Portada de la tesis

Paquito el de Cuba.- Hace veinte años en una fecha muy similar a esta, yo discutía mi trabajo de diploma sobre un tema aburrido y políticamente correcto de la economía nacional, cuando estaba por concluir la licenciatura en periodismo.


Ahora, para mi satisfacción, soy una minúscula voz en la tesis de otro estudiante, a quien con gusto le cambiaría mi nota de 5 puntos con felicitaciones de dos décadas atrás por los 4 puntos que él recibió como consecuencia de su osadía al abordar un asunto transgresor.

Lázaro Jorge Carrasco Piloto defendió esta semana en la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana su obra La Casa de Tía, “una investigación para la producción que pretende reseñar y documentar el funcionamiento de los principales sitios de encuentro gay” en capital de Cuba.

Un total de 17 crónicas, entrevistas y reportajes son el resultado de este inédito acercamiento al fenómeno del cruising, una práctica sexual bastante universal  “en la que —según expresa su autor— han tenido gran incidencia las estrategias políticas y culturales del país, condicionada directamente por el contexto socioeconómico e histórico”.

Le pedí permiso al joven periodista para reproducir en esta bitácora la parte de su trabajo que me implica a mí —les puedo asegurar que hay materiales mucho mejores y testimonios de mayor trascendencia—, pero así no corro el riesgo de involucrar a ninguno de los restantes entrevistados, de quienes no poseo el consentimiento para divulgar sus historias y opiniones, ni comprometo demasiado la subjetividad del autor en este otro espacio tan personal.

Mi propósito es solo motivarles con un texto que sin ser perfecto, sí considero que merecería su publicación, aunque “no sé cómo ni sé con qué pretexto”, porque su lectura es capaz de hacer brotar los prejuicios ante una descarnada sexualidad ajena, desconocida —y por tanto temible—para la mayoría de las personas, y que el poder no puede evitar juzgar, condenar, tratar de “parametrizar”, intentar ocultar, castigar a como dé lugar, tal vez más incluso si llega bajo la forma demasiado realista del periodismo.

Les dejo pues, con la entrevista que me hizo el novel licenciado Lázaro Jorge Carrasco Piloto:

Título: «La Policía no puede trabajar cometiendo ilegalidades»

Sumario: «Sería interesante tener un acercamiento al cruising. Es un tema recurrente cuya incidencia la han relacionado siempre a la escasez de espacios para los gays. Pero resulta que ahora hay discotecas, fiestas, centros de recreación, proyectos orientados hacia este público, y las zonas de cruising siguen ahí», dice Francisco Rodríguez (Paquito), uno de los activistas por los derechos gay más reconocidos en Cuba.

Por Francisco Rodríguez lo conocen poco. Por Paquito la mayoría. Periodista del semanario Trabajadores y creador de uno de los más populares y controvertidos blogs en el país, Paquito el de Cuba, se autodescribe como «martiano, comunista y gay, ateo convencido y supersticioso ocasional, seguidor de los temas económicos cubanos, opinático incontinente y beligerante mesurado».

Este periodista, que ha visitado numerosos sitios de sexo homosexual en la Capital y en el interior del país opina que, a pesar de que estos espacios sean primordialmente frecuentados para tener relaciones íntimas, cada vez se convierten más en lugares de socialización. En su blog personal narró el 14 de diciembre de 2010 la ocasión en que fue conducido a una estación de policías en el barrio del Vedado por visitar uno de los sitos más importantes de la ciudad para relaciones íntimas entre hombres.

Yo leí el post de su detención en el sitio de sexo cercano al hospital Calixto García, pero quisiera que me lo contara con más detalles…

Fue de noche. Estaba sentado allá arriba en un muro de la «potajera». Disciplinadamente sentado, porque ese día no puedo decir que estuviera teniendo ninguna relación sexual. Incluso no había muchas personas. En un momento llegó un policía y me pidió el carnet. Se lo di normalmente. Nunca corro. Yo asumo que si estoy en un lugar público y llega la Policía lo que debo hacer es identificarme. Muchas veces se los he dicho a otras personas que van, sobre todo los jóvenes, que arman corretaje cada vez que aparece un policía. Si uno no tiene ninguna deuda pendiente con la justicia, no hay necesidad de correr. Nadie allí está cometiendo un delito.

El oficial me dijo que lo esperase abajo y así hice. Luego uno de los que venía con él fue bastante grosero con los cinco o seis que habían bajado, y en ese momento yo me identifiqué como periodista. Me dijo que me había visto allí otras veces y me preguntó si yo era «el famoso periodista». Tuvimos un intercambio de palabras, y me pusieron una multa que yo no firmé.

Luego, en la estación, llamé a mi pareja, que fue a recogerme. Allí me dio un beso delante de todos y ellos se molestaron y nos sacaron del lugar. Me informaron que los oficiales de la patrulla que me había trasladado a la estación no pertenecían a la unidad a la que me habían llevado (situada en Zapata y C), sino a la Unidad Provincial de Patrullas. Al otro día hice la reclamación de la multa y me la retiraron.

He tenido varios episodios con la Policía. Hubo un día en que pedí que me llevaran a la estación. Fue cuando iba pasando por esa zona con una mochila y me la querían revisar. Les dije que si querían hacerlo tenían que llevarme. Lo hicieron y luego me soltaron. En otra ocasión multaron a mi pareja en ese lugar y yo lo ayudé a reclamar la multa.

¿Cuál es la causa de la detención? ¿Qué alegan los oficiales?

Ellos están aplicando una contravención de manea errónea. Lo que establece el decreto-ley* es que no puedes incurrir en exhibiciones impúdicas, lo cual sería válido si alguien estuviese exhibiendo sus genitales en público o teniendo relaciones íntimas en un espacio en el que pudiese ser visto por otras personas no interesadas. Que una pareja de heterosexuales se esté cayendo a besos, y quizás más, en medio de una parada de guaguas, es exhibición impúdica. No lo es estar en un lugar apartado, escaso de iluminación y poco público.

Yo comprendo la posición de la Policía. Están intentando prevenir las cosas que suceden en esos lugares por sus propias características. Que son oscuros, apartados, peligrosos, y que atraen personas no interesadas en conocer a alguien o mantener relaciones, sino en asaltar, fundamentalmente. Nunca hemos tenido la certeza, porque nosotros no informamos sobre ese tipo de cosas, pero se ha rumorado sobre casos de asesinatos. Sobre todo en intentos de asaltos que terminan con violencia.

Ahora, lo que no puede suceder es que la el trabajo de los oficiales parta de cometer otra ilegalidad.

¿Qué pasó con los que no reclamaron la multa ese día? La Policía evidentemente cedió con usted porque también se vio intimidada por la posición que ocupa…

El problema es el siguiente: la gente no quieren reclamar las multas. A los cinco o seis que estaban ahí ese día les dije que lo hicieran. Pero muchos prefieren pagarla y no buscarse un conflicto en el que tengan que poner por escrito lo que estaban haciendo y la situación en que se les detuvo.

Hay personas con miedo de ser descubiertas en esos lugares porque pueden tener su matrimonio heterosexual, o su pareja homosexual. Y jóvenes con miedo a ser vistos. En una ocasión el oficial amenazó a un muchacho con contarlo a su familia y en su escuela. Ese tipo de cosas se hace, y la gente prefiere entonces pagar la multa. No es la posición que según mi juicio ayudará a resolver al problema, pero también es válida. Nadie puede decidir por los demás. Todos tienen el derecho de elegir la opción que más les beneficie.

Quizás diez años antes, cuando yo estaba casado, hubiese hecho lo mismo para que mi esposa no se enterase.

¿En qué otros sitios ha estado además de este cercano al Calixto? ¿Cuáles otros conoces?

En La Habana ha habido muchos sitios de cruising. Algunos han desaparecido. A lo largo de mi vida he ido a muchos. Me queda muy cerca de la casa la Playa del Chivo. Incluso voy a veces a leer en días de descanso. Allí también he tenido encuentros con la Policía, pero nuca me han multado. Cuando vivía en el Casino Deportivo iba al Parque Forestal, detrás del Hospital Nacional.

Hay muchos lugares. Dicen que por el Puente del Cotorro hay uno. También en la zona entre Alamar y Bacuranao. Y en casi todas las cabeceras provinciales. En Santiago de Cuba, cerca del parque Abel Santamaría. En Bayamo, cerca del Parque Granma. En Holguín una vez pregunté y me indicaron una zona alrededor del Hospital. En Santa Clara, por el Estadio. En Cienfuegos, por la Universidad.

Estos sitios desaparecen por determinadas razones y vuelven a reconfigurarse. ¿Qué circunstancias conllevan a que esto suceda?

Generalmente -y para bien-, los iluminan, les dan otra función, los rescatan de alguna manera. Son espacios que gana la ciudad. Sucedió en la zona detrás de la Bolera del estadio Ramón Fonst, en la que hicieron un parque. Me parece muy bien la solución que le dieron. La solución tiene que ser esa. Darle una utilidad para el uso público.

En el sito que está ubicado cerca de la línea del tren en la calle Boyeros, antes de llegar a la calle 100, se comenzó a sembrar alimentos. Había un huerto y lo ampliaron.

Creo que el parque de la Virgen del Camino también está iluminado ya.

¿Cómo se relaciona la gente entre sí en estas zonas?

Eso depende de la persona. Se va a allí con diferentes motivos. No solo a tener relaciones sexuales, sino a conversar. La gente llega a identificarlos como espacios en los que se sienten cómodos.

¿Pero no le parece que aunque conversen o lean o socialicen, están esperando que de un momento a otro llegue un compañero sexual?

Por supuesto. Es parte de la dinámica. Si se presenta alguien que te gusta y se da la oportunidad de una relación consensuada, pues ocurre. Ese es el objetivo quizás fundamental de frecuentar estos sitios. Pero no es el único. Hay quien puede estar perfectamente el día entero allí sin tener sexo. Y cada vez veo esto con más frecuencia. La gente va a hacer vida social prácticamente.

¿En qué horarios se suele ir más a estos sitios?

Eso depende del sitio. Hay algunos que funcionan las veinticuatro horas. Este mismo del hospital Calixto García funciona todo el tiempo, aunque en el día la gente se cohíbe más, pues pueden verte subir. Pero en la noche y en toda la madrugada se frecuenta. Y algunos incluso amanecen. Otros como la Playa del Chivo son más visitados de día.

¿Qué prácticas sexuales ha visto ahí?

Todas. Las imaginables y las inimaginables. Hay sexo entre dos personas, en grupo. Sexo oral, penetración, juegos sexuales. También hay quien disfruta mirando. Pero es bastante incómodo el lugar, porque no tiene condiciones idóneas para estas cosas. Siempre hay presión, inconvenientes de que te miren si no quieres, o de que llegue la Policía.

¿Cuán informada cree que esté la gente en Cuba de la existencia de este fenómeno?

Pienso que todo aquel involucrado de alguna manera en el mundo de las relaciones de hombres con otros hombres lo sabe. También la gente que vive o trabaja cerca de estos sitios se percata de cuando hay un movimiento extraño, pues les resulta sospechoso ver tantos hombres en una zona determinada. Otros no se dan cuenta. Incluso aunque trabajen o vivan cerca.

El post que publicó sobre el episodio del que hablamos hubiera sido impensable en cualquier medio de prensa…

Supongo. Los temas de sexualidad no son usuales en los medios, salvo desde ópticas educativas, preventivas. Son asuntos que nuestra sociedad siempre ha visto como algo muy íntimo y personal. Sencillamente no está en la agenda de los medios tratar este tipo de práctica. Ni esta, ni muchas otras cosas. Se ha avanzado en los últimos años en dar información sobre distintos temas relativos a la sexualidad y a la diversidad sexual, pero aún creo que no hay idea de cómo abordar este tipo de discusión.

Quizás en publicaciones juveniles sería bueno acercarse más a las prácticas sexuales que se están desarrollando.

De alguna manera considera que el blog es una forma de ser más libre en cuanto a lo que publica…

Cada medio tiene sus intereses y su perfil editorial. Pienso que no a todo el mundo le gusta lo que escribo en ese espacio, ni siquiera cómo lo manejo. Muchos me preguntan que por qué no lo modero más, por qué dejo que todo el mundo comente y escriba. Para eso me tomo el trabajo de responderle a todo el mundo.

Ahora, no veo lo que hago en el blog en ninguna otra publicación. Aunque en ocasiones he tocado temas que he abordado en el periódico Trabajadores y al mismo tiempo en el blog. Por ejemplo, cuando escribí de una persona en Granma que fue expulsada de su centro laboral por tener en la computadora la Guía Sexual del Siglo XXI. En otras oportunidades los casos no han coincidido de esta manera. Por ejemplo, hace un tiempo uno de mis alumnos de la sede universitaria fue golpeado por unos policías*. Él acudió a mí, porque quizás si le escribía al periódico era probable que su caso no fuese seleccionable para publicarlo. Posiblemente no lo aprobasen. Yo sentí el compromiso de publicarlo en el blog y así lo hice.

Todo lo que hago es siguiendo plenamente la política del Partido de este país, que dice que es necesario polemizar, dar opinión. Siempre trabajo desde la base de la responsabilidad. De no echar una pelea en Internet que no haya llevado a cabo en la vida real. El día que tuve el incidente con la Policía por estar en el sitio del Calixto no fui corriendo a contarlo en el blog. Luego de que todo había sido resuelto, entonces se publicó.

¿Conoce de algún evento de sexualidad en el país en el que se haya abordado la temática del cruising?

No me consta. Sería interesante tener un acercamiento a este fenómeno. Es un tema recurrente cuya incidencia la han relacionado siempre a la escasez de espacios para los gays. Pero resulta que ahora hay discotecas, fiestas, centros de recreación, proyectos orientados hacia este público, y las zonas de cruising siguen ahí. Pasa en otras sociedades en las que incluso hay saunas, pornografía, tiendas de todo tipo… Es decir, el asunto es una modalidad de la conducta sexual que sería importante investigar.

¿Por qué crees que en Cuba no hay una gran organización LGBT como existe en tantos otros países?

Tiene que ver con el desarrollo histórico del tema de la sexualidad en nuestro país de manera general, y de los derechos LGBT en sentido particular. Cuba ha tenido una evolución muy contradictoria en este tema. La Revolución triunfó con aires renovadores, y fue muy progresista respecto a la emancipación de las personas luchando, por ejemplo, por los derechos de las mujeres, contra el racismo y por la protección de grupos sociales desprotegidos en general. Sin embargo, desde sus primeras décadas el propio desarrollo científico no identificaba la diversidad sexual como un derecho. Esto se reforzó incluso con la propia épica de la Revolución, con la propia estela de virilidad, del guerrillero, con la naturaleza del proceso revolucionario, con los enfrentamientos con los Estados Unidos, que exacerbaron el espíritu de lucha, reforzaron el machismo y los prejuicios históricos y culturales que existían en Latinoamérica.

Todo esto conllevó a que, en una sociedad que supuestamente era para emancipar a las personas, a algunos como los LGBT se les discriminara, se les abusara, se les marginara. Estos individuos han sufrido una serie de incomprensiones y de errores. Superarlo ha sido a su vez terrible porque también se convirtió en un tema de campaña contra la Revolución, lo cual ha complicado las cosas aún más.

Creo que no ha existido un movimiento LGBT coordinado, entre otras cosas, porque la sociedad civil cubana de alguna manera ha sido lenta en su diversificación. En su tiempo fue muy bueno que existieran la Federación de Mujeres Cubanas, la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños, los Comités de Defensa de la Revolución, y es bueno que sigan funcionando y que existan, pero ¿la sociedad civil cubana se va a reducir a lo que hicimos hace más de cincuenta años? ¿No hay necesidad de que surjan nuevas organizaciones, nuevas maneras de que las personas se asocien, nuevos intereses para buscar un trabajo común? No podemos seguir indefinidamente con los mismos intereses y las mismas organizaciones. En materia de derechos civiles y de organizaciones, la sociedad cubana se quedó congelada en el tiempo, como si no nos hiciese falta más nada. Como si todo estuviese dicho y creado.

En los últimos años el CENESEX, una institución que tiene un fundamento científico para su trabajo, ha asumido la promoción del liderazgo social de grupos que no se veían representados en ningún lado. Ya se puede hablar de un incipiente movimiento LGBT alrededor del liderazgo del CENESEX. Esto me parece importante, porque es sui géneris. Se ha criticado mucho en el plano internacional que sea precisamente Mariela Castro, la hija del presidente del país, que desde una organización estatal represente los derechos LGBT. Me parece una crítica desde un estereotipo. Quizás mucha gente quisiera que la hija del presidente de su país dirigiera un centro estatal que se preocupara por introducir políticas de este tipo en el estado y en el gobierno de su nación.

Esto no elimina la existencia de otras personas que quisieran más opciones para hacer activismo LGBT, y no solo desde una institución del estado. Y me parece bien, siempre y cuando se haga desde bases jurídicas legales, que lamentablemente no existen. El trabajo de CENESEX lógicamente no es suficiente, pues entre otras cosas estamos hablando de una institución cuya razón social no es esta, sino que tiene muchísimas líneas de investigación y trabajo que realizar desde el punto de vista científico y desde la salud, porque además es un centro subordinado al Ministerio de Salud Pública, y el tema de las personas LGBT no es necesariamente un tema de este campo.

No me disgustaría que en algún momento existiera la posibilidad de contar con una organización no gubernamental que defendiera los derechos LGBT. Me parecería lógico y consecuente con lo que se está haciendo. Pero tampoco me molesta que el estado se preocupe por estos temas.

Francisco Rodríguez Cruz (La Habana, 1970).

* Se refiere al artículo 303 del Código Penal sobre Ultraje Sexual.

(MI NOTA A LA NOTA: Lázaro Jorge Carrasco confunde el cuerpo legal por el cual la Policía impone estas multas bajo el concepto de “acto impúdico”, que en realidad es el Decreto 141/1988 de Contravenciones del Orden Interior, artículo 001, inciso P.

*OTRA NOTA MÍA: No fue a mi alumno, estudiante de la educación para adultos, a quien golpeó la policía, sino a su hijo.

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