Esa fecha de la independencia fue escogida además para celebrar el día de las Fuerzas Armadas ecuatorianas, debido al ejemplo demostrado en 1822 por las tropas del gran mariscal Sucre, que dieron un certero golpe a las fuerzas españolas del general Melchor Aymerich.
La Batalla del Pichincha, desde el punto de vista militar y estratégico, fue y sigue siendo estudiada como una prueba clara de la destreza castrense de Sucre, quien demostró su dominio como jefe y gran organizador.
Tras la liberación de Riobamba el 21 de abril de 1822, se preparaba la batalla final, marcha sobre Quito, la cual fue encabezada por el mariscal, de 27 años, que llegó con sus hombres hasta la ahora capital ecuatoriano dos días después.
Al amanecer del 24 de mayo, las tropas libertadoras se desplegaron en el repecho del volcán Pichincha, a unos tres mil 500 metros de altura, donde se puso fin a la dominación colonial en el territorio del Cabildo de Quito, que pasó a formar parte de la Gran Colombia, el sueño del Libertador Simón Bolívar.
El sitio de esa encarnizada lucha se conoce como Cima de la Libertad.
En ese lugar se encuentra hoy el Museo Templo de la Patria, donde están expuestos, en su parte exterior, bayonetas y cañones utilizados por las tropas patrióticas y se pueden apreciar varios murales que representan momentos destacados de la gesta libertadora.
También aparecen los nombres de los que pelearon en el bando revolucionario: venezolanos, ecuatorianos, argentinos, neogranadinos, peruanos, chilenos, indígenas, ingleses, irlandeses y españoles, que dejaron un ejemplo de unidad latinoamericana y solidaridad mundial.
Según estudiosos, la victoria de Pichincha constituyó el principal avance en la liberación de Ecuador del dominio español.
Propició que el oponente coronel Basilio García, al conocer la noticia de la caída de Quito, entrego las armas y abandonó la liza.
La ahora capital se unió a la Gran Colombia, se abrieron las puertas hacia Perú, que facilitó la entrevista entre los dos colosos de la independencia, Simón Bolívar y San Martín, en la Conferencia de Guayaquil.
Como coincidencia, la lucha decisiva que dio la libertad a Quito iba a librarse el mismo día en que 300 años antes había caído el imperio indígena bajo las armas de Pizarro.