El funcionario, que visitó la isla con motivo de la 10ma Jornada Cubana contra la Homofobia y la Transfobia, explicó que el modelo consta de seis componentes esenciales que deben estar presentes para que el impacto sea el esperado.
El primer elemento consiste en la necesidad de políticas educativas que normen las relaciones en el contexto escolar, tales como reglamentos que mencionen explícitamente este tipo de violencia.
En segundo lugar constituye un imperativo que estudiantes y profesores cuenten con currículos y materiales didácticos que apoyen el proceso de enseñanza y aprendizaje sin reforzar, por ejemplo, estereotipos sobre la sexualidad.
Asimismo Cornu añadió que resultan vital la capacitación y la formación de profesores, profesoras y otras categorías del personal docente pues muchas veces su desconocimiento sobre el tema del acoso escolar homofóbico impide que identifiquen y enfrenten este fenómeno de manera oportuna y correcta.
Sobre el apoyo a estudiantes y familias, cuarto componente del modelo de respuesta integral, aseguró que no existe un adecuado apoyo a las víctimas y otros estudiantes afectados por este tipo de violencia debido, con frecuencia, a las actitudes homofóbicas del propio profesorado.
En quinto lugar, esta metodología exige la necesidad de establecer alianzas estratégicas con organizaciones de la sociedad civil y la comunidad con el propósito de proporcionar información sobre el tema y sensibilizar a la población.
Por último, mencionó la importancia de monitorear el contexto para saber si las situaciones de discriminación aumentan o disminuyen con la aplicación de este modelo en los espacios escolares.
Según el especialista de la UNESCO, en la actualidad el ámbito educativo constituye el de mayor riesgo para la violencia homofóbica y transfóbica, mucho más que la comunidad o el hogar, y aseguró que aun en países tan adelantados como Noruega en estos temas los y las estudiantes LGBTI son entre 2 y 7 veces más vulnerables que sus compañeros heterosexuales.