El ajuste cambiario es necesario para el desarrollo económico de la nación

Antonio Guillermo García Danglades* - Sodepaz.- ¿Con qué moral viene la oposición derechista a criticar las nuevas medidas de ajuste cambiario establecidas por el gobierno nacional?, si fueron ellos los que diseñaron, aplicaron, alabaron y masacraron al pueblo venezolano con sus paquetes neoliberales que ocasionaron, entre otros, hiperinflaciones de más del 100 por ciento, decrecimientos por debajo del menos 10 por ciento, desempleo por encima del 20 por ciento, el barril de petróleo a tan solo 6 dólares, pobreza y miseria extrema, y una corrupción desmedida y grosera.

Si bien es cierto que en la era puntofijista, las devaluaciones repercutían negativamente sobre la situación socio-económica y las clases más desfavorecidas, el contexto actual de la Venezuela bolivariana, socialista y revolucionaria es muy distinto al que se vivió durante la cuarta república.

Durante años, la cuarta república ejecutó políticas devaluacionistas con fines netamente fiscales y corruptos. El Estado se comprometía con una deuda interna que no podía soportar y financiaba el hueco fiscal con maxi-devaluaciones y emisión de dinero inorgánico que producía hiperinflación.

Por el contrario, el ajuste de la paridad cambiaria anunciada por el ejecutivo obedece a un plan estratégico que comprende la aplicación de medidas complementarias de manera integral, en beneficio del desarrollo productivo, del pueblo y no de la oligarquía neoliberal, y que incluye, muy importante decirlo, la intervención del mercado negro paralelo del dólar para su eventual control.

En varias de sus alocuciones públicas, el Presidente de la República, Comandante Hugo Chávez Frías, ha manifestado que Venezuela será una potencia exportadora. Esta afirmación se ajusta a la necesaria batalla por transformar el modelo monoproductor rentístico petrolero por una economía diversificada, dinámica y productiva, dedicada al consumo nacional y la exportación, que genere igualdad y desarrollo humano, beneficiando a las grandes mayorías. En esta heroica tarea participan las Empresas Socialistas, así como la pequeña y mediana industria venezolana, enrumbadas a incrementar la capacidad técnica, productividad y competitividad en las distintas áreas de producción nacional, particularmente en el sector agroalimentario.

En este contexto, se hacía necesario un ajuste de la paridad cambiaria, toda vez que un bolívar sobrevaluado se convertía en un estimulo a la importación de bienes y servicios, en detrimento del trabajo, la producción nacional y del necesario proceso de diversificación económica.

Con un bolívar sobrevaluado el dólar es más barato, y por lo tanto las importaciones son también más baratas. Cuando al consumidor le toque comparar entonces el precio de un bien importado con el que se produce en el país, se inclinará a comprar el más económico, es decir, el importado.

De acuerdo a la teoría neoliberal, si sale más barato comprar un producto importado, el país debería entonces olvidarse de producir ese rubro y seguirlo importando, situación donde entonces sí sería beneficioso un dólar barato, con un bolívar sobrevaluado.

Esa fue la política que siguió la oligarquía oposicionista durante la larga noche neoliberal bajo el yugo del empresario capitalista, acostumbrado a la excesiva protección que recibía de los gobiernos de turno, consolidando de esta manera la industria de la explotación. Los bienes nacionales nunca necesitaron competir adentro y mucho menos afuera, lo cual permitió la monopolización del rubro para el beneficio personal de unos pocos. Cada vez que un gobierno puntofijista planteaba regular su precio en beneficio del consumidor, los capitalistas jugaban a la escasez para encarecer artificialmente el producto y presionar por la liberación de su precio.

A diferencia de lo que sucedía en la cuarta república, el gobierno nacional no ha aceptado el chantaje de los capitalistas neoliberales, y en ocasiones, ha recurrido a la importación de alimentos como medida coyuntural, ya que la solución permanente pasa producir los rubros en Venezuela a través de las Empresas Socialistas y con verdaderos emprendedores, nacionalistas y solidarios de la pequeña y mediana industria. En este contexto, un bolívar sobrevaluado significaría un obstáculo muy difícil de vencer, porque el aparato productivo nacional tendría que competir en condiciones de desventaja con los rubros importados. Como consecuencia, el consumidor tendría que pagar más caro por la producción nacional, y una vez que se logre autoabastecer al país, comenzaría un proceso de decrecimiento de la industria por su incapacidad de competir en el exterior, y Venezuela no tendría oportunidad de convertirse en potencia exportadora.

Mantener un bolívar sobrevaluado acabaría la producción nacional agrícola y la de cualquier otro rubro que pretendamos producir, ocasionando además un mayor desempleo, el abandono del campo, una mayor presión social sobre las zonas urbanas y el fracaso del plan de desarrollo económico y de cualquier otro intento por cambiar el modelo económico.

Sin lugar a dudas que en este contexto, el ajuste de la paridad cambiaria es una medida acertada, toda vez que no se realiza como parte de una política devaluacionista sino para evitar distorsiones económicas y coadyuvar al desarrollo y diversificación de la producción nacional.

Caso Argentina

El fracaso del modelo neoliberal en Argentina, por ejemplo, se debió en buena parte a la revaluación de su moneda, lo cual se produjo a partir de la dolarización de su economía. Al respecto, el profesor argentino Jorge Schvarzer sostiene que “la sobrevaluación de la moneda local convalidó la entrada masiva de mercancías del exterior, mientras alentaba la salida, no menos masiva, de turistas argentinos hacia todos los rincones del planeta. Ambas demandas reclamaban divisas adicionales que debían obtenerse por medio de mayores exportaciones. Pero, el esperado aumento de la venta de bienes al exterior resultó difícil por la sobrevaluación de la moneda. El ingreso de bienes importados inundó a la plaza local con bienes que podían remplazar a la producción local, a precios menores que éstos (gracias a la sobrevaluación cambiaria), provocando una intensa crisis en la mayoría de las ramas industriales de producción transable internacionalmente. Además, este flujo de mercancías generaba un déficit comercial que tendía, objetivamente, a restringir el stock de moneda local; por lo tanto, las posibilidades de expandir la actividad económica dependían de obtener divisas por otros medios. La balanza comercial con Brasil, que era prácticamente la única positiva del país, tendió a invertir su signo en una clara señal de que mantener el tipo de cambio local perjudicaba a la producción local tanto como al equilibrio externo.”

La Inflación

El oposicionismo puntofijista neoliberal, el mismo que solía revolcarse en las orgías devaluacionistas que imponía en el pasado el Fondo Monetario Internacional y Banco Mundial, dice ahora con total falta de vergüenza que "la devaluación traerá mayor inflación".

Si bien es cierto que por su condición de país monoproductor, la percepción generalizada es que las importaciones venezolanas son altas, los datos económicos presentados por el BCV durante los últimos años indica que el porcentaje de las importaciones con respecto al Producto Interno Bruto (PIB) ha permanecido estable cerca del 30%, muy similar a la situación de otros países como Argentina, Brasil, México, Canadá y Estados Unidos.

Lo que sí resulta revelador es el desequilibrio que se ha venido experimentando en los últimos años, con una subida importante de las importaciones en detrimento del aparato productivo nacional, como se puede apreciar en el siguiente cuadro.

Importaciones y Exportaciones en Venezuela

A precios constantes de 1997
(Miles de bolívares)

Año     PIB     Importaciones     Exportaciones
Total     % del PIB     Total     % del PIB
2008     58.332.493     27.331.994     46,86     10.280.718     17,62
2007     55.650.086     26.342.951     47,34     10.572.634     19,00
2006     51.337.579     19.717.790     38,41     11.196.586     21,81
2005     46.523.649     15.044.891     32,34     11.721.660     25,20
2004     42.172.343     11.131.210     26,39     11.295.862     26,78
2003     35.652.678     7.059.953     19,80     9.936.047     27,87
2002     38.650.110     8.923.537     23,09     11.087.327     28,69
2001     42.405.381     11.932.504     28,14     11.544.545     27,22
2000     41.013.293     10.457.234     25,50     11.969.386     29,18
1999     39.554.925     9.303.643     23,52     11.310.288     28,59

Quien más gana con el ajuste cambiario es el aparato productivo nacional necesario para la diversificación de la economía, y en consecuencia, toda la nación saldrá favorecida. Por su parte, la clase de menos recursos no saldrá perjudicada gracias al control de cambio, control de precios, asistencia social médica y educativa, programas de vivienda y alimentarios, política de pleno empleo y grandes inversiones públicas. Todo lo contrario a la situación de los 80s, cuando el Viernes Negro del puntofijismo apátrida y neoliberal fue anidando el descontento popular que conllevó a la rebelión popular del 27-F y rebelión militar patriota del 4-F, para posteriormente entrar en la crisis de los 90s, que afortunadamente comenzó a ser fulminada en 1999 con la victoria de la Revolución Bolivariana.

(*) Internacionalista
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