Bajo el falso pretexto de querer “proteger las arrecifes de coral en el Caribe”, la legisladora ultraderechista de Florida Ileana Ros-Lehtinen promueve un proyecto de ley que impone sanciones a empresas e individuos “que ayuden a Cuba a desarrollar su industria petrolera”.
Hija de un nostálgico de la sanguinaria dictadura de Fulgencio Batista, Ros-Lehtinen siempre ha sido partidaria de cada “iniciativa” que haga daño al país donde nació, al punto de asociarse a lo más recalcitrante de la mafia terrorista cubanoamericana.
Esta vez, la actual jefa del Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes, intenta bloquear a fuerza de chantaje y amenazas a las firmas internacionales que ya se comprometieron en explorar el enorme potencial petrolero de la isla caribeña y garantizarla los recursos necesarios al pleno desarrollo de su economía.
Un análisis de la agencia noticiera británica Reuters – en nada sospechada de simpatía hacia Cuba – señalaba detalladamente en julio pasado el enorme potencial de eventuales yacimientos a lo largo de la costa noroeste del archipiélago cubano.
El Servicio Geológico de Estados Unidos calculaba la presencia en territorio cubano de 4.600 millones de barriles de petróleo y 10 billones de pies cúbicos de gas, decía el texto al reconocer que las proyecciones del gobierno de la isla, basados en múltiples estudios, alcanzan los 20.000 millones de barriles.
La parte del Golfo de México que pertenece a Cuba está dividida en 59 bloques, 17 de los cuales fueron contratados por compañías como Repsol, la malaya Petronas, la venezolana PDVSA y PetroVietnam. Repsol está asociada con la noruega Statoil y con ONGC Videsh Limited, una unidad de la india Oil and Natural Gas Corp.
Compañías con contratos para buscar petróleo y gas en las aguas cubanas del Golfo de México ya comenzaron los preparativos para perforar una vez que la plataforma Scarabeo 9 llegue a la isla de gobierno comunista.
El mes pasado, un alto funcionario del gobierno de La Habana señalaba la llegada en el curso del verano de la enorme plataforma semi sumergible fabricada en los astilleros Yantai Raffles en Yantai, China y propiedad de Saipem, una unidad de la petrolera italiana Eni SpA.
Reportaba Reuter que diplomáticos en La Habana han dicho que la malaya Petronas operaría la plataforma después que la española Repsol termine su exploración.
La rusa Gazprom Neft, el brazo petrolero de la empresa de energía Gazprom, dijo que la empresa quiere asociarse a Petronas. Mientras la también rusa Zarubezhneft tiene un acuerdo con PetroVietnam y abrió en junio una oficina en La Habana, según la agencia estatal de noticias rusa Ria Novosti.
En cuanto a las “preocupaciones ecológicas” de Ros-Lehtinen, una fanática sionista que aplaude a cada bombardeo norteamericano en el medio oriente, la plataforma Scarabeo 9, capaz de operar a profundidades de hasta 3.600 metros, “fue construida con estándares noruegos, lo que implica que tiene equipos de seguridad para obturar un pozo en caso de un accidente como el de BP, algo que ni es requerido en Estados Unidos”.
El International Association of Drilling Contractors, con sede en Houston, ha manifestado en distintas oportunidades al gobierno de Washington su deseo de discutir con funcionarios cubanos y hacerse una idea de sus planes.
Cuba siempre ha dicho que daría la bienvenida a las petroleras estadounidenses interesadas en explorar sus aguas, a pesar de las agresiones económicas mantenidas por su gobierno.
El experto petrolero Jorge Piñón, de la Florida International University en Miami, dijo a Reuter que las compañías estadounidenses de servicios petroleros estarían interesadas en entrar al mercado cubano por su proximidad geográfica.
"Para la industria petrolera marítima estadounidense, Cuba es básicamente una extensión del Golfo de México. No es como Angola. En Cuba pueden ofrecer servicios desde Houston, Freeport o Mobile", dijo.
Mientras tanto, la bien apodada Bruja del Capitolio tiembla a la idea qde que el gobierno cubano “se convierta en magnate del petróleo del Caribe”.
El proyecto de ley cuenta con el patrocinio de los congresistas Albio Sires, Connie Mack, Vern Buchanan, Mario Diaz- Balart, David Rivera y Allen B. West, todos vinculados de una forma u otra a la mafia cubanoamericana.
