Red Semlac.- Colocar la mirada en cómo se construyen las identidades de género de distintos grupos exige alejarse de las patologizaciones médicas que conducen a violencias constantes alrededor de las experiencias de vida de las personas.


Así aseguró el profesor italiano Pablo Valerio, psicólogo clínico y presidente del Observatorio Nacional para el estudio de la Identidad de género y del Centro de “Servicios para la inclusión activa y participativa de los estudiantes” (SInAPSi), en el Taller de posgrado que impartiera los días 22 y 23 de mayo, en el Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex).

Con el tema “Salud mental en personas transgénero. Investigaciones actuales y prácticas psicológicas”, el encuentro ofreció pistas a especialistas, investigadores, activistas y profesionales de la salud sobre la metodología y los procesos clínicos utilizados en la Europa actual para desarrollar una "medicina de género".

Apuntó el experto que no se trata de la medicina de las mujeres, sino de tratamientos personalizados que tengan en cuenta la identidad de género de las personas y libres de los muchos prejuicios que pueden influenciar la terapia sobre una enfermedad determinada.

“Con frecuencia, los tratamientos indicados en los hombres van orientados a preservar sus habilidades y capacidades para trabajar, mientras que en las mujeres la prioridad es cuidar el rostro y la belleza, lo cual demuestra cuán fuertes son los estereotipos”, subrayó Valerio.

“Hay que romper con todo lo negativo que significa vivir en sociedades patriarcales, sexistas, machistas y donde no se les da el espacio que las personas de género no conforme necesitan”, dijo.

Para el profesor de la Universidad de Nápoles, en Italia, “se trata de ofrecer herramientas a la sociedad, de modo que se entienda la transexualidad, se comprenda que no es una enfermedad y se eliminen los prejuicios y la violencia que se ejerce sobre la salud y el bienestar de las personas de género no conforme”, apuntó el psicólogo.

“El problema no está en esa identidad, sino en un orden social que no es capaz de romper con el binarismo de género”, explicó.

De acuerdo con Valerio, la identidad de una persona transgénero no es una patología, sino que hay un proceso sano y de autoafirmación. Sin embargo, en esas las luchas para apropiarse de su propia identidad de género, estas personas viven el estrés que se asocia a la discordancia entre la identidad que sienten y su cuerpo, y el estigma y la discriminación social.

El psicólogo asocia ese sufrimiento por tener una experiencia de vida no heteronormativa, a un fenómeno llamado el “estrés de las minorías” y que se relaciona de modo estrecho con las personas trans.

Al estudiarse esta situación, deben tenerse en cuenta los procesos a distancia no relacionados directamente con el individuo, como la escuela, la familia, la sociedad y el estrés próximo que parte de la percepción individual de la persona, dijo.

“Como la persona sufre con el modo en que la percibe el exterior, se provoca una transfobia interiorizada que puede tener serias repercusiones para su salud, como la depresión, las ideas suicidas, la ansiedad, el VIH…”, abundó.

Identidades en construcción

La identidad se construye en el intercambio entre el sujeto y el contexto y es el resultado de un complejo proceso entre aspectos biológicos, psicológicos socioculturales y educativos, dijo Valerio.

Según el psicólogo, hay que considerar los géneros desde una óptica plural. “Nacemos en un cuerpo sexuado, masculino o femenino, al que se le otorgan valores, opiniones, juicios; lo cual convierte a la sexualidad en un producto social, históricamente construido y fruto de las relaciones entre tradiciones, prácticas sociales, religiosas, morales, familiares, económicas, médicas y jurídicas”, dijo.

“Existe un amplio espectro de identidades y expresiones de género”, apuntó.

Sobre cómo reducir los efectos de la discriminación sobre la salud de las personas transgénero, el profesor Valerio se refirió a la necesidad de deconstruir múltiples estigmas: desde el estructural, asociado a la falta de legislaciones que garanticen el ejercicio de derechos, hasta el interpersonal e individual.

En ese sentido, modificar políticas estatales, establecer leyes contra los crímenes de odio, la discriminación en espacios laborales y el acoso, hacer protocolos que reduzcan la burocracia, incluir en el currículum de médicos y docentes los conocimientos sobre las personas transgénero e impulsar campañas de sensibilización son acciones esenciales para reducir el estrés de este grupo social.

Asimismo, trabajar en un cambio cultural desde las edades más tempranas de la vida, en los centros escolares y otros escenarios como la familia, la universidad, el trabajo, la asistencia sanitaria y las cárceles, entre otros.

El intercambio académico se inscribe en el ámbito de un protocolo de colaboración estipulado entre el (SInAPSi) de la Universidad de Nápoles Federico II y el Cenesex. Foto SEMlac Cuba

“Se necesita reforzar desde las instituciones el funcionamiento del ciclo social del individuo y hacer inclusivos todos los espacios. La realidad es que estas personas encuentran en el contexto de la sociedad muchas vulnerabilidades. El entorno los oprime y así es muy difícil superar la desconfianza y reticencia a recibir por ejemplo, servicios de salud”, refirió el especialista.

Salud afirmativa como espacio de inclusión

Para el profesor Valerio, es importante convertir los servicios de salud en espacios de prácticas afirmativas. “El diagnóstico es esencial, pero también debemos saber que cuando una persona trans viene al servicio, no es para hacerlo cambiar de idea. Sucede que lo que la persona ha pedido está relacionado con el contexto social en que vive. Los psicólogos no somos jueces” indicó.

“Los profesionales de la salud también deben romper con los estereotipos, prejuicios, estigmas que ellos mismos cargan, para enfrentar el tratamiento a las personas transgénero”, afirmó.

Al respecto comentó las Guías para la práctica psicológica con personas transgéneros y géneros no conformes en las que ha trabajado desde su experiencia y cuyos principios parten de que las personas se comprendan a sí mismas. Además, una ruta de apoyo efectiva es el compartir con los pares.

“Se impone un acercamiento no binario, con un lenguaje neutro para respetar a las personas, a quienes se debe ayudar a reflexionar”, dijo.

Por otra parte, Valerio llamó la atención sobre la necesidad de reconocer que, en la práctica, hay intersecciones como son la raza, la etnia, la edad, la instrucción, entre otras

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