La anécdota vino a mi memoria al leer una entrevista publicada por el diario español El País con el título “Está escrito, me vuelvo a Cuba” y el bajante “El paro se ha disparado hasta los 4,6 millones de personas, casi el 20% de la población. Es el gran lastre de la economía española”.
Más allá del testimonio de las afectaciones que sufren Yaquelín Lugo y su esposo por la crisis económica, el periódico nos cuenta que Yaquelín ”organizó el primer comité sindical en el supermercado donde trabajaba”.
“La empresa se agarró a la crisis -alegó una caída de ventas de un 30%-, para no renovarle el contrato, pero ella recurrió a la Magistratura de Trabajo, ganó el juicio, y recuperó su puesto. Esta vez con horas libres para atender asuntos sindicales. Aunque ha descendido la conflictividad laboral. “La gente está muy quieta. Hay mucho miedo a perder el trabajo”.
“Yaquelín tiene su propia opinión sobre lo que ocurre. “Solo hay crisis para los parados y para las pequeñas y medianas empresas. A las grandes les va mejor que nunca”.
El diario madrileño no nos dice en qué lugar aprendió la “cubana combativa donde las haya” a organizar un sindicato, reclamar sus derechos y exigir ser tratada con justicia, dónde a construir y argumentar una “opinión propia” sobre lo que ocurre a su alrededor y acudir a un tribunal. No puede haber sido en esa Cuba, a la que el cotidiano del grupo PRISA reclama constantemente un estado derecho, juicios justos y libertad de expresión. Pero nuestra mayor sorpresa llega al final de la entrevista cuando Yaquelín denuncia que:
“Hace poco me rompieron un cristal donde había pegado una bandera de Cuba con una foto del Che, se ve que no le gustó a alguien y lanzó un zapato, o una piedra, no sé”, dice con gesto de desprecio. Si no fuera porque su marido tiene familia aquí, y una hija de otro matrimonio, seguro que ya estarían en Cuba de regreso. “Pero sé de todas todas que yo le convenzo”.
Y ahí termina todo, el periódico -tan preocupado siempre por la tolerancia y la democracia en Cuba- no se imolesta ni emite juicio alguno por la actitud antidemocrática e intolerante hacia dos símbolos sagrados, no sólo para los cubanos sino para muchos millones de personas en el mundo.
Por eso les tengo una propuesta. En lo que Yaquelín lucha por lograr su objetivo de regresar a Cuba, enviemos a la redacción de El País banderas cubanas y fotos del Che para que se las hagan llegar. Si son muchas, no importa, que las repartan entre sus redactores, varios de ellos admiran a Cuba y al Che; ya en octubre de 2007 cuando un editorial del periódico calificó al Guerrillero Heroico de asesino, los redactores obligaron a la dirección a publicar una aclaración diciendo que no compartían semejante barbaridad. ¿Ustedes se imaginan? ¡¡¡Las oficinas de El País con banderas cubanas y fotos del Che!!!, porque allí, tan plurales y respetuosos de la libertad de expresión no van a hacer como el salvaje que rompió el cristal de Yaquelín, ¿no?