La periodista Gabriela Fernández, quien conduce y es coguionista del exitoso programa “Con filo” que emite la televisión cubana, visita España para explicar la situación de Cuba y sus necesidades.
Manuel González
Mundo Obrero
Gabriela Fernández, coguionista y conductora del programa de la televisión cubana "Con filo". Foto: Raquel Bello.
Hay dos Cubas en pugna y ayer pudimos verlas. De un lado, una joven cubana honesta, comprometida, inteligente y sosegada nos explicaba en la sede de la Asociación de Amistad Hispano Cubana los problemas, los serios problemas que viven los cubanos; afuera, una decena de histéricos defensores de la Cuba que quiere Trump liderados por una vocera faltona y desencajada que se ha convertido en una vieja conocida de los amigos españoles de Cuba.
Gabriela Fernández es la joven cubana que encandiló ayer con su sinceridad y buen hacer a los amigos de Cuba. A sus 25 años es profesora de historia y conductora y coguionista del exitoso programa Con filo que emite la televisión cubana y que puede verse en Instagram o en Youtube. Muy recomendable echarle un vistazo e incluso suscribirse. El programa ha sido prohibido en X. Con filo se ha empoderado como una bastión de la revolución cubana en el mundo de las redes sociales que con mano de hierro controlan los señores del dinero.
Durante dos horas, Gabriela explicó la necesidad de los jóvenes cubanos de buscar soluciones a la difícil situación que vive la isla como consecuencia del bloqueo estadounidense y que se agravaron con la pandemia. Con filo surgió en el contexto de las protestas que se produjeron al finalizar la pandemia. Previamente, relata cómo durante la pandemia los estudiantes universitarios participaron como voluntarios en trabajos de ayuda en los hospitales y cómo el país volcó todos sus recursos en hacerle frente.
Nos cuenta que Con filo surgió en 2021 de la mano de Iroel Sánchez, un hombre visionario que confió en la juventud a ciegas: “Se le ocurre que hacía falta un programa que desde la televisión alfabetizara un poco a una sociedad que no estaba lista para las redes sociales”. El programa estaba pensado para unos meses, pero su éxito dentro y fuera de Cuba ha hecho que permanezca cuatro años después y que se haya convertido en objetivo de la contrarrevolución, que ayer estuvo asediando el acto de Gabriela a las mismas puertas de la sede de la Asociación e Amistad Hispano Cubana, con una comprensión policial que no suele haber cuando es en sentido contrario. Probablemente, la explicación de ese éxito esté en las palabras de la periodista: “Es un programa que me ha hecho crecer porque me ha hecho preguntarme muchas cosas que después he tenido que responder según la visión que tengo como joven cubana dentro de la revolución. Muchas de esas preguntas están respondidas en esos programas”.
Con filo nació en el contexto del malestar postpandemia que cristalizó en la movilización del 11 de julio. Esa marcha de protesta, explica Gabriela, “fue como un llamado a la sociedad civil de que no podíamos dar la revolución por sentado”. Tras el 11 de julio surgieron respuestas como la Comuna, la sentada de los Pañuelos Rojos o la Tángana: “muchos jóvenes nos dimos cuenta de que la contrarrevolución no nos podía monopolizar la crítica, de que la crítica tenía que ser sobre todo revolucionaria. Fue un proceso en el que mucha gente subió a la tribuna a hablar de la revolución que queríamos. Yo creo que eso es lo lindo de construir el socialismo. Como no es una sociedad que esté hecha, le da una oportunidad a los jóvenes de pensar qué sociedad queremos. El problema es que a veces no podemos hacer la ciudad que queremos y estamos construyendo la que podemos”.
Los medios occidentales presentaron las protestas como una acción contra la revolución. La periodista niega que fuese así y considera que la mayoría se limitó a expresar su malestar por las carencias que se habían derivado de la pandemia. La prueba fue que una semana después, el 17 de julio, se produjo una marcha muchísimo mayor de apoyo a la revolución. “Sobre eso”, revela, “si preguntas a ChapGpt qué ocurrió el 17 de julio te habla del 11 de julio”.
En un contexto en el que el imperialismo domina los medios, redes incluidas, Gabriela cuenta que la contrarrevolución acusa a su programa de no darles cabida: “Hay que tener cara, teniendo ellos todos los medios del mundo, de querer tener también la televisión cubana. Cuando a nosotros nos dé la CNN una entrevista, nosotros se la damos a ellos”.
Además de ayudar a alfabetizar sobre las redes sociales, el éxito de Con Filo es muy posible que se deba a su empeño en mirar los problemas de frente para poder buscarles una solución: “Se han tenido que tomar medidas duras y violentas para estabilizar la economía; medidas que nos alejan de los objetivos de la revolución, como el tema de los negocios privados. Y eso fomenta una desigualdad que esperamos que pueda ser reversible, pero la economía es cada vez más importante por mucho que Cuba trate de seguir luchando por garantizar los derechos sociales”.
“Es difícil hablarle de revolución a una mujer que tiene tres hijos, que sabe que tiene derecho a tener una casa, que es una conquista de la revolución”, nos explica. Y continúa: “Esa mujer no está en contra de esa medida que es perfectamente válida y necesaria. Esa mujer está en contra de no poder tener esa casa. Pero es que esa mujer no ve el bloqueo, no conoce ni se tropieza con Marco Rubio, ella ve al responsable del poder popular que le dice ‘no hay’. En ese sentido es lógico que la gente culpe de sus problemas a los que tiene cerca. Por eso es muy importante la comunicación ya que la mayor parte de los medios lo que hacen es propaganda en contra de Cuba”.
Acto en la sede de la Asociación de Amistad Hispano Cubana. Foto: Raquel Bello.
Gabriela advierte también contra la tentación de culpar al Gobierno sin tener en cuenta el bloqueo: Existen problema con funcionarios que no hacen bien su trabajo, pero no hay una intencionalidad como sí la hay en el bloqueo, que pretende ser genocida. Uno de los principales ejemplos fue durante la pandemia: mientras había jóvenes arriesgándose por ayudar sin contar con los materiales necesarios, Estados Unidos negó los respiradores, respiradores que ni siquiera mandaban ellos, que venían de otros países y no los dejó pasar a pesar de que se nos estaba muriendo la gente”.
Gabriela hace hincapié en el empeño de Trump y Marco Rubio en destruir la revolución cubana y en la necesidad hoy más que nunca de impedir que lo consigan. Hoy debiéramos considerar a Cuba nuestro Vietnam. En su supervivencia nos jugamos tanto como se dirimió allí hace sesenta años. No es mucho el sacrificio que se nos pide: solo un poco de lo que nos sobra. No consintamos que Trump y Rubio se salgan con la suya. Nos jugamos mucho en Cuba.
En los próximos días viajará a doce ciudades españolas en las que explicará la realidad de Cuba y responderá a las cuestiones que se le planteen, como ayer hizo en Madrid.