Sin embargo, la euforia frenó allí mismo. Las realidades hablan por sí solas. Próximos a cerrar las puertas de los primeros diez años del milenio, nuestra zona geográfica es escenario de cambios.
El desarrollo real de América Latina requiere de una acumulación de capital. Muy lejos de ser sostenido por el libre juego del mercado, tal como pensaron los neoliberales, para quienes la ausencia de controles estatales, libre competencia, privatización, recorte de los gastos públicos (salarios, subsidios, salud, educación y seguridad social, entre otros) y la entrada desmedida de inversiones debían brindar los recursos para el esperado crecimiento.
Afortunadamente, ya estamos saliendo de la trampa.
Siente nuestra América un respiro aunque en este caso específico gran parte de lo que se logre tiene destino fijo de antemano: el pago de una estruendosa deuda exterior generada precisamente por el libre flujo neoliberal y a la cual Washington no admite aplicar las reglas del mercado, es decir, reconocer su impagabilidad y cerrar cuentas definitivamente.
Sin embargo, propone, a contrapelo de la opinión pública afectada el Tratado de Libre Comercio para las Américas (ALCA).
De tal suerte, las naciones del área ajenas a la corriente liberadora en el orden económico y social que presencia el continente, continuarán padeciendo -bien bajo el timón de burguesías desarrollistas, bien en manos de los tecnócratas- de un cáncer mortal si no evaden las redes imperialistas.
Una Alternativa Bolivariana para los pueblos de nuestra Américas (ALBA) concibió el presidente venezolano Hugo Chávez, para contrarrestar los embates de la maniobra capitalista…una salida de escape.
Nació así una beneficiosa opción integradora que daba un traspiés a la otra cara del neoliberalismo deforme que se pretende edificar con un enorme costo en términos sociales, allí donde el lujo y el derroche de castas son asumidos como bienestar general y sin embargo no esconden la marginización que sienten las mayorías, su desesperanza acumulada y sus explosivos tonelajes de angustia.
El libre mercado en América Latina bajo la égida de una tecnocracia domesticada por los aires del norte tiene un precio muy concreto y no indica otra cosa que elevar el grado de dependencia.
Mientras pocos parecen no darse cuenta del proceso integracionista al sur del río Bravo, desaparecen las formulas mágicas que preveían más capitalismo, menos control del estado y cero socialismo.
Las enormes piedras que persisten delante tienen que ser levantadas y lanzadas lejos, y no vale esconderse en su sombra o sacar brillo en las puntas para segar a los demás.
Afortunadamente, ya estamos saliendo de la trampa.
Siente nuestra América un respiro aunque en este caso específico gran parte de lo que se logre tiene destino fijo de antemano: el pago de una estruendosa deuda exterior generada precisamente por el libre flujo neoliberal y a la cual Washington no admite aplicar las reglas del mercado, es decir, reconocer su impagabilidad y cerrar cuentas definitivamente.
Sin embargo, propone, a contrapelo de la opinión pública afectada el Tratado de Libre Comercio para las Américas (ALCA).
De tal suerte, las naciones del área ajenas a la corriente liberadora en el orden económico y social que presencia el continente, continuarán padeciendo -bien bajo el timón de burguesías desarrollistas, bien en manos de los tecnócratas- de un cáncer mortal si no evaden las redes imperialistas.
Una Alternativa Bolivariana para los pueblos de nuestra Américas (ALBA) concibió el presidente venezolano Hugo Chávez, para contrarrestar los embates de la maniobra capitalista…una salida de escape.
Nació así una beneficiosa opción integradora que daba un traspiés a la otra cara del neoliberalismo deforme que se pretende edificar con un enorme costo en términos sociales, allí donde el lujo y el derroche de castas son asumidos como bienestar general y sin embargo no esconden la marginización que sienten las mayorías, su desesperanza acumulada y sus explosivos tonelajes de angustia.
El libre mercado en América Latina bajo la égida de una tecnocracia domesticada por los aires del norte tiene un precio muy concreto y no indica otra cosa que elevar el grado de dependencia.
Mientras pocos parecen no darse cuenta del proceso integracionista al sur del río Bravo, desaparecen las formulas mágicas que preveían más capitalismo, menos control del estado y cero socialismo.
Las enormes piedras que persisten delante tienen que ser levantadas y lanzadas lejos, y no vale esconderse en su sombra o sacar brillo en las puntas para segar a los demás.