Por Ivana Belén Ruiz Estramil - Asociación Euskadi-Cuba / Cubainformación.- Este 1º de enero de 2019, comienza en medio de un mundo convulso, como tantos otros años anteriores, en donde poco a poco, parece que vamos normalizando un panorama geopolítico que en ocasiones asusta, y mucho.


Hoy es el día en el que precisamente acontecen, dos hechos antagónicos, uno de extrema dignidad, resistencia, lucha contra la ignominia como es el 60 aniversario de la Revolución cubana, pero por otro lado, una gran tristeza de este fin de década como es la toma de gobierno de Jair Bolsonaro en Brasil.

Los halcones del norte vuelven a la carga en tierras del sur, en un escenario que ha abierto camino a personajes infames de la política internacional actual. Con la “seguridad” como bandera, los verdugos se convierten asesores de Estado, mientras los movimientos sociales son criminalizados, llamados “terroristas”.

El pasado 28 de octubre tuvo lugar en Brasil la segunda vuelta de unas elecciones que coronaban a un ultraderechista, machista, homófobo, como presidente del país más grande de América del Sur. Alineado internacionalmente con las políticas más retrógradas y repulsivas del momento, Bolsonaro ya ha mostrado su intención de cambiar la embajada brasileña en Israel de Tel Aviv a Jerusalén, su disposición a intervenir en Venezuela y su fidelidad a los designios de Estados Unidos.

Este 1º de enero marca así para Brasil el comienzo de un periodo oscuro, que pretende borrar la historia a fuerza de bravuconería. Otros países del cono sur latinoamericano han comenzado ya esos retrocesos, mostrando un cambio total en la dinámica que pocos años antes se había empezado a diseñar. Pero no todo es tinieblas en este 1º de enero, y es que también es momento de celebración, de una Revolución que cumple 60 años, que se mantiene en marcha y que lucha día a día por resistir a los embistes de los intereses injerencistas.

Así como en 1959 Cuba demostró que se podía cambiar la historia, llega hoy a nuestros días demostrando que se puede vivir en ese cambio, construir sociedad en los resultados de una firmeza ideológica, pero también en la flexibilidad de responder a unos principios inquebrantables adaptándose a los distintos momentos históricos.

La Revolución Cubana mostró que era posible triunfar, y que aunque el camino no se presentara de rosas, los escollos que se iban presentando se reformulaban como vías para fortalecer el proceso revolucionario. América Latina se enfrenta hoy a un complejo escenario en el que los movimientos sociales, y aquellos grupos que hace apenas unos años dibujaban un continente completamente diferente a la que se presenta a día de hoy, se enfrentan a una decisión de lucha por la justicia social, por la vida, una decisión como la de aquel 1959 donde Cuba mostraba al mundo la osadía de creer en que era posible pensar un mundo distinto, luchar por él y construirlo, día a día.

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