Osvaldo Cano - Juventud Reblede.-Mayo Teatral, evento que auspicia la Casa de las Américas y que a lo largo de una década ha reunido a lo mejor y más variado de la escena en nuestra área geográfica, volvió a ser cita obligada para los amantes de la escena. En esta ocasión los organizadores lograron convocar a grupos de seis países (incluyendo a Cuba), que ofrecieron 17 espectáculos en ocho ciudades.


Con puestas dirigidas a los niños, de circo teatro, danza, monólogos, teatro clásico, talleres, la entrega de El Gallo de La Habana al Grupo Teatro Escambray y del título de Doctor Honoris Causa al prominente creador colombiano Santiago García, estas jornadas primaverales constituyeron una auténtica fiesta.

En el umbral del encuentro el Circo Teatro Udi Grudi, de Brasil, nos agasajó con Ovo (Huevo), una puesta en escena de Leo Sykes. El uso de rutinas y habilidades propias del clown, elementos de ilusionismo, técnicas habituales del excéntrico musical, humor, un juego que, por momentos, se torna violento, convirtieron a Ovo en un espectáculo que se comunicó con facilidad con los espectadores sin distinción de edades.

La utilización de materiales de desecho tanto para ambientar como para ubicarnos en tiempo y espacio, o para construir y animar figuras, hacer música y enhebrar una sencilla fábula, signaron el quehacer de Udi Grudi. Imaginación, creatividad e intención cuestionadora, una faena interpretativa a cargo de Márcio Vieira, Luciano Porto y Marcelo Beré, que se distinguió por la ductilidad y el sentido de la medida, la apelación a la ironía y el ridículo como medios para poner en evidencia una realidad despiadada y contradictoria, fueron también rasgos distintivos de Ovo.

O Cano (Los tubos), la segunda propuesta de Udi Grudi también dirigida por Sykes, resultó una serie de estampas donde lo astracán, la manipulación de estructuras que se arman y desarman ante nuestros ojos o la ejecución de instrumentos musicales exóticos y sorprendentes, fabricados a base de tubos de plástico, componían el eje del montaje.

La destacada actriz mexicana Ofelia Medina concurrió a esta cita con Íntimamente, Rosario de Chiapas, responsabilizándose también con la dirección y la dramaturgia. A horcajadas entre el recital y el monólogo, Íntimamente... llama la atención por la mezcla de pasión y ternura, contención y energía con que Medina dotó su propuesta. De aliento femenino, confesional, lírico y tomando como punto de partida la obra poética de Rosario Castellanos, esta invitación oscila entre la delicadeza y la denuncia.

Teófilo Torres, por su parte, recurrió a una gestualidad precisa, que se apoyó en tics, poses, posturas, para tipificar a un locuaz marginal puertorriqueño que huye del vicio de la droga en Papo Impala está quitao. La recreación del habla popular boricua, junto a la plasmación del microcosmos del hampa menor a la que pertenece el protagonista, devino inequívoco mecanismo de denuncia capaz de utilizar al humor como eficaz recurso para vigorizar el diálogo con la platea.

Sin desplazarse del centro del escenario, Torres —quien se encargó además de la dirección— encaró el monólogo con sobriedad y pericia. Basado en un relato de Juan Antonio Ramos, Papo Impala... acudió a la analogía y el retozo con obras clave de la literatura universal (La metamorfosis, Cien años de soledad, La Celestina...) para convocarnos a la reflexión aguda y cómplice. A pesar de que el texto admite una poda que lo haría mucho más sintético, lo cierto es que las dotes histriónicas de Teófilo Torres hicieron de Papo Impala... un montaje de incuestionables valores.

Una visualidad depurada e incitadora, la sustitución del argumento bien tramado por estampas, flashazos proclives a sorprender y sugerir, caracterizaron a Visiones de la cubanosofía, montaje de Nelda Castillo con El Ciervo Encantado. Visiones... no descansa exclusivamente en la palabra, su fuerza mayor, sus estímulos más eficaces provienen de las imágenes, la banda sonora y la labor de los actores. Se trata de un espectáculo con sabor y saber cubanos que va del desparpajo a la sutileza y de las conductas arquetípicas a paradigmas tutelares de la nación, echando mano tanto al choteo —elemental y arrasador—, como a la sublimación de valores entrañables para el cubano.

La exploración en los lenguajes del cuerpo, la voz, iluminación, máscaras o el sonido, así como la mezcla a voluntad de géneros y estilos que van de la farsa al grotesco, incluyendo lo alegórico, resultan perfiles definidores no solo de Visiones... sino también de la poética de El Ciervo Encantado.

Mayo Teatral nos puso en contacto con modos diversos de encarar la escena y reflejar críticamente la realidad. Del acento puesto en la magia de la palabra al diálogo con los sentidos, pasando por el encanto del circo, los conjuntos que trabaron contacto con el público contribuyeron a afianzar la credibilidad de un evento capaz de hacer intensamente teatral al quinto mes del año.

Cuba
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