Desde un tiempo acá, por lo menos, y durante este año, hemos sido invadidos por centenares de cartas para adherirse, de parte de personas y grupos de “izquierda”, en contra de la Cuba heroica y en contra de cualquier país que les parezca “familiarmente” revolucionario.


Son personas y grupos de variada índole, presentando sus argumentos de su posición increíblemente banales. Son “izquierdas” no solo de América Latina, sino de otros continentes.

“Izquierdas” de extrema derecha, de centroizquierda y de extrema izquierda. Hay para todos los gustos, como si se tratara de estar ofertando una posición, que a todas luces es irreconciliable, de lo que es una verdadera izquierda. Son “Izquierdas” que se ofrecen, ofrecen sin el más mínimo pudor, con argumentos, que ellos creen que las personas los entienden, pecando de cinismo, falta de modestia o ingenuidad.  

El escritor cubano Enrique Ubieta Gómez, en su artículo “las palabras y los actos”, al referirse a estos seres y al bloqueo contra Cuba, señala: “No basta con que nos declaremos contrarios al bloqueo, si nuestras acciones han sido diseñadas para justificar su recrudecimiento o incluso, para justificar una invasión armada”.

Agrega el ensayista e investigador cubano, “También los hay en el patio (Cuba): utilizan el lenguaje de la izquierda, hablan desde un centro supuestamente equidistante de todas las militancias, y actúan según el guion imperialista”.

Finalmente, enfatiza, “Pero estos izquierdosos amigos del imperialismo (los juzgo por sus actos, no por sus palabras), no ejercen la democracia que predican. Están molestos con la emergencia de una nueva generación de jóvenes revolucionarios, audaces e inteligentes, que tiene su propio lenguaje, sus códigos de conducta, que asume la continuidad no de las formas, ni de las metas alcanzadas; sino del esfuerzo colectivo por conquistar nuevos cotos de justicia y dignidad, que son los principios básicos que sostienen la Revolución. Jóvenes que saben que sin la Revolución en el poder nada podría hacerse”.

A su vez, el abogado y autor cubano, Michel E. Torres Corona, agrega, “... existen enemigos mucho más peligrosos que se esconden dentro de las filas revolucionarias, aparentando ser aliados para sabotear en secreto o preparar golpes arteros... donde el oportunismo es su signo fundamental”.

Enfatizando además que, “pero lo reaccionario no existe solo “fuera” de los revolucionarios, sino también dentro de cada uno de ellos, de nosotros. El conservadurismo, los prejuicios, las maneras arcaicas de asumir los procesos políticos, son también formas en las que la reacción pervive aún con las mejores intenciones. Un revolucionario puede transformarse en elemento reaccionario si no avanza a la par de su tiempo, si no tiene “sentido del momento histórico”, si se ve sobrepasado por otros más revolucionarios, a los que comience a ver como enemigos”. 

Finalmente, señala, esta “izquierda”, “toda la vasta pluralidad de métodos, conductas y recursos de la reacción, (reaccionarios) se subordina siempre a un único objetivo, consciente o no: la erosión de lo revolucionario”.

De igual modo, según el escritor, filósofo y politólogo brasileño, Emir Sader, “Se puede decir que hay dos izquierdas en América Latina y que ambas están en crisis, cada una a su manera. Una de ellas es la que logró acceder al poder y ha puesto en marcha unos procesos de democratización de las sociedades, así como alternativas al modelo neoliberal y que hoy se enfrentan a dificultades (de distinto orden; algunas provenientes del exterior, otras del interior) para dar continuidad a dichos procesos. La otra es la que, aun viviendo en países con continuados gobiernos neoliberales, no es capaz de constituir fuerzas capaces de ganar elecciones, llegar al gobierno y empezar a superar el neoliberalismo”.

Si somos más rigurosos en la observación, debemos decir que hay otros tipos de “izquierdas”.

“Izquierdas” que están y conviven con experiencias revolucionarias, pero que son timoratas a la hora de las decisiones de carácter revolucionario, privando más sus postulados conservadores, que los cambios en el contexto actual.

“Izquierdas”, que subordinan sus posiciones revolucionarias al encanto del capitalismo, vendiéndose al mismo.

“Izquierdas”, que creyendo ser auténticos, van adquiriendo un ropaje de “neutralidad” que no existe en política y menos en estrategia revolucionaria.

“Izquierdas”, que nunca fueron de avanzada, y que conviven en el espacio revolucionario, solo para vivir de él.

“Izquierdas”, trasnochadas que no se ubican en el actual escenario nacional, internacional y mundial, tomando posiciones increíbles y desfasadas.

“Izquierdas” que estando en gobiernos de sus países, han mantenido intactos los desequilibrios estructurales en su economía, y así no se puede avanzar hacia él quiebre de los oligopolios, por ejemplo. Algunos especialistas llaman a esto, una “variante conservadora de neo desarrollismo o una versión regulada del neoliberalismo”.

“Izquierdas”, que piensan que pueden existir áreas de convergencia con la centroizquierda, olvidando que la confrontación con los reaccionarios, es un requisito de la acción política popular revolucionaria.

Otro tipo de “Izquierda”, es el de una organización llamada Anticapitalistas, que en su remitido señala: “Desde Anticapitalistas, hemos mostrado con claridad nuestra postura desde el inicio de la agresión rusa contra Ucrania: exigimos a régimen de Putin la retirada de las tropas rusas, nos posicionamos contra el intervencionismo de la OTAN y en solidaridad con el pueblo ucraniano. Nos hemos movilizado contra esta guerra desde el punto de vista del internacionalismo socialista”.

Queriendo estar bien con todos los actores del conflicto Ucrania-Rusia, atacándolos a todos, pero tratando a la vez, ser benignos y consecuentes con las supuestas víctimas.

Al respecto, el escritor Ramón Pedregal Casanova, en su artículo “Acerca de la cultura rusofóbica: “Intelectuales de izquierda occidental” (II), y haciendo algunos apuntes de su vez, artículo de James Petras, “Los intelectuales y la guerra: de la retirada a la rendición”, explica lo siguiente: “el desarrollo de la decadencia izquierdista de occidente comenzando por Afganistán, aunque advierte que se venía dando desde los años 60 del siglo XX, pues ante la guerra de Vietnam se observó cómo había intelectuales que apoyaban al aparato militar estadounidense, aunque, eso sí, hasta que se vio que podían perder la guerra, entonces se dieron la vuelta. En la década siguiente se observó que las relaciones de algunos sectores de la intelectualidad dejaban su comunicación con las organizaciones sociales que estaban en la calle contra la guerra y el racismo y se establecían en torno al Partido Demócrata y su dirección liberal, citando a G. MacGovern.

Después “descubrieron” las “virtudes” del imperialismo con Carter. Fue cuando el antiimperialismo derrotó las dictaduras pro estadounidenses de Etiopía, Nicaragua e Irán, más Afganistán, Angola, Mozambique y Guinea Bissau. Entonces el régimen estadounidense se lazó a la guerra de desgaste contra los gobiernos antiimperialistas, ¿el argumento?: eran “guerras humanitarias”, y por eso armaban a la reacción: Savimbi en Angola, “contras” en Nicaragua, Renimo en Mozambique, y los señores de la guerra en Afganistán.

Brzezinski, (ucraniano seguidor del nazismo) Consejero de Carter, se jactaba diciendo: “la intervención militar de EEUU comenzó seis meses antes del ingreso de tropas soviéticas en Afganistán, y fue preparada para debilitar al régimen de Kabul y obligar a pedir con urgencia la presencia de tropas terrestres soviéticas”. Cuánto se parece a lo que han hecho con el golpe de Estado en Ucrania, y luego el entrenamiento y la integración en su ejército de las organizaciones nazis para llevar la guerra a las Repúblicas de Donetsk y Lugansk. ¿Decían algo contra ese golpe de Estado y las matanzas que sus empleados realizaban en las Repúblicas?

Entonces, dice James Petras, los “intelectuales de la izquierda occidental” se pusieron de parte de EEUU contra la “intervención soviética”, (¿no les suena la misma música estratégica ahora con la guerra en Ucrania?)”. 

En fin, como anotamos arriba, “Izquierdas” para todos los gustos y colores, que lamentablemente han errado el camino, conscientes o no, jugando (parcializados) a su enemigo el capitalismo. Por supuesto, hay otros tipos de “Izquierdas”, que no las anotamos para no hacer más extenso el artículo. 

Finalizamos, refrendando lo que enfatiza el escritor y economista argentino Claudio Katz, en su escrito “Desenlaces del ciclo progresista”, “La izquierda del siglo XXI se define por su perfil anticapitalista. Batallar por los ideales comunistas de igualdad, democracia y justicia es la mejor forma de contribuir a un desemboque positivo del ciclo progresista”. 

De igual modo, el comandante Hugo Chávez, alguna vez enfatizó lo siguiente, refiriéndose a estas “Izquierdas”, “es una entelequia, una galimatía, son socialmente de izquierda, económicamente de derecha y políticamente nacionalistas. Hay que ser verdaderamente de izquierda, socialistas y revolucionarios, antiimperialistas, bolivarianos y comprometidos con el pueblo más sufrido”.

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