Selfie de Michael durante la Conga contra la Homofobia en Las Tunas, el pasado 16 de mayo

Paquito el de Cuba.- Primero conocí a Michael K. Lavers en las redes sociales, luego en persona en México, y finalmente pudimos compartir en Cuba, durante la reciente VIII Jornada contra la Homofobia y la Transfobia.


Él es un joven periodista del Washington Blade, el periódico LGBT más antiguo de los Estados Unidos, el segundo de su tipo con más tirada en ese país y una de las publicaciones más influyentes en la llamada audiencia gay norteamericana.

Los reportes de Michael sobre la situación de las personas homosexuales y transexuales en Cuba comenzaron hace ya algún tiempo, con la gran desventaja de que mi colega no conocía nuestro país, lo cual muchas veces limitó su acceso a fuentes directas dentro de la Isla.

Por mi parte, cada vez que me pide una declaración, trato siempre de ayudarlo, con la rapidez que la mayoría de las veces exigen los editores para reaccionar o comentar sobre cualquier acontecimiento. Pero reconozco que muchas veces la prisa, la lejanía, los estereotipos y las suspicacias políticas, pueden conspirar contra la labor de Michael.

Somos, podría decirlo así, amigos críticos. Muy amigos, y muy críticos el uno con el otro. No siempre estoy de acuerdo con sus puntos de vista, ni él con los míos, pero nos escuchamos y respetamos en nuestra diversidad de criterios, y el afecto predomina sobre las posibles diferencias.

Nos conocimos personalmente en México D.F., durante la Conferencia Mundial de la Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersex (Ilga), en octubre de 2014, donde para mayor simbolismo y como preámbulo del 17 de diciembre que vendría, nos sentamos juntos

A veces me duele verle atrapado en lo que yo considero esquemas o miradas reduccionistas, sin los suficientes matices, de la realidad cubana, pero trato de entender las exigencias y obligaciones que muy probablemente le imponen la política editorial de su medio y las tendencias de la opinión pública estadounidense.

No obstante, valoro mucho el empeño de Michael por querer conocernos e intentar comenzar a entender nuestra compleja realidad. Admiro también su capacidad de observación y cuidado por los detalles, cualidades que le dan color y vida al periodismo que él hace.

Esta entrevista fue una feliz idea suya. Me pidió que lo entrevistara sobre su reciente visita a Cuba, y yo lo asumí como un reto profesional entre colegas y otra muestra de nuestra amistad. Gracias, Michael, por tus respuestas. Ojalá pronto nos veamos otra vez en La Habana, o ¿quién sabe?, hasta tal vez en Washington.

¿Qué tiempo hace que abordas la situación de los derechos LGBTI en Cuba para el Washington Blade y cuáles consideras, después de visitarnos, como las principales sorpresas de tu primer viaje a la Isla?

Mi editor conoció a Mariela Castro en 2013 cuando ella estaba en Filadelfia para recibir un premio de Equality Forum, un grupo LGBT, por su trabajo en Cuba. Hablamos mucho sobre la idea de viajar a Cuba como periodistas para reportar sobre la situación en la isla en relación con los temas LGBT. Ha habido muchos cambios durante los últimos años y queríamos viajar a Cuba para verlos con nuestros propios ojos.

Aplicamos tres veces para una visa de prensa desde el gobierno cubano que nos permitiría trabajar en la isla como periodistas autorizados. Un funcionario de la Sección de Intereses de Cuba aquí en Washington me llamó el 21 de abril cuando estaba andando por la calle después de cortarme el cabello, para decirme que el gobierno cubano había aprobado nuestra solicitud. Mi editor no habla nada español y el Blade decidió enviarme a Cuba.

La gran mayoría de los americanos tienen ideas prehechas sobre Cuba y lo que pasa allá. Siempre he dicho que quisiera ver la isla con mis propios ojos, y estoy muy alegre porque tuve la oportunidad.

Hay dos cosas que me sorprendieron cuando estaba en Cuba: la primera es que todos los cubanos que me hablaron — los que apoyan a Mariela y el CENESEX y los que no— estaban dispuestos a compartir sus comentarios y observaciones sobre los temas LGBT en Cuba y la situación general en la isla, en sus propias palabras, sin miedo ni preocupación. La segunda cosa que me sorprendió es que la gran mayoría de los cubanos saben lo que pasa en el extranjero. Una persona me dijo que la isla no es tan aislada como Corea del Norte. Creo que esa comparación es apta para describir a Cuba.

Encontraste a varias personas de los Estados Unidos en Cuba, desde colegas periodistas hasta activistas, turistas y líderes religiosos. ¿Qué opiniones te ofrecieron sobre su experiencia y cómo impactaron en tu trabajo?

Los estadounidenses que encontré en Cuba (y yo) tenían la oportunidad de estar en la isla durante el proceso de normalizar relaciones entre nuestros dos países. Estábamos de acuerdo en que esperamos que las relaciones normales entre Washington y La Habana tendrán un impacto positivo en las vidas de todos los cubanos, independientemente de su orientación sexual, identidad de género y/o creencia política.

Luego de tu intensa experiencia y de las entrevistas que te han hecho al regreso en tu país, ¿En qué medida consideras que existan condicionamientos políticos en la interpretación que hacen los medios de comunicación estadounidenses acerca de la realidad de la comunidad LGBTI cubana?

Los periodistas en teoría deben ser objetivos, pero la realidad es que los medios de comunicación estadounidenses usualmente tienen sus puntos de vistas distintos. La gran mayoría de emisiones sobre Cuba en los Estados Unidos son muy cortas y no tienen mucho contexto sobre la situación en la isla. Los temas LGBT no son discutidos casi nunca. Puedo decir que los periodistas que me hablaron sobre mi viaje a Cuba se mostraron muy interesados, especialmente en el contexto del proceso para normalizar las relaciones entre nuestros dos países.

¿Cuáles son a tu juicio los principales errores, omisiones o desconocimientos de los políticos estadounidenses en la evaluación que hacen de la situación de la comunidad LGBTI en la Isla? ¿A qué los atribuyes?

Yo, muy afortunadamente, no soy político, pero creo que hay una falta de conocimiento sobre la situación en Cuba en términos de los temas LGBT y los activistas que trabajan para avanzarlos. Algunas personas que conozco en la comunidad gay aquí en Washington me dijeron antes de irme a Cuba que los hombres cubanos son muy guapos y les encantan tener sexo. Esos estereotipos o fetichizaciones de un grupo de personas — ya sea en Cuba o cualquier otro país — para satisfacer sus propios motivos no son buenos.

¿Qué fortalezas aprecias en la sociedad cubana para enfrentar los prejuicios homofóbicos y la discriminación por orientación sexual e identidad de género? ¿Alguna recomendación en específico de experiencias valiosas en tu país que pudiéramos aprovechar en el contexto cubano? ¿Algo de la experiencia norteamericana que creas que no debemos repetir en Cuba?

Una observación que me interesó muchísimo durante la semana que estuve en Cuba es la idea que Mariela y el CENESEX hablan sobre los temas LGBT como parte del socialismo cubano y la revolución cubana. Es un concepto que claramente no existe en los Estados Unidos porque los sistemas del gobierno en nuestros dos países son distintos.

Activistas del extranjero siempre me dicen que quisieran conocer a sus colegas en otros países y quisieran aprender las mejores prácticas para avanzar en los temas LGBT en sus ciudades y naciones. Los activistas estadounidenses en gran parte tienen ganas de conocer a sus colegas en el extranjero y aprender de ellos.

¿Cómo consideras que puede impactar un eventual restablecimiento de relaciones con los Estados Unidos, y luego la progresiva normalización de relaciones diplomáticas, en la comunidad LGBTI cubana?

Espero que el eventual — y la palabra clave es eventual — restablecimiento de relaciones entre Cuba y los Estados Unidos tendrá un buen impacto en las vidas de todos los cubanos, independientemente de su orientación sexual, identidad de género y/o creencias políticas. Los cubanos LGBT no son los enemigos de los estadounidenses LGBT y viceversa. Espero sinceramente que las relaciones normalizadas permitan más intercambios positivos entre los cubanos y los estadounidenses.

¿Cuál sería tu mensaje o recomendación para las organizaciones LGBTI de los Estados Unidos en relación con Cuba?

No me considero un activista, pero recomiendo a las organizaciones LGBTI de los Estados Unidos que sus contrapartes cubanas pueden enseñarles muchísimas cosas sobre la persistencia y el activismo (y viceversa.) Tienen los mismos objetivos: la visibilidad, la igualdad y la justicia sin discriminación por orientación sexual, identidad de género y/o creencia política. El movimiento LGBT es un movimiento mundial y los activistas cubanos tienen mucho para contribuir a ello.

Me has expresado tu deseo de regresar a Cuba, e incluso las ganas de hacerlo ya ¿por qué?

Cuba está a 90 millas desde las orillas de los Estados Unidos y acontece una historia importantísima en la isla en este momento de cambio en las relaciones de nuestros dos países. Quisiera regresar a Cuba para aprender más sobre la comunidad LGBT y la cultura LGBT de la isla — como reportero y como estadounidense. Espero mucho que más estadounidenses tengan la oportunidad de viajar a Cuba, y más cubanos la oportunidad de visitar a los Estados Unidos.

Nuestro primer encuentro en La Habana, Cuba, en mayo último

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