Astrid Barnet  - AIN.- Grandes grupos poblacionales de al menos 37 países son vulnerables a morir por hambre, debido al alza en el precio de los alimentos vaticinada para el presente año, alertó recientemente la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), a la vez que ya comienzan a estallar protestas sociales a causa de tal situación, como ocurrió días atrás en Filipinas y Haití.

Aunque la FAO atribuye la subida de los precios de los alimentos en el mundo al cambio climático, al aumento de la demanda y a ataques especulativos en los mercados globales, minimiza el impacto de los biocombustibles, o lo que es igual, el paso de los combustibles tradicionales a los biológicos, fenómeno que está provocando la disminución de las tierras disponibles para la producción de alimentos de primera necesidad en territorios donde ya existe hambruna.

Por ejemplo, para directivos como el brasileño José Graziano, representante de esa agencia especializada de ONU para América Latina y el Caribe, "aún no existen verdades absolutas en relación al tema de los biocombustibles… Si tendrán un efecto positivo o negativo en la seguridad alimentaria y el medio ambiente, dependerá de cómo se desarrollen".

Argumento contra el que arremetieron los participantes en la recién finalizada Conferencia para la Soberanía Alimentaria en los países de América Latina y el Caribe, en Brasilia, al considerar los biocombustibles como un atentado contra la supervivencia para numerosos grupos poblacionales del orbe o como la calificara Fidel: La idea siniestra de convertir alimentos en combustibles.

Así, se irán sustituyendo los campos petrolíferos por campos de caña de azúcar, maíz y soya en manos de los grandes consorcios que garantizarán el suministro de energéticos a las naciones ricas, en una continuada división globalizadora del trabajo.

Graziano a la vez apoya las posiciones y exhorta a buscar ayuda crediticia del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial (BM) –de todos conocidos como las multinacionales usureras por excelencia de las naciones pobres--, "a fin de acordar medidas que atenúen la crisis alimentaria en los países más pobres".

Tal propuesta conllevará a una crisis aún más prolongada, pues en ella se complementan la falta de confianza en el dólar, con su correspondiente fuga de divisas; los ataques especulativos; los efectos climáticos (nunca antes sufridos en el planeta), como las sequías de los años 2006 y 2007 en Australia y China, y los huracanes en Centroamérica que redujeron las reservas alimentarias en esa región.

Para directivos de la FAO, como Graziano, el principal responsable de esta crisis es Wall Street, pues "la solución de la crisis del dólar es parte de la solución del hambre" Mas parece no recordar que los inventarios de algunas cosechas de América Latina y el Caribe cayeron a sus niveles más bajos en tres décadas, al igual que extensísimas áreas de terreno están dedicadas hoy a la producción de agrocombustibles.

En la actual XXX Conferencia Regional de la FAO, también con sede en Brasilia, se discuten temas sumamente controversiales y urgentes de solución referidos a una población de más de 50 millones de personas que padecen hambre --10% de la población total--, entre ellas nueve millones de niños menores de cinco años de edad.

Como afirmara Alan Greenspan, ex presidente de la Reserva Federal estadounidense, "la crisis que está contagiando al mundo es ya la más dolorosa desde el final de la Segunda Guerra Mundial".

Si el Norte globalizador no transforma su modelo de desarrollo, con el esfuerzo conjunto de gobiernos, sociedades civiles y organizaciones intergubernamentales y humanitarias, las protestas populares se extenderán no solo en América Latina y el Caribe, sino también en muchas regiones del orbe afectando, por supuesto, a los más pobres.

El problema no es de producción… es un problema de distribución y de acceso a la alimentación; es un problema de equidad, solidaridad y de valores humanos. Es un problema por la supervivencia.