Ana Hurtado - Original en Cubadebate


Se cumplen 80 años de la victoria del Ejército Rojo sobre el fascismo que pretendía asolar el mundo. Un 2 de mayo de 1945 los soldados soviéticos entraron en Berlín e izaron la bandera roja sobre el Reichstag. Se apagaron las tropas nazis cuando el general Helmuth Weidling se rindió ante las fuerzas soviéticas.

El führer se había matado dos días antes con Eva y varios secuaces en el búnker. Tuvo que pasar casi una semana para que se culminara el sometimiento de las tropas alemanas del III Reich, firmándose la rendición final.

El 8 de mayo de 1945 a las 23:01 hora de Berlín, Alemania firmó su rendición, siendo ya en Moscú las 01:01 del 9 de mayo. Un día de memoria y de orgullo para el pueblo soviético y ruso. De conmemoración histórica por los caídos y de identidad nacional.

Y 80 años después, la fiesta sigue siendo por todo lo alto. El presidente ruso Vladimir Putin invita a jefes de estado de países amigos, a gobernantes y a compañeros a una Moscú que 80 años después reluce victoriosa frente a un mundo que le habría gustado relatar a Ernesto Sabato. Esperando claro, que no quemara después el escrito, como hizo con tantas obras que nunca vieron la luz.

Sabato, dejó la física para dedicarse a la literatura, y el mundo literario se lo agradeció. Y el no literario también.

Justo cuando había acabado de escribir la que para muchos es considerada una de las mejores novelas latinoamericanas de todos los tiempos, se disponía a prenderle fuego. Pero Matilde, su esposa, como supongo que habría hecho otras veces también, lo convenció para que no lo hiciera. Y unos años después, en 1961, se publicaba en Buenos Aires Sobre héroes y tumbas.

En sus páginas subyacen algunas historias, e incluso los capítulos pueden leerse por separado y en cualquier orden sin necesidad de una correlación cronológica. Pero nos llama a la reflexión, que bien podría aplicarse al complejo momento que vive el mundo.

Hay una tensión entre el antes y el ahora, entre los Vidal Olmos de Barracas en 1953 y sus antepasados del siglo anterior. La memoria, la historia, la culpa. ¿Se pueden borrar o cambiar?

¿Quiénes fueron los héroes de la victoria sobre el fascismo y donde están sus tumbas? Me pregunto, haciendo alusión a la obra maestra.
¿Se puede modificar en el futuro el curso de una historia que se ha llevado consigo millones de vidas?

Parece que el presidente norteamericano Donald Trump quiere hacerlo para que sus “red necks” en un rancho en Ohio, se sientan más patriotas después de trabajar 16 horas en un taller. El mandatario se atrevió – algo ya normalizado en él, ese tipo de atrevimientos- a decir lo siguiente:

“Muchos de nuestros aliados y amigos celebran el 8 de mayo como el Día de la Victoria, pero hicimos mucho más que cualquier otro país para lograr un resultado victorioso en la Segunda Guerra Mundial”.

Lastimosamente, la guerra, aún ya derrotados los nazis, continuó con las bombas atómicas del país del empresario devenido a presidente, en Hiroshima y Nagasaki. Una guerra que ellos no ganaron, que la ganaron sus aliados soviéticos derrotando al mal que amenazaba con extenderse: el nazismo. Una victoria cargada de salvación pero que no pudo evitar (ya mucho evitó), lo que está pasando 80 años después.

Puede parecer distópico o un capítulo de Black Mirror, pero están intentando cambiar la historia con un discurso vacío, efímero, y que quepa en un post de X.

La oscuridad y la locura que nos describe Sabato en el capítulo “Informe sobre los ciegos” se personifica. Asistimos a tiempos en los que la paranoia, la locura y la oscuridad se ciernen sobre nosotros. Podríamos aplicarlo tanto hacia a dentro como a fuera. ¿Acaso nadie, se ha visto envuelto en la búsqueda de sentido en estos momentos? ¿Cómo enfrentamos la soledad, el absurdo y la destrucción que nos muestran cada día, ya normalizada?

Puede que estemos en un descenso a una locura colectiva pero controlada, en la que ya no sepamos discernir la realidad. ¿Es real que hay un complot de ciegos para destruir el mundo, como pensaba uno de los protagonistas? ¿O el mundo está así por la oscuridad que llevamos dentro en esta tierra tan inhumana? ¿Pueden ser válidas ambas opciones que se retroalimentan?

Ante las afirmaciones de Trump, María Zajárova, la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia, fue tan aguda que acudiendo a la historia lo desmintió rápido, citando los escritos del expresidente estadounidense Franklin D. Roosevelt.

Recordó una declaración de abril de 1942, en la que Roosevelt reconocía que el Ejército soviético había infligido más pérdidas al enemigo nazi que todas las demás naciones aliadas juntas. También, en una carta del 4 de febrero de 1943 dirigida a Stalin, el presidente estadounidense felicitaba la victoria en Stalingrado, calificándola como un episodio épico e inmortalizado por la valentía del pueblo ruso bajo el mando soviético.

Incluso en una misiva posterior, del 22 de febrero de ese mismo año, Roosevelt reafirmó su admiración por la capacidad del Ejército Rojo, subrayando que tales logros eran fruto de un liderazgo eficaz, organización, entrenamiento y una determinación inquebrantable. Aseguró que tanto el ejército como el pueblo ruso habían encaminado a Hitler hacia la derrota final, ganándose el respeto del pueblo estadounidense.

Esa es la historia. La real. ¿Le llegará esta verdad al “red neck” de la fábrica de Ohio?
Actualmente, la comunicación ha perdido todo su sentido. Estamos tan sobresaturados de noticias pre fabricadas, inteligencia artificial (que ya hasta muchos periodistas usan para escribir e ilustrar contenido ganando así “followers”, que la gente lo que quiere es distracción y ocio. La dictadura de la posverdad. De X y los memes. De las caricaturas.

Sobre héroes y tumbas comienza con su final. Anuncia que dos de los protagonistas, padre e hija, mueren en un incendio provocado por esta última, en la casa que perteneció a su familia durante tantos años. El fuego es muerte, pero también liberación. Lo que para muchos fue una deceso tortuoso de los Vidal Olmos en el caserón del barrio bonaerense de Barracas, ¿fue para los protagonistas una liberación de la sociedad en decadencia en la que les tocó vivir, arrastrando culpas y herencias familiares?.

No estaría de más preguntarnos metafóricamente cuál es nuestro fuego. El que nos despierte y nos haga arder el alma para vivir hoy. Para vivir despiertos. Sin ciegos que nos conduzcan ni paranoia que nos detenga.

Sin olvidar los 27 millones de muertos que dejó el pueblo soviético por salvarnos de un enemigo que parece que quiere reencarnarse en otras formas.

Sin olvidar los héroes.

Sin olvidar las tumbas.

La Columna es un espacio de opinión personal y libre de las personas autoras y no necesariamente tiene por qué representar la de Cubainformación.

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