atención de la dirigencia de la Revolución e hizo no atender otras situaciones internas.

Pero ¿por qué la prensa repite el caso de las UMAP en Cuba, y nunca habla de la homofobia oficial en EE.UU. -y en tantos otros países- en aquel tiempo? El historiador David Carter, en su libro “Stonewall, las protestas que encendieron la revolución gay”, afirma que en los años 60 las leyes estadounidenses que penalizaban la homosexualidad eran más duras que las aplicadas en Cuba. La Orden Ejecutiva 10450 consideraba la homosexualidad una forma de “perversión sexual” y causa de investigación gubernamental y despido. La aplicación de electroshocks, castraciones y lobotomías en Clínicas de Internamiento Psiquiátrico estuvieron durante décadas amparadas en las “leyes contra la sodomía” vigentes en 14 estados de EE.UU. Éstas no fueron abolidas por el Tribunal Supremo hasta el año 2003, con la oposición frontal de los gobiernos de dichos estados. Hasta 1990 el Servicio de Inmigración y Naturalización podía prohibir la entrada en el país a hombres homosexuales extranjeros.

Nadie niega que en Cuba siga existiendo homofobia social y cultural. Y resquicios de homofobia institucional en las actitudes particulares de ciertos funcionarios. Pero los avances son muy notables en los últimos años. En la nueva Constitución, por ejemplo, el artículo 68 no especifica ya que el matrimonio sea una unión legal “entre un hombre y una mujer”, lo que abre el camino al reconocimiento del llamado “matrimonio igualitario”.

11. ¿No hay libertad de culto religioso?

Miles de templos de diferentes religiones

En Cuba hay una absoluta libertad de culto. La Iglesia Católica tiene más de 600 templos activos, es propietaria de un hospital psiquiátrico y cogestiona con el Estado varios hogares para personas mayores. Hoy existen más órdenes religiosas católicas en el país que antes de la Revolución. Además, hay 54 iglesias protestantes y evangélicas, con más de 900 templos; iglesias ortodoxas griegas y rusas; cinco sinagogas; una Liga Islámica que agrupa a población musulmana chiíta y sunnita; e innumerables lugares donde se practican los cultos sincréticos de origen africano, entre otras manifestaciones religiosas.

Es cierto que, por ejemplo,  hasta 1991, la práctica religiosa hacía imposible el ingreso al PCC. Ese año se eliminó la citada restricción. Fidel Castro fue el principal impulsor del acercamiento entre personas religiosas y la Revolución cubana, tal como refleja el libro “Fidel y la religión”, del teólogo y fraile dominico brasileño Frei Betto.

¿Dónde está el verdadero “problema religioso”?

En Cuba, el llamado “problema religioso” poco tiene que ver con la libertad de culto, sino más bien con uno de los objetivos históricos de la Iglesia Católica: la derogación de los artículos de la Constitución que definen que la enseñanza debe ser pública, laica y gratuita. También los referentes a los medios masivos de comunicación, que deben ser públicos o colectivos. Lo que presentan algunos medios como “límites a la libertad de culto” en Cuba se reduce, en la práctica, a la imposibilidad legal de que existan colegios religiosos y grandes medios de comunicación bajo propiedad, control y gestión de la Iglesia Católica. Algo que no cambia en la nueva Constitución, que mantiene enseñanza y medios en manos del Estado.

La cubana es, además, una de las pocas constituciones en el mundo que garantiza no solo la libertad de culto, sino también el derecho a las personas a manifestarse libremente como ateas.

Es de resaltar que al Triunfo de la Revolución no se dio un conflicto entre Gobierno revolucionario y las religiones, sino exclusivamente entre Gobierno e Iglesia Católica, a consecuencia del respaldo de ésta a las élites económicas del país y a su complicidad directa con la derrocada dictadura de Fulgencio Batista. A pesar de ello, siguió existiendo libertad de culto. En cualquier caso, en los últimos años, las relaciones Estado-Iglesia han vuelto a ser cordiales.

La libertad religiosa es reconocida por quienes visitan la Isla, incluso desde el propio establishment de EE.UU. En julio de 2016, reconocía “la vitalidad, el dinamismo y la diversidad de las comunidades religiosas de Cuba” nada más y nada menos que Shaun Casey, el representante especial para Asuntos Globales y Religión del Departamento de Estado de EE.UU., tras visitar la Isla. Contradecía así lo expresado en los informes anuales de su propio Gobierno, basados en testimonios de los llamados grupos “disidentes” financiados desde la Casa Blanca.

12. ¿El rock o el jazz han estado prohibidos?

Pasó hace más de 40 años

Cuando en 2016 el grupo The Rolling Stones actuó en Cuba, no pocos medios internacionales publicaron que el rock había estado “prohibido” en Cuba hasta entonces. Un embuste total.

Ciertamente, en los primeros años de la Revolución y hasta mitad de la década de los 70, el rock en idioma inglés no fue programado de manera habitual en muchas de las radios del país. También es cierto que ciertos sectores revolucionarios lo asociaron con la cultura de la contrarrevolución y del Imperio. Pero jamás estuvo prohibido. En cualquier caso, de todo aquello han pasado ¡casi 50 años!

Tampoco The Rolling Stones fue la primera gran banda de rock que actuó en Cuba, como se dijo en algunos grandes medios. Ya hubo antes grandes conciertos gratuitos en La Habana, como el de Manic Street Preachers en 2001 y el de Audioslave en 2005. Todos -como el de los Stones- fueron costeados por las propias bandas. Lo que demuestra que no es Cuba la que está realizando una “apertura cultural” al mundo, como nos dicen los medios. Lo que cambió en los últimos años de la administración de Barack Obama (2015 y 2016) fue que, desde EE.UU., se rebajó la hostilidad hacia Cuba, y para las bandas extranjeras actuar en la Isla ya no implicaba posibles represalias o campañas de desprestigio. Al contrario, comenzó a significar -hasta la llegada del Gobierno de Donald Trump- un boom mediático muy rentable para dichas bandas.

Hoy, en Cuba, hay grupos de rock en todos sus géneros (heavy metal, hardcore, death metal, rock alternativo, punk, etc.) y 13 festivales (Caimán Rock, Brutal Fest, Festival Metal HG, etc.). Como experiencia casi única en el mundo, existe una Agencia Cubana del Rock, institución cultural estatal, que favorece la distribución y contratación de bandas.

Jazzistas de derecha

En el campo del jazz, es verdaderamente curioso cómo la gran prensa internacional promociona solo artistas que han nacido en Cuba con posiciones contrarias a la Revolución. Es el caso de Paquito D' Rivera, defensor del bloqueo a su país y con posiciones de ultraderecha, o de Arturo Sandoval, quien fuera receptor de “la Medalla de la Libertad” que otorga la propia Casa Blanca. Ambos son músicos extraordinarios formados gracias al sistema de enseñanza artística de la Revolución.

Pero no son los únicos jazzistas de calidad de Cuba. Centenares de intérpretes que han salido de las escuelas de música del país (Bobby Carcassés, Pablo Menéndez, Giraldo Piloto, Gloria Ochoa, Gastón Joya, por mencionar algunos nombres) rara vez aparecen en los medios internacionales. ¿Por qué será?

13. ¿Se aplica la pena de muerte?

El Código Penal de Cuba contempla la pena capital, es cierto. Pero desde 2003 existe una moratoria en su aplicación. Por el contrario, en EE.UU. se siguen ejecutando personas; en 2017 fueron 23 y, además, se dictaron 41 sentencias.

Actualmente, en América Latina y el Caribe quedan quince estados -Cuba, Belice, Guatemala y 13 estados insulares- con pena de muerte. En otros cuatro (El Salvador, Perú, Brasil y Chile) está contemplada solo en circunstancias de guerra, o para delitos relacionados con la alta traición.

Cuba aplicó la pena de muerte, durante años, en un ambiente de guerra y hostilidad por parte de EE.UU., la superpotencia que entrenó, financió y amparó el terrorismo contra la Revolución. En los primeros años 60, tras el Triunfo de la Revolución, se fusiló a quien reprimió, asesinó y torturó durante el régimen de Fulgencio Batista. Y durante años se aplicó contra quienes llevaron a cabo agresiones, atentados e infiltraciones armadas desde EE.UU., con la cobertura y acogida posterior por parte del Gobierno norteamericano.

Hoy, hay que repetir, existe una moratoria en su aplicación.

14. ¿Encierran a pacientes con VIH/SIDA?

Otra fotografía congelada de los años 80

Que las personas con VIH/SIDA son “encerradas” en centros sanitarios aislados en Cuba es otra “fotografía congelada” en el tiempo. Es cierto que a finales de los años 80 del pasado siglo -en 1986 se diagnosticó el primer caso-, en un clima de miedo general a su posible propagación y debido al desconocimiento sobre sus métodos de prevención y tratamiento, se optó por el internamiento en sanatorios (“Los Cocos” es el más conocido). A cada paciente se le asignaba una vivienda individual, bien equipada, se le daba atención esmerada y -en una época en que ya comenzaban las duras restricciones del “Periodo especial”- una alimentación rica y equilibrada. Pero, ciertamente, se les impedía salir del centro sanitario.

Unos años más tarde, un mayor conocimiento de la enfermedad en Cuba y en el mundo, hizo que esto cambiara. Hoy, las personas con VIH/SIDA son atendidas de forma ambulatoria, viven en sus casas, reciben tratamiento antirretroviral de manera gratuita y acuden a clínicas públicas especializadas para los controles rutinarios.

Cuba, paradigma de atención a personas con VIH/SIDA

El 80% de las personas diagnosticadas en Cuba desde 1986 (primer caso) han sobrevivido. Este alto porcentaje responde al tratamiento médico intenso y gratuito, incluyendo los medicamentos antirretrovirales -la mayoría, genéricos fabricados en la Isla- y al seguimiento exhaustivo a cada paciente. También, a la alta inversión social; Cuba gasta alrededor de 150 millones de dólares al año en programas de lucha contra el VIH/SIDA, una cifra muy alta en el contexto regional.

Cuba fue reconocida, en julio de 2015, en acto solemne en Washington, por la OMS, como primer país del mundo en lograr la eliminación de la transmisión materno-infantil del VIH/SIDA. Michel Sidibé, director ejecutivo del Programa Conjunto de Naciones Unidas sobre el VIH/SIDA (ONUSIDA) declaró: “Gracias que tenemos a Cuba. Es un modelo en la lucha contra el VIH/SIDA, en los tres frentes fundamentales: liderazgo político y compromiso, reformación de las políticas, e impulso de los métodos centrados en las personas”.

En la llamada “meta 90-90-90: Tratamiento para todos”, de Naciones Unidas para 2020, Cuba es el país más avanzado de América Latina. Son tres indicadores: el primer 90% corresponde a la proporción mínima de personas con VIH que deben conocer su diagnóstico (Cuba alcanza el 93%, frente al 70% del continente); el segundo 90% es el porcentaje de personas que, al menos, deben recibir tratamiento antirretroviral (en Cuba es el 85%, en América Latina el 52%); y el tercer 90% corresponde a las personas con carga vírica indetectable (en Cuba es del 47%, pero en la región es solo el 34%).

15. ¿Está prohibida la huelga?

¿Qué norma jurídica impide la huelga?

El supuesto de que en Cuba está prohibida la realización de huelgas es completamente falso. No hay norma jurídica alguna que establezca restricciones al ejercicio de este derecho.

Ahora bien, la comparación de Cuba con un país capitalista, en este tema, es un verdadero dislate. Estamos hablando de una nación donde la mayoría de trabajadoras y trabajadores laboran en empresas del Estado; donde las utilidades o beneficios de dichas empresas -si los hubiere- no van a los bolsillos de un reducido núcleo de personas (empresarios o empresarias); y donde las escalas salariales y los beneficios sociales (vacaciones, permisos, prestaciones, jubilación, etc.) están sumamente regulados.

Además, las plantillas tienen mecanismos de participación en sus empresas que no existen en los países capitalistas. Y el sindicalismo tiene un papel muy importante en la vigilancia del cumplimiento de los contratos laborales, la legislación y la protección de los derechos de cada trabajadora y trabajador.

El “pacto tácito” de la clase trabajadora cubana

Por ello, en palabras del politólogo cubano Darío Machado, desde el Triunfo de la Revolución existe un “pacto tácito” de la clase trabajadora de no acudir a la huelga, de no enfrentarse, desde cada colectivo laboral concreto, con quienes gestionan las empresas del Estado que son, en definitiva, propiedad de toda la población. En los países capitalistas, por el contrario, la huelga y la movilización son fundamentales para la defensa del salario y las condiciones laborales, ya que existen intereses de clase antagónicos entre plantilla y empresa, los trabajadores y trabajadoras no tienen posibilidad de intervenir en la organización y decisiones empresariales, y las leyes protegen los intereses del Capital. En Cuba ocurre justo lo contrario.

Por último, recordar que Cuba ha ratificado 87 convenios de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el segundo país en América Latina. EE.UU. ha ratificado solo 14.

16. ¿No existe sociedad civil independiente?

¿No hay ONG cubanas?

Otro mito mediático es que en Cuba “no existe sociedad civil” ni “organizaciones no gubernamentales”. En Cuba existen más de dos mil asociaciones de la sociedad civil registradas, según la Ley de Asociaciones de 1985. Además de las llamadas “organizaciones de masas”, como la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) o la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP), hay centenares de asociaciones profesionales, religiosas, deportivas y de diversa índole.

En el terreno de la cooperación internacional, por ejemplo, hay un grupo de organizaciones no gubernamentales cubanas que actúan como contrapartes de las ONG internacionales. Es el caso del Centro Martin Luther King, Cubasolar, Asociación Cubana de Producción Animal (ACPA) o Asociación Cubana de Técnicos Agrícolas y Forestales (ACTAF), entre otras.

Mecanismos de defensa

Todas las asociaciones cubanas deben cumplir, como en cualquier país, con la Constitución vigente, y respetar la soberanía del país. Es comprensible que en Cuba, un país sometido durante 60 años a la agresión y el bloqueo, no sean legalizadas, por ejemplo, asociaciones que reciban fondos del Gobierno de EE.UU. para el “cambio de régimen” en la Isla. La legislación de Cuba en materia de asociaciones no puede ser evaluada sin tomar en cuenta este contexto de guerra. La Revolución cubana se ha visto obligada a defenderse y a limitar cualquier espacio legal y político a quienes, con dirección y financiamiento de una superpotencia, tratan de subvertir su orden constitucional y derrotarla.

Los medios y gobiernos occidentales -sobre todo los de EE.UU.- tratan de imponer un concepto de “sociedad civil” muy determinado, de corte liberal, asociado bien a la “disidencia” contrarrevolucionaria, bien al “sector económico privado”.

En cualquier caso, en Cuba sí existe un debate sobre la sociedad civil, tanto en la academia, como entre la intelectualidad y en el conjunto de la población. Y se aprecia un consenso en torno a que en el país sí se pueden y deben abrir más espacios de autonomía para las organizaciones civiles.

17. ¿Hay un fuerte racismo?

Una Revolución antirracista

La Revolución cubana sacó de la exclusión y la miseria a la mayoría de población negra, la más pobre del país: miles de familias negras y mestizas tuvieron la oportunidad, por primera vez en generaciones, de acceder a viviendas dignas, escuelas, universidades, empleo, servicios de salud, viajes al exterior,… Sus condiciones materiales cambiaron. La población negra ha sido, en general, la más beneficiada y también la más fiel a la Revolución.

Pero, aunque el acceso a servicios y bienes mejoró el estándar de vida de la población negra, no pudo nivelar inmediatamente las condiciones de vida, ni el nivel cultural y educativo de todo el pueblo, ya que la desventaja heredada era muy grande.

También se cometieron errores de idealismo, al dar por hecho que, con la inclusión laboral y educativa de la población negra y con el acceso igualitario a los servicios públicos, el racismo había desaparecido. Y no.

En cualquier caso, hoy, en Cuba, la norma es la mezcla. Población negra, mestiza y blanca conviven con absoluta normalidad, comparten vivienda y trabajo, y llevan a sus hijas e hijos a las mismas escuelas y universidades.

Prejuicios y lastre colonialista

Sin embargo, a pesar de una política de Estado abiertamente antirracista, en la mente de muchas personas blancas se mantienen prejuicios raciales. No es posible “abolir” un lastre colonialista y racista de 500 años. En la calle se siguen escuchando frases tan lamentables como “tener un negro de amigo, pero no de cuñado”, “mejorar la raza” (casarse con una persona blanca) o “el negro si no la hace antes la hace después”. En cualquier caso, afirmar que la sociedad cubana es “racista” es una completa exageración.

Con la crisis de los años 90 (el “Periodo especial”), reemergió una cierta desigualdad por origen racial, cuyos causas se mantienen a día de hoy: las familias negras reciben menos remesas del exterior, ya que la emigración a EE.UU., en un 80%, es blanca; por la razón anterior, son menos las personas negras que hoy pueden emprender negocios privados prósperos; en los sectores de mejores ingresos -sector no estatal, pero también empresas mixtas, incluso en algunos establecimientos de turismo- son contratadas menos personas negras y mestizas, por prejuicios camuflados y porque en el nivel de formación sigue pesando la “desventaja inicial”, que no se ha conseguido hacer desaparecer completamente; y en el incipiente sector privado -lejos del control estatal y sindical- se dan abiertas actitudes de discriminación.

Como nunca antes, en la actualidad existe un fuerte debate sobre el tema racial y sobre el racismo en Cuba, en los medios, en las universidades, con la Unión Nacional de Escritores y Artistas (UNEAC) como uno de sus agentes impulsores.

Lo que no es admisible es que, en este terreno, las lecciones a Cuba lleguen desde EE.UU., una sociedad donde una buena parte de la población negra sufre discriminación laboral y social, así como la brutalidad policial con un claro patrón racista. Curiosamente, la Casa Blanca financia con decenas de miles de dólares, cada año, a grupos supuestamente “antirracistas” de la Contrarrevolución cubana. Y no es casual -responde a una estrategia de imagen- que en el liderazgo de esta Contrarrevolución o “disidencia” hayan colocado a personas negras (Berta Soler, Guillermo Fariñas, Manuel Cuesta Morúa,...) Es realmente vergonzoso oír a Berta Soler, representante de las llamadas “Damas de Blanco”, hablar de “racismo” en Cuba y después alabar a la dictadura de Fulgencio Batista -“una joya de oro”, dijo en una conferencia en Madrid-, época en la que existía un apartheid real que sufrió su propia familia.

Tampoco son aceptables las “lecciones” desde la “civilizada” y “democrática” Europa, autora y brutal beneficiaria de siglos de trata de esclavos y esclavas, y donde hoy se desarrolla el racismo y xenofobia de forma alarmante.

18. ¿El bloqueo es una “excusa”?

“Ver los problemas económicos de Cuba y argumentar que su modelo fracasó es como encontrar a un ahogado en una piscina con los pies metidos en cemento y llegar a la brillante conclusión de que se ahogó porque no sabía nadar”.

Rafael Correa, expresidente de Ecuador.

Un clamor internacional

El daño económico, hasta 2018, del bloqueo económico, comercial y financiero de EE.UU. a Cuba fue -considerando la depreciación del dólar frente al valor del oro en el mercado internacional- de 933.678 millones de dólares (casi un billón o millón de millones). A precios corrientes, serían 134.499 millones (más que el PIB de Cuba).

En la prensa corporativa leemos constantes mensajes que minimizan el impacto del bloqueo, lo reducen a un mero “embargo unilateral” o lo califican de “excusa” de La Habana para justificar el fracaso de su sistema económico y social.

¿Habrá engañado entonces el Gobierno cubano a casi la totalidad de gobiernos del mundo, muchos ideológicamente adversos, que votan en masa, todos los años, en la ONU, en favor del levantamiento del “bloqueo”, con la única salvedad de EE.UU. e Israel?

La Secretaria Ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y El Caribe (CEPAL), Alicia Bárcena, por ejemplo, afirmó que el bloqueo “limita drásticamente el crecimiento económico” de Cuba.

Si existe un consenso casi absoluto en la Comunidad Internacional que reclama a EE.UU. levantar el bloqueo a Cuba, ¿por qué entonces sigue en pie?

¿Obama eliminó el bloqueo?

En los dos años siguientes al anuncio, el 17 de diciembre de 2014, del restablecimiento de relaciones entre Cuba y EE.UU., el Gobierno de Barack Obama aprobó algunas tibias medidas de flexibilización del bloqueo a Cuba, mediante sus prerrogativas ejecutivas presidenciales.

Algunas de las medidas fueron:

  • La ampliación de los perfiles de estadounidenses que pueden realizar viajes no turísticos a Cuba hasta 12 categorías (viajes culturales, educativos, religiosos, periodísticos, etc.).
  • La autorización de vuelos regulares directos, que antes solo eran “charter”, y el restablecimiento del servicio postal directo.
  • La aprobación de licencias específicas a compañías norteamericanas: a las de telecomunicaciones, para llegar a acuerdos con la empresa estatal cubana ETECSA; a ciertas navieras, para establecer líneas de cruceros hasta La Habana; y una licencia para la empresa hotelera Starwood, que administra, en consorcio con la cubana Gaviota, hoteles en La Habana. En 2017, la administración Trump cerró la vía a futuras inversiones en el sector turístico.
  • La autorización de la venta a crédito de algunos productos no alimenticios.
  • La autorización para los ensayos clínicos de algunos medicamentos cubanos, que en el futuro podrían ser comercializados en EE.UU.
  • Y la aceptación de acuerdos puntuales diversos, entre ambos países, en materias como la protección marina, la defensa civil, el narcotráfico, etc.

Estas medidas, aunque superficiales, tuvieron un efecto positivo indirecto en la economía de Cuba. Las expectativas creadas en torno a un hipotético levantamiento del bloqueo, y una nueva legislación cubana favorecedora de la inversión extranjera, provocaron un evidente “efecto llamada”, convirtiendo a Cuba en “destino de moda” para figuras políticas y empresariales y celebridades de todo el mundo. El turismo internacional tuvo aumentos cercanos al 18% entre 2015 y 2017, y la cantidad de personas que viajaron desde EE.UU. -gracias a las doce categorías autorizadas- se multiplicó.

Posteriormente, el Gobierno del republicano Donald Trump congeló completamente este camino hacia la normalización de relaciones con Cuba y, frente al discurso de Obama, que manifestó que el bloqueo a Cuba “había sido un fracaso” y debía ser derogado, regresó a la retórica guerrerista e impuso nuevas sanciones.

Desde la aprobación de la llamada Ley Helms-Burton en 1996, solo el Congreso de EE.UU. puede abolir, mediante una ley, el bloqueo. Sin embargo, la presidencia del país tiene importantes prerrogativas ejecutivas que Obama no llegó a emplear:

  • Puede autorizar el comercio bilateral entre ambas naciones, eliminando buena parte del llamado “embargo comercial”, núcleo central del bloqueo.
  • Y puede autorizar inversiones norteamericanas en la Isla en todos los sectores.

Sólo hay cuatro aspectos en los que la presidencia no puede actuar sin la aprobación del Poder legislativo. No puede autorizar:

  • El turismo ordinario a Cuba;
  • El comercio con entidades cubanas que en su día fueron empresas norteamericanas nacionalizadas;
  • La compra de alimentos a crédito por parte de Cuba;
  • Y el comercio con la Isla de filiales de compañías de EE.UU. ubicadas en otros países.

Durante el “periodo de acercamiento” (2015 y 2016), la prensa corporativa internacional repitió el mensaje de que, tras los pasos dados por el Gobierno de Obama, Cuba debía “mover ficha”, en un encaje de diplomacia quid pro quo: ceder para obtener cesiones. Este esquema negociador, sin embargo, solo es factible en relaciones internacionales equilibradas, simétricas. Porque ¿qué sanciones -qué bloqueo- impone Cuba a empresas o ciudadanía estadounidenses?; ¿qué territorio ocupado -qué “Guantánamo”- tiene Cuba en EE.UU.?; ¿con cuántos millones financia Cuba a medios de comunicación, partidos o candidaturas “disidentes” en EE.UU. para imponer un orden constitucional socialista?

¿Embargo o bloqueo?

Los medios corporativos emplean de manera sistemática la palabra “embargo”, no “bloqueo”. Pero Cuba no sufre un “embargo”, ya que no es “deudora” ante EE.UU. En relación a las indemnizaciones de propiedades nacionalizadas -conforme al Derecho Internacional- tras el Triunfo de la Revolución, La Habana ofreció una solución que contemplaba abonar una parte de la cuota azucarera del país. EE.UU. no la aceptó y apostó por la vía militar y el “bloqueo”, que es, por definición, un acto de guerra para provocar el “aislamiento, la asfixia y la inmovilidad” de una nación, y lograr así su rendición por hambre o necesidad. Su meta siempre ha sido provocar una revuelta popular interna que derrocara al Gobierno revolucionario.

En un memorandum secreto del Subsecretario de Estado Lester Mallory entregado al presidente Eisenhower, el 6 de abril 1960, se lee: “La mayoría de los cubanos apoyan a Castro. (...) El único medio previsible para enajenar el apoyo interno es a través del descontento y el desaliento basados en la insatisfacción y las dificultades económicas. (...) Una línea de acción (...) es negarle dinero y suministros a Cuba, para disminuir los salarios reales y monetarios a fin de causar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno”. Este texto resume la esencia del bloqueo económico, comercial y financiero a Cuba por parte del Gobierno de EE.UU., que entró formalmente en vigor el 7 de febrero de 1962.

Año tras año, desde 1992, Cuba presenta ante la Asamblea General de las Naciones Unidas la petición de levantamiento del bloqueo, y lo hace siempre en nombre de personas directa y especialmente afectadas. En 2011, por ejemplo, lo hacía en nombre de tres menores con tumores en su sistema nervioso central, que no pueden acceder al tratamiento con el medicamento Temodal, de patente norteamericana. Es un ejemplo entre miles de cómo afecta a la población civil cubana esta política tipificada como “acto de genocidio” según los términos de la Convención de Ginebra para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio, y como “acto de guerra económica”, de acuerdo con la Declaración relativa al Derecho de la Guerra Marítima.

¿En qué consiste el bloqueo contra Cuba?

Algunas de sus características son:

  • Las empresas y ciudadanía cubanas no pueden vender producto ni servicio alguno en uno de los mayores mercados del mundo, EE.UU. A su vez, no pueden adquirir productos o servicios en ese país, salvo excepciones y con regulaciones muy estrictas, como en el caso de algunos alimentos y medicamentos. Por ello, Cuba debe realizar sus importaciones -con notables incrementos de precio y costes de transporte- en mercados distantes.
  • El Gobierno de EE.UU. prohíbe a su ciudadanía hacer turismo a Cuba. Esto no ha cambiado, aunque exista, desde 2015, un primario mercado de visitantes a través de las doce licencias específicas aprobadas por Obama. Un potencial turismo norteamericano normalizado a la Isla significaría una inmediata inyección de liquidez a la economía del país.
  • Lejos de ser un mero embargo comercial unilateral, el bloqueo es una estrategia completa y compleja de persecuciones, penalizaciones y presiones, cuya característica fundamental es la extraterritorialidad. Esta se hace patente, por ejemplo, en prohibiciones como las siguientes: empresas de terceros países no pueden exportar a EE.UU. productos que contengan un solo gramo de azúcar, níquel u otro componente cubano, lo que, en la práctica, impide las exportaciones de Cuba a mercados y sectores estratégicos en la economía mundial; y empresas de terceros países no pueden vender a Cuba bienes con más de un 10% de componentes estadounidenses.
  • Estos elementos de extraterritorialidad, unidos a la política de prohibiciones, amenazas y sanciones a posibles inversores en Cuba, y a la existencia de “listas negras” de compañías que no pueden ingresar en el mercado de EE.UU. por sus relaciones con Cuba, consiguen, no solo la disuasión de inversiones de capital sino, fundamentalmente, el incremento del llamado “riesgo país”, que implica un aumento considerable para Cuba de los precios de compra de bienes, así como de los costes de fletes, seguros y préstamos.
  • Hay que recordar, además, que el derecho a voto preferente -y veto- de EE.UU. en organismos financieros multilaterales como el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial hacen de Cuba el único país de la región que no ha recibido un solo crédito de ellos, lo que le ha obligado, durante años, a asumir préstamos con la banca privada internacional en condiciones cercanas a la usura.

Los ejemplos son incontables, y figuran detallados en los informes que Cuba, cada año, presenta ante la Asamblea General de las Naciones Unidas. Solo mencionemos el particular impacto en el sistema de salud:

  • En la Isla se fabrican dos tercios de los medicamentos necesarios, pero parte de la materia prima necesaria, que podría adquirirse en EE.UU., debe ser importada desde mercados distantes a un importe mucho mayor. En los equipos de alta tecnología los sobreprecios pueden ser hasta tres veces mayores.
  • Cuba no puede acceder a medicamentos o tecnología con patente de EE.UU. Solo en 2017, Cuba necesitó productos de 30 fabricantes estadounidenses que rehusaron las ventas a la Isla. Un ejemplo, entre miles, es el de niñas y niños de la Isla con tumores cerebrales malignos que no pueden ser tratados con la temozolamida, tratamiento quimioterapéutico de primera línea.

19. ¿El socialismo cubano es un fracaso económico?

Cuba comparada con su entorno

Es indudable que Cuba necesita asentar y profundizar cambios en su modelo económico. Pero no es aceptable que se afirme que su sistema “ha fracasado” sin mencionar el impacto que tiene el bloqueo en la economía del país. Un bloqueo que EE.UU. no impone prácticamente a ningún país del mundo, que frena el desarrollo económico del país y que causa privaciones de todo tipo a la población de la Isla.

Por otro lado, es necesario señalar que el capitalismo que correspondería experimentar a Cuba, en las condiciones históricas actuales, no es el de EE.UU. o Europa, cuyos niveles de crecimiento y consumo se basan en estructuras de explotación y dependencia económica de no pocos países del Sur. El espejo en el que Cuba se debe mirar es el del sistema capitalista de los países de su entorno. Y no hay duda, los peores errores del socialismo cubano son preferibles a los horrores del capitalismo latinoamericano.

Porque ¿se puede hablar de “modelo fracasado” en Cuba, habiendo logrado ser el único país sin desnutrición infantil severa de América Latina, el de menor grado de subnutrición posible en su región, o el de menor mortalidad infantil de América? (Pueden verse los indicadores recogidos en el apartado sobre Derechos Humanos).

Cuba es un “modelo fracasado” que ha evitado: la existencia de sectores completos de población en la más absoluta miseria, sin acceso a servicios básicos; de niños y niñas de la calle; de bolsas de desnutrición severa o hambre; de redes de narcotráfico o explotación sexual a escala; o de fenómenos de violencia organizada estructural, todos tan comunes en los países del entorno.

Cambios necesarios en el modelo

Nada de esto, por supuesto, significa negar la necesidad de profundizar las transformaciones económicas -ya en curso-, la necesidad de golpear el burocratismo y la corrupción, de incentivar más el valor del trabajo, mejorar la productividad y tantos otros aspectos.

En relación a la corrupción existente en Cuba, también debemos compararla con la de otros lugares. Incluso la organización Transparency International -defensora del libre mercado capitalista y cuyas opiniones están basadas en testimonios de gestores de empresas- considera a Cuba el cuarto país menos corrupto de América Latina, por detrás de Uruguay, Chile y Costa Rica. En Cuba se aplican duras penas a representantes políticos o gerentes implicados en corrupción, y la Contraloría General de la República actúa de manera implacable. En todo caso, el propio Gobierno revolucionario ha reconocido que la corrupción es uno de los males que atentan contra el propio futuro de la Revolución, más incluso que los programas de injerencia de EE.UU. Fidel Castro ya señaló que “este país puede autodestruirse por sí mismo, (...) los que no pueden destruir (la Revolución) hoy son ellos (el Gobierno de EE.UU.); nosotros sí, nosotros podemos destruirla, y sería culpa nuestra” (Aula Magna de la Universidad de La Habana, 17 de noviembre de 2005).

20. ¿Cuba tiene el salario más bajo del mundo?

¿Sirve la traducción literal del salario a dólares?

El Gobierno cubano ha admitido, sin ambages, que hoy el salario en Cuba no satisface “las necesidades de las familias”. Tanto Raúl Castro como el presidente Miguel Díaz-Canel lo han afirmado en diversas intervenciones públicas. En 2017, el salario medio en el sector estatal (donde trabaja el 75% de la población) fue de 767 pesos, tras haber crecido el 84% desde 2008.

En todo caso, si se aplica el cambio nominal directo, son poco más de 30 dólares al mes. Con este dato, sin matiz ni explicación, la empresa de estadísticas Nation Master publicó un informe en el que afirmaba que Cuba es “la nación del mundo donde menos salario mensual se recibe”, una frase que se convirtió automáticamente en titular de noticias. Señalaba, además, que en Haití -y en la mayoría de países de África- existe un salario nominal medio mayor.

El citado informe conducía a la extraña conclusión de que en Cuba se vive peor que en Haití o África. Algo curioso, porque en Cuba una persona vive, de media, casi 20 años más que otra de Haití, en su vivienda disfruta de servicios de agua o electricidad asequibles, sus hijas e hijos estudian en la universidad, recibe visitas médicas gratuitas en su vivienda, y acude al cine, al teatro, al ballet, a la ópera y a eventos deportivos a precios accesibles.

Coberturas, subsidios y “salario indirecto”

Diversas organizaciones internacionales aplican la tasa de uno o dos dólares de ingreso diario como umbral para la medición de la pobreza. Algo que es absurdo aplicar en Cuba. ¿Por qué? Porque en la Isla existe un salario indirecto muy superior al de cualquier otro país de la región. La canasta alimentaria familiar está subsidiada a través de una libreta de abastecimiento -denominada de manera despectiva “cartilla de racionamiento” por los medios internacionales-, que garantiza los alimentos de la familia en una parte del mes. La educación -incluida la universitaria, los libros y las residencias- y la salud -en todas sus especialidades- son gratuitas; y están altamente subsidiados el transporte, la vivienda, la alimentación en comedores escolares, la electricidad, el teléfono, el gas, los hogares para personas mayores o los espectáculos culturales y deportivos. Diferentes estudios internacionales fundamentan niveles elevados de protección social y la no existencia de graves situaciones de exclusión y desamparo en el país, debido precisamente a este "salario indirecto".

Esto no significa, sin embargo, que no existan capas de población expuestas a la vulnerabilidad social. Desde los años 90 del siglo XX (“Periodo especial”), se comenzaron a identificar en el país segmentos en desventaja social por razón de edad, menores ingresos, insalubridad de vivienda y otros. Pero en ningún caso se encuentran en Cuba las grandes bolsas de miseria extrema de otros países del entorno. Por poner un ejemplo, se puede citar que, debido al problema no resuelto de la vivienda -producto de la escasa oferta por la insuficiente construcción, debido a la carencia de materiales y equipamientos-, existen barrios insalubres en el entorno de las grandes ciudades. Pero, en contraste con los existentes en otros países, las familias allí asentadas acceden a la asistencia médica gratuita, tienen electricidad y agua corriente y son beneficiarias de numerosos servicios públicos.

¿Cómo mejorar el salario?

Es cierto que el salario “no alcanza”. Los productos y servicios no subsidiados, desde la alimentación a cierto consumo de ocio, o los equipos y productos electrónicos, son, en muchos casos, inalcanzables con un solo salario. Esto es una de las causas directas de varios fenómenos que se producen: la desmotivación laboral y la baja productividad; la migración laboral hacia el sector privado, aún en trabajos no deseados donde, por lo general, se recibe un salario mucho mayor que en el sector estatal; la existencia de importantes bolsas de economía informal, desvío y robo de recursos al Estado como segunda vía de ingresos personales (la llamada “resolvedera” o “búsqueda”); y la emigración al exterior, algo -en cualquier caso- común a otros países del entorno.

Las transformaciones que vive el país van encaminadas a mejorar el salario y el poder adquisitivo en general, a la par que la productividad;: ahora, por ejemplo, ya no existen límites al ingreso salarial en las empresas estatales, donde se abonan mejores salarios cuando hay mayores resultados y se reparte un porcentaje de las utilidades (beneficios) entre trabajadores y trabajadoras.

Por otro lado, sin negar el serio problema de la vivienda en Cuba -que no es producto de la especulación, sino de la escasez de construcción-, el 85% de las viviendas del país pertenecen a sus propietarias y propietarios, que no pagan alquiler ni impuesto alguno. Y las personas que no son propietarias abonan al Estado no más de un 10% de sus ingresos mensuales. En Cuba, además, no existen “desahucios” o “desalojos”.

21. ¿Venezuela regala el petróleo a Cuba?

Convenio de Cooperación Venezuela-Cuba

Que Venezuela “regala” su petróleo a Cuba es uno de los mensajes clásicos en la guerra mediática contra la Revolución bolivariana y el Gobierno de Caracas. Otra información falsa. El Convenio de Cooperación Integral Venezuela-Cuba (vigente desde el año 2000) es un esquema novedoso de intercambio bilateral. Cuba recibe una importante cantidad de petróleo de Venezuela (que ha fluctuado, según la etapa, entre 40 mil y 90 mil barriles diarios), que paga a precio estable y en plazos largos. A su vez, Cuba realiza el enorme esfuerzo de integrar a varias decenas de miles de profesionales (han variado entre 20 mil y 40 mil, según los años) en las misiones sociales de educación, salud, deporte, agricultura o cultura del Gobierno bolivariano, que benefician a millones de familias, y que habrían sido imposibles de desarrollar sin la cooperación cubana.

Es un esquema que rompe la lógica de mercado, la única aceptada como “normal” en los medios corporativos. Tampoco tienen una “lógica de mercado”, sino una “lógica de solidaridad”, las facilidades de pago y los precios estables que ofrece Venezuela por su petróleo a un conjunto de pequeñas naciones integradas en Petrocaribe y en la Alianza Bolivariana para las Américas (ALBA). Esta nueva concepción del intercambio regional, que aparta la competencia pura e incentiva la solidaridad y la reducción de asimetrías, es reducida a un burdo cliché mediático: el supuesto “regalo de petróleo venezolano”.

El eterno anuncio de un nuevo “Periodo especial”

Por supuesto, las afectaciones en el suministro de petróleo, que han existido en los periodos de mayores dificultades para Venezuela, impactan en la economía de Cuba. Algo que la prensa hegemónica aprovecha para lanzar mensajes de zozobra y anuncios sobre un nuevo “Periodo especial” (la durísima crisis económica de los años 90) en la Isla. Pero, a diferencia de aquellos años:

  • El comercio cubano, hoy, está más diversificado: en aquel tiempo el 80% era con la Unión Soviética.
  • Existen mayores posibilidades de crédito, principalmente al haber llegado Cuba a acuerdos de renegociación de su deuda externa con el Club de París, que agrupa a los principales acreedores internacionales.
  • Hay mayores posibilidades de inversión extranjera diversificada.
  • El turismo es la segunda rama generadora de divisas y existen capacidades de crecimiento en el país.
  • La exportación de servicios (médicos principalmente) se ha convertido, en los últimos años, en la mayor fuente de divisas, y el país comienza a vivir de su “inteligencia cultivada”.
  • La Biotecnología y la Industria Farmacéutica generan fuertes exportaciones, que entonces apenas existían.
  • Cuba produce parte del petróleo consumido e importa solo el 59% (año 2018), mientras en los años 90 importaba el 98%.
  • Y hay un creciente uso de fuentes renovables de energía, con el objetivo de llegar, en 2030, al 24% del total.

22. ¿La cooperación médica cubana es un “negocio”?

Objetivos de esta campaña de mentiras

La cooperación médica cubana es algo único, quizá el ejemplo más a contracorriente en este mundo regido por el individualismo y el poder del dinero. En todo el planeta, genera admiración por la potencia del sistema sanitario de la Isla y simpatía por la práctica humanista del país. Por ello, los medios hegemónicos tratan de censurar o distorsionar informaciones como estas:

  • Cuba es el donante número uno del mundo en el campo de la salud, con el 31,2% del total de la ayuda al desarrollo aportada, según la investigación del economista guatemalteco Henry Morales en su libro “Ayuda oficial al desarrollo de Cuba en el mundo”.
  • Según este estudio, la cooperación médica cubana salvó en el mundo, de manera directa y comprobable, al menos 5 millones de vidas en 15 años (2000-2015).
  • En Venezuela, entre 2003 y 2015, la cooperación médica cubana salvó 1.750.000 vidas, 292.640 en Guatemala entre 1998 y 2017, y 74.946 en Bolivia entre 2006 y 2017.
  • Más de 4 millones de personas sin recursos de 34 países -principalmente de América Latina- fueron operadas de la visión en 10 años, entre 2005 y 2015, gracias a la llamada “Operación Milagro”, un programa de solidaridad que impulsan los gobiernos de Cuba y Venezuela. Hoy estas personas estarían ciegas por carecer de recursos, por ser pobres.

La campaña mediática contra la cooperación médica tiene el mensaje central de que es un “negocio” para el Estado cubano, ya que obtiene importantes ingresos. Cuba ha tenido, en estos últimos años, de manera simultánea, entre 40 y 50 mil profesionales sanitarios (la mitad médicos o médicas) en cerca de 66 naciones. En unas 40 de ellas, las más pobres, Cuba asume todos los gastos (por ejemplo Haití, Níger, Honduras o Eritrea). En otras 26 existe, es cierto, una compensación económica por gastos y servicios, completamente diferenciada según las condiciones de cada estado. Cuba coopera con países pobres en recursos, pero también con naciones con importantes rentas petroleras como Qatar, Arabia Saudí, Brasil, Sudáfrica, Angola, etc. Es justo y comprensible que los gobiernos de estos países compensen a Cuba por su enorme esfuerzo. Esto significa unos ingresos de entre 6 y 10 mil millones de dólares anuales que, además de garantizar al personal cooperante mejores salarios, sirven para autofinanciar el sistema de salud cubano.

Pero que ese ingreso no vaya a parar al bolsillo de acaudalados accionistas, ni convierta a médicas y médicos cubanos en una clase “exclusiva”, al estilo de lo que ocurre en América Latina, parece algo “anormal” e incomprensible para las redacciones de los medios corporativos.

“Cuban Medical Professional Parole” (programa abolido en enero de 2017 por Barack Obama)

Si hubo una iniciativa contra Cuba del Gobierno de EE.UU. verdaderamente aberrante fue el “Cuban Medical Professional Parole”. Este programa del Departamento de Estado fue aprobado por George W. Bush y aplicado desde 2006 hasta enero de 2017, cuando fue abolido por Barack Obama. Ofrecía el asilo político, en cualquier consulado o embajada de EE.UU., a todo o toda cooperante médica cubana. Contaba para ello con la colaboración de organizaciones de Miami como “Solidaridad Sin Fronteras”, que los grandes medios presentan como una “ONG humanitaria”.

El programa perseguía, según su argumentación, dos fines: “liberar” al personal médico cubano en el exterior “de la esclavitud laboral”; y “socavar la diplomacia médica de Cuba” en el mundo. Hay que recordar que, según la Casa Blanca, Cuba consigue “favores diplomáticos” (votos de países de África, Asia o América Latina a sus propuestas en Naciones Unidas, por ejemplo) a cambio del envío del personal médico. En cualquier caso, si esto fuera así, sería una bendita “diplomacia médica” que salva vidas.

Muchos medios no han publicado nada, en años, acerca del impacto de la cooperación médica cubana. Pero sí han creado shows con médicas y médicos que decidieron acogerse al “Cuban Medical Professional Parole”. Todo ello, con notables exageraciones de cifras. Un ejemplo: el diario español ABC tituló en 2014 que “Los médicos enviados por Cuba a Venezuela huyen en masa a EE.UU.” Sin embargo, la cifra total real de abandonos no superó en ninguna etapa el 2% del total de cooperantes. En contraste, 3.400 médicos y médicas con nacionalidad española pidieron, en 2015, el certificado para emigrar -una media de 85 cada semana-, seis veces más que las 15 médicas y médicos de Cuba que -según el ABC- “huyeron en masa a EE.UU.” ¿Se imaginan que hubiera existido entonces un “Spanish Medical Professional Parole” y que la economía de España sufriera el bloqueo de EE.UU.? ¿Cuántas personas licenciadas en Medicina en las universidades españolas habrían “huido” para instalarse en EE.UU.?

Afortunadamente, en enero de 2017, el presidente Barack Obama, en una de sus últimas y más dignas decisiones, decidió dar fin a este programa, así como a la llamada política de “pies secos, pies mojados”.

23. ¿La dirigencia cubana es una “casta”?

Abunda la propaganda mediática acerca de la supuesta “vida lujosa” de personas cercanas a la dirigencia política cubana. Tradicionalmente, la “familia Castro” ha sido presentada, en la prensa hegemónica, como una supuesta “élite” privilegiada.

Tres ejemplos ilustrativos son:

  • En 2006, la revista estadounidense Forbes incluyó a Fidel Castro en su “lista mundial de multimillonarios”. La argumentación era hilarante: ya que "la estimación de estas fortunas es un asunto muy complicado", explicaba Forbes, decidió asignar al Comandante un porcentaje del PIB del país y, además, le asignó como suyas varias empresas públicas. En la Televisión cubana, Fidel desafió a la publicación: “Los desafío. Si prueban que yo tengo una cuenta en el exterior de un dólar, renuncio a todos mis cargos”. Y añadió: “tengo el honor de poder decir que no poseo ni cuento en mi haber con un solo dólar. Toda mi fortuna, señor George W. Bush, cabe en el bolsillo de su camisa. Desafío a la CIA, a los miles de bancos que hay en el mundo a que prueben que tengo aunque sea un solo dólar”. Forbes hizo el silencio, y, no volvió a incluirlo en su lista.
  • En 2015, se publicó el libro “La vida oculta de Fidel Castro”, escrito por uno de sus exescoltas quien, tras ser sancionado por motivos estrictamente profesionales, había emigrado a Miami años antes. Esta persona -ya fallecida- pasó por decenas de platós de televisión, asegurando que Fidel tenía “islas, yates y mansiones”. Su método, calco del de Forbes, consistía en endosarle la propiedad de tierras y empresas del Estado. Por ejemplo, en su libro asegura que el mandatario poseía hasta veinte residencias “personales”, refiriéndose a las casas de protocolo que el Estado cubano empleaba -y emplea hoy- para recibir a delegaciones internacionales.
  • Se ha hecho mucha propaganda también sobre la “vida lujosa” de algunos hijos de Fidel Castro. Varios de ellos suelen participar, como anfitriones, en eventos internacionales que atraen a Cuba a ciertas celebrities y generan divisas para el país. Fotografías jugando al golf en la inauguración de un hotel, o fumando un tabaco caro en el Festival del Habano de La Habana, son convertidas de inmediato en las “evidencias” de su “vida de lujos”. Un ejemplo risible ocurrió en 2015, con la publicación de unas fotos de Antonio Castro, hijo de Fidel y dirigente de la Federación Cubana de Béisbol, en un hotel de Turquía, junto al mar. Los medios inventaron entonces, sin prueba alguna, unas supuestas “vacaciones de lujo”, incluso un viaje en un “gran yate privado”. Para ello, publicaron la fotografía de un yate vacío, tomada de la web de un constructor de Southampton (Reino Unido) cuyo nombre es igual al del hijo de Fidel, Tony Castro. Increíble… pero cierto.

24. ¿Hay un machismo institucionalizado?

Cuba: el parlamento más feminizado del mundo

Sin aplicar ninguna ley de cuotas, Cuba consiguió en 2018 la paridad entre hombres y mujeres en su Parlamento Nacional (53,22% de mujeres), siendo el número uno en América Latina y situándose por encima de los países europeos. Mientras, en EE.UU., las mujeres son el 34% en Congreso y Senado, y ello se debe a una sentencia del Tribunal Electoral que impuso un tercio mínimo para las mujeres.

En Cuba los derechos sexuales y reproductivos están garantizados y hay derecho al aborto libre y gratuito en la sanidad pública. Aunque junto a este derecho, pueden existir prácticas no deseables, como el empleo del aborto como método anticonceptivo, algo que es combatido por las instituciones educativas y sanitarias y por la Federación de Mujeres Cubanas, desde la educación y la prevención.

En Cuba existe una concepción de la sexualidad más libre que en otros lugares, con menor carga de culpabilidad y represión para las mujeres. La política educativa de la Revolución y el limitado poder social de la Iglesia han sido factores clave en este asunto.

En la Isla es impensable un diferente salario, por igual trabajo, para mujeres y hombres, salvo en el incipiente sector privado, que aún es minoritario. Esto contrasta con tantos países desde los que se dan “lecciones” a Cuba en materia de igualdad de género.

En la Isla, muchos trabajos considerados “masculinos” son mayoritariamente realizados por mujeres: el 60,2% del personal médico, por ejemplo, está compuesto por mujeres, lo que rompe con el rol tradicional médico-enfermera. La mayoría en la judicatura, abogacía y fiscalía son mujeres -más del 70% en el sistema de Tribunales y Fiscalía-, algo que no se produce en ningún otro país del mundo. Además, son ocupados por mujeres el 50,5% de los puestos políticos a nivel provincial, el 63% de la matrícula universitaria, y el 60% de los puestos técnicos y profesionales.

El desafío del ámbito privado

El desafío está hoy, en Cuba, en el ámbito privado y familiar: las mujeres -como en general ocurre en todo el mundo- siguen llevando la mayor parte de los trabajos de cuidado, un tema clave en una sociedad que envejece. Y existe el llamado “techo de cristal”, que hace que, en la dirigencia del país, siga habiendo menos mujeres que hombres.

Hay también debates nuevos. Por ejemplo, desde sectores de la cultura se denuncia y combate un cierto retroceso en temas como la utilización del cuerpo estereotipado de las mujeres cubanas (jóvenes, mulatas, etc.) en la escasa pero incipiente publicidad (de turismo o de bebidas, por ejemplo), en los videoclips, en las letras de ciertas canciones, etc.

25. ¿Turismo sexual, prostitución masiva?

¿Comparamos con otros países?

Algunos medios se empeñan en vincular la imagen de Cuba con el turismo sexual y con una supuesta prostitución masiva. Es un mensaje construido a partir de un escenario anclado en los años 90 del pasado siglo, en el durísimo “Periodo especial”. Es cierto que, en aquella etapa, hubo una visible extensión de la prostitución, muy centrada en el turismo extranjero: quien visitó entonces la Isla lo pudo contemplar en la entrada de los propios hoteles. La realidad de hoy es bien distinta, pero se sigue utilizando aquella imagen, haciéndola pasar por actual. Sin lugar a dudas, hoy existe más explotación sexual y más prostitución organizada en cualquier país de Europa que en Cuba.

La prostitución que existe en Cuba es mayoritariamente informal. No existen redes o mafias a gran escala, ni fenómenos de esclavitud sexual como en tantos estados del mundo. En España, por ejemplo, existen más de 1.500 clubs de prostitución, en muchos de los cuales mujeres inmigrantes sin papeles son objeto de engaño, chantaje, extorsión y todo tipo de vejaciones. En Cuba, sencillamente, no existen lugares de este tipo.

En la prensa cubana es impensable que existan anuncios de prostitución. En contraste, grandes diarios españoles han obtenido durante décadas enormes ganancias por dichos anuncios, hasta que el mercado de los anuncios de prostitución se trasladó en bloque a Internet. Son los medios que, curiosamente, no dejan de hablar de prostitución y turismo sexual en Cuba.

Por último, señalar que la prostitución no es delito en la Isla, sí el proxenetismo o la trata, que son duramente penados.

Principales destinos del turismo sexual

Por otro lado, en las listas de los principales destinos del turismo sexual en el mundo no aparece Cuba, y sí España.

Y en un mapa realizado por UNICEF en 2014 sobre “turismo sexual infantil”, tampoco aparecía Cuba, y sí México, Brasil, Colombia y Perú, principales destinos latinoamericanos.