Granma.- En la fórmula de la productividad agrícola el elemento principal es el agricultor, así lo comprobó Granma a pie de surco. ¿Atención al hombre o las venas abiertas de la agricultura?, auscultando se llega a Roma.

En cualquier actividad humana el tesón puede hacer la diferencia, eso lo constatamos los cubanos en el duro bregar del día a día. Detrás de la variación de la calidad de un mismo producto, según el centro de elaboración; de la disparidad en el servicio entre un establecimiento y otro similar; o del abismo temporal que separa a las instituciones en cuanto a la gestión de trámites; casi siempre encontramos, solapado, el contraste entre el desdén y el empeño.

Este contraste en materia de agricultura se mide en quintales y sus (d)efectos perjudican a miles de personas. Cada hectárea que no produzca al máximo de su capacidad tiene un impacto directo en la cocina criolla. Alimentar a un pueblo es una responsabilidad muy seria, cuya importancia, lamentablemente, no cala igual en todos los productores.

La elocuencia de los contrastes

En tiempos de crisis alimentaria mundial, azotes de desastres naturales a la geografía nacional y restricciones financieras externas, la agricultura cubana no puede continuar pasando por alto los grandes desniveles de rendimiento entre organizaciones similares, con condiciones laborales, acceso a los recursos y fuerza de trabajo semejantes.

Para Arturo Varona el secreto de una eficiencia productiva alta radica en trabajar y en tratar siempre de hacer las cosas bien.

Hasta Batabanó llegó Granma para confrontar los indicadores de productividad de dos entidades agrícolas análogas e indagar sobre las experiencias en torno a la solución de problemas en ese sentido.

Con una extensión territorial de 15 caballerías (de ellas 13 cultivables) la Unidad Básica de Producción Cooperativa (UBPC) La Julia ostenta desde su creación, hace diez años, la condición de rentable. Actualmente 74 personas asumen las distintas labores de la empresa y, según Arturo Varona, el director, esa fuerza de trabajo es suficiente y, cuando existe algún retraso en los cultivos, "cierro todas las oficinas y todo el mundo —menos la cocinera, por supuesto— se va para el campo".

La José Ángel Fernández es otra UBPC, cercana a La Julia, muy parecida en cuanto a las dimensiones agrarias (16 caballerías, 11.3 cultivables) y al colectivo laboral (76 hombres y mujeres); pero con dificultades en algunos parámetros de producción, y el compromiso de revertir los resultados que el año anterior la condujeron a no alcanzar la rentabilidad.

La deficiencia en el suministro de gomas también golpea la producción.

Nosotros sembramos unas áreas de uva hace dos años que no dieron resultado, todavía estamos arrastrando esa deuda y pagándole al banco los intereses que son altos, porque la cifra asciende a 1 800 000 pesos, explica Matías Cabrera, director de la José A. Fernández.

"También teníamos un campo de soya que por problemas de germinación nos ocasionó pérdidas, las semillas no eran buenas. Por roturas de los transformadores perdimos este año, además, 1.5 caballerías de plátanos, pues el sistema de riego depende de los transformadores."

Las condiciones de los campamentos no garantizan un adecuado descanso a los trabajadores agrícolas.

Uno de los problemas que daban al traste con la rentabilidad era la poca diversificación de los cultivos, reconoce Matías, y para contrarrestarlo, asegura, "estamos introduciendo el plátano en los campos de frijol y al boniato le introdujimos calabaza, que es un cultivo de ciclo corto y nos va a ayudar en las cuentas de la economía, también sembramos ahora malanga, una forma más de aumentar las ganancias".

A pesar de estas estrategias, los rendimientos en algunos cultivos aún no se comparan con los de La Julia. Por ejemplo, en la reciente cosecha de boniato, mientras en los campos de esta última se promediaron 5 000 quintales por caballería, en la José A. Fernández apenas se alcanzaron los 4 000, con condiciones de suelo y recursos equivalentes.

La dificultad principal fue la despoblación de bejucos por problemas al sembrar, además del cambio en el sistema de riego que también perjudicó, apunta Matías. "Pero con el que tenemos sembrado hoy esperamos obtener más de 4 000 quintales, porque fue una siembra muy buena, gracias también al apoyo de la Brigada 50 Aniversario de la Revolución".

Números rojos

Mejorar la alimentación es uno de los reclamos más socorridos.

No se trata de equiparar volúmenes de producción, sino de homogenizar parámetros de explotación de la tierra, aprovechamiento de los recursos y eficiencia productiva. Para ello es imprescindible el concurso de muchos elementos: estructurales, técnicos, de aseguramiento y, desde luego, naturales; sin embargo, las estadísticas demuestran que similar relevancia reviste el factor humano, responsable máximo de cada fase del proceso de producción de viandas y hortalizas.

Según Isidro Valle Guerra, subdirector de la Empresa de Cultivos Varios de Batabanó, el análisis del valor agregado fue introducido en Cuba hace pocos años y busca obtener los índices de productividad pura, a partir, en esencia, de restarle a la producción bruta, los gastos de aquellos insumos empleados por el trabajador durante el proceso de producción y que, sin embargo, no crea.

Según Yuriel Cabrera, “la botas de gomas son las únicas que aguantan el rigor de este trabajo y hace años que no las vemos”.

En un balance de la empresa, que examina el valor agregado de sus producciones durante los primeros nueve meses del presente año, la José A. Fernández aparece entre las tres más rezagadas en la relación productividad-salario medio, con un indicador de 1.42. La Julia, con 1.99, marcha al frente entre las ocho UBPC del municipio.

Así, conocimos que de todas ellas, la José A. Fernández, a pesar de aportar la tercera mayor producción bruta, resulta la penúltima en cuanto al valor agregado, fundamentalmente, por su ineficiencia económica. Entretanto, La Julia no solo contribuye con la segunda mayor producción bruta, sino que encabeza la lista en cuanto a las ganancias netas, o valor agregado.

Contrasta sobremanera cómo la José A. Fernández registra, en comparación con sus similares, los mayores gastos por concepto de combustible, servicios productivos y materias primas; en este último apartado, superada únicamente por la Comandante Guevara. No es de extrañar entonces que el salario medio mensual de sus trabajadores ronde los 496 pesos, mientras en La Julia supera los 800.

Lo más alarmante de estos datos son los considerables márgenes de diferencia con respecto al resto de las UBPC, cuestión que nuevamente enfila hacia la enorme cuota de responsabilidad humana depositada en estas tareas y cuyas implicaciones deben cuestionarse, desde las mismas raíces, por parte de los responsables de la empresa, para subsanar errores y corregir prácticas derrochadoras.

La producción bruta la componen tres indicadores: la bruta propiamente, la que está en proceso y la mercantil, expone el subdirector y añade: "Este análisis integral del valor agregado lo estamos haciendo porque hemos visto que existen algunas irregularidades en cuanto a la cosecha en proceso".

"Si estas cifras se alteran, es decir, no se corresponden con los datos de lo que realmente está sembrado, la producción bruta se incrementa ficticiamente, distorsionando el resto de los indicadores. Nosotros vamos a sacar esta relación a partir de los resultados mercantiles, que son los quintales que realmente se venden a Acopio para el consumo del pueblo. No hemos observado grandes alteraciones, pero sí hemos notado fallos en algunos estimados. En ese sentido debemos ir tomando una serie de medidas de carácter técnico-organizativo para mejorar estos indicadores."

El secreto está en trabajar

Al indagar sobre las causas de los desbalances en los rendimientos entre las dos UBPC aquí comparadas, los directivos subrayaron las diferencias en los estilos de dirección:

"Las personalidades de los dos jefes difieren. Este es un elemento que, lógicamente, se refleja en los indicadores de producción". También en La Julia, agrega Isidro, por las características del asentamiento poblacional, Arturo puede contar con una fuerza de trabajo extra para las grandes campañas, lo cual no sucede en el caso de la José A. Fernández.

En cambio, Matías afirma contar con la contribución de los becados de un centro educacional próximo a sus terrenos: alrededor de 150 en cada sesión de campo (la mañana y la tarde), apoyo que, si bien no ofrece los frutos de una fuerza especializada, no existe en el caso de La Julia.

Para Arturo el secreto de una eficiencia productiva alta radica en trabajar y en tratar siempre de hacer las cosas bien. Además, dice, el jefe desempeña un papel muy importante, "todas las entidades deben tener un líder que sea capaz de arrastrar a sus subordinados y de ver a su empresa como suya para sacarla adelante".

"Nosotros buscamos la manera de administrar la fuerza de trabajo para que nos alcance, tratamos de aprovecharla al máximo. A todos los tenemos vinculados al rendimiento: el hombre debe saber que si no trabaja no gana, y si trabaja más aumenta su salario."

Uno de los principios básicos de las UBPC es la vinculación del hombre al área y los pagos basados en los coeficientes individuales de distribución de la ganancia. Y, como los ingresos dependen directamente de las ventas, los mecanismos de incentivos y los costos de producción adquieren hoy una importancia medular.

Al respecto, puntualiza Isidro que la empresa, luego de un proceso de discusión con las Juntas de Administración, pretende para enero próximo homogeneizar en todas las UBPC del municipio un sistema de pago donde todos los integrantes de una brigada cobren en función de los resultados de su finca y no por el trabajo realizado en cualquier área de la UBPC, como sucede hasta ahora.

Si tienen que ayudar en las labores agrícolas de otras fincas de la UBPC, acota, recibirán ese ingreso por encima de su salario. De este modo, buscamos incrementar la producción, lograr un verdadero sentido de pertenencia del obrero al área y reducir los gastos, porque quien necesite fuerza de trabajo extra, debe tratar de aprovecharla al máximo y utilizarla el menor tiempo posible, pues le ocasiona gastos y, por tanto, menos utilidades, insiste.

"Este sistema de pago se ha probado en la Finca Estatal 35, con excelentes resultados productivos. Al principio existía incertidumbre y resistencia, pero ha tenido una gran aceptación e, incluso, la fuerza de trabajo está fluyendo hacia esta finca. Vamos a tener un importante salto, no solo cualitativo, sino cuantitativo, en relación con el personal movilizado hacia las labores agrícolas, uno de los talones de Aquiles de este sector."

En efecto, otro de los grandes retos que enfrenta el sector agropecuario nacional es lograr una estabilidad en los recursos humanos. Según estudios del Viceministerio de atención al sector cooperativo y campesino, del Ministerio de la Agricultura, desde los profundos cambios estructurales implantados en la economía cubana en la década pasada, se viene manifestando un éxodo progresivo de la fuerza de trabajo, no solo hacia otras esferas con superior remuneración y condiciones de trabajo, sino para otras actividades dentro del propio sector mejor retribuidas, como las cosechas de tabaco y otras asociadas a las exportaciones.

Cultivar al hombre

Hay que perfeccionar la atención al hombre, estamos lejos de tenerlo en cuenta como se merece, sostiene el director de La Julia. "El obrero agrícola es un hombre al que hay que atender con esmero, porque desde que se levanta está pasando trabajo. En la agricultura no hay tarea suave, ni siquiera la del administrador. No se descansa nunca. Hace mucho tiempo que yo no sé qué es un domingo".

Las condiciones de trabajo son malas, porque no tenemos recursos, estamos trabajando "a lo que se pueda", resalta Matías Cabrera. Las condiciones de los albergados son críticas, alerta, los colchones son incómodos, no hay sábanas, toallas, ni nada por el estilo, aunque con la comida no tenemos problemas.

Arturo conviene en remarcar el mal estado de los campamentos; sin embargo, en cuanto a la alimentación considera que es preciso mejorar algunos renglones que no producen, como el aceite, la sal, el azúcar y el pan, entre otros, así como el plato fuerte.

Nosotros queremos que nos ayuden más en la alimentación, en el calzado y en general en la atención al hombre, para poder cumplir el compromiso de incrementar la producción, reclama Yuriel Cabrera, un joven granmense de 25 años que desde los 17 trabaja en los campos de La Julia.

Existe un déficit serio de herramientas, ropa de trabajo y alimentos, coinciden productores y dirigentes del sector en este municipio. Hace poco recibieron unas botas de muy mala calidad que han sido motivo de disgusto entre los trabajadores, porque casi ninguna llegó al mes de uso. Herramientas, guatacas y limas, también nos faltan, no han llegado y hay que estar "inventando" para no parar la producción, indica Arturo.

Similar observación nos hace Fernando Botello, jefe de una brigada en la José A. Fernández, quien reconoce "la difícil situación que padece el país, por los problemas de los ciclones, la actual crisis global, el incremento del precio de muchos productos importados y las adversidades relacionadas con el bloqueo"; pero vota por dirigir mayores esfuerzos hacia la agricultura. "Nosotros somos un país eminentemente agrícola, nuestra población depende de la agricultura y existen cosas que es necesario cambiar".

Varias son las insatisfacciones de los productores agrícolas con la atención recibida. A juzgar por los criterios recogidos durante este recorrido, la tan aclamada sinergia hombre-tierra parece resentirse precisamente por el eslabón principal, lo cual apunta a la necesidad de optimizar el aprovechamiento de los pocos recursos disponibles.

Brindarle al agricultor una atención óptima como ser humano con necesidades de cultura, deporte, recreación y reconocimiento social resulta una premisa urgida de trascender las estrechas fronteras de lugares aislados.

Crear un entorno de trabajo favorable, resulta una condición vital para lograr atraer y retener a la fuerza de trabajo dentro de este sector prioritario, eso que muchos han llamado "sembrar al hombre", cuyas connotaciones sugieren más bien "cultivarlo".
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