Fidel Díaz - El caiman barbudo.- Paracuenteando a Monterroso: “Cuando el presidente Zelaya despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.”


Este de Honduras, no va a ser el golpe de estado más breve del continente, ya el ocurrido contra Chávez, en abril de 2001, impuso un record difícil de romper; pero no cabe dudas de que el final será el mismo: el retorno a la presidencia, con mayor estatura moral, del pueblo en Manuel Zelaya representado.
Que este domingo un presidente electo haya sido sacado a tiros y golpes de su casa, y de su país, secuestrado; que fuerzas del ejército y la policía repriman a la multitud que exige sus derechos, con golpes, gases, disparos; que apresen y persigan a funcionarios leales a la constitución, que corten la luz y las transmisiones de los medios estatales, intentando tapar la verdad con dibujos animados; que un grupo de congresistas presente una carta falsa de renuncia y nombre un gobierno de facto, parece un capítulo de una novela del boom latinoamericano de finales de los 50, una ficción completamente extemporánea. Como en Venezuela, Bolivia —y ya veremos otros rincones donde los pueblos vayan tomando sus derechos—, la oligarquía muestra su rostro verdadero, ese que se disfraza en caras alegres, de traje y corbata, con perrito púder, y carpeta empresarial, en los spot publicitarios de la TV adormecedora. Tras la careta, esos tipos deshumanizados, burdos, incapaces de leer su tiempo, que ejercen la imposición mediante militares enclaustrados en los métodos de la Escuela de las Américas USA. Todo un paradigma del capitalismo decadente, más bien decaído, que pretende sus viejos trucos represivos, de engaños, de silenciar, que ya no tienen el más mínimo efecto, porque el tiempo les ha pasado por encima, como a los dinosaurios.
Lo que han logrado es un nuevo salto en la toma de conciencia sobre lo anacrónico del capitalismo y la degradación de las aristocracias consustanciales a ese sistema en crisis económica y muerto ideológicamente. Ahora intentan sostenerlo con la violencia extrema, que es el recurso que le queda al pataleo.
Fidel, habituado a lidiar y domar fieras con filosofías del odio, vio venir el zarpazo y nos hizo un llamado de alerta en sus reflexiones, apenas un par de días antes del golpe; comparaba el gesto de Manuel Zelaya con el de Salvador Allende, en sus momentos últimos defendiendo el poder que le había dado el pueblo, a tiro limpio, frente a los tanques y aviones de colegas de estos que ahora en Tegucigalpa dirigen sus fusiles contra la vergüenza hondureña. Nos parecía improbable desatino semejante, pero ahí están los dinosaurios, como en la peliculilla de Spielberg, totalmente fuera de época, y por tanto, condenados a extinguirse.
La CNN, tan espectacular y eficiente a la hora de transmitir el poderío yanqui lanzando misiles sobre ciudades del medio oriente —la masacre en vivo, gran show nocturno de fuegos artificiales— ahora se marea como si no supiera cual es la noticia. Ni hablar, claro está, del resto de los medios hondureños y de otros con dueños oligarcas del resto del mundo, que simplemente aumentan su programación de embobecimiento y le pasan de lado al problema, o lo tocan, con aire de pincelada folklórica, dejando caer elementos para la duda y la confusión. Ya la gente está cansada del cuento de siempre, y la globalización de la pseudocultura desmovilizadora, nos ha traído con ella las armas para comunicarnos, para movilizarnos desde la alternativa. Ya pasó la era en que las botas militares podían silenciar los acontecimientos. Los monopolios mediáticos van quedando inoperantes ante la verdad solidaria que emerge desde Telesur, gran protagonista de estos días, pero también de las redes de internet, los sitios hermanados por la justicia, los teléfonos celulares que, desde cualquier rincón de Honduras han alzado su grito de denuncia a los canales de TV cubano, a una radio comunitaria del sur. Una foto, un video con una camarita personal, han sido suficientes para mostrar a esos soldados sin patria disparando, nerviosos, al pueblo que ha tomado las calles. Pero los fósiles de esta nueva era no lo entienden o se resisten a entender que el tiempo les ha pasado por encima, porque el odio no está apto para los cambios del clima espiritual; solo la poesía del amor, es resistente y se adapta a la evolución humana
El golpe de estado en Honduras ha dado a la América nuestra el redoble de campanas que esperaba, el ALBA, en minutos ha movilizado a sus embajadores, cancilleres, presidentes, para tomar medidas comunes, los pueblos se han movilizado exigiendo al mundo la acción inmediata.
El golpe jurásico no tiene salida, la verdad de los pobres de la tierra sale a las calles sin que nadie pueda ya impedirlo, y desfila por todos los rincones del mundo. Morazán, Bolívar, Sucre, Martí, el Che, Allende, la dignidad que ellos sembraron ha reclamado su hora y ha llegado en la estatura de Evo, Ortega, la Kirchner, Correa, Raúl, Chávez, Fidel… en la de todos los hombres y mujeres nuevos que en este minuto despiertan el asombro de la humanidad. Hemos echado a andar, este es nuestro tiempo, por ello, no hay dudas de que (paracuenteando a Monterroso): “Cuando el presidente Zelaya despierte otra vez, junto a su pueblo, el dinosaurio ya no estará allí.”

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