Gretel Cruz Torres - ACN.- En 1950 la Asamblea General de las Naciones Unidas estableció el 10 de diciembre como “Día de los Derechos Humanos”, en ocasión de la proclamación ese mismo día, pero de 1948, de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

La realidad internacional demuestra que hoy el mundo se encuentra muy lejos de lograr el disfrute de los derechos humanos para todos, sin embargo, Cuba posee un digno y amplio historial en materia de cooperación con todos los mecanismos que se aplican sobre bases universales y no discriminatorias.


La propia obra de la Revolución por más de 50 años ha sido una batalla permanente para lograr la plena realización de todos los derechos de sus niños, jóvenes, adultos y ancianos sin excepción.

Dentro de esto, cobra relevante importancia la atención a las personas de la tercera edad en un mundo que vive un acelerado proceso de envejecimiento, del que la Isla no escapa.

En la mayor de las Antillas el proceso de envejecimiento poblacional se ha producido con más rapidez que en otros países, como consecuencia de su elevada expectativa de vida, que ya sobrepasa los 75 años, entre otros múltiples factores.

Según expertos nacionales, la Isla se ubica entre las naciones más envejecidas poblacionalmente de América Latina y en una fecha no tan lejana como el 2025, uno de cada cuatro cubanos tendrá más de 60 años.

Esto se debe, entre otros aspectos, al desarrollo científico técnico alcanzado en el campo de la medicina y del sistema de salud, gratuito al alcance de todos.

Pero si importante deviene llegar a una edad avanzada, más necesario aún es hacerlo con una buena calidad de vida, que les permita ser independientes y útiles, sin constituir una carga para la familia y la sociedad.

Por tal motivo, el Estado propicia que los ancianos emprendan proyectos nuevos, se relacionen entre si, se ejerciten, reinicien su vida sentimental y laboral cuando lo consideren, como un elemental derecho al alcance de todos, sin distinción de raza, sexo edad o creencias religiosas. Acciones que de seguro harán más placentera la vejez.

Desde el propio triunfo de la Revolución en 1959 se han acrecentado los esfuerzos en aras de lograr, desde el punto de vista social, legislativo y de asistencia médica, mejorar la existencia de los adultos mayores.

Ejemplo de ello fue la creación del Programa Nacional de la Tercera Edad, extendido al interior de las comunidades, con el objetivo de mantener, prolongar y recuperar la funcionalidad física, mental y social de los ancianos.

Asimismo, se han implementado en el país diferentes iniciativas de impacto social, entre las que destacan los círculos de abuelos, donde exploran el universo de posibilidades locales para la utilización de su tiempo libre.

Otro de los espacios lo constituye la Cátedra del Adulto Mayor, la cual favorece la educación continua y permanente de las personas longevas, crea hábitos saludables y promueve la actividad física como opción para su disfrute.

Desde sus aulas, los Joven Club de Computación, insertados en el proyecto de la universidad del adulto mayor, familiarizan a ese segmento poblacional con la nuevas tecnologías y contribuyen a elevar su cultura.

Estas actividades no les permiten a los ancianos sentirse solos, tristes o aburridos; les aportan conocimientos, una existencia más agradable y el disfrute de una vejez sana.

Todas esas acciones son posibles gracias a la ardua labor que la Revolución realiza, y permiten que todos accedan sin discriminación a la prestación de servicios básicos de calidad como la educación, la salud, la asistencia y la seguridad social.

El pueblo cubano ha podido avanzar significativamente y sigue profundizando hoy sus transformaciones revolucionarias con el objetivo de construir una sociedad cada vez más justa, libre, independiente, equitativa, democrática, solidaria y participativa.

La atención a los ancianos resulta un logro de la sociedad cubana que debemos mantener. En ello la familia desempeña también un rol decisivo, ya que desde su seno inculcan respeto, amor y sensibilidad hacia esas personas, quienes en algún momento fueron el sostén del hogar y requieren la atención que se merecen.

Los ancianos son asumidos en la sociedad cubana como lo que son, seres humanos que han tenido la dicha, la satisfacción y la oportunidad de tener una larga vida.

Llegar a la tercera edad en Cuba es un orgullo, y no un infortunio como en muchas otra naciones del Universo donde son maltratados, y desconocimos esos derechos tan humanos.

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