Carlos Medina Viglielm - Cubainformación.- Un nuevo caballo de Troya intenta traspasar las defensas de Cuba, arrastrado por algunos conocidos artistas e intelectuales.


Nuevamente la inteligencia enemiga, enemiga no solo de Cuba sino de la humanidad, de los hombres y mujeres honestos del mundo, logra montar un señuelo con el cual “pescar” cierta cantidad de protagonistas sociales y políticos a nivel internacional, con el conocido, aunque tantas veces derrotado fin, de vencer la resistencia del pueblo cubano.

 

Han mordido el anzuelo personajes populares y queridos como los cantantes Ana Belén y Víctor Manuel y sospechosamente otros, como Mario Vargas Llosa, de conocida admiración por las bondades capitalistas del libre mercado.

Pero, como dijera Silvio Rodríguez,

“Que fácil es protestar por la bomba que cayó

a mil kilómetros del ropero y del refrigerador.

Que fácil es escribir algo que invite a la acción

contra tiranos, contra asesinos,

contra la cruz o el poder divino,

siempre al alcance de la vidriera y el comedor.”

¿Porqué muchos de los firmantes a esta nueva campaña, denominada “Yo acuso” han mordido el renovado anzuelo? Dejemos de lado a los militantes de la derecha como Vargas Llosa o los integrantes del rancio colectivo contrarrevolucionario cubano de Miami, a quienes no les interesa entender razones sino los dólares en el bolsillo. Muchos han firmado en un acto de buena fe, pero desconociendo por un lado la historia y por otro, la terrible situación en la que la humanidad entera se sumerge por la violencia del mismo enemigo.

¡Ah! ¿Otra vez con la misma historia? Si, lamentablemente la misma historia, esa que no ha terminado como anunciara Fukuyama, sino que sigue, y en una pendiente cada vez más empinada, en la que nos vemos amenazados todos, no solo la humanidad, sino su lugar en el Universo.

Y la historia no es algo que transcurra para las naciones de forma independiente. Lo que pasa en España o en Francia, influye en el resto del mundo, así como lo que pasa en Cuba. ¡Vaya si influirá en el mundo lo que pase en los Estados Unidos de Norteamérica! A duras penas se está saliendo –y no se vislumbra hasta qué punto-, de la brutal crisis provocada por sus instituciones bancarias, esas enormes sanguijuelas de la sociedad humana, que en tantas partes del mundo son criadas y protegidas por el poder político, en perjuicio de las grandes masas trabajadoras. Solo basta pensar en la “ayuda” que recibieron esas “instituciones”, para que no se fueran recientemente a la bancarrota: con lo que el gobierno norteamericano les dio (del dinero de los contribuyentes), hubiera alcanzado para hacer millonarios a todos y a cada uno de los habitantes de la tierra.

El ejemplo de Cuba sigue poniendo muy nerviosos a los banqueros y sus políticos protegidos. Por eso hay que someterla. A las malas no pudieron. Bien lo sufrió John F. Kennedy en abril de 1961 con la invasión mercenaria a Bahía de Cochinos y en los años siguientes, cuando la CIA entrenó, armó e infiltró a los bandidos en las montañas del Escambray. No sometieron a la isla con los atentados terroristas como el de Barbados el 6 de octubre de 1976, en el cual dinamitaron a un avión de pasajeros de Cubana de Aviación y tampoco pudieron someterla con todas las pestes con que la bombardearon: el dengue, la fiebre equina, la peste en los cítricos etc. etc.

Cuando se cayó el llamado “socialismo real”, los banqueros del Imperio –y todos sus socios y sirvientes por el mundo-, pensaron que, como la última de las piezas del dominó, Cuba “caería”. También se equivocaron. Cuántas veces los contrarrevolucionarios y sus sicarios habrán hecho las valijas en Miami…

Mientras Cuba se mantiene incólumne, caen uno a uno los gobiernos demócratas en América Latina a manos de Kisinger (Premio Nobel de la Paz), y la CIA. Uno tras otro se suceden los presidentes norteamericanos, cada uno con un renovado plan de reconquistar la preciosa isla. Hasta que en el horizonte, aparece una figura distinta. Las miradas del mundo, atentas a la asunción a la presidencia, por primera vez en la historia, de un joven de raza negra, nada más y nada menos que en uno de los países más desgajados por el racismo.

Muy humildemente, desde su lugar de convalecencia, Fidel Castro recordó al mundo que, por muy buenas notas que ostentara el candidato, no era sino un “producto del imperio”. Pero el mundo necesitaba creer. El mundo necesitaba pensar en que las cosas iban a cambiar y que la irresponsabilidad y necedad demostradas por George W. Bush, llegarían a su fin. Bush, influenciado por su padre y poniéndole un rostro a los grandes consorcios guerreristas, no solo de los EUA, había instaurado la época de los “ataques preventivos”, tras la (sospechosa), caída de las Torres Gemelas en Nueva York. Y bajo su gobierno se arrasaron no solo muchos pueblos en medio oriente sino la dignidad de los soldados norteamericanos, degradados por sus propios crímenes.

Ahora llegaría a la presidencia de la nación económica y militarmente más poderosa de la tierra, un joven e inteligente abogado de color.

Un año después de asumido el mando, se puede decir sencillamente que el presidente (y también Premio Nobel de la Paz) Barak Obama, sigue adelante con los planes diseñados por los guerreristas más poderosos del mundo, de controlar -y más terrible aún-, disponer de los “recursos necesarios” a lo ancho y largo del globo, a como dé lugar.

El mundo, señores y señoras que de buena fe, firmaron apoyando la campaña llamada “Yo acuso”, en supuesta defensa de algunos “disidentes” cubanos, está siendo patrullado por las nueve flotas del gran Imperio, que cuenta con la colaboración de muchos gobiernos y se que arroga el derecho de secuestrar, asesinar, bombardear aldeas enteras en cualquier “lugar oscuro del mundo” y tomar y enviar prisioneros para ser torturados en alguna de sus cárceles clandestinas y no solo en la que tienen en Guantánamo, Cuba, sino en alguna de las que los “gobiernos amigos” les han posibilitado en otras partes.

La actual campaña contra Cuba, no es la única “movida” de la gran contienda. Lamentablemente Ana Belén y Víctor Manuel, como otros, han suscrito, con su adhesión a la campaña contra Cuba, al linchamiento que por estos días se realiza al Juez Garzón por parte de los franquistas españoles, que intentan evitar la investigación de los crímenes del franquismo.

Apoyando la iniciativa del Imperio, los firmantes a la campaña “Yo acuso” avalan con su firma la ocupación de Irak, las torturas en Abu Graib y las matanzas de civiles en Afganistán y Pakistán, desconociendo la voluntad del 80% de los españoles que se opusieron a que José María Aznar, que soñaba con la recuperación de Cuba como colonia, se aliara con EUA e Inglaterra en el acto de saqueo a Irak, para traer sobre España, la ira vengativa de los musulmanes.

Los firmantes, también avalan con su nombre al gobierno de Micheletti en Honduras, cuyo golpe de Estado contra el presidente Zelaya, fue evidentemente organizado por la administración norteamericana encabezada por el Premio Nobel de la Paz.

La situación de Cuba, por más que tenga relaciones con la mayoría de los países del mundo, es una situación de guerra; la situación de un pequeño país acosado desde hace medio siglo por el Imperio más poderoso de la historia, imperio que desconoce el directo mandato de las Naciones Unidas de levantar el vergonzoso bloqueo; situación de guerra en la cual los cubanos han esperado muchas veces, por momentos, un mortífero ataque.

Y la guerra, ese lugar a donde petimetres como Aznar jamás irían, ese lugar donde los oficiales de la CIA recogen los dividendos que dan el tráfico de drogas y de armas, ese lugar que para los genios del Pentágono significa una mesa muy lejos del frente con mapas y vasos de wisky, no es algo de lo que se pueda salir como de un cine, ni algo en lo cual podemos elegir estar o no estar. Primero es el lugar adonde nos puede empujar a su voluntad el Imperio.

Luego es un lugar donde la gente es despanzurrada todos los días, cuando menos se lo imagina, tal vez camino al casamiento de un vecino, en un experimento acerca de la efectividad de armas nuevas, más letales, más perversas; la guerra es algo de lo cual nos podremos librar, cuando comprendamos que nos afecta a todos cada día, independientemente de que estemos a más o menos kilómetros de tal o cual lugar.

Porque la guerra, pasó a ser, hace rato ya, la razón de existir de la nación económica y militarmente más poderosa de la historia.

Muy lejos de quererlo, Cuba se enfrenta a esa nación, en condiciones por demás desventajosas, porque el Imperio no se limita a amenazarla militarmente, sino que amenaza económicamente a muchas otras naciones para que no mantengan relaciones con ella.

Y la situación de un país en guerra con tal formidable enemigo, no es sencilla. Es comprensible que tras medio siglo de penurias que provoca el bloqueo comercial a la isla, haya gente que esté cansada o directamente crítica al gobierno. “No hay mal que dure cien años, y tampoco cuerpo que lo aguante”, reza el dicho popular. ¿Pero qué hacer con aquellos que a nivel interno no respaldan o critican al gobierno de Cuba?

En circunstancias normales, las decenas de “disidentes” activos en Cuba serían tratados, al igual que en cualquier parte del mundo, sin darles mayor trascendencia.

Pero en circunstancias de guerra, en cualquier nación y en cualquier época, las autoridades deben mantener una estricta vigilancia. Y en caso de constatación de que hay quienes no solamente “disienten” haciéndole el juego, sino que directamente reciben apoyo económico o sueldo del enemigo, como es el caso de los actuales llamados “disidentes”, entre ellos un delincuente de apellido Zapata recientemente fallecido, que fuera procesado entre otras cosas por atacar a una persona a machetazos, siempre, en cualquier lugar del mundo y de la historia, se actúa al respecto.

Y la actuación de las autoridades es una cuestión soberana, que nace del mandato esencial de la salvaguarda de la nación, mandato en este caso, apoyado no solamente por la abrumadora mayoría de los cubanos, sino por los hombres y las mujeres honestos de todo el mundo, muchos de los cuales, conocen directamente la solidaridad de ese pueblo.

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