Caridad Lafita Navarro - Cuba Trabajadores.- Un sentimiento que nunca experimentará un trabajador cubano es el despido por la crisis económica. Ni en los momentos más difíciles que vivió nuestro país a principios de la década de los 90, cuando nuestro producto interno bruto tuvo un descenso incuestionable, ningún trabajador quedó en la calle ni en el desamparo para sostener a sus familias.


Todos conocemos los programas que nuestro Gobierno puso en práctica, desde el tratamiento salarial para los casos de interrupciones laborales o de reubicaciones en  otros centros y actividades, hasta pasar a las aulas para recalificar a nuestro capital humano hasta mientras pudieran recuperarse sus entidades. Pero no quedó en nuestros trabajadores el acíbar entre los labios que hoy lamentablemente saborean millones en el mundo, ni la incertidumbre, ni los riesgos para su salud.
Mientras algunos gobiernos en el mundo capitalista hoy se dirigen a salvaguardar de la crisis a los financieros, los trabajadores son los que soportan sus consecuencias: despidos, supresión de horas extra, adelanto de vacaciones –cuando las hay—y anulación de los convenios colectivos. La situación es tal que en algunos sitios desaparecen paulatinamente las formas viables de sufragar las necesidades, a lo cual se unen otros aspectos: la afectación sicológica y de salud, para ellos y para sus familias.
Desde el último trimestre del pasado año, diferentes medios de prensa en el mundo han alertado sobre el incremento de suicidios –no solo de multimillonarios, como ha ocurrido— entre las personas que están involucradas con diferentes aspectos de la crisis económica.
Causas como la depresión, la pérdida de autoimagen, la carencia de medios usuales de vida, son las causas de estos atentados contra la propia persona.
Deterioro de la salud psicológica
Según expertos en Psicología del Trabajo, las personas desvinculadas laboralmente adoptan conductas negativas que se manifiestan en forma de ansiedad, fuerte daño a la autoestima, sentimientos de culpa, deterioro del autoconcepto, síntomas psicosomáticos, hipertensión, tensión, depresión, abandono y puede ocasionar patologías más severas, tales como el alcoholismo u otra adicción a sustancias psicoactivas.
El deterioro de la salud psicológica, la pérdida de bienestar y la insatisfacción con la propia vida, éstos y otros más son signos comunes para las personas que han sido cesados de una empresa –precisan los expertos--.
Más allá, en el contexto familiar, si se trata del despido del jefe del hogar, las relaciones familiares, se tornan paulatinamente tensas, frías o distantes. Aumentan los roces y discusiones, la falta de tolerancia y las fricciones sociales y el cambio de roles, alterándose negativamente el orden familiar tradicional, con dificultades que incluso envuelven a los niños en edad escolar.
No se descartan entre esas personas reacciones extremas frente al despido tales como la agresión, por ejemplo, quemar la empresa, o llegar hasta el suicidio.
La depresión en el organismo humano tiene serias reacciones que prácticamente menoscaban el mejor desarrollo de la actividad laboral: disminuye la iniciativa, la espontaneidad y la actividad psicomotora; crea sentimientos de malestar; puede reducir o hacer  que se pierda la capacidad de reacción, entre otros elementos descritos por los especialistas.
Ya desde octubre pasado, en ocasión del día de la Salud Mental, la Organización Mundial de la Salud advirtió que la crisis financiera global probablemente causará un aumento en los problemas de salud mental e incluso en los suicidios, dado que a las personas les cuesta lidiar con la pobreza y el desempleo.
”Cientos de millones de personas en todo el mundo ya se están viendo afectadas por condiciones mentales como la depresión y el desorden bipolar y el actual descalabro de los mercados podrían exacerbar los sentimientos de desesperación entre las personas vulnerables a estas enfermedades”.
Asimismo, pone a pensar cómo accederán estos millones de personas a una asistencia médica calificada para subsistir con estos trastornos, si no logran un trabajo y la forma de adquirir alimentos y bienes para su diaria existencia.
No todos los países del mundo tienen, como en Cuba, un sistema de salud gratuito, por el cual el trabajador recibe una atención profesional, desde una simple inyección hasta un trasplante de órgano, sin desembolsar un centavo.

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