María del Carmen Barcia Zequeira - La Jiribilla.- Las conductas racistas y discriminatorias, una verdadera enfermedad social, están enraizadas en el mundo actual, que incluye, desde luego, a nuestra sociedad. Sus manifestaciones son desiguales pero su origen es similar; consisten en negar derechos, humillar y maltratar a personas “diferentes”, bajo el criterio de que son inferiores. Se establecieron muy tempranamente desde poderes hegemónicos —económicos y políticos—, y estos conformaron mentalidades colectivas y patrones de conducta perversos y discriminatorios.