Con el proyecto Yo puedo emprender, Sara Ida Hernández apuesta por la autonomía económica, el trabajo en red y la solidaridad

Lirians Gordillo Piña - Red Semlac / Foto: SEMlac Cuba.– Sara Ida Hernández defiende el emprendimiento como una oportunidad para el crecimiento personal, el trabajo en red y la integración social de personas que han cumplido una sanción penal.


Abogada de formación, a sus 56 años esta cubana impulsa el proyecto Yo puedo emprender, dedicado a compartir conocimientos sobre el proceso de diseño y puesta en práctica de un negocio.

“Soy una mujer muy batalladora, persistente, solidaria y resiliente; pero, por sobre todas las cosas, soy una mujer”, así se presenta esta madre soltera que reside en el municipio de San Miguel del Padrón, en La Habana.

¿Cómo llegaste al mundo del emprendimiento y por qué?

En 2020, durante la pandemia de la covid-19, una compañera y yo le propusimos a la jefatura de la Cárcel de Mujeres de La Habana hacer un taller para preparar a las mujeres para su momento de libertad. Comprendimos entonces que la pandemia estaba planteando un nuevo escenario: donde antes trabajábamos cinco personas, ahora podrían hacerlo dos. Nos percatamos de que el trabajo por cuenta propia podría ser una alternativa para la reinserción social y ser emprendedora o emprendedor necesita siempre una conducción. Así empezó ese primer proyecto que se llamó Mujer emprendedora.

¿Qué conservas de esa experiencia?

La prisión, aun cuando están creadas las condiciones para que las personas trabajen, estudien, se capaciten e incluso para que las mujeres puedan llevar a término un embarazo, es un medio agreste y muy difícil. Pero me dio mucha satisfacción ser reconocida por mis compañeras como la persona que les compartía conocimientos; primero como instructora docente, como profesora de español en la Facultad Obrero Campesina; luego como promotora del Programa educa a tu hijo y después, en este curso de emprendimiento. Me reconfortaba que ellas, mis iguales, me dijeran profe, me hicieran consultas, me contaran sus cosas, sus tristezas y alegrías.

Para ti ¿qué significa emprender?

Emprender es una filosofía de vida, no es tener un simple negocio. Emprender significa ayudar a otras personas a crecer, que te des cuenta de que a tu alrededor hay gente que tú necesitas y te necesita.

Para las mujeres cubanas emprender significa un paso más en su batalla para ser independientes, considera Sara. Foto: Cortesía de la entrevistada

Yo pienso que en Cuba le estamos dando el verdadero sentido a emprender. Todo el mundo sabe que la mejor literatura sobre emprendimiento viene de países capitalistas, pero la manera en que nosotros la asumimos, interpretamos y adaptamos a nuestro contexto puede dar mucho resultado.

Para las mujeres cubanas emprender significa un paso más en su batalla para ser independientes. Ahora le llaman empoderamiento, pero yo creo que la palabra real es esa, ser independiente, ser capaz de alimentar a los tuyos por ti, sin la necesidad de pedirle a otros. Yo creo que, ahora mismo, ser emprendedora en Cuba significa ser de vanguardia. Así lo veo yo.

¿Cómo te vinculas a la Casa de Orientación a la Mujer y la Familia? ¿Cuánto ha crecido el proyecto?

En 2022 participé en el evento Ellas emprenden y, cuando presenté mi experiencia, a todo el mundo le llamó mucho la atención porque pensaban que yo era una oficial o una trabajadora de prisiones y no una persona que había cumplido una sanción penal.

En el encuentro coincidí con varias mujeres, entre ellas la Directora de la Editorial de la Mujer, gracias a la cual conecté con las compañeras que atienden las Casas de Orientación a la Mujer y la Familia en la Dirección Nacional de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC).

Encontré entonces esa segunda oportunidad que mucha gente busca y mucha gente no encuentra. Tuve las puertas abiertas para que este proyecto creciera con el nombre Yo puedo emprender, pues ahora también incluye a hombres.

Los talleres fueron muy bien acogidos en la Casa de Orientación a la Mujer y a la Familia en el municipio Plaza de la Revolución y también en San Miguel del Padrón, una localidad muy diferente, con características propias. Ayer una de mis alumnas en San Miguel me dijo: “profe, todos los días yo me acuerdo de usted cuando me va a fallar la fe” y a mí eso me produjo mucha alegría, porque eso es lo que quiero que el proyecto siembre: fe.

Quiero que la gente tenga la posibilidad de creer en sí misma, con confianza en lo que se proponga, dispuesta a alcanzar los logros, pero consientes de los sacrificios. Los éxitos no llegan de la nada, cuestan trabajo, hay que superar obstáculos, pero al final se logran.

Estamos compartiendo información y conocimientos para todo el proceso, desde la gestación de la idea de un negocio hasta el momento en que se pone en marcha y se asume la responsabilidad social empresarial. Incluimos temas como el estudio de mercado, el plan de negocio, la contabilidad que está establecida en Cuba, las obligaciones tributarias –que a veces son el talón de Aquiles tanto para el empresariado estatal como para las formas de gestión no estatal–, las relaciones públicas, cómo entrar al mercado, los temas de marcas y otros.

Yo estoy feliz porque el proyecto ya ha tenido resonancia. Personas de otras provincias quieren llevar esta experiencia a sus territorios y nosotras siempre estamos abiertas a compartirles los módulos. Da mucho regocijo que se incluya el modestico proyecto Yo puedo emprender entre las opciones de superación que existen en el país.

¿Qué otros apoyos crees que necesitan las mujeres?

Definitivamente necesitamos apoyo. No hay muchas mujeres dueñas de medianas y pequeñas empresas (Mypimes), ni al frente de las cooperativas no agropecuarias; y aun cuando están creciendo en el sector no estatal, no lo hacen como titulares; su presencia aumenta como trabajadoras y muchas veces como trabajadoras informales no declaradas, lo cual las pone en desventaja para defender sus derechos.

Yo pienso que el apoyo tiene que venir del Estado. Existe un Programa Nacional para el Adelanto de las Mujeres (PAM), su área número uno es el empoderamiento femenino y a partir de ahí yo pienso que se pueden hacer muchas cosas a nivel de país.

También hay que trabajar en red; el trabajo en redes promueve la colaboración y la solidaridad que son tan importantes para emprender en un país como el nuestro. Las mujeres no solamente necesitan la sororidad para librarse de las brechas de género machistas; la sororidad hace falta ahora mismo entre las que ya han emprendido y las que están por emprender; entre las que no se deciden y las que todavía tienen miedo porque les parece algo desconocido.

Las mujeres necesitan, incluso, estímulos económicos para poder comenzar un negocio y de alguna manera habría que flexibilizar la política tributaria en sus casos. Igualmente se precisa crecer con capacidades y apoyos para los cuidados; tanto para la mujer que emprende como para su familia, pues muchas veces la sobrecarga les impide a ellas poder comenzar en este camino.

¿En el caso específico de las mujeres negras, qué brechas se suman?

Ser mujer en Cuba ya no es un problema serio. Ser mujer negra sí lo sigue siendo.

Las mujeres negras están menos representadas en el emprendimiento, también somos menos en algunos empleos estatales y en numerosos ámbitos de la vida social.

Desde su experiencia Sara reconoce que las mujeres negras necesitan aprender a enfrentar el machismo y el racismo que las discrimina. Foto SEMlac Cuba.

Por ejemplo, siendo una mujer negra el trabajo se vuelve todavía más complejo y tienes que demostrar mucho más tus capacidades, tus conocimientos; a veces, lo que es más fácil para una mujer blanca que tiene menos preparación, a nosotras nos resulta más difícil.

Por suerte también tenemos en Cuba un Programa nacional contra el racismo, pero el racismo no se elimina de la cultura y la mente de las personas con un chasquido de dedos, ni con una norma; tiene que haber una práctica cotidiana y las mujeres negras tenemos que aprender a defendernos de los machistas y los racistas.

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