Los conciertos del sábado en la Tribuna Antimperialista José Martí y la explanada del antiguo Cuartel Moncada fueron para sus editores un hueso duro de roer. Masticaron la información pero no la tragaron. Tenían que dar cuenta de lo que aconteció en uno y otro extremo de la Isla, pero tuvieron que apostillar los lugares comunes de siempre.
Para el diario, los artistas e intelectuales que de motu proprio expresaron con toda libertad y entereza sus sentimientos, fue "el Gobierno del General Raúl Castro (quien) decidió organizar dos conciertos al unísono".
A continuación, en la nota supuestamente informativa, quisieron meterle una baza a Silvio Rodríguez, por haber "sido anunciado por los medios oficiales como el artista que abriría el concierto en La Habana", y subir "al escenario para leer un texto suyo divulgado previamente en Internet, pero no cantó". No hay que ser muy avezado para advertir un intento de disminución de la participación del emblemático trovador.
Del público milenario que colmó uno y otro espacio, de las convicciones de artistas e intelectuales de muy diversas estéticas y credos, no es posible encontrar ni una sola línea. Para apuntalar la campaña mediática contra Cuba era mucho más pertinente amplificar las arrogantes y falsas declaraciones de la secretaria de Estado de EE.UU, en la Universidad de Kentucky —llegó a aplaudir a los que "han empezado a criticar a Cuba porque están dejando morir a la gente—, y los paniaguados comentarios de un tal Michel Reid, quien en las páginas de The Economist (Gran Bretaña) da rienda suelta a su onanismo mental al decir que "los hermanos Castro han fracasado a la hora de aplicar una estrategia que garantice la supervivencia de su régimen más allá de sus vidas".
En esas mismas páginas del diario español, sin embargo, llama la atención un artículo del analista mexicano Diego Petersen Farah en el que escribe: "Hoy lo importante no es la veracidad de los hechos, sino la capacidad de sorprendernos más veces en menos tiempo". ¿No es este un buen sayo para vestir la desaforada campaña anticubana de El País, cuyos materiales fechados en La Habana distorsionan nuestra realidad?