Pedro de la Hoz - Granma Internacional.- El encuentro de representantes de fundaciones y asociaciones vinculadas al sector cultural, convocado por la Fundación Nicolás Guillén para conmemorar sus dos primeras décadas, demostró las innegables contribuciones, y sobre todo, las potencialidades por explotar, de esas entidades que forman parte de la sociedad civil socialista.


Urge, ante todo, poner en primer plano este último concepto. Como parte de las manipulaciones tendenciosas de los enemigos de la Revolución, ciertos medios de comunicación se han hecho eco de la presunta existencia de una sociedad civil al margen de la legalidad y contrapuesta a los valores y las aspiraciones populares. De facto le hacen juego a los desesperados intentos de las administraciones norteamericanas y sus servicios de inteligencia por minar el tejido social desde adentro y favorecer la regresión histórica.

No son tan visibles ni publicitadas, sin embargo, aquellas iniciativas puestas en marcha, sobre todo en los últimos cinco lustros, que han legitimado su actuación a partir de una proyección social autónoma e independiente que se corresponde con el proceso de radicales transformaciones que ha marcado en el último medio siglo estos tiempos renovadores y fundacionales.

Lo han conseguido desde una vocación de servicio, en medio de limitaciones materiales y no pocos conflictos que tienen su origen, tanto en vacíos y carencias normativas, como en incomprensiones y dudas puntuales y circunstanciales generadas en determinados niveles del diálogo con las instituciones establecidas. Aunque también, es menester decirlo, han habido por momentos libretazos y desaguisados en la gestión de alguna que otra asociación, hechos estos afortunadamente resueltos.

En el sector cultural son notables y significativos los aportes. Las fundaciones y asociaciones han trabajado fundamentalmente en dos direcciones: la preservación y promoción de valores patrimoniales y la acción en el ámbito sociocultural comunitario. En no pocos casos, ambas direcciones se entrecruzan.

La primera línea está bien representada por la labor de las fundaciones Nicolás Guillén, Alejo Carpentier y Fernando Ortiz, dirigidas respectivamente por Nicolás Hernández Guillén, la doctora Graziella Pogolotti y Miguel Barnet. Es necesario saber cómo a partir del legado de tres grandes figuras intelectuales se promueve en proyectos editoriales y de investigación y se estimula el desarrollo de un pensamiento cultural auténtico. La segunda cuenta con al menos dos entidades paradigmáticas: el Centro de Intercambio y Referencia sobre Iniciativas Comunitarias (CIERIC), dirigido por Rigoberto Fabelo, y la Fundación Antonio Núñez Jiménez de la Naturaleza y el Hombre, encabezada por Liliana Núñez Véliz, hija del insigne geógrafo. Una ha logrado potenciar, en una escala, micro acciones comunitarias, y la otra lidera, también en espacios concretos, proyectos de sumo interés relacionados con la cultura ambiental.

De igual modo se deben valorar las contribuciones de la Fundación Caguayo, presidida por Alberto Lescay, al desarrollo del arte monumentario y ambiental; de la Fundación Ludwig de Cuba, presidida por Helmo Hernández, a la promoción de las nuevas generaciones de artistas; y del Centro Martin Luther King Jr. a la educación popular y el cultivo de una espiritualidad socialmente comprometida. Y aun cuando responde a una estructura estatal, no puede obviarse la eficacia de la gestión autónoma del Centro Pablo de la Torriente Brau, dirigido por Víctor Casaus.

Estas no son las únicas asociaciones vinculadas al sector cultural. Podrían exponerse los resultados de agrupaciones profesionales, como los de la Asociación Cubana de Artesanos Artistas, presidida por Dámaso Crespo, o de los capítulos cubanos de organizaciones internacionales de diseñadores, teatristas, esperantistas, autores de literatura infantil y juvenil, musicólogos y organizadores de festivales folclóricos.

Lo cierto es que poseen peso y responsabilidad en la configuración de nuestra sociedad civil. En el interés de todos, como expresó Nicolás Hernández Guillén, existe la voluntad de contribuir a la preservación y el incremento de lo alcanzado en el orden cultural y al propio tiempo lograr que los hombres y las mujeres implicados se proyecten como sujetos sociales y sean protagonistas mediante su participación activa y portadores de valores de la sociedad socialista.

Cuba
Daniel Devita - Doble D.- La Casta fue grabado en estudios ÁGUILA MAGNÉTICA (Buenos Aires, Argentina) y VT ESTUDIO (La Habana, Cuba)....
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