Armando Hart Dávalos - Cubarte.- Carlos Marx y Federico Engels dijeron que la historia se presenta primero como tragedia y después como comedia. Recordé este pensamiento cuando observé por la televisión la XVII Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y Gobierno recientemente celebrada en Santiago de Chile.

La historia de la conquista y la colonización de América durante varios siglos significó una tragedia. Las proposiciones expuestas por el régimen actual de España y por algunos representantes de las oligarquías latinoamericanas acabaron generando una comedia, o mejor, escenas tragicómicas. Fidel caracterizó el drama como un nuevo Waterloo. Marx decía que la historia se presenta primero como tragedia y después como comedia.


Se trata de una situación tragicómica. Y esto fue así porque la respuesta radical de los representantes de los gobiernos revolucionarios que han emergido en el continente con fuerza creciente reveló la raíz de estas contradicciones y sus fundamentos históricos. Ha llegado la hora de estudiar el nuevo pensamiento filosófico, político y social que necesita el mundo, y esto se puede hacer desde la América Latina y el Caribe, para ello es indispensable hallar los antecedentes y orígenes de la historia transcurrida.

Veamos:

Si en las centurias anteriores el sistema prevaleciente en España no fue capaz de promover y desarrollar ni siquiera una fuerte burguesía nacional en cada uno de nuestros países porque se acomodó al oro extraído a los esclavos de América y se plegó después al imperialismo norteamericano, los errores de hoy, al repetir fórmulas gastadas, han demostrado totalmente su ineficacia.

¿Y qué efectos tendrá esta incapacidad del sistema dominante en España y Europa sorbe el proceso ulterior de la historia? El presidente Chávez señaló el resultado de esta incapacidad del colonialismo europeo. Los latinoamericanos estamos acogidos hoy, y así lo afirmó el líder bolivariano, a apoyarnos en los principios jurídicos y democráticos, tal como ha sucedido en Venezuela,. Ecuador y Bolivia, y si esto no fuera factible, el camino sería el que alumbró el Che de crear varios Viet Nam. Por esto es importante estudiar los fundamentos históricos y sociales del drama contemporáneo revelado en Santiago de Chile. Allí se exaltaron las ideas de la Revolución francesa. Nosotros, que nos sentimos herederos de lo mejor de esa tradición, vamos a exponerles cómo la apreciamos desde Cuba y nuestra América. Nuestra memoria histórica es la siguiente:

Existe una crisis muy profunda en la cultura llamada occidental, derivada de la quiebra de lo que fueron sus fundamentos históricos. Las tres columnas vertebrales de la cultura occidental: el cristianismo, la modernidad científica y el socialismo, las tres entraron en aguda crisis. Un descrédito y una confusión comparable a lo que se produciría en la física y en las ciencias naturales en general, si nos privamos de Newton, de Einsten, de Mendeléiev o de Pasteur, por sólo nombrar algunos.

Con estas premisas podemos estudiar el pensamiento de los enciclopedistas del siglo XVIII y de los más consecuentes socialistas de los siglos XIX y XX, pero tomándolo como antecedente, porque la real composición de las sociedades de nuestro hemisferio fue distinta a las luchas entre explotadores y explotados de la vieja Europa.

En este lado del mundo, la mejor tradición europea se recogió para transformarla y enriquecerla, y tiene uno de sus fundamentos ideológicos en la diferencia y forma teórica con que nosotros apreciamos los dos liberalismos: el europeo-norteamericano y el latinoamericano y caribeño.

El primero exaltó la consigna Libertad, Igualdad y Fraternidad, pero no se aplicaba a la totalidad del mundo, sino a una parte del mismo. Esto porque su origen está en la defensa del derecho de propiedad extendido además a la propiedad de los esclavos. Nació en el enfrentamiento al feudalismo, pero se aplicó en sociedades bien distintas, sobre todo en el hemisferio occidental. El segundo, el de América Latina y el Caribe, nació en defensa de los esclavos a partir, sobre todo de la revolución de Haití entre los finales del siglo XVIII y principios del XIX. De esta forma, el liberalismo latinoamericano abarcaba la totalidad de los seres humanos y constituía una conquista de redención universal.

En Estados Unidos, incluso, se mantuvo el derecho a la esclavitud cien años después de la independencia y aún posteriormente ha prevalecido. En Nuestra América, el pensamiento liberal que, como digo, nació con la revolución de Haití, y buscó la abolición, se extendió hacia el mundo entero. Este era el pensamiento fundamental de Francisco de Miranda, Simón Bolívar, y en Cuba, de Félix Varela y José de la Luz y Caballero.

La expresión más alta la encuentro en el siguiente párrafo de don Benito Juárez, Benemérito de las Américas, cuando dijo, en 1861, lo siguiente:

A cada cual, según su capacidad y a cada capacidad según sus obras y su educación. Así no habrá clases privilegiadas ni preferencias injustas(…)[1]

Socialismo es la tendencia natural a mejorar la condición o el libre desarrollo de las facultades físicas y morales.[2]

Estas ideas sirvieron como antecedente al pensamiento antimperialista y universal de José Martí. El Apóstol vivió —como se conoce— en Norteamérica las dos últimas décadas del siglo XIX y estudió profundamente ese país. Es, de seguro, la personalidad que con mayor rigor conoció el ascenso del imperialismo yanqui en los tiempos anteriores a su advenimiento en 1898. Fue la intervención norteamericana en la guerra de Cuba contra España la que hizo alumbrar al imperialismo, tal como lo analizó después Lenin. Es más, el propio dirigente de la Revolución de Octubre señaló que el imperialismo y el neocolonialismo habían nacido en virtud de esa intervención. Esto es importante estudiarlo en una época como la actual cuando se está produciendo una crisis global del sistema clasista de las sociedades que llamaron “de occidente”. Aquí está el fondo del problema que se debatió en Santiago de Chile.

Desde luego, tras la muerte de Lenin, otros pensadores europeos hicieron aportes de importancia, pero el desarrollo de las ideas socialistas después de la desaparición del gran líder soviéticos, lo asumimos a beneficio de inventario, es decir, sin cargar con las deudas.

En fin, nos asombra y apena que haya tal desconocimiento en algunos dirigentes españoles sobre la historia transcurrida en estos dos siglos. Se habló también en la Cumbre de Europa había dado a Carlos Marx. Es ciert, MArx, Engels y Lenin son la cúspide más alta que alcanzó el pensamiento filosófico europeo.

Tenemos una visión distinta a la de Europa porque hemos recogido lo mejor de su tradición y la hemos enriquecido con dos siglos de historia, y es bueno que España y Europa conozcan el pensamiento surgido a partir de Francisco de Miranda, Simón Bolívar, Félix Varela, Benito Juárez, José Martí, Julio Antonio Merlla, José Carlos Mariátegui, José Ingenieros, Aníbal Ponce y tantos y tantos más.

Hasta tanto no se entienda la tradición latinoamericana y caribeña de dos siglos de historia que se articuló con el pensamiento socialista de una manera bien distinta a como ocurrió en Europa, no podrá hallar fórmula adecuada para alcanzar la síntesis universal a que aspiramos, y para comprenderlo, invitamos a estudiar el pensamiento de Marx y Engels de esta forma:

La clave del problema se halla en que el pensamiento de Marx y Engels, y así lo definió este último, es un método de investigación, un método de estudio, o una guía para la acción, como postuló Lenin, y ha surgido la confusión de situarlo como una doctrina cerrada. Estos sabios no pretendieron nunca trazar pautas sobre lo que ellos no tenían información debida. Así lo dijo Engels en el siguiente párrafo:

"Para nosotros, el comunismo no es un estado que debe implantarse, un ideal que ha de sujetarse a la realidad. Nosotros llamamos comunismo al movimiento real que anula y supera el estado de cosas actual. Las condiciones de este movimiento se desprenden de la premisa actualmente existente”[3]

Y este otro pensamiento de Engels:

"Las fases sociales y económicas que estos países —se refiere a los que hoy llamamos subdesarrollados— tendrán que pasar antes de llegar también a la organización socialista, no pueden, creo yo, ser sino objeto de hipótesis bastante ociosas. Una cosa es segura: el proletariado victorioso no puede imponer la felicidad a ningún pueblo extranjero sin comprometer su propia victoria."[4]

Busquemos la clave de un pensamiento teórico como el que necesita el siglo XXI. Sobre estos fundamentos, estudiemos lo siguiente:

Lenin, el más importante hombre práctico del socialismo en la primera mitad del siglo XX, dijo que no había revolución sin teoría de la revolución. Así promovió la revolución socialista que triunfó un día como hoy hace 90 años. Se fundamentó en la cultura y en la enorme capacidad de hacer que poseía el gran dirigente, pero es más, estos 90 años han demostrado que solo se han producido revoluciones socialistas sobre el fundamento de la cultura que Fidel ha caracterizado como general integral y, por consiguiente, de la ética. No hay excepciones.

Las grandes revoluciones del siglo XX, con el ejemplo del 7 de noviembre, se forjaron y llegaron a triunfar a partir de una elevada cultura. Hoy se necesita, para emprender y triunfar las revoluciones, de eso mismo: cultura y ética. Así lo dijo Martí en carta memorable a su entrañable amigo socialista Fermín Valdés Domínguez, quien desde Cuba le informaba al Apóstol, exiliado en Estados Unidos, lo que venía haciendo a favor de las ideas socialistas. Nuestro Héroe Nacional le dijo: se alegro mucho que busques de esta forma o aquélla, un poco más de orden social. Dos peligros tiene la idea socialista, como tantas otras, y mencionaba a la incultura y la maldad.

Esas fueron las razones por las cuales naufragó, 90 años después, aquella gran hazaña de Lenin en el 17. Lo hizo por falta de cultura, por ausencia de ética. De esta enseñanza ejemplar de los bolcheviques, que asumimos como en otras ocasiones he dicho, a beneficio de inventario, es decir, asumiendo la herencia pero sin cargar con las deudas.

Se pueden extraer las enseñanzas más importantes en el orden teórico filosófico que ha dejado este siglo conmovido por el ejemplo de Lenin y profundamente afectado por el nacimiento y expansión del imperialismo yanqui. Veamos:

En la historia de las civilizaciones clasistas tomó gran resonancia revolucionaria la importancia del conocimiento, la razón y la inteligencia como fuentes indispensables para el progreso humano. Especialmente con la Revoluciòn francesa, la proclamación de independencia (1789), la razón y la inteligencia alcanzaron altísima consideración política, social y cultural.

La exaltación de la inteligencia se elevó a planos mucho más altos con el pensamiento del materialismo dialéctico e histórico de Marx y Engels. Ahí alcanzó su cumbre en el orden filosófico, pero esto último, es decir, el marxismo, era un punto de investigación y estudio, un punto de partida para los nuevos análisis. Esto fue caracterizado así por el propio Engels.

Lenin, con su genio y su alta formación cultural, lo condujo al plano de la acción y el triunfo de la revolución, pero, como se sabe, fue asesinado cuando comenzaba su gran labor.

Habrá que recordar además, que si en 1917 triunfó la Revolución de Octubre, que ya a finales del siglo XIX y principios del XX había nacido el imperialismo precisamente en Cuba.

Hoy asumimos la mejor herencia del pasado entre la que se encuentra el legado de Lenin, pero en cuanto a lo que sucedió después de su muerte, lo asumimos, como acabo de decir, a beneficio de inventario, lo hacemos desde la cultura que representan Martí, Bolívar y los grandes pensadores de nuestra América.

Toda esta historia nos condujo al triunfo de enero y al proceso ulterior de 50 años de vida. La enseñanza que recogemos es que la inteligencia llevada al grado sumo como valor universal por el pensamiento de Marx y Engels, con la dialéctica materialista, necesitaba, para desarrollarse, de otra gran cualidad: las emociones. No bastan la inteligencia y la razón, es necesaria la emoción. He ahí la primera formulación filosófica que requiere el socialismo de nuestra época: inteligencia y emociones. Ellas nos pueden conducir al amor no solamente como homo sapiens, seamos tambièn una especie animal capaz de amar y, desgraciadamente, de odiar, porque ya lo dijo el Apóstol: “Todo hombre es una fiera dormida. Es necesario poner riendas a la fiera. Y el hombre es una fiera admirable: le es dado llevar las riendas de sí mismo”. He ahí la clave de un pensamiento filosófico nuevo que requiere el socialismo y esta se llama inteligencia y ética.

Una segunda gran verdad se relaciona con los vínculos indispensables entre lo que se llamó objetivo y lo que se denominó subjetivo. Desde la primera mitad del siglo XIX, José de la Luz y Caballero, según Medardo Vitier, había definido bien que la verdad no estaba en lo objetivo ni en lo subjetivo, sino en la relación entre ambos. Esto está enteramente acorde con el pensamiento de Marx y Engels y constituye hoy una de las exigencias del nuevo pensamiento filosófico que requiere la humanidad.

La experiencia del siglo XX en estos 90 años enseña que es necesario exaltar como principio fundamental para el socialismo la facultad humana de asociarse. Martí dijo que el secreto de lo humano estaba en ello, es decir, la facultad humana de asociarse.

Por otra parte, Marx había dicho que el sujeto se hace objetivo cuando entra en relación con los demás sujetos. Son verdades esenciales que indican que la facultad de asociarse se halla en seguir las enseñanzas de estos dos párrafos de Marx y Martí.

En resumen, exaltar la inteligencia y relacionarla con el amor y la búsqueda de la felicidad para todos los sujetos solo puede alcanzar vinculando lo que se llama objetivo con lo subjetivo. Fue precisamente esta exigencia el gran déficit de las concepciones materialistas que acabaron predominando tras la muerte de Lenin. Promover la solidaridad y la facultad de asociarse están entre los elementos fundamentales que necesita una nueva teoría. Se puede lograr elevando la inteligencia a la más alta escala y relacionándola con el amor. Es decir, que sepamos vincular los factores subjetivos con los objetivos. Esto es pensar en el Che, en Fidel, y todo ello sobre la base del internacionalismo expresado de una manera distinta a como fue en el pasado.

Recojamos lo mejor del leninismo e incluso asumamos lo que vino después, pero relacionándolo con las ideas de los próceres y pensadores de nuestra América, con el pensamiento de Martí, y proclamemos como bandera esencial de nuestro internacionalismo el principio enunciado por el Apóstol de “Patria es humanidad”.

Nosotros hemos recibido hermosas lecciones históricas de Europa, pero las hemos enriquecido, ampliado, y es hora de que España y los europeos en general se entiendan con América Latina y el Caribe respetando nuestra memoria histórica. Solo así servirá España al mundo. Por favor, hermanos de la Madre Patria, no sigan cometiendo los errores de nuestros antepasados, porque como he dicho el principio, cuando un pueblo pierde la memoria se trastorna psíquicamente y no puede avanzar hacia un mundo mejor.

Antonio Gramsci postuló la idea de que la filosofía debía emprender un análisis crítico de las verdades del sentido común y del buen sentido. Uno de ellos está en que el hombre tiene como una cualidad esencial la facultad de generar emociones, ellas nacen y se genera el amor y la propia vida.

En nuestra civilización hay que buscar el valor práctico de la relación entre el amor y la inteligencia, España puede hacerlo porque es de las naciones europeas con una carga subjetiva reconocida y destacada en toda su historia cultural, un ejemplo sobresaliente está en la obra maestra de Miguel de Cervantes “Don Quijote de la Mancha”.

Muchas veces desprecian las emociones o las subestiman, sin embargo, los nacidos en la península la exaltan, y lo deben hacer apoyándose en la importancia del amor cuando se relaciona con la inteligencia y la facultad de los hombres de asociarse, porque la acción humana se desarrolla no solo a partir de su facultad intelectual, sino a través de las emociones, incluso investigadores profundos han hablado de la inteligencia emocional. Ahí tiene España fuente inagotable de ideas y principios para un nuevo pensamiento filosófico.

Termino con un párrafo dirigido a la España de hoy y del futuro, es un pensamiento de José Martí:

¿Al español en Cuba habremos de temer? (…) ¿Al español llano, que ama la libertad como la amamos nosotros, y busca con nosotros una patria en la justicia, superior al apego a una patria incapaz e injusta? (…) iPor la libertad del hombre se pelea en Cuba, y hay muchos españoles que aman la libertad! iA estos españoles los atacarán otros: yo los ampararé toda mi vida! A los que no saben que esos españoles son otros tantos cubanos, les decimos:-“iMienten!”[5]

En síntesis, como dijo Simón Bolívar. “somos un pequeño género humano”[6], y como afirmó Martí: “Injértese en nuestras repúblicas el mundo; pero el tronco ha de ser el de nuestras repúblicas”.[7] Así se pueden entender América Latina, el Caribe y el concepto martiano de “Patria es humanidad”[8]

[1] Tomada de “Benito Juárez, documentos, discursos y correspondencia”, obra en 15 tomos, compilada por Jorge L. Tamayo, editada por Presidencia de la República Mexicana entre 1972 y 1975.

[2] Ibídem.

[3] C. Marx, F. Engels, O. Escogidas en tres tomos. Editorial Progreso, Moscú t. 1, p. 35.

[4] Obra citada. Engels a Carlos Kautsky en Viena, Londres, 12 de septiembre de 1882, t. 3, p. 508.

[5] J. Martí, Con todos y para el bien de todos, discurso pronunciado el 26 de noviembre de 1891 en el Liceo Cubano de Tampa. O.C. t. 4, p. 277.

[6] Simón Bolívar, Carta de Jamaica, Kingston, 6 de septiembre de 1815.

[7] J. Martí, O. C. Nuestra América, t. 6 p. 18.

[8] José Martí, La revista literaria dominicense. Obras Completas, Editorial Ciencias Sociales, 1973, t. 5, p. 468.

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