Editorial Cubainformación.- "Usted ponga las ilustraciones, yo pondré la guerra”, decía en 1898 el magnate de la prensa estadounidense William Randolph Hearst a uno de sus dibujantes enviados a La Habana. Éste, que tenía por misión el envío de viñetas sobre las atrocidades del ejército español en el conflicto contra el independentismo mambí, le había enviado previamente un telegrama que rezaba: “Todo está en calma. No hay guerra. Quiero volver”.
Texto publicado en Cubainformación revista nº13. Primavera 2010
La élite política y económica de Estados Unidos estaba interesada en la intervención de su país en el conflicto, y la prensa sensacionalista de la época realizó un eficiente trabajo de legitimación de aquella. EEUU intervino y salió vencedor de la guerra. Se cerraron las posibilidades de independencia real para Cuba y se abrió un largo período de sometimiento neocolonial de la Isla por parte del imperio yanki, que fue truncado, el Primero de enero de 1959, por el triunfo de la Revolución cubana. El imperialismo norteamericano no ha perdonado aún esta afrenta.
En la actualidad, la prensa y el poder mediático siguen actuando con el mismo nivel de impunidad, pero con proyección global y con un poder inmensamente mayor. Los medios de comunicación son el aparato de propaganda de los grandes poderes políticos y económicos del planeta, y la más eficiente arma de legitimación del sistema capitalista global. Un sistema capitalista herido por una de sus más graves crisis estructurales que, hoy, necesita desviar la atención de sus dramas sociales y, a la vez, frenar cualquier posibilidad de expansión exitosa de experiencias políticas que le hacen frente.
A la ya antigua guerra mediática contra la Revolución cubana desde EEUU, se ha unido, en los últimos tiempos, con inusual inquina, un tropel de grandes corporaciones de la comunicación y la información de Europa. Hoy, estamos en el centro de una de las más brutales campañas contra Cuba, que coordina diversos elementos nuevos, interconectados, en un escenario evidente de guerra de propaganda: huelguistas de hambre, “disidentes”, bloggers, artistas que un día militaron en la izquierda, etc. Decenas de medios de comunicación, privados y públicos de Europa, con audiencias diarias de millones de personas, son el púlpito privilegiado desde el que los colaboracionistas cubanos justifican las decenas de millones de dólares asignados para ellos en los presupuestos del gobierno de EEUU, y desde el que arrepentidos de la militancia de izquierda tratan de exculpar sus culpas por haber defendido algún día la Revolución cubana. Políticos de la derecha y la socialdemocracia son, por otro lado, el ariete diplomático que colabora vergonzosamente con el bloqueo norteamericano desde la Unión Europea, que contra Cuba evidencia sin tapujos, hoy, su esencia imperialista.
Es un escenario de guerra, y el Movimiento Internacional de Solidaridad con Cuba debe actuar en consonancia. Con las armas de la información y la movilización. A pesar de la brutal censura, de la manipulación informativa total, de las mentiras constantes. Para demostrar, una vez más, que Cuba no está sola. Que está acompañada por millones de seres humanos que creen en un mundo distinto, más justo, más humano. Un mundo que necesita a la Revolución cubana. Porque en Cuba se juega hoy el destino de los sueños de la Humanidad.
