Contrariamente a lo que suponen muchas personas, el abuso sexual infantil no guarda relación con el color de la piel, el nivel cultural, la posición económica de la familia de origen del niño, niña o adolescente, ni tampoco del agresor. Foto: SEMlac Cuba
Red Semlac.- Los mitos y falsas creencias que persisten alrededor del abuso sexual infantil no solo impiden percibir algunas de sus señales, a las cuales los padres deben estar atentos, sino que contribuyen a invisibilizar esta problemática y dificultan su prevención.
En ello coincidieron especialistas del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex), en un intercambio virtual desarrollado el primero de marzo como parte de las Jornadas “Maternidad y Paternidad, iguales en derechos y responsabilidades”. El encuentro abundó sobre el abuso sexual infantil en el escenario familiar, los factores de riesgo que favorecen este tipo de violencia y las herramientas para prevenir y abordar estos hechos.
Pese a la evidencia de estadísticas e investigaciones que constatan justamente el entorno familiar como el espacio donde más ocurren estas situaciones, la creencia de que “la familia es sagrada” o “es armonía” oculta la realidad de conflictos y situaciones de violencia que se propician al interior de los hogares, enfatizó durante el debate la psicóloga Ana María Cano López.
“El abuso sexual es una forma de maltrato infantil donde se involucra a un niño, niña o adolescente en actividades sexuales de cualquier tipo, utilizando para esto la seducción, la manipulación, el engaño, el chantaje, la amenaza o la fuerza”, definió la experta, quien significó el hecho de que este tipo de agresiones siempre se realiza desde una posición de poder.
Exhibirse desnudo delante de niños y niñas con el fin de excitarse sexualmente; observar a niños, niñas y adolescentes vestirse o desvestirse cuando están en el baño; tocar, besar y acariciar con fines sexuales a niños, niñas y adolescentes; forzarles a ver imágenes o películas pornográficas y propiciar o facilitar la presencia o participación de niños, niñas y adolescentes en actividades sexuales son formas de abuso sexual infantil, explicó Cano López.
De acuerdo con la psicóloga del Cenesex, generalmente el agresor tiene más edad, más habilidades sociales, más fuerza. Identificó como un aspecto complejo que muchas veces niñas y niños no se sienten víctimas, por tener un vínculo afectivo con quien les agrede.
Explicó que estos hechos suelen ocurrir en el hogar de la víctima o del agresor, pero también es común que sucedan en lugares cercanos o que frecuenten los infantes abusados, como la casa de algún familiar, un tío, un abuelo, un vecino… Por lo tanto, un niño o una niña pueden ser abusados por cualquier persona que tenga una relación afectiva con la víctima, aunque también en algunas ocasiones de manera excepcional pueden ser abusados por extraños.
Esos elementos marcan la relevancia de la educación integral de la sexualidad (EIS) desde edades tempranas, que permite mostrarles a niños, niñas y adolescentes los límites para demostrar el afecto y las distinciones que deben hacerse entre los determinados tipos de contactos afectivos y eróticos, significó Cano López.
Con ese criterio coincidió la psicóloga Carla Padrón Suárez, para quien una prevención efectiva de este flagelo pasa, justamente, por la implementación eficaz de un programa escolar de EIS.
“Se tiene que incluir en las escuelas este tipo de contenidos relacionados con la sexualidad, con la violencia, el abuso, el cuidado del propio cuerpo, con los derechos reproductivos… Hasta que no visibilicemos y naturalicemos hablar de sexualidad, todavía van a existir grandes formas de abusar de infantes y adolescentes, porque ellos no van a tener las herramientas para saber defenderse, saber que nadie tiene derecho a invadir su cuerpo y pedir ayuda”, dijo.
Señales para prevenir
Para Cano López, es importante entender que los abusos sexuales no son sucesos aislados, sino que por lo general se prolongan en el tiempo, en ocasiones hasta años. Contrariamente a lo que suponen muchas personas, no guardan relación con el color de la piel, el nivel cultural, la posición económica de la familia de origen del niño, niña, ni tampoco del agresor; que en muchas ocasiones es considerado una persona “normal, respetada, padre de familia…”, apuntó.
La especialista insistió en la relevancia de creer a los menores cuando relatan una situación de este tipo, pues niñas, niños y adolescentes no suelen mentir al respecto y en ningún caso son responsables de las conductas de las personas adultas.
“La mayoría de las niñas y los niños que están siendo abusados no suelen contarlo a nadie porque tienen miedo al agresor, al castigo y a generar conflictos en la familia, pues muchas veces sucede que no les creen. Sin embargo, aunque no expresen verbalmente la situación de abuso, sí pueden manifestar cambios en su comportamiento habitual”, advirtió la especialista.
Si se resisten a ir a determinados lugares o quedarse con cierta persona; presentan trastornos en el sueño como pesadillas, miedo a dormir solos o a la oscuridad; comienzan a orinarse nuevamente en la cama; tienen trastornos en la alimentación; rechazan las figuras parentales; bajan su rendimiento escolar de forma repentina y cambian su comportamiento social, se aíslan y transforman bruscamente su estado de ánimo, estamos en presencia de señales de alerta, dijo.
A ello se suman otros indicios, como que se aseen exageradamente el cuerpo o se resistan a hacerlo, representen actos sexuales en sus dibujos y en sus juegos, muestren un terror irracional a los exámenes físicos, o sufran lesiones en los genitales, agregó Cano López.
Solicitar ayuda profesional especializada y denunciar el hecho para ayudar a que situaciones como estas no vuelvan a ocurrir, son acciones medulares, refirió.
La psicóloga enfatizó que, para prevenir el abuso, es vital “crear un clima en la familia, que permita hablar acerca de la sexualidad con seguridad y confianza; advertirles que no confíen en personas que les piden ocultar cosas a sus padres; reiterarles que nunca deben guardar este tipo de secretos, aunque reciban peticiones o amenazas”.
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