La venta de imágenes y videos eróticos por Internet es un fenómeno extendido entre cubanas y cubanos.

Rosanyela Cabrera Viera y Samuel Ernesto Viamontes Sardiña - Alma Mater (Diseño de portada: Rosanyela Cabrera Viera).- Con suma destreza desliza el dedo por la pantalla, desbloquea el móvil y revisa sus nuevos clientes en Telegram. Examina los pedidos y envía el contenido, no sin antes comprobar que se haya efectuado la transacción.


Probablemente esta sea la rutina de las internautas que venden sus fotos y videos eróticos en Internet. Lucran con la exposición de su cuerpo, muestran posturas «provocativas», lucen una ropa interior de encajes, se anuncian con un texto exhortativo y ofrecen su usuario o el número privado.

Una vez se promocionan en las páginas de Revolico en Facebook, en los chats grupales de Telegram, en los estados de WhatsApp, por mensajes en Instagram, incluso en Twitter, consiguen consumidores y envían sus tarifas.

A este fenómeno, relativamente nuevo entre cubanas y cubanos, se le puede considerar prostitución en línea. Pero, ¿la práctica es una variante de la prostitución convencional? ¿Qué características lo distinguen?

Prostitución en línea, el mismo perro con diferente collar

Mientras en parte de Europa y otras regiones del mundo existen páginas y webcams eróticas como OnlyFans que ofrecen servicios sexuales, en Cuba las personas improvisan una especie de industria pornográfica por redes sociales. Jóvenes, en su mayoría, tienen un menú de opciones, hacen videollamadas, posan desnudas, se masturban y tienen sexo con otros frente a un dispositivo a cambio de saldo telefónico o transferencia monetaria.

Diseño: Rosanyela Cabrera Viera

«Llevo haciendo esto casi un año. Al principio no quería que saliera mi cara, pero con el paso del tiempo eso cambió. No tengo que dividir mis ganancias con nadie ni me han estafado porque siempre tienen que pagar antes. Hay días que hago 200 pesos, a veces 1000 y hasta más», añade una de las implicadas, quien accedió a la entrevista en tanto su información personal no fuera revelada.

En otras naciones, como Estados Unidos, España y México se maneja la expresión «prostitución deslocalizada». El término califica a las trabajadoras sexuales de calles y burdeles que tras el confinamiento por la pandemia debieron prestar servicios en el ciberespacio o laborar en sitios discretos.

En Cuba, a juzgar por los testimonios recopilados, el fenómeno ocurre a la inversa: las muchachas encuentran compradores que se interesan por varias ofertas y tras una videollamada deciden si tienen contacto físico.

Otra de las contactadas por Telegram e interrogada de forma encubierta, declara que solo tiene sexo con clientes fijos que hayan pagado por una de las propuestas de su listado. «Este es mi trabajo y lo hago porque estoy necesitada, no tengo por qué quedar mal con nadie. En casa hay problemas, hago esto para sobrevivir y poder comprarme lo que me hace falta».

La escasez agravada en el país supone un detonante para que surjan este tipo de manifestaciones. De acuerdo a Juan Carlos Gutiérrez Pérez, máster en Sexología y Sociedad, «el entorno familiar y social sí puede influir en la toma de decisiones de personas que realizan el sexo transaccional, sea virtual o físico. Ante la precariedad se suele ver este tipo de práctica como una forma de ‘lucha’ o de conseguir lo que por otras vías no pueden».

Si bien es cierto que muchas de estas mujeres están impulsadas por la necesidad de un plato de comida en la mesa. A otras, simplemente las estimula la adquisición de unos zapatos Forever 21, un perfume Elizabeth Arden, o mantener unas uñas de gel.

¿Bueno, bonito y barato?

A primera vista, desempeñar estas funciones parecerá una manera segura y rápida de ganar dinero pues trabajan desde el hogar, generalmente no hay proxeneta o intermediario que se quede con parte de las ganancias y tienen la posibilidad de elegir con quien intimar. Pero no todo es tan bueno y bonito, y mucho menos sale barato, los costos a mediano y largo plazo para la integridad personal pueden ser muy altos.

«Generalmente las personas en esta situación son estigmatizadas. Los clientes las ignoran en otros entornos, tienden a ser marginadas, segregadas y las ven como una mercancía que proporciona un placer momentáneo. Sufren de miedo al rechazo y al acoso, porque al brindar información de su rostro pueden ser reconocidas y hostigadas en público», expone Otmara Artola Duarte, psicóloga con más de 20 años de experiencia laboral.

Sexting, ¿de ángeles o demonios?

Ni de unos ni de otros. Es una práctica sexual como otra cualquiera, con beneficios y riesgos para las personas…

Juan Carlos Gutiérrez, quien además es gestor de redes de Evoluciona. Campaña por la No Violencia hacia Mujeres, agrega que «las involucradas padecen de baja autoestima por la exposición a constantes desvalorizaciones y humillaciones. Crean vínculos patológicos con las redes de control (Síndrome de Estocolmo). Además, sufren de aislamiento social, ruptura con el entorno más cercano y desesperanza en el futuro».

Vender… algo más que fotos y videos

¿Es la venta de fotos y videos eróticos un tipo de «emprendimiento» ? A esta y otras interrogantes se acerca Alma Mater…

Aunque las entrevistadas que ejecutan actualmente prostitución en línea aseguran que no han sido reconocidas ni maltratadas en público, sí admiten que las llaman constantemente a su teléfono móvil, o les escriben con insistencia. Por lo que se han visto obligadas a bloquear contactos.

En tanto, una de las chicas asegura que se ha sentido incómoda por el trato que recibe durante el coito con algunos clientes. A su vez, la especialista Artola Duarte advierte del peligro de acciones violentas, robo, incluso asesinato en este tipo de citas.

Hay acciones prácticamente irreversibles, y una de ellas es la difusión de contenidos en espacios virtuales. Estas mujeres no solo deben lidiar con la mercantilización de sus cuerpos en la red de redes, también están expuestas a enfermedades infecciosas, teniendo en cuenta que además del acto sexual realizan juegos arriesgados.

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16 páginas para leer sobre masturbación, objetos sexuales, sexting y mucho más.

De acuerdo a Georgina Lee Alemán, especialista de segundo grado en Ginecología y Obstetricia, la introducción vía vaginal de tubos de desodorantes, pepinos o cualquier objeto plástico resulta dañina y provoca serias afectaciones. La cervicitis, por ejemplo, son heridas en el cuello del útero que fungen como puerta de entrada de infecciones y en caso de no ser tratadas provocan hasta el cáncer cervical.

«Los juguetes sexuales propiamente dichos están diseñados de tal forma que evitan estas lesiones casi por completo. Pero, cuando se introduce un pomo pueden surgir inflamaciones pélvicas, vulvitis, vaginitis. Está contraindicado que alguien emplee algún complemento que no sea el ideal para estos fines», manifiesta Lee Alemán.

La otra cara de la moneda

Siempre que se comenta de prostitución o pornografía el debate se centra en las mujeres ¿Qué hay de los consumidores? ¿Acaso el que compra estos contenidos se pregunta, al menos, si la chica que observa y desea con desenfreno supera los 18 años? Cuando pasan por alto este «detalle» y las muchachas no superan la mayoría de edad, inciden en un delito.

De acuerdo al Código Penal Cubano recientemente aprobado, incurre en sanción de privación de libertad de seis meses a un año o multa de cien a trescientas cuotas, o ambas, quien posea o tenga en su poder publicaciones, imágenes, grabaciones u otros objetos en cualquier tipo de soporte que sea contentivo de pornografía de menores de edad.

Según Dariel Guevara Yanes, abogado del Bufete Colectivo del municipio de Yaguajay, quien produzca, oferte, comercie, procure a otro, difunda o transmita en cualquier soporte o medio contenidos pornográficos, recibe una sanción de privación de libertad de uno a tres años o multa de trescientas a mil cuotas o ambas.

Por otra parte, figuran los sujetos que suplantan identidades para comercializar grabaciones e instantáneas privadas recopiladas de Internet o adquiridas de sus ex parejas, sin previo consentimiento. El letrado Guevara Yanes advierte que estos comportamientos son enjuiciados igualmente, y pueden ser objeto de demandas por daños morales, al perturbar la imagen y la dignidad de los afectados.

En tanto, el jurista expresa que hasta el momento, el tratamiento que se les da a las practicantes de prostitución es más bien preventivo. Está tipificado como conducta antisocial, no como delito y pueden ser tomadas medidas de seguridad predelictivas con internamiento en algún centro de trabajo o estudio para enmendar la conducta.

Tras indagaciones, una de ellas admitió que disfruta estas dinámicas. Desde el punto de vista psicológico, Otmara Artola explica que es normal el goce y excitación de los involucrados en estas variantes relacionales, aun cuando no mantengan contacto físico.

No obstante, hay que observar con recelo la idea de libre elección en estas personas. Qué tan libre puede ser la decisión cuando se viene de un entorno disfuncional, cuando hay una crisis financiera recrudecida en el núcleo familiar, o cuando el ambiente impulsa.

OnlyFans: la 'uberización' del porno

En 2020, la red social pasó de 20 millones de usuarios a 120. Menos del 1% de ellos sube sus fotos y vídeos…

El comercio sexual es un fenómeno variable marcado por distintos patrones, no es preciso justificar la actuación de mujeres y adolescentes que ejercen la prostitución, como tampoco es viable estigmatizarlas o devaluarlas. Al decir de Artola Duarte y Gutiérrez Pérez, es un asunto que hay que estudiar, entender y tratar de prevenirlo, conocer las causas que indujeron este comportamiento en cada caso y erradicar el problema desde los cimientos.

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