Lisandra Chaveco - Revista Mujeres.- Hace más dos décadas, Cuba y el periodismo latinoamericano perdieron a una de sus figuras más combativas: maría del Carmen Villar Buceta, cuya pluma se convirtió en símbolo de resistencia y compromiso social. Nacida en La Habana en 1928, Villar no solo documentó los cambios históricos de su país, sino que los vivió desde las trincheras de la palabra, desafiando censuras y redefiniendo el rol de la mujer en el oficio.
Villar inició su carrera en los turbulentos años 50, en las páginas del diario "La Palabra", donde denunció las atrocidades de la dictadura de Fulgencio Batista. Sus reportajes sobre la desigualdad social y la represión política, escritos bajo seudónimo para evadir la censura, la marcaron como una voz incómoda para el régimen. Tras el triunfo de la Revolución en 1959, se sumó al colectivo de Prensa Latina, agencia, donde destacó por sus crónicas sobre la reforma agraria y la campaña de alfabetización. "Ella no informaba; vivía las historias que contaba", dijo sobre ella Julio Martínez, colega y amigo.
Mujer, periodista y revolucionaria
Villar rompió estereotipos en una época en que el periodismo era territorio masculino. En 1965, fundó la revista Mujeres en Acción, plataforma pionera que fusionaba el feminismo con el proyecto revolucionario. Allí abordó temas tabú como el acceso al aborto, la doble jornada laboral y la participación política femenina. "Carmen entendía que la Revolución solo sería auténtica si las mujeres tenían voz propia", afirma la historiadora Marta Valdés.
Su compromiso también trascendió fronteras. En 1972, viajó a Vietnam para documentar los estragos de la guerra, y en los 80, desde Angola, relató el papel de Cuba en la lucha anticolonial. Sus crónicas, cargadas de humanismo, destacaban no solo los conflictos, sino las historias de resistencia cotidiana. "Era una internacionalista convencida: creía en la solidaridad como un deber ético", señaló en 2005 el escritor Eduardo Heras.
Tras su muerte el 20 de mayo de 2004, su nombre quedó inscrito en el Premio Nacional de Periodismo que recibió en 1998, y en la Fundación Carmen Villar, creada en 2010 para formar jóvenes reporteros y reporteras en el periodismo crítico y con enfoque de género. Hoy, su archivo personal es tesoro nacional, y sus textos se estudian en universidades de América Latina.
El legado de Villar resuena en un mundo donde la lucha por la igualdad y la verdad sigue siwndo urgente. Como escribió ella en 1987: "El periodismo es un acto de fe en la capacidad humana de transformar lo injusto". Carmen, la revolucionaria de las letras, sigue invitando a no callar.