Katia Cárdenas - La Jiribilla.- Más allá de dar nombre al emblemático programa televisivo, Andar La Habana define una vocación institucional de guiar y mostrar los valores distintivos de una zona declarada por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad. Esta invitación no se reduce a mirar el paso del tiempo por nuestros edificios, los detalles admirables de la arquitectura, incluso el avance de un proceso que rescata y transforma. Andar La Habana es hoy un llamado a participar, a incidir en una obra que distingue a los habitantes de la zona antigua como destinatarios y protagonistas del proyecto de rehabilitación integral.


 

Hotel San Felipe

El proceso que vive La Habana Vieja tiene en primer lugar la misión de contribuir al conocimiento de la historia y la cultura cubanas mediante la preservación de los símbolos y expresiones materiales y espirituales de la nacionalidad. Bajo este precepto cultural, los diferentes componentes de la Oficina del Historiador proponen un abanico de posibilidades que desde la singularidad de sus proyectos abarca un amplio espectro de temáticas e interpretaciones.

En uno de sus habituales encuentros con el equipo de trabajo de la Oficina, el Historiador nos comparaba con una gran orquesta, en la que cada uno debía interpretar bien su instrumento para alcanzar una buena sonoridad. Quizá ese símil musical ilustra el desarrollo de una institución que ha apostado por la diversidad desde el estudio profundo de sus colecciones museológicas y perfiles temáticos. El concierto cultural que hoy ofrece la Oficina del Historiador está integrado por cerca de 60 instituciones culturales entre museos, salas de concierto, galerías, espacios científicos, entre otras. En ellas se genera ese producto cultural complejo y diverso que intenta responder a las expectativas y necesidades culturales de un público heterogéneo.

El trazado de la política cultural institucional tiene como base el trabajo de un grupo multidisciplinario de investigaciones socioculturales que constantemente toma el pulso de la correspondencia del producto cultural con las necesidades y expectativas del público. Actualmente este departamento realiza un estudio de consumo cultural en toda la población de La Habana Vieja, cuyos resultados constituirán un importante referente para el ajuste del proyecto de la Oficina.

Para hablar de ese producto cultural debíamos referirnos a las dos dimensiones en que opera. Por una parte, está el producto creado desde la institución, con la responsabilidad de educar e incidir en la apreciación artística y en el desarrollo de nuestra gente, y por otra, el producto resultante de la constante retroalimentación de un público que incide y participa en los principales proyectos culturales.

Para entender la importancia de generar un proyecto cultural que valorice el legado patrimonial, bastaría constatar el público mayoritariamente joven que acude a las salas de concierto durante los Festivales de Música Antigua Esteban Salas, organizados por la agrupación Ars Longa. Resultado de la labor investigativa y del talento ejecutor de esta agrupación, es el gusto por el arte musical antiguo que se ha instaurado tanto en el auditorio de la capital como en el de otras zonas del país donde renacen jóvenes agrupaciones cultoras de la música barroca y renacentista, inspiradas en la obra de Ars Longa. Pudiéramos referirnos también del uso y apropiación simbólica del espacio público que ha logrado el trabajo sistemático de Isabel Bustos y su compañía Retazos con los Festivales de Danza en Paisajes Urbanos Habana Vieja Ciudad en Movimiento. Lo que en un momento fue un desafío para los coreógrafos se ha convertido en un espacio de creación múltiple que diluye las barreras entre público y danzante para hacer dl hecho artístico un verdadero suceso de participación popular. Algo similar sucede con la salida del cabildo el Día de Reyes, una tradición que ha hecho revivir la Casa de África al tiempo que propicia profundos debates en sus Talleres de Antropología Social y Cultural Afroamericana Entre Cubanos. Asimismo, habría que destacar el papel que ha desempeñado el Museo de la Cerámica Contemporánea Cubana en la justa apreciación del valor artístico de una manifestación tantas veces menospreciada y el del Museo de la Orfebrería en fomentar en los artesanos contemporáneos la valía de un oficio de larga tradición en la Isla.

Casa de África

En la actualidad, más de 20 galerías se disponen a la presentación de disímiles poéticas y manifestaciones de las artes visuales para acoger tanto a connotados valores de la plástica nacional e internacional, como al pujante talento joven.

Una mirada al Programa Cultural que cada mes se edita en la Oficina distingue a sitios como la Basílica Menor de San Francisco de Asís, el Oratorio San Felipe Neri y la Iglesia de San Francisco de Paula, triángulo de excelencia en el ámbito de la música de concierto, y al Anfiteatro del Centro Histórico que con un profundo trabajo social ha instado a jóvenes de la barriada a asumir roles en sus aplaudidas revistas musicales.

Sala de concierto San Felipe Neri

Habría que detenerse también en el programa de conferencias y talleres que encabeza el Centro Hispanoamericano de Cultura y advertir el contenido y la visualidad de las publicaciones de Ediciones Boloña para confirmar la conciencia institucional de educar a nuestro pueblo.

Comprometida en un empeño de desarrollo cultural con la comunidad que habita en La Habana Vieja, la Oficina del Historiador se afilia al concepto latino de la participación popular. En este sentido, Eusebio Leal Spengler, Historiador de la Ciudad, confesó: “…fuimos formados como intelectuales puros, como expertos que, desde nuestros gabinetes o laboratorios, nos ocuparíamos preferentemente de los museos, monumentos y sitios arqueológicos… La vida, sin embargo, nos llevó a considerar —y hoy lo afirmamos resueltamente— que en nuestros países, poseedores de un vasto legado patrimonial, es imposible actuar en los campos de la preservación si ello no conlleva una vocación de desarrollo social y comunitario”1.

Insertada en las corrientes de la nueva museología, la red de museos de la Oficina revitaliza las funciones de un centro patrimonial con la promoción de acciones educativas dirigidas no solo a grupos vulnerables de la comunidad como niños y ancianos, sino también a sectores cada vez más amplios de la sociedad.

Programas didácticos que incluyen la realización de talleres, círculos de interés y visitas dirigidas a museos, se inscriben entre las ofertas dedicadas al sector infantil. Pero, sin duda, la experiencia de las aulas museos, relevante desde el punto de vista pedagógico, es un proyecto referencial que establece un vínculo permanente entre la institución, el niño, la familia y el docente. Según las estadísticas, en el período 2009-2010 más de ocho mil 408 niños transitaron por 19 instituciones de la Oficina del Historiador. Además del acercamiento a la Historia mediante la habitual presencia en la institución museal, otras acciones dirigidas a los niños propician la creación de habilidades físicas y el desarrollo de potencialidades artísticas mediante la organización de conciertos didácticos, obras de teatro, actividades de promoción de la lectura, entre otras propuestas en las que comunidad y patrimonio se integran para convivir y perdurar.

Aula en la Casa de México

En la actualidad funcionan en el ámbito de la Oficina 50 talleres infantiles en los que participan mil niños tanto de La Habana Vieja como de otras zonas de la ciudad, en espacios relacionados con la fotografía, historietas, numismática, pintura mural, entre otras temáticas. Sin embargo, la modalidad más dinámica y masiva de este programa es la de visitas dirigidas que han permitido en un año el paso de 76 815 niños de escuelas primarias y de enseñanza especial de La Habana Vieja por los museos del Centro Histórico.

Con el constante incentivo de aumentar la calidad de vida de la tercera edad, desde 1995 se organiza un programa social que acompaña a este grupo poblacional. De acuerdo con las cifras arrojadas por el Censo de Población y Viviendas, realizado por el Plan Maestro en el año 2001, el 15% de la población de La Habana Vieja pertenece a este grupo etario y el 37% de los núcleos familiares incluye ancianos en su composición. La red de museos de la Oficina atiende mensualmente mil 200 adultos mayores a partir de un proyecto que comprende variadas tipologías de acción cultural de acuerdo con la naturaleza de los museos que las generan. La práctica de habilidades manuales y físicas, el tratamiento antiestrés, las terapias y los ejercicios de estimulación de la memoria, aparecen también entre los beneficios de este proyecto que ha salido de los museos y casas especializadas para llegar a clubes de abuelos, hogares y barrios, mediante la modalidad de “museo interactivo”. Los adultos mayores se han transformado en actores sociales difusores de sus experiencias en el ambiente familiar a la vez que, portadores de una riqueza histórica y patrimonial rescatada a partir de su memoria.

La repercusión de ambos programas sociales —cuya eficacia ha sido probada en varias investigaciones socioculturales— ha incidido en el ambiente familiar. Al constituirse en agentes de cambio en su entorno inmediato, estos grupos etarios influyen en el resto de la familia y propician el acercamiento al entorno patrimonial.

Pero, sin duda, es Rutas y Andares para descubrir en familia el proyecto sociocultural más integrador de la Oficina del Historiador. Con diez años de creado, este programa, ganador del Segundo Premio Iberoamericano de Educación y Museos, ha logrado convocar a la familia cubana a la obra rehabilitadora del Centro Histórico.

La necesidad de potenciar la participación de la comunidad mediante políticas culturales que tomen en cuenta y satisfagan sus intereses, impulsó la dinamización de la vida cultural en las instalaciones culturales y los espacios públicos, a partir de un programa que tomó como premisas la interactividad con el público y la conectividad entre las distintas partes de la red museal de la Oficina del Historiador.

En el verano 2010 más de 15 742 cubanos decidieron pasar parte de su tiempo libre en las diferentes opciones que proponía este proyecto cuyos propósitos iniciales iban dirigidos a propiciar el acercamiento de la familia tanto a los museos, depositarios de parte de la riqueza patrimonial de la zona, como a las realidades prácticas nacidas dentro del proceso de restauración.

De las familias participantes, 280 vencieron las metas que incitaban a realizar cinco recorridos y visitar 20 museos, mientras un 58% de los participantes mostraba su fidelidad desde ediciones anteriores.

Estos andares por el Centro Histórico traspasaron las barreras de la tradicional visita dirigida, en la que el visitante es simple espectador acrítico, frente a una avalancha de erudita información. Rutas y Andares convirtió las visitas y recorridos en espacio de diálogo abierto que favorece el intercambio entre los estudiosos del tema y un público ávido de conocer, comentar y aclarar incógnitas.

Cada año, los andares apuestan por una temática diferente que involucra a especialistas de las entidades de la Oficina del Historiador. Arquitectura y urbanismo, historia y arqueología, leyendas y tradiciones, junto con informaciones recientes del avance del proceso de restauración, el trabajo de restauradores y conservadores, han marcado los recorridos de cada verano. Asimismo, el libro y la literatura, el sistema de bibliotecas, las presencias de otras culturas en la nuestra y las expresiones artísticas más variadas, amplían el espectro de posibilidades para disfrutar en familia.

Ante las exigencias actuales de las instituciones responsables del cuidado, conservación y difusión del patrimonio histórico y cultural de las naciones, Rutas y Andares ofrece una visión renovadora de la relación entre los bienes patrimoniales y el visitante. El proyecto opera en la dimensión simbólica y cognitiva de la recepción de los productos culturales y en especial de los patrimoniales. Al propiciarles a los públicos la posibilidad de participar con el aporte de sus sugerencias en el diseño de cada edición, la iniciativa pondera el diálogo entre organizadores y destinatarios, a la vez que rescata la creatividad del sujeto y el carácter interactivo y lúdico del receptor con el medio, en este caso con el museo y el entorno patrimonial.

Estos lugares tocados por Rutas y Andares se instauran como espacios de construcción de ciudadanía, de encuentro e intercambio, de negociación de identidades, donde el público utiliza su tiempo libre, adquiere conocimientos, cumple un acto de iniciación ritual y participa de una actividad socializante que le otorga nuevas formas de percibir el mundo y de repensar los lazos de continuidad entre el pasado y presente.

Rutas y Andares

Desde las excavaciones arqueológicas que preceden a los proyectos de restauración, pasando por las investigaciones museológicas, la conservación de bienes museables, la arquitectura e historia de la ciudad, el modelo de rehabilitación integral, hasta la intensa vida cultural en el Centro Histórico, las Rutas y Andares han permitido que los cubanos conozcan y participen de la gestión de la Oficina en toda su magnitud.

Al referirse al nivel de convocatoria del proyecto y la importancia del papel participativo del pueblo en la recuperación y preservación de la memoria histórico-cultural de la ciudad y en especial de su Centro Histórico, Leal opinó:

“Cuando hoy acuden turistas de todo el mundo y recorren La Habana Vieja me complace mucho repetir aquel viejo principio de que es en primer lugar para ustedes (las familias) y también para ellos. Me alegra mucho que la familia cubana haya tomado posesión de lo que le pertenece por legitimidad, de su patrimonio cultural y las obras que con tanto sacrificio se hicieron para ellas. Estos recorridos, realizados en familia, han sido la mejor manera de transmitir ese sentimiento, ese concepto, esa idea. Lo que comenzó con un pequeño grupo de personas, se convirtió en una aventura de cientos, y el próximo año, por invitación de las propias familias se convertirá en un programa de miles.

“Creo que este proyecto —continúa Leal— es un gran triunfo de la cultura, un gran triunfo del espíritu, un gran triunfo sobre las necesidades y agonías cotidianas que todos tenemos y que, sin embargo, se dejan a un lado por un tiempo para gozar con la familia de este hermoso regalo que son las Rutas y Andares.”2

Notas:

1 Oficina del Historiador de la Ciudad, 1999, Viaje a la memoria, apuntes para un acercamiento a La Habana Vieja, Colección Habana City, Plan Maestro, Ediciones Boloña, La Habana.

2 Leal, Eusebio. 2005. Intervención pública en encuentro con familias ganadoras de Rutas y Andares.

La autora pertenece a la Dirección de Gestión Cultural de la Oficina del Historiador

Fotos: Cortesía de la Oficina del Historiador de la Ciudad

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