La revista cubana universitaria Alma Mater publicó este reportaje el 8 de abril de 2022. Cubainformación lo ofrece a sus lectoras y lectores, dado el interés suscitado por la activista Betty Pairol, tras las recientes declaraciones a nuestro medio.


¿Qué significa ser mujer, negra, revolucionaria y feminista en la Cuba de la tercera década del siglo XXI? ¿Qué caracteriza a la izquierda cubana? ¿Cómo legitimar nuevos grupos y actores políticos en un gobierno centralizado? ¿Cuáles son las urgencias en un país como el nuestro? ¿Cómo sobrevivir fuera de la institucionalidad? Estas y otras interrogantes ocuparon las horas de conversación junto a la activista Betty Pairol — quien de manera tergiversada, se convirtió en el rostro de las manifestaciones del 11 de julio de 2021 — .

Rita Karo

Revista Alma Mater

Apr 8, 2022

La bandera de la estrella solitaria fue el amuleto de Betty Pairol durante las manifestaciones del pasado 11 de julio en La Habana

Fotos: Christian Suárez Castro

La bandera cubana y el rostro encendido de una mujer negra fueron portada en muchos medios internacionales, cuando se anunciaba que en Cuba había llegado el fin de la «Era Castro». Imponiendo quizá un grito de «Patria y Vida», a una garganta que solo vociferaba «Viva la Revolución» fue una de las estrategias para comunicar el «caos» emocional y político, que supuso el 11 de julio de 2021 para muchos cubanos dentro y fuera de la Isla.

Mientras se enrarecía el viento de un domingo que prometía ser de paz, Betty Pairol supo — como una especie de epifanía — que su deber estaba en la calle, porque es allí es «donde se gana la pelea». No más de treinta personas subían por la calle Cristina, en Centro Habana, para dirigirse hacia la zona del Capitolio, sitio de mayor concetración durante las protestas.

«Ese día yo estaba siguiendo todo desde las redes y presentí que La Habana se iba a levantar. Era lo que me tocaba, debía estar allí. Ya sabía de otros lugares . Y si La Habana se levantaba, se iba a levantar el país entero. Salí a gritar ¡Viva la Revolución! ¡Abajo el bloqueo!; y no fueron pocas las barbaridades que me decían. Sin embargo, había que establecer un nexo entre ellos y yo, y en mi opinión, eran las presiones que ejercía el bloqueo sobre la economía nacional», comenta Betty Pairol.

Por esas fechas, la Alta Comisionada de Derechos Humanos de la Organización de Naciones Unidas, Michelle Bachelet, tuiteó a favor de las protestas y acompañó la publicación con la imagen de Pairol: la mujer que levantaba la bandera de Cuba en sus brazos en medio de las revueltas.

Foto que acompañó el post de Michelle Bachelet y figuró como portada en medios de prensa

«Me enteré de la foto por un amigo, salí a desmentir y aclarar mis verdaderas intenciones. Ese día, los periodistas sabían que yo era una voz única entre esas personas. Actualmente estoy silenciada en Twitter», cuenta, y señala que los grandes medios «hacen comunicación, y cambian los símbolos, los vacían de significado».

Por lo tanto, «existe una urgencia de que surjan nuevos grupos, símbolos, organizaciones que se sientan comprometidas y critiquen el centralismo, la corrupción o que no estén de acuerdo con la manera de hacer política desde la institucionalidad; personas que conecten a otras que no se identifiquen con el gobierno, sino que quiera la soberanía e independencia de Cuba; que luchen contra los males y ayuden a construir un país».

«Se necesita desmontar maneras de hacer y decir, sin repetir consignas porque desde ese discurso alguien me legitimará. Yo me radicalizo de la manera que entienda, pues todos somos resultado del proceso revolucionario, hasta los vándalos. Tenemos que sentir a esos otros pensamientos como responsabilidad», apunta Pairol.

En este sentido, también aclara que la práctica de silenciar en las redes sociales no es exclusiva de la derecha; también muchos que «se dicen revolucionarios», silencian a otros. Es el caso de grupos en Telegram donde eliminan y difaman a activistas, periodistas y demás intelectuales . «No puedes sentir que nadie te puede criticar porque eso daña a la revolución y a su imagen; en realidad no hay nada más dañino que defender lo mal hecho en nombre de la Revolución».

Por ello, dice la entrevistada: «Actúo en consecuencia con lo que creo y si tengo que denunciar: denuncio — conductas homofóbicas, racistas y transfóbicas de dichos revolucionarios que tienen grupos extremistas — ».

¿Quién es Betty Pairol?

Es licenciada en Derecho, pero se autodescribe como una mujer que se dedica a la educación y crianza de sus hijas, desde hace cuatro años. Milita en las redes sociales y la Internet en defensa de sus ideales, de las cosas en las que cree. Renunció al trabajo asalariado luego de dos partos seguidos; mientras que la pandemia y los riesgos de infestarse impidieron que las niñas se incorporaran al círculo infantil.

«Mi día a día se resume fundamentalmente en eso, en atenderlas y darle todo el amor posible. En crear una familia que sea lo más parecida a nuestra realidad, haciendo valer los valores morales y éticos que me inculcaron mis padres».

«Mis creencias… Yo creo en la posibilidad de ayudar a transformar un país, basado en una política cultural donde quepamos todos, donde no haya exclusiones — salvo las que atenten contra la soberanía e independencia del país, que lo ataque o que se alineen a los intereses de potencias extranjeras que buscan subvertir el orden institucional — .

«Sueño con eso y pienso que podemos transformar el país desde y con esa perspectiva. De que sea un lugar con todos los cubanos; donde no haya sectarismos o sombras de corrientes, costumbres y hábitos tóxicos para la unidad; esa de la que tanto nos gusta hablar, pero que no sabemos construir en el día a día, a no ser que creamos que desde las sospechas estamos haciendo unidad. Hoy se intenta mantener una pureza que no existe en la sociedad cubana, porque somos — y ya lo ha reconocido hasta el propio presidente Miguel Díaz-Canel — la sociedad más diversa de los últimos años».

Betty Pairol sueña con una Cuba heterogénea, diversa, inclusiva y coherente. «Es — subraya— el país en el que me gustaría que se desarrollaran mis hijas. Un sitio donde no importen las orientaciones sexuales, las preferencias; donde nadie estigmatice por como vestimos, por el color de piel o por las luchas que cada cual independientemente lleve».

«En mi país las mujeres debemos ayudar a democratizar la reproducción de la vida. Necesitamos sentirnos representadas y realizadas en un rol donde haya poder de decisión. La mujer cubana necesita estar representada en los discursos oficiales, y eso es por lo que sueño, por lo que lucho desde mi militancia y activismo».

¿Qué considera de los extremismos de izquierda?

«Son tan tóxicos los extremismos de izquierda como los de derecha; pero los de izquierda hacen mucho daño al imaginario de la Revolución y al Socialismo, dado por el simbolismo que incluye el pensar desde la izquierda: un ideal a contracorriente».

Entre sus valoraciones y preocupaciones, Betty Pairol hace una observación sobre posturas que presionan a la izquierda revolucionaria, tildándolos de «contras y deshonestos que solo desean el regreso al capitalismo en Cuba».

«Tales pensamientos — apunta — nos obligan, a los que no pensamos quizá con determinadas posiciones dentro de la propia izquierda, a radicalizarnos en la manera que pensamos, y que hace que nos veamos como personas que ideológicamente no tenemos una legitimidad o no estamos bien».

Los extremistas no concientizan que sujetos como Pairol, y otros no tan alineados a la izquierda también pertenecen y son resultado del proceso histórico de la Revolución. «Todo tenemos derecho a formar parte del entramado político en Cuba y a ser sujetos políticos», indica la entrevistada.

«Como parte de ese propio resultado tenemos derechos a manifestarnos, a ejercer un criterio, a realizar acciones movilizadoras, con toda la mística revolucionaria. Tenemos derecho a usar el espacio público como mismo se hace con una acción o activad que surja desde la institucionalidad»

Foto tomada del perfil en Facebook de Betty Pairol

Activismo y acción político-social

La sentada de los Pañuelos Rojos en el Parque Central de La Habana, el 13 de noviembre último, levantó sospechas acerca de la naturaleza de la convocatoria: ¿instituciones estatales, orientación del gobierno, más de lo mismo? Betty, quien estuvo allí y formó parte de la manifestación en uno de los sitios más céntricos de toda la ciudad, nos comenta que la acción fue ideada por un grupo de jóvenes que pertenecen a las instituciones tradicionales y establecidas en Cuba.

Sin embargo, a pesar de que luego las organizaciones políticas cubanas y la presencia de la máxima dirección del país legitimaran el acto, Pairol explica que las verdaderas intenciones radicaban en expresarse fuera de ellas.

«No podemos ser miopes políticos creyendo que todas nuestras necesidades van a canalizarse a través de la institucionalidad. Yo milito en organizaciones en donde sé que ahí no puedo satisfacer mis inquietudes, y debo buscar el espacio donde pueda; los cuales son tan legítimos como otros y nadie puede tildarme por creerlo, hacerlo y defenderlo».

Revolución: posibilidades actuales

En el perifl de Betty Pairol en Facebook hay referentes nacionales e internacionales, postales sobre feminismo, Fidel, activistas…

— ¿Qué es revolución para ti?¿Con qué referentes te identificas?

— El concepto más acabado de Revolución lo dio Fidel Castro, y de lo primero que habla es de cambios: elimina lo viejo por algo nuevo. Se trata de suprimir determinas consignas y proponer nuevos valores y estéticas que aporten. Para que estas sean revolucionarias deben indicar avance, desde lo político, social y lo cultural.

«Entre mis referentes está Angela Davis: revolucionaria, anticapitalista, socialista y feminista. Y asumo su propio concepto de feminismo cuando señala que: no hay un solo feminismo, sino que hay muchos feminismos. Un revolucionario socialista debe ser anticapitalista, antirracista, anti homofóbico, antimperialista; y tal feminismo debe transversalizar las luchas de Cuba. Ello enriquece y amplía la visión del marxismo, al hablar de la democratización de la reproducción. Eso es cambio, eso es cambiar: ver la revolución a través del feminismo», apunta.

Betty Pairol: «Ser revolucionaria es entender el contexto político de la emancipación de la mujer en Cuba, de que nosotras contemos con los hombres para lograr esa emancipación, porque el patriarcado también los reprime a ellos. Es la lucha contra un patriarcado racista, elitista y clasista. El feminismo brinda herramientas para lograr la emancipación, y ofrece rutas para que no haya distinción entre la vida privada y pública: una mujer deber ser libre en todos los ámbitos».

A pesar de las luchas actuales, la entrevistada señala que en Cuba «hay muchas personas que se dicen revolucionarias, pero temen al feminismo. Ese temor viene dado de una ignorancia supina: se teme a lo que se desconoce. Y no hay ningún punto en el que se contrapongan las dos prácticas; todo lo contrario, no te puedes proclamar revolucionario cuando no apruebas la lucha emancipatoria de la mujer cubana».

Por ejemplo, «cuando exigimos que no vendan almohadillas sanitarias en moneda libremente convertible (mlc), eso es ser revolucionario. Si alguien justifica la necesidad de vender el producto en las tiendas en mlc, no creo que seas revolucionario. Ser revolucionario pasa por el prisma del feminismo», concluye.

¿Ser revolucionario es una urgencia para Cuba?

Sin vacilar, Betty anota que es urgente salvar el producto socialista, porque es la alternativa al capitalismo, «por muy manido que suene», aclara.

Para ella, el capitalismo es antagónico con la vida, con la especie humana, con la naturaleza. «Es necesaria una vía para salvar la humanidad. Salvar mi pedacito, mi proyecto; y Cuba requiere mantener el rayito de luz que emana, aunque sea tenue», sugiere, mientras que precisa de manera directa que «la urgencia está en salvarnos — ni siquiera defendernos —, en medio de la guerra económica, las carencias y las precariedades»

«Los cubanos y las cubanas sabemos los trabajos que se pasan. Y no es coyuntural, se va a extender. La economía demorará en recuperarse. No es mi lectura, es algo que también muchos jóvenes cubanos que han emigrado saben.

«Tenemos que lograr sobrevivir, y a partir de ahí respirar, y sentir que mis hijas podrán tener un futuro próspero, que realicen sus sueños sin pasar los trabajos que he pasado yo. Una Cuba donde no se dificulten las cosas; un lugar sin burocratismo, ni anquilosamiento por parte de las instituciones y el gobierno; donde no haya tanta corrupción»

Es perentorio eliminar conductas sectarias, propone la militante, eso hace que personas con pensamientos revolucionarios hagan mutis. «La autocensura limita el desarrollo; se le sigue la corriente a un determinado pensamiento porque sabemos que se nos puede estigmatizar si salimos de ahí, porque son las voces premiadas y aplaudidas. Lo que viene fuera de la institución se mira con temor».

Cuba

Betty es una mujer común. Una que nació en una isla en medio del Caribe. Es negra y es mujer en un país donde hay machismo y racismo — y no precisamente en las calles — , sino que se respiran manifestaciones de odio hacia quienes nacimos del género femenino o nos sentimos así, y peor si somos afrodescendientes. Las luchas de Betty pueden ser mis luchas o las de otra persona que viva en este sitio. Podemos tener diferencias (muchas) acerca del país que soñamos y nuestros símbolos, pero si en algo coincidimos es en el no ser silenciadas: esa debería ser la batalla de todas y todos. Sin etiquetas, sin hipocresías para «encajar». Tanto para ella, como para mí, Cuba es lo mejor que nos ha podido pasar.

«Yo sé que Cuba permite reivindicarse. Es una Cuba con defectos, pero con muchas virtudes. Sabemos que vivimos en un país que requiere cambios desde la cultura de hacer política y entender que hay dinámicas que cambiar. Que la sociedad cambió y que ya no todo pasa por la institucionalidad. De no entender esto, los decisores obligarían a un pequeño número de revolucionarios a radicalizarnos. Yo tengo claro que quiero hacer la revolución y para eso no necesito pedir permiso».

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