Sayli Sosa Barceló - Invasor.- Uno de cada cuatro cubanos tiene un familiar residiendo en otro país de forma temporal o definitiva. Cada año al menos 35 000 habitantes de esta Isla dejan detrás una vida para comenzar otra.


El Doctor en Ciencias Antonio Aja Díaz, profesor titular y director del Centro de Estudios Demográficos de la Universidad de La Habana, estuvo en Ciego de Ávila en junio pasado apenas unas horas, poquísimas, para nuestro gusto, pero suficientes para "acorralarlo" con interrogantes que gravitan y condicionan la realidad cubana de ahora mismo.

Conversamos sobre un tema serio como quien cuenta la historia de su vida. Hablamos de los por qué y cómo de un proceso natural en el desarrollo humano: la emigración, y que, sin embargo, en el imaginario del cubano representan un punto de inflexión, un parteaguas que nos coloca nuevas (otras) etiquetas: los que se van y los que se quedan.

Sentada frente al profesor Aja estaba yo haciendo mil preguntas y a la vez tratando de recordar todas las referencias que desde la literatura, el teatro, el cine, la música nos llegan a diario si de salir o quedarse en la Isla se trata. Me acordé de Titón y Desnoes, con su Sergio que no se quiere ir, a pesar de que no sabe qué sucederá en un país que acababa de reinventarse. Luego Carlos Varela me dice que no es el fin, que la política no cabe en la azucarera y que pronto estará de vuelta en casa. Y Alexis Díaz-Pimienta me monta en una balsa con Enildo Niebla y me lanza al mar persiguiendo no sé qué sueños y una mujer. Después Fernando Pérez con Suite Habana y la familia dividida, acá un médico-payaso y en la otra orilla su hermano, un hombre en busca de su proyecto familiar.

También llegan de un tirón las historias reales de mis vecinos, los amigos de la escuela, de la gente que uno quiere, no importa las distancias.

Todo eso y más está en la base de datos del cubano, en su código binario, o genético, o de barras. Con todo eso andamos por la vida, como Lucas y Lucía, los enanos de Carlos Varela, buscando un lugar en el mundo. Al final, no queda otro remedio que aceptar que esta Isla tiene muchas, demasiadas orillas.

—¿Por qué los cubanos vivimos con tanta intensidad la emigración?

—En primer orden la migración, ya desde los años '60, que coincide con el triunfo de la Revolución cubana, se convierte en un problema global y Cuba no estuvo exenta de eso.

"El nuestro es un país con saldo negativo, en materia de emigración, desde la tercera década del siglo pasado y tiene una historia de emigración, que cambia en 1959, porque se potencia mucho más. En el componente identitario de la nación cubana, de la identidad cultural en particular, estaba presente este tema. Pensemos rápidamente en los principales exponentes de la cultura cubana y tendremos que reconocer que siempre han creado, porque han vivido, además, una gran parte de sus vidas fuera de Cuba, como emigrados y una parte como exiliados.

"Las principales luchas políticas de Cuba en su historia están ligadas a la migración a favor del desarrollo, o en contra del desarrollo después del triunfo de la Revolución. De manera que si la migración y la emigración son componentes consustanciales del desarrollo humano, también lo son del devenir de nuestra nación. Ese es un primer elemento que no podemos perder de vista.

"En segundo lugar porque el tema de la emigración tiene siempre dos lecturas. Por un lado, cuando lo analizamos en el escenario global, geográfico, de un país o una región. En el área de América Latina, Cuba no es de los que más aporta, pero tampoco la de menores cifras. Y tiene una lectura al interior del país de donde surge la emigración. Por tanto, en un contexto universal o regional Cuba se reconoce como una nación de emigración sin altos índices y tasas, comparados con otros, en particular con el área del Caribe, pues los países de esta zona aportan altas cifras, mas tienen pocos habitantes. En este sentido, nuestra isla tiene 11 millones 200 000 habitantes, de los cuales casi un 11 por ciento está en la emigración. Es decir, que la lectura al interior de la sociedad cubana sí tiene relevancia.

"Y un tercer elemento está relacionado con el hecho de que pocos países tienen en su principal receptor de emigración, su principal antagonista político y económico, en este caso Estados Unidos. Gran parte de los emigrados cubanos viven en esa nación y continúan emigrando hacia allá.

"Este es un punto muy particular porque lo que normalmente sucede es que los países que tienen saldos migratorios negativos como Cuba, hallan en los países receptores un complemento, con acuerdos, relaciones, y ese no es el caso nuestro, es por eso que este proceso es objeto de politización e ideologización."

—¿Cree que el discurso oficial cubano, al dejar en un segundo o tercer plano, o, incluso, no tratar el tema migratorio, y por ende también los medios de comunicación, han contribuido a que se viva la emigración de una forma particular?

—Es que lo hemos vivido, en los últimos 55 años y el discurso oficial ha tenido que reflejar ese proceso con un alto nivel de politización. Antes del triunfo de la Revolución eso no sucedía y había más de 150 000 cubanos asentados de forma permanente, más otra cifra que iba y venía. Después de 1959 la migración se convierte en un elemento del diferendo bilateral de Estados Unidos contra Cuba. Y Estados Unidos la utiliza, la presiona. Entonces el discurso político ha tenido que responder a esa coyuntura, es decir, la emigración que sale desde el año '59 es la genuina opositora al proyecto social cubano y es utilizada en su contra, y ha tratado de retornar al estatus anterior.

"A partir de ahí ha existido un nivel de politización muy alto que ha tenido un reflejo en los medios de comunicación, no solo por el hecho en sí de la emigración, sino por las agresiones en las cuales una de las protagonistas ha sido la emigración. Se ha ido armando un entramado de relación con los medios y el discurso político que ha estado presente en todo el proceso.

"Lo que sucede es que esta historia, que ha tenido varios momentos, comienza a modificarse a partir de 1980, después del Mariel. En primer lugar porque los protagonistas de la emigración cambian y la tendencia apunta a múltiples causas, como no lo era en las primeras oleadas. Pensemos por ejemplo, en la reacción de la sociedad civil y del discurso oficial ante Mariel 1980 y La Habana, agosto de 1994.

"Esto debería condicionar una proyección de los medios diferente, porque uno de cada cuatro cubanos tiene un familiar en el exterior, que está emigrado definitivo o emigrado temporal, o vive fuera 11 meses y 29 días para retornar. Esa es una realidad de la sociedad cubana y los medios deberían asumir una posición más objetiva del fenómeno. A eso hay que añadir que hoy todos los países que emiten emigración (aclaremos que no tienen la politización que existe en Cuba ni el diferendo con el vecino norteño) tratan de capitalizar este proceso en función de los intereses nacionales. Cuba lo ha comenzado a hacer.

"Capitalizar quiere decir el retorno de parte de esa emigración. Capitalizar significa que la remesa tiene un peso importante en las economías nacionales de esos países. En nuestro caso es difícil determinar la cifra, el potencial, porque una parte no viene por el circuito, digamos, formal, y por eso se complejiza.

"Después de la década del '90 se ha flexibilizado la política migratoria cubana, un proceso que ha implicado una mayor presencia de los criollos que están fuera de la Isla. Esto tiene un componente diferenciador al interior de la sociedad cubana. Por ejemplo, en el sector de la Cultura, es imposible no reconocer que una parte de ese acervo se construye en el exterior. Soslayar esa cultura por el simple hecho de que se gesta en la emigración, cuando no es exilio, es sencillamente un error. Un error que se paga caro.

"En otros sectores no es igual. Claro, el proyecto social cubano es integrador, conlleva un compromiso social y los cubanos de casi tres generaciones nos hemos desarrollado en él, entonces el tema de la emigración se convierte en un asunto disfuncional, contradictorio con ese compromiso. Muchas veces queremos evaluarlo por igual cuando realmente no lo es."

—Hace un momento usted decía que Cuba no es, en el área, uno de los mayores emisores, pero tampoco de los menores. ¿Cuál es la situación migratoria actual de nuestro país?

—Se ha mantenido una tendencia en estos años a perder población. Anualmente, según el Anuario Estadístico que edita la ONEi, la Isla pierde entre 35 000 y 37 000 personas,  los jóvenes, como en el resto del mundo. Hay un proceso de feminización que también aquí tiene su expresión, aunque la mayoría siguen siendo hombres, pero es de destacar el hecho de que están saliendo muchas más mujeres que en otros momentos después de 1959.

"Estos son dos componentes esenciales. El tercero tiene que ver con la estructura social creada por la Revolución cubana y que aporta una emigración con un nivel de instrucción y educación entre medio y superior, lo cual hace que el cubano sea un migrante particular, que se inserta con mayor rapidez y facilidad en cualquier sociedad.

"A eso hay que añadirle el factor de atracción que son las redes sociales creadas. El que Cuba tenga, no solo en Estados Unidos, sino en otras partes del mundo, asentamientos de determinadas características, grupos a los que no les ha ido mal, constituye una atracción.

"Te digo, además, que el tema está en ver cada vez más como algo normal, lo que es normal en materia de emigración: su circularidad, el ir y venir, el entrar y salir, el conocer el mundo en la medida en la que la persona tenga la posibilidad.

"En el nuevo contexto internacional se está dando un proceso interesante y es el retorno de la emigración. Se habla, incluso, de la remesa a la inversa. En la actualidad, muchos países emisores envían dinero a sus emigrantes para que mantengan la red donde están asentados, para que en determinado momento vuelva la circularidad. De manera que ese es el contexto global en el que Cuba obviamente está incluida, y en el que hay que integrarse de una manera inteligente, sin desdeñar lo político. Esto no quiere decir que debamos tener una política migratoria abierta por completo, cuando sabemos que en Miami se sigue apostando por revertir el orden, y de manera violenta. Entonces ese no es el punto.

—La máxima dirección del país, Raúl personalmente, ha dicho que los cubanos en las últimas décadas migran por motivaciones muy diferentes a las de quienes se fueron luego del triunfo de la Revolución. ¿Cuáles considera usted que son las principales causas de la emigración cubana?

—Se pudiera estudiar mucho más el tema. Te puedo hablar de lo que dentro de la Universidad de La Habana, en los últimos 20 años hemos trabajado, investigaciones de corte demográfico, sociológicas, politológicas, con emigrantes que se dirigen hacia Estados Unidos, Europa y los que retornan. También con el tema de los balseros.

"La motivación es un componente de varios factores, es decir, cuando una persona decide cambiar el camino, su escenario geográfico, lo hace por varias razones, entre ellas el grado de información, las redes sociales, el nivel cultural, su situación económica y social, además de la perentoriedad que tiene ante ese contexto, si cree que puede resolver los problemas en un breve tiempo o no. Todos estos componentes están presentes, y otros tantos, en el acto de la toma decisiones de emigrar, y a su vez diferencian a este proceso del de antaño.

"Desde 1959 hasta finales de la década del '70, la emigración cubana tuvo un carácter político muy fuerte y es lógico que así fuera, porque resultaron desplazados del poder político y económico de este país.

"Ya en los '80, en el Mariel, el elemento de búsqueda de espacios económicos, laborales, sociales, el no compromiso con el proyecto revolucionario, tienen un peso importante, pero diferente a como se expresaba con anterioridad. No puede entenderse como contrarrevolución concreta, aunque después lo fuera potencialmente en algunos casos.

"En nuestras investigaciones, los encuestados han ponderado mucho la búsqueda de un espacio laboral, que el salario, por ejemplo, satisfaga las necesidades, sin embargo mantienen la aspiración de seguridad social, salud y educación gratuitas, la tranquilidad ciudadana, porque son generaciones que han nacido o se han socializado con la Revolución.

"Algo que lo corrobora es la cantidad de cubanos que están viviendo fuera de Cuba y visitan la Isla. Solo hay que ir a los aeropuertos donde arriban los vuelos procedentes de Estados Unidos y de otras partes del mundo, y ver la cantidad de cubanos que regresan. Al ver las cifras nos damos cuenta de que la intransigencia política no es la misma y en algunos casos ni existe."

—¿En el centro que usted dirige se ha estudiado el caso de los cubanos emigrados que cambian de nacionalidad?

—Ese es un asunto que normalmente el individuo lo cierra mucho. Hay varios países, entre ellos Cuba, que no admiten la doble ciudadanía. Cuando un cubano vive fuera, como norma, se le exige que entre como cubano, por tanto, desde ese momento específico, no se está reconociendo otra ciudadanía.

"Sin embargo, tampoco se aplica lo que está legislado en la Constitución, que en este caso indica retirar la ciudadanía cubana porque el individuo adquirió otra. El tema hoy de la doble ciudadanía va por dos caminos: por una parte la vía que establece la letra jurídica y que la prohíbe, por muchas razones, incluida la seguridad nacional; y el camino de la realidad, que impone un poco de vista gorda."

—Por último, qué podríamos esperar de la anunciada flexibilización de la política migratoria. Se especula, por ejemplo, sobre la eliminación del permiso de salida o Carta Blanca...

—Lo que va a pasar no te lo puedo decir, porque no soy político. Las instituciones que estudian la temática, en la Universidad de La Habana hay dos, una es el Centro de Estudios de Migraciones Internacionales y la otra el Centro de Estudios Demográficos, han presentado un grupo de consideraciones, en momentos oportunos y por los canales establecidos, y se han tenido en cuenta. Sé que otras instituciones también han aportado. Y esa certeza está fundamentada en las palabras de Raúl cuando ha dicho que se está estudiando el tema y que se va a atemperar y modernizar.

"Realmente Cuba está en la capacidad, por la fortaleza del proyecto cubano, no obstante los problemas económicos que tenemos, de introducir modificaciones sustanciales en un grupo de restricciones que, de hecho, ya se han empezado a materializar.

"La modificación del estatus de la propiedad de las viviendas y de los vehículos, por ejemplo, tiene un impacto directo en las reglamentaciones de emigración. Creo que hay otros cambios que pueden implementarse, que motiven a una migración circular, una mayor temporalidad de la emigración, a un retorno estudiado, pensado, porque el tema del retorno es complejo.

"Cuba debe apostar por la circularidad y temporalidad de la persona, sin que ello signifique una salida definitiva, para aprovechar las potencialidades de su población joven, profesional, como lo hacen otros países y ese es el caso de China y Viet Nam. Sin ser ingenuos políticamente, se puede pensar en esos términos."

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