Ahora (periódico de Holguín).- Aunque el tema del hambre en el universo es viejo, esta semana alcanzó categoría de alarmante, cuando el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, lanzó un dramático llamado a la comunidad internacional a tomar medidas de emergencia a corto plazo para evitar la extensión de la hambruna, ya que “la rápida escalada de los precios de alimentos en todo el mundo ha alcanzado proporciones impresionantes".

Tal panorama es de trascendencia, porque el encarecimiento de los productos puede significar un retroceso de siete años en la lucha contra la pobreza, estimaron los estadistas, quienes consideraron, también, que la crisis alimentaria iniciada hace tres años podría sumergir en la miseria a unos 100 millones de personas en los países de bajos ingresos.

Hablar del asunto y no hermanarlo con la producción de agrocombustibles (producir alimentos para alimentar los automóviles) es imposible. Cuba más de una vez presagió las catastróficas consecuencias de esa nefasta política energética para la inmensa mayoría de la población.

Se coincide en afirmar que los países industrializados son responsables del incremento de los precios por forzar el uso de estos combustibles. Según diversos estudios entre el 30 y el 70 por ciento del incremento de los precios de alimentos se debe al aumento de uso de biocombustibles.

Según datos brindados por el Banco Mundial, los precios de los productos alimenticios registraron un alza del 83 por ciento en los últimos tres años, y se prevé una tendencia creciente hasta el 2015. En el caso del trigo, el aumento incluso fue del 181 por ciento.

Por todo eso, en la medida que aumenta la alerta a nivel internacional sobre las consecuencias devastadoras de la explosión de precios alimenticios, crecen las voces demandando repensar el futuro uso de los biocombustibles.

Ese rumbo negativo de alimentos por combustibles es opuesto a las medidas de emergencia aconsejadas por Ban, quien propuso "un incremento significativo a largo plazo de la productividad de la cosecha de cereales y la necesidad de lograr un desarrollo sostenible y equitativo, tanto en los países pobres como ricos”.

En este sentido, consideró que la ONU debe evaluar diversos planes para liderar las respuestas inmediatas y a largo plazo a este problema mundial, a tono con su pretensión de centrar la lucha en el 2008 en los mil millones de personas que viven en pobreza extrema en el mundo.

Se considera que los principales factores influyentes en el incremento de los precios son el fomento en el uso de agrocombustibles, las extensas sequías como las de Australia y el elevado precio del petróleo.